Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

Recursos Sindicaciones

¿Super o infra?

Lo prometido es deuda. Hablaré hoy de las supercopas. Son poco más que boato triunfalista ¿Quiénes se miden en ellas? Dos campeones de muy disímil calidad que generalmente se enfrentan en la pretemporada, cuando aún están en rodaje. ¿De cuántos partidos constan? De uno. Por todas esas razones, su valor deportivo es muy escaso. Ya el prefijo "super" se nos hace sospechoso: delata un vulgar afán de hinchar el perro. (Pero tampoco hay que tirarlas a la basura, como hizo Gil con total desvergüenza, poniendo en juego un título que ya había ganado el Atleti.)

¿Y entonces la Intercontinental? Por la época en que el Atleti derrotó al Independiente, la Intercontinental al menos tenía el mérito de que enfrentaba a dos partidos a los campeones de Europa y de América (donde aún había clubes fuertes). Sin embargo, el Atleti no debió jugar aquel match porque no había ganado la Copa de Europa. De ahí que el triunfo nos supiese a consuelo poco consolador. Lo disputó gracias a que el Bayern no quiso en aquella oportunidad arriesgar la salud de sus jugadores. En la vuelta del Estudiantes – Milán del año 69 se habían producido unos incidentes tan penosos (a raíz de los cuales fueron suspendidos el arquero y el central de los "pincharratas": Poletti y Aguirre Suárez —el primero a perpetuidad y el otro por tres años), que algunos clubes europeos (Ajax, Bayern, Liverpool, Nottingham…) renunciaron a disputar el entorchado en años sucesivos. Así que en varias ediciones o no hubo enfrentamiento o lo hubo entre el vencedor de la Libertadores y el finalista derrotado en la Copa de Europa. (Eso sí, el único sustituto del campeón del Viejo Continente que logró doblegar al campeón de América fue el Atleti.)

En fin, se trata sobre el papel de grandes trofeos que en realidad son copitas, cuya finalidad no es otra que extender la euforia, porque la euforia no será coalescente como proclaman los demagogos (no acerca a las personas, ni une a los pueblos), pero atrae como hoguera en páramo oscuro y helado. Los forofos quieren presumir, sentirse importantes. De ahí que los mercaderes del éxito estimulen la bulimia de las hinchadas, siempre hambrientas de prestigio.

No obstante, hay que reconocer que en las supercopas pervive todavía un resto de fútbol (al fin y al cabo, deben ser disputadas), cosa que no ocurre en todos esos ridículos honoris causa del Balón de Oro (según la FIFA, la UEFA, L’Equipe…), que hoy proliferan, los cuales carecen de la más mínima razón de ser.

La discusión vino por el Barcelona, club del que se dijo que afrontaba este año nada menos que seis competiciones. Pero sólo los coleccionistas de chatarra atribuyen el mismo valor a la Liga y a la Champions que a las supercopas y al mundialito. Tampoco la UEFA y la Copa son ya lo que fueron. Un medio de revitalizar la UEFA sería establecer que el campeón se clasificara directamente para la Champions y el subcampeón para sus eliminatorias previas.

La Copa pareció resucitar bajo el formato del puro knock out, a un partido y en casa del equipo más débil, pero las protestas de los grandes han vuelto a diluirla.

El recurso de los cabezas de serie (que indigna a Javier) quizá sea defendible como medio para equilibrar los grupos clasificatorios, pero usar el criterio de la historia (que no refleja la fuerza actual de los equipos, ni su desempeño en la temporada anterior) indica que carecen de otro propósito que no sea el de robustecer la candidatura de los grandes a la gloria. (Porque según el consenso triunfalista, si no ganan los conjuntos que desean la mayoría de los aficionados, el campeonato queda deslucido, parece peor.)

En cuanto a la Liga Europea (asunto por el que también me preguntaba Javier), el G-18 no es más que un club de pudientes que premeditan organizar una especie de NBA sin draft ni tope salarial. Y si hasta ahora no ha prosperado esta golfada es porque la gente aún siente apego por las competiciones nacionales, los derbis, etc. (Un Sevilla-Betis, un Juve-Torino, un Liverpool-Everton, incluso un Madrid-Atleti, atesoran todavía cierto atractivo.) Pero antes o después, la afición entrará por el aro. Ya se encargará la mercadotecnia de que pase el camello por el ojo de la aguja.

Comentarios

Aún no ha hecho nadie ningún comentario. Escribe alguno y sé el primero :P