Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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¡Bingo!

Un buen choque, en el que Atleti dio esta vez la de cal ante un adversario que quizá soportó dos rémoras: el exceso de partidos y la baja de Juande. El exceso de competición (¡qué envidia!) es el handicap que comporta ser un conjunto triunfador. En cuanto al mister, el Sevilla tiene ahora en el banco a un histérico que imita a Caparrós, pero las fotocopias siempre son peores que los originales.

El Atlético colocó sus hombres quince metros por delante de lo que acostumbra fuera de casa y, como es lógico, le fue bien. Sus medios Raúl García y Camacho (muy agresivos, quizá demasiado), Simao y Maxi (incansables en la recuperación y en la elaboración) forzaron a sus oponentes a afiligranar las jugadas o a quitarse la pelota de encima. Desde el principio se vio que no sería la noche de Alves. Hay estrategas partidarios de atacar no por el punto débil sino por el punto fuerte del rival. La banda derecha del Sevilla (Navas y Alves) es el fuerte del Sevilla (incluso defienden bien cuando se lo proponen) y por ella se infiltraron los partisanos del Atleti. Aquí fue utilísimo Simao, quien obligó al brasileño a correr hacia atrás (justo lo que no le gusta). Con el generoso suministro de su dos y de su ocho cortado, los delanteros del Sevilla (especialmente Fabiano) declararon la guerra sucia a sus secantes, que, sin devolver beso por beso y caricia por caricia, mostraron una consistencia rocosa. La virtud del Atleti anoche: cada cual hizo lo que sabe y sólo eso (quizá con la excepción del sacrificado Forlán, que últimamente actúa de hombre orquesta y acaba molido, el pobre, y lejos del área). Como línea, la defensa ayer azul jugó su mejor encuentro de la temporada, con dos únicos lunares: una pifia de Abbiati que dejó el balón muerto a los pies de un contrario (pero Pablo, desde el suelo –acababa de recibir un crochet del balón–, consiguió taponar el tiro); y la vieja y reprensible costumbre de despejar sin ton ni son (patente aún en Pernía y en Antonio López, que se agobian en cuanto el enemigo les echa el aliento en la cara).

¿Es que no voy a hablar de Agüero? Regios Mosquera y Escudé, pudieron muchas veces con el pequeño gran hombre (eran mayoría), pero siempre rozando el desastre, siempre demudados, siempre con un sudor frío bañándoles la espalda; a la postre Agüero se escabulló de todos y restableció la ventaja colchonera. Maresca llevaba dos minutos en el campo y no tenía ninguna cuenta pendiente con nadie, pero todo el Sevilla la tenía con el "Kun". Su intempestiva cólera tuvo irónicamente la virtud de señalar el poder desquiciante del verdadero astro.

¿Qué hubiese pasado si Maresca no agrede a Agüero? Lo ignoro, pero el Atleti iba por delante en el marcador, sin que la baja de Raúl García se notara, quizá porque Cléber salió más despierto que en otras ocasiones. El Atleti, después de la expulsión del italiano, vaciló entre ir a rematar el duelo o congelarlo, pero le faltó chispa para lo primero y criterio y serenidad, para lo segundo. En las postrimerías resurgió Álves, pero ya era inútil.

Casi al final de la Liga, el Atleti encuentra su once titular: dista mucho de ser el equipo espléndido que se prometió (con la demagogia y la desvergüenza habituales), pero es un equipo por fin.

Comentarios

leivinha ha opinado:

cmpleto y buen partido de los nuestros, y buena actuación del arbitro que llevo el partido de forma serena sabiendo llevar el partido que puso muy a su manera el Sevila

# marzo 24, 2008 9:56