Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Abel y los cuatro magníficos

El primer equipo serio con el que se tropiecen en la Champions los "dragones" los alanceará a mansalva. No son más que una especie de Valladolid, con un punta cazagoles y otro potentísimo, pero sin portero (la única esperanza del Atleti para el match de vuelta, junto con la resurrección del "Kun").

Del conjunto del Manzanares se dice que tiene cuatro espléndidos jugadores rodeados por un ejército de tarugos. Niego la primera que también es la mayor: los cuatro magníficos se reducen a uno, que no acaba de adquirir la forma: Agüero. Pero la propaganda insiste en que son cuatro, como cuatro soles tropicales: Forlán, Simao, Maxi y el propio Agüero. En realidad su alineación simultánea, lejos de infundir el desánimo en los rivales, le plantea al Atleti multitud de problemas de difícil solución táctica. Forlán y Simao desperdician multitud de balones. Juegan solos; no son egoístas: si no más bien autistas, aunque de vez en cuando tienen una tarde o noche cooperativas. En realidad el protagonismo de Forlán es desproporcionado. Si interviniera menos, el equipo lo agradecería, pero hay que comprender al charrúa: se aburre y, antes que bostezar, es preferible ejercer de salvador, aunque el papel le venga a uno grande. ¿Qué le ha faltado a Forlán para ser una auténtica figura? Equilibrio. A Simao, la ausencia de zurdos (¿quién o qué la decretó) lo obliga a desenvolverse por la izquierda. Le gusta salir escopetado y, después de dos o tres regates, suele mandar el balón a cualquier sitio o a las manos del portero rival. Es menudo y frágil. Hace un par de meses era el jugador más en forma del Atleti; ahora está de no.

Maxi nunca fue un astro. Trabaja y posee un gran chut. Dicen que por el medio sería más eficaz. Lo pongo en duda; Maxi es un ocho típico, con menos fútbol que olfato goleador.

Abel tuvo en su debut bastante suerte. Al no poder contar ni con Simao ni con Maxi, sacó a Sinama (que descuella por su físico y que en ocasiones se atreve a desbordar; quizá tenga más madera de ocho que de nueve) y a Antonio López (¡un zurdo de interior zurdo, qué audacia!) El equipo lo agradeció, y me pregunto si ese once no merecía la titularidad contra el Getafe. No la obtuvo, y el Atleti empató, perdiendo así una oportunidad de recuperar el ánimo. (Y Abel, otra de marcar territorio. Sinama y A. López no son nada del otro mundo, pero quizá en este preciso momento y en un esquema que persiga ante todo la solidez y la cohesión valgan más que los compañeros a los que sustituían en Huelva.)

El resto de las innovaciones de Abel resultan más defendibles. La situación de la zaga atlética es tal que se diría que los hombres que la componen en cada encuentro bien pudiera decidirlos aleatoriamente un programa de ordenador. Por eso que el infeliz Pablo, el torpe Pablo, el triste Pablo, el infame Pablo, haya vuelto a la titularidad no es injusto. La gente lo detesta por comodidad (es más fácil odiar los efectos que las causas), pero Pablo no lo hace peor que Perea, Ujfalusi o Heitinga. Por cierto, comentan que el holandés vino con las rodillas destrozadas. ¿A quién podría sorprender un hecho así? Unos comisionistas a los que poco importa si el jugador tiene más o menos clase, ¿van a detenerse por minucias como la de un menisco o un ligamento lastimados?

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