Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Una banda, pues

El infalible profeta del club había decretado una finalísima contra el Betis y bajó al vestuario para exigir la victoria. Empate a cero. También a Aguirre en la víspera se le había calentado la boca: "No renunciamos a nada". Pero lo que es comprensible en el mister (aún recuerdo aquel bufido de Luis: "¡Joder, vamos a jugar la Champions!"), pues se trata de una inocente bravata para insuflar ánimo en sus hombres, en Cerezo se antoja grosera contumacia de demagogo. Es un presidente cantamañanas. Cree que los hinchas están amargados (pero yo opino que pueden soportar perfectamente otras dos décadas de desastres) y sabe que los borricos de los periódicos han perdido la cara por enésima vez (se la partieron los acontecimientos). Él se suma a las decepciones para que nadie lo conecte con ellas. Procede como el pirómano que, junto al edificio en llamas, pide indignado el castigo de los culpables. Además, la afición y los informadores adoran que se riña a los profesionales (¡póngalos firmes!), que son unos vagos y siempre cobran más de lo que merecen.

Pero las arengas son inútiles porque el once rojiblanco anda mejor de espíritu de lucha que de otras cosas. Su actitud es perfecta, pero las ganas no son la clase. A las pruebas me remito: Torres se lesionó en una jugada sin porvenir. Harto de que no le llegase una pelota en condiciones, forcejeó con un oponente y cayó en mala postura. Tampoco cuesta incluir en el recital de quiero y no puedo las innumerables galopadas de Seitaridis y el extenuante trabajo de Galleti. Hasta aquí el pundonor.

Vamos ahora con la calidad. Volvió Petrov, y ese público panoli que hoy infesta el Manzanares, haciendo alarde de amnesia e ignorancia, lo ovacionó como si quien regresara fuese Pelé. Y el búlgaro correspondió al estentóreo recibimiento fallando un gol cantado y arrugándose en un remate de cabeza que pudo y debió acabar en las mallas de la portería de Doblas. ¡Y aún aseguran que su presencia fue un revulsivo!

Jurado actuaba en su posición favorita. Como era previsible, no dio una hasta bien entrado el segundo periodo. Luego intentó alguna cosita en la frontal (su especialidad es el escarceo) y envió el balón no quieras saber dónde, en un remate franco. Y como Costinha es un ex-jugador y al merengue le viene grande la titularidad, Zé Castro, no bien el Betis se replegó, tuvo que desempeñar dos papeles: el de mediocentro y el de líbero. Pero su elegancia y su criterio supieron a poco.

Así el panorama, todavía existen comentaristas cuyo principal temor es que los seguidores ¡se divorcien del club! (¿Entra por fin en sus cálculos que la emprendan con los dirigentes y les quita el sueño esa eventualidad?)

Vi el encuentro en un café de San Sebastián. A mi lado, un grupo de jóvenes preguntó en la barra: "¿Quiénes juegan?" "El Atlético y el Betis", respondieron los camareros. Uno de los chavales puso cara de fastidio: "¿El Atlético? Es una banda". Encajé impávido la displicencia y la completé para mí coleto: "pues".

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