Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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"¡Histórico!", exultó uno de los bandarras que estaba al micrófono (antes había gritado otro muy merengue: !"Vamos Pepe, concéntrate!"). El motivo de tanto éxtasis triunfalista era que Ramos había tirado un penalti a lo Panenka. Los penaltis a lo Panenka, incluido el de Panenka, no son lo sublime del fútbol, sino una soberana idiotez, pero algunos porteros se tiran antes de que el ejecutante golpee el balón (le pasó a Hart, "The Brat", que le sacó la lengua a Pirlo y luego dejó la portería vacía; pero Pirlo -Italia iba perdiendo en la tanda­- quizá tratase de desmoralizar al guardameta inglés; Ramos sólo pretendía demostrar que es muy bueno). El penalti a lo Panenka es estúpido porque convierte en un farol propio del póker una acción en la que el que tira dispone de una gran ventaja.

 

De la brillante España que fraguó Luis Aragonés sólo queda la capacidad agonística. Es posible que la fatiga explique en parte el bajo rendimiento de la selección. Es posible que las ojeras del declive se insinúen ya en Xavi Hernández, pero Del Bosque también es responsable del muermo sufridor; en el plantel hay futbolistas frescos que no utiliza, y su fórmula de sacar a un extremo para que le centre balones a un mediapunta rodeado de contrarios perdurará... como un monumento a la obcecación.  

 

Soberbios los centrales de España (aunque Piqué empezó titubeante) y los dos mediocentros; pero la única gran jugada del partido, la protagonizaron ya en la prórroga Pedro, Alba e Iniesta, al que Rui Patricio ganó el mano a mano. El alargue fue de los nuestros porque el cansancio general favorece al jugador con clase y España atesora más futbolistas hábiles que Portugal.

 

Estos lusos no se parecen al Madrid sino a Mourinho, y apenas inquietaron, pero fueron un incordio pegajoso mientras les duró la gasolina. El previsible show de Ronaldo se redujo a los fuegos artificiales de un par de galopadas. Ronaldo es payaso en todo lo que hace. Así, por ejemplo, cuando tira las faltas. Calca el ritual de los pateadores del rugby, y suele mandar la pelota a las nubes, como los pateadores del rugby. Ahora bien, es esta clase de choques la que da y quita el Balón de Oro, no la brillantina en el pelo.

 

El otro futbolista portugués de renombre es Nani, un jugador autista que va por su carril como los conejos de los canódromos. Los dos centrales y los medios dieron cera a la par que protestaban y simulaban lesiones (el manual de Mourinho), pero el referee contemporizó encantado.

 

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