Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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El Cholo

Nunca fui muy partidario del Simeone jugador. Demasiado tremendismo, demasiada demagogia, demasiadas bravatas. Poseía buenas cualidades, entre ellas la técnica, el despliegue y el olfato de gol, pero le sobraban esa cháchara, más irreflexiva que vil, acerca de los códigos del vestuario (que son los del hampa), la bravura como pose, la retórica de la voluntad (sangre, sudor y lágrimas). En el deporte están de más los cuchilleros, porteños o de otro pago, con incrustaciones canallas.

 

Ahora bien, como entrenador apunta maneras. Para empezar, se nota que manda y que manda bien: es un jefe; para proseguir, no le falta ojo clínico. ¡Ha sentado en el banquillo a Perea!, pese a que "algo tendrá cuando todos lo ponen", inapelable dictamen de los sabios nescientes que ignoran el abecé del fútbol. Ergo no sólo exige a los jugadores que metan la pierna sino que, ante todo, no metan la pata. No sé qué les habrá dado a los muertos que heredó, pero el Atleti dejó en un santiamén de parecer el equipo zombi de tantísimas temporadas bajo los Gil. Ha tranquilizado a los centrales; ha situado en la mejor posición posible a Tiago; ha inyectado una pequeña dosis de jalea real en los hasta ayer mustios y cadavéricos Filipe Luis y Juanfran; ah, y los suplentes lo adoran o, por lo menos, no lo apuñalan por la espalda.

Sin embargo, no han tardado en volver los tropiezos en la Liga, lo cual indica que el problema fundamental no era la incompetencia de Manzano, sino la dudosa valía del plantel. Es sumamente improbable que Simeone logre convertir al desfondado Turán en un fondista pletórico o a Diego, en un tipo tranquilo y cabal; también que enseñe a chutar a Adrián o a no enredarse con el cuero a Falcao, por referirnos al poker de estrellas de insuficiente estrellato del que depende la faceta atacante del conjunto del Calderón.
Las lesiones de Tiago y Diego (jugadores que, con todos sus defectos, mejoran la calidad técnica de un equipo titular bastante corriente), junto con cierta pérdida de frescura inherente a las decepciones de aquellos empates que pudieron ser victorias y a la cantidad de partidos (seamos benévolos), han frenado la evolución del Atleti del Cholo, hasta el punto de que otra vez se oyen los cánticos de sirena de la Euro League.

Llegó proclamando las excelencias de la fiereza y del contragolpe, que iban a devolver al Atleti la identidad perdida, pero el equipo debería intentar hacerlo todo bien (como en los tiempos en que la leyenda, que forjó un enemigo del club para minimizar la capacidad de aquel cuadro estupendo, le atribuía un predisposición genética al contraataque). Sin rasear la pelota no hay modo de jugar al balompié. Destierre Simeone el pelotazo y procure dominar el esférico cuando los rivales sean el Zaragoza o el Mallorca. Y el equipo no debería hacer tantas faltas. La falta, creo haberlo dicho ya en alguna parte, es un fracaso. Su coartada es el mal menor, pero muchos males menores acaban engendrando uno mayor.
Por otra parte, la identidad del club está en manos de dos conocidos emprendedores (según la terminología al uso), hijos predilectos de Madrid, quienes conservarán al actual míster mientras ellos sigan siendo invisibles. En fin, de momento el Cholo ha traído un poco de consuelo a la grada y de reciedumbre, orden y voluntad de lucha, aunque no de fútbol, al césped. Algo es algo.

 

 

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