La última carta abierta que escribíamos estaba dirigida a Ana Botella, cuando estaba en sus manos la activación del Desarrollo Urbanístico del ámbito donde se levanta el ahora llamado Wanda Metropolitano. Ella ejercía de Alcaldesa de Madrid en Buenos Aires, persiguiendo el sueño olímpico. Sería difícil imaginar hoy una España con Covid y JJOO.
El pasado 31 de marzo había sido señalado por el Tribunal Supremo para la deliberación, voto y fallo del recurso presentado por el Ayuntamiento de Madrid y el Club Atlético de Madrid SAD, ante la sentencia del TSJM que anulaba el planeamiento urbanístico. Dicha sentencia podía condenar al Wanda al cierre temporal, entre otras cuestiones, por la contaminación acústica que genera en su entorno urbano. No ha sido necesario, un virus ha cerrado el Estadio, lo ha silenciado. Y ahora el Sr. Tebas, desde LaLiga, quiere silenciar todos los Estadios.
El Sr. Tebas ha gestionado la mayoría de la casi treintena de concursos de acreedores a unas SAD que llevaron al fútbol español a una deuda de 4.000 millones de euros en 2013. En 1985, la deuda era de 20.000 millones de pesetas (120 millones de euros), tras ejecutar un primer plan de saneamiento basado en los ingresos de las quinielas, en 1990, los aun entonces clubes, habían duplicado esa deuda hasta los 40.000 millones de pesetas (240 millones de euros). La elogiada panacea de la conversión en SAD, no ha obrado milagro alguno, multiplicó la deuda exponencialmente. Y ahora el Sr. Tebas ha tomado el control de un grupo de SAD a los que ha permitido evitar su millonaria deuda con las arcas del Estado. En el origen, la espiral inflacionista de las contrataciones de jugadores, la construcción y reforma de los estadios, y la corrupción de sus directivos, de amplio historial en las cárceles españolas.
Toda la clase política española debe asumir que su gestión, pasada o presente, no ha sido la idónea frente al fútbol, ni frente al virus que nos asola. Hay casos de éxito de esta gestión en el mundo. Alemania, por ejemplo, en el fútbol implantó la norma del 50+1 que ha mantenido el control de la gestión en manos de los aficionados; y, con prudencia, afirma ahora que está a la espera de poder dominar también una segunda ola de la Pandemia. Pandemia que puede
extenderse en el tiempo, y sucederse otras fases. Y ahora podemos tener éxito, debemos tener éxito; como en el fútbol, incluso la más dolorosa derrota se mitiga pronto con la sola posibilidad de un nuevo logro. Todo aficionado al fútbol conoce esa sensación; los atléticos, más si cabe.
Pero para tener éxito, quizás haya que analizar a los que tienen éxito, y quizás debemos analizar el porqué no lo hemos tenido antes. Quizás lo primero: ser capaces de ver que si no se hacen las cosas bien, no va a haber nada que gobernar, ni público que les jalee. Y para que las cosas vayan bien hay que reforzar los recursos empleados en la lucha contra la Pandemia: la Investigación, el sistema sanitario, el soporte a la actividad económica y la asistencia social. Pónganlos en el orden que quieran, pero estén seguros que desviar un euro de esos Pilares de la que llaman “guerra” contra el COVID es empobrecerse. Podemos admitir que sorprendió la dimensión de la pandemia, pero no pueden decirnos que la afirmación anterior no es inapelable. Por favor, luego no nos cuenten que estamos todos en el mismo barco, porque no es así, estamos todos en la misma Tormenta; pero cada uno aguanta su vela como puede, o le dejan. Podemos mantener la distancia social, podemos sufrir las pérdidas; pero apenas podemos tomar decisiones.
Ahora se plantean volver a la competición, a intentar acabarla. Y parece que puede ser una buena idea para ayudar en este tránsito inacabable del confinamiento. No será igual sin público, silenciados, no será fútbol. Además, el dilema ético de los test a futbolistas no es tal. La única protección que pueden tener en una disciplina deportiva de equipo y de contacto, es el Test. Y con la frecuencia que se requiera por la exposición al exterior, sobre todo cuando se desconocen las secuelas multiorgánicas del virus. Acuérdense cuando el VIH arrasó la industria del porno.
Pero lo que resulta pornográfico es que, en estos momentos, alguien pretenda mantener sus expectativas de lucro en el Negocio del Fútbol. Un negocio que debe al Estado miles de millones tras los sucesivos planes de rescate. Y todo eso, cuando los demás no pueden, ni les dejan, llevar dinero a casa. ¿saben que sólo el valor de los derechos audiovisuales de LaLiga alcanza los 4.000 millones de euros y todo lo que es posible hacer con ese dinero? ¿Se han preguntado cómo van a ver el fútbol esa mayoría de aficionados que iban a los Estadios y a los bares? ¿Acaso les piden un esfuerzo económico adicional a todos los aficionados? ¿no será más eficaz destinar recursos a la práctica deportiva que a ver el deporte en el sofá con tanta inactividad?
Silenciar a los aficionados en las gradas, extrae los Estadios de la ecuación de la deuda; sólo nos quedan los que se autoarrogan el papel de protagonistas del fútbol. ¿Qué opinarían si ningún jugador, técnico o directivo pudiera ganar un euro más en esta crisis que los limpiadores, ATS, enfermeros o médicos de nuestro sistema sanitario?. Ni más, ni menos; si se van a exponer como ellos. Es decir, si extraemos el desaforado ánimo de lucro del fútbol, y salvamos su carácter social, podemos bendecir una vuelta a la competición, que en cualquier otro caso se ve como un negocio de millonarios que resta recursos a otros sectores prioritarios en estos momentos. Que reviertan gran parte de esos miles de millones íntegros a la Sociedad para afrontar la lucha contra el COVID. Si sólo los jugadores, técnicos y directivos de LaLiga Santander no cobran más del salario mínimo que se han autoimpuesto en 155.000 eurazos hasta el 30 de junio de 2021, hipotética fecha de una posible vacuna ¿saben cuánto dinero se puede reunir?
Señores políticos: están facultados para impedir el retorno de una competición, requisar recursos, o fiscalizar ingresos, pero sería un gesto más noble entregarlos ¿verdad?. Eso sí sería Fútbol. Ya hemos rescatado muchas veces a los mismos millonarios, quizás ahora toque rescatar a otros, por ejemplo, a nuestros amados bares, restaurantes, hoteles, teatros, museos, festivales, ferias, playas y resto de iconos del ocio español, tractor anual de millones de turistas.
Señores futbolistas: Quizás quieran dar una lección a los políticos y quieran ir más allá, exigiendo que nadie cobre en el Fútbol más que los sanitarios hasta que todo esto pase. Quizás quieran incluso ofrecerse a jugar mientras esto dure por la sola recompensa de llenar de ilusiones a esos niños que ahora podrán salir con miedo desde el domingo. No jugar por dinero puede ser una forma de quitarse presión si algo sale mal. Quizás quieran exponerse como lo han hecho los sanitarios de este país, al precio que lo han hecho. No piensen que su carrera es corta, ese escudo no les vale ahora para esconderse. Para muchos, esta ha sido su última Temporada. No han colgado las botas, han colgado sus almas encima del Último Anfiteatro.
Quizás se les pida demasiado; o quizás nos pidan demasiado a los aficionados y no puedan contar con nosotros para hinchar los bolsillos de nadie. El Fútbol es otra cosa.
En sus manos está.