Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Escaparate con luna rota

No conozco el caso de otro club (humilde o poderoso) que renueve el contrato a su mejor futbolista con una cláusula de rescisión a la baja. No conozco el caso de otro club (humilde o poderoso) que, con motivo de tal acontecimiento, haga comparecer al jugador ante la opinión pública para decir que cuando quiera irse se irá, insinuando que no tardará mucho, y que sólo entonces explicará las razones de su partida. No conozco el caso de otro club (humilde o poderoso) en el que un muchacho de 22 años tenga que dar una rueda de prensa para proclamar, en primer lugar, que se queda, aunque para irse después mejor y más lejos (o ahí al lado, que todavía no se sabe); en segundo lugar, que con su renovación pretende darle una limosna al club (que los okupas transformarán a su debido tiempo en comisiones o utilizarán para tapar unas cuantas grietas del termitero por ellos creado); y, por último, que los mamarrachos, granujas y chapuceros de sus jefes no han sido los impulsores de la idea y no deben ser culpados del abrupto adiós disfrazado de hola. (Puedo imaginar al mendaz y cobardica Gil Marín suplicando a Agüero: "Tú di muy alto que no hemos sido nosotros".)

El jugador debió haberse explicado de otro modo para hacer justicia a la insólita y esperpéntica situación. Por ejemplo: "Miren ustedes, los de la zona innoble necesitan dinero para estirar la agonía de este simulacro de club de fútbol que es el Atleti, y no me queda otra que irme; y conste que, si me voy, es porque carezco de un aliciente por el que luchar, salvo la paga; pero no empujen, ¡carajo!".

Agüero ha sido puesto en un escaparate con la luna rota; esa es la pura verdad, y este hecho, que se une al largo historial de estupideces y tropelías del que presumen los okupas, no produce el menor sonrojo al rebaño de necios tragasapos que infestan la prensa deportiva y los apoyan. Sin lesiones ni sanciones de por medio, a Agüero únicamente le restan 17 partidos como rojiblanco. La afición, que no se negó a beber los pringosos chupitos de la campaña anterior, ¿rechazará el lingotazo de cicuta que le quieren hacer tragar ahora?

El Atlético de Madrid es una entidad cuyo grado de podredumbre e incuria venimos unos pocos describiendo de modo fiel desde hace una década. Y parece que lo que uno sostuvo siempre sobre sus lacras y el modo de combatirlas (clamando en el *** desierto, entre la indiferencia del personal y el reproche de los incondicionales de la nada) lo abrazan ahora un grupo de notables, quienes se disponen a hacer, ¡por fin!, algo útil: aparecer, criticar y ofrecerse como alternativa al caos delictivo. Sin embargo, en el balbuceo reticente de Calderón junior creí percibir una música poco tranquilizadora o, al menos, desconcertante. Copio la transcripción de un momento del diálogo en Punto Radio entre el hijo del último dirigente honesto y capaz del Atlético de Madrid y el periodista Agustín Castellote. Habla Calderón: "Bueno es que el tema del dueño también va a ser tratado ahí y ya está bastante ‘encauzao' ... ‘Negociao', vamos a decir la palabra ‘negociao' ya, eh, por otras personas, que no soy yo, eh, que no soy yo, quiero dejarlo claro ..."

¿Quién es el dueño? ¿Gil Marín? ¿El misterioso aglutinante al que más tarde alude Calderón? ¿Insinúa éste que lo encauzao y negociao es la salida del okupa mayor del reino o se refiere a que existe alguien que se propone comprar la parte de los desvalijadores, que es la del león, y a ejercer, por tanto, de propietario? No quiero ni pensar que Gil Marín haya accedido a marcharse a condición de que le permitan pulirse al mejor hombre de la plantilla antes de hacer las maletas. No quiero ni pensar que el traspaso de Agüero y una hipotética amnistía por los desfalcos cometidos, sean el puente de plata que le han puesto a Gil Marín para que huya con su rapacidad e incompetencia a otra parte. Ni mucho menos quiero creer que se le haya sugerido: paga lo que debes a los jugadores y el próximo plazo de Hacienda, aunque sea a costa de privar de Agüero al club; haz por una vez el trabajo sucio a cara descubierta y luego, mutis por el foro.

¡No, no y no! El Atleti debe aferrarse a su único gran futbolista porque las posibilidades de que el club salga a flote estriban tanto en la expulsión de los okupas como en un pronto resurgir competitivo. No basta con desalojar a Gil Marín y a Cerezo (y bien está que Calderón haya pensado en el apoyo explícito de los aficionados para conseguir que se larguen; Camba lo fió todo al dinero y así le fue.) Por muy urgente que se antoje el alejamiento de los okupas, no se les debe firmar ningún cheque en blanco.

(Chill in.) La entrevista es quizá el género más difícil del periodismo, y me atrevería a afirmar que la buena entrevista consiste en un diálogo en el que uno de los dos interlocutores se representa a sí mismo y el otro, a la opinión pública. Las entrevistas que editan los periódicos del deporte son una porquería inmunda. En ellas el entrevistado dice lo que quiere y el otro se limita a tomar nota; no hay diálogo verdadero porque no hay réplica; se trata de monólogos en los que las preguntas están pensadas para que el personaje o el figurón de turno se haga un publirreportaje gratis. Si los que peroran son Gil Marín y Cerezo, los reyes del blablablá, cualquiera de los dos sabe que puede decir blanco y acto seguido negro sin que el comparsa pseudo-entrevistador pestañee. En la última oportunidad de explayarse que le otorgaron a Gil Marín, el indefectible destructor del Atleti soltó la siguiente desvergüenza: "además de equilibrar la cuenta de resultados, tenemos un proyecto con el que se ha incrementado el patrimonio de la entidad en 400 millones" (¡sic!). Seguro que tomó la grabadora por el micrófono de un karaoke. Pero lo clamoroso es el silencio del rumiante que estaba enfrente, el cual debió de pensar mientras escuchaba la retahíla de embustes: una vez que tengamos las respuestas, fabricaremos las preguntas.

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