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agosto 2018 - Artículos

  • UEFA Champions League, sorteo de la fase de grupos 2018/19


    El Atlético de Madrid se enfrentará a Borussia de Dortmund, Mónaco y Brujas en la fase de grupos de la Champions League.

    Jornada 1 - Martes 18 de septiembre.

    21:00 Mónaco - Atlético de Madrid
    21:00 Brujas - Borussia Dortmund

    Jornada 2 - Miércoles 3 de octubre.

    21:00 Borussia Dortmund - Mónaco
    21:00 Atlético de Madrid - Brujas

    Jornada 3 - Miércoles 24 de octubre.

    18:55 Brujas - Mónaco
    21:00 Borussia Dortmund - Atlético de Madrid

    Jornada 4 - Martes 6 de noviembre.

    18:55 Mónaco - Brujas
    21:00 Atlético de Madrid - Borussia Dortmund

    Jornada 5 - Miércoles 28 de noviembre.

    18:55 Atlético de Madrid - Mónaco
    21:00 Borussia Dortmund - Brujas

    Jornada 6 - Martes 11 de diciembre.

    21:00 Brujas - Atlético de Madrid
    21:00 Mónaco - Borussia Dortmund

  • El Atleti tricampeón de la Supercopa de Europa. Galería fotográfica

    AS

    El Español

    Eurosport

    El País

    Univisión

  • El Atleti tricampeón de la Supercopa de Europa. Revista de prensa (III)

    El País

    El Atlético exhibe más recursos y se lleva la Supercopa de Europa ante el Real Madrid
    Los rojiblancos, con Diego Costa de corneta, conquistan el título ante el equipo de Lopetegui tras imponer su físico y mejor banquillo en la prórroga

    José Sámano

    La Supercopa europea no solo encumbró al veraniego Atlético, sino que dejó un guiño inquietante para el Real Madrid: tras décadas de supremacía, en Estonia su vecino exhibió más recursos. Al Real, capaz de una remontada, se le hizo himalayesca la prórroga, cuando los rojiblancos mostraron más piernas y reclutas que un Madrid que, en su primer duelo oficial sin Cristiano, terminó con Ramos y Mayoral como delanteros. Casual o no, sin CR y nadie al quite por el portugués, el Madrid perdió su primera final internacional desde que lo hiciera con Boca en la Intercontinental de 2000. Tras encadenar trece descorches, sucumbió ante un Atlético supercampeón europeo por tercera vez y ganador por fin de un gran duelo europeo ante el Real.

    En un partido subido a la noria, ni siquiera había pestañeado el fútbol en Tallin cuando antes del minuto Diego Costa, el jugador del partido, taladró la red del Real Madrid. Un gol muy de ese buscavidas que es el ariete colchonero, un vietnamita sin vértigo ante cualquier rival. Un tanto muy simeonista. El pase al infinito de un central (Godín) para Diego Costa. Lo mismo da que esté de espaldas a la portería rival y le enchironen cocodrilos. El tipo, tan vivificante, no se achica ni a tiros. El internacional español se hizo un autopase de cabeza ante Ramos, sacó la cadena a Varane, que fue al cruce con aire como un monaguillo, y ametralló a Keylor por el palo que custodiaba. Un gol imposible, solo al alcance de un bizarro con la sobredosis de fe que destila Costa.

    El Madrid precisó de temple y paciencia para metabolizar el azote. Desplegado a partir de un 4-2-3-1, con Kroos y Casemiro en paralelo, Isco de enganche central y Bale y Asensio por las alas, de entrada el Real encontró remedio donde este curso se le presupone un cráter mayúsculo. Por el radar de CR, Bale, Asensio y Benzema jalonaron la episódica remontada del equipo de Julen Lopetegui. En un Madrid en el que nadie lució el siete, sus tres atacantes supieron buscarse los atajos hacia Oblak hasta que el equipo sucumbió en la prórroga.

    Mientras se tonificaba el Madrid, el Atlético fue el Atlético del espartaco Simeone. Cambian las plantillas, pero el traje no. Se fiche a quien se fiche, el equipo no titubea al replegarse y no disimula el papel de sus centrales a la hora de dar vuelo al juego. Llega Rodri, un medio centro con buena muleta, pero los recados a la pelota son asunto de Godín y Savic. Griezmann, de puntilllas por Estonia y sin carrete siquiera para una hora de faena, hoy es un mensajero de primera, pero el Atlético se saltó su peaje tanto como el de Rodri. En el caso del francés, porque sigue en el Mundial; en el caso del chico llegado del Villarreal por cierta desconfianza a que altere el molde. El conjunto del Metropolitano era Lemar. Un extremo hábil que también dejó poso como mosquetero. Cuestes lo que cuestes, con el Cholo hay que sudar como regaderas.

    Un delicioso taconazo de Asensio al que respondió de maravilla Oblak, prendió la mecha en el área de los colchoneros. Marcelo se sumó al frente y el Madrid se clavó en la periferia de la portería del Atlético. De un Atlético sin más salida que citar a Costa a un combate permanente de lucha libre con Ramos y Varane. Más sutil le resultó al Real la vía de Bale. Simeone, sabedor de que por las orillas percutirían el galés o Asensio, envidó con Lucas, más alguacil que Filipe. Pero Bale tiene momentos sin arresto posible. Enfiló y desbordó a Lucas como un expreso y su centro con la pierna derecha fue tan diabólico que hizo dudar al mismísimo Oblak. Benzema, en la sala de estar de CR, cabeceó como CR. Acto seguido, Asensio estuvo a un dedo del 2-1 con un disparo combado.

    Tras el descanso, durante muchos minutos no remitió la sensación de crecida del Madrid. Donde había pisadas de Bale, solo había migas de Griezmann. Hasta que Juanfran dio un manotazo al balón tras desequilibrarse en un forcejeo con Benzema. Sin CR a la vista, Ramos tiró de graduación y ejecutó con éxito el penalti. Al Atlético le tocaba remar sin Griezmann y sin Rodri, ya sustituidos. Pero con Lemar y el denuedo de Costa. Hasta que Marcelo hizo el panoli. La jugada partió de Lemar, pero la pelota salió rebotada hacia el costado del lateral brasileño. Era un saque de banda favorable a los blancos, pero a Marcelo se le anudaron los cables y devolvió el balón a la plaza. Entre Juanfran y Correa tejieron el empate para Costa, un jabato de principio a fin. A esas alturas del partido y a estas alturas de la pretemporada, el duelo pasó a tener mucho más que ver con el físico que con tal o cual pizarra. Además, en el caso del Madrid, Lopetegui tiene cesto para dar relevo a sus volantes (Modric, Ceballos, Lucas), pero a la delantera se le ven los huesos. En la reserva de Lopetegui, Mayoral y el becario Vinicius. Cuesta recordar cuándo el Atlético tuvo más granero que su vecino. Así se evidenció en Tallin, donde Correa agitó a los suyos al tiempo que con el partido ya maratoniano, en la prórroga, se impuso el físico de gente como Costa, Thomas y Vitolo. El lazo, para Saúl, con un golazo tras una pifia de Varane, y para Koke, con un gol de billar. Un brindis para un Atlético muy Atlético pero con más escaparate. Una decepción para un Real más justo y huérfano de CR.

    https://elpais.com/deportes/2018/08/15/actualidad/1534367148_692673.html

    Un título al estilo Diego Costa
    El goleador, que habla de "cojones para ganar", no fue a la concentración de Italia y se quedó en Madrid para ponerse en forma

    Ladislao J. Moñino

    Situados justo encima de la bocana del vestuario, el millar de aficionados del Atlético desplazados a Tallín jalearon a Simeone cuando le vieron entrar en el palco al que le condenó la UEFA por la sanción que arrastra de la temporada pasada por insultar al colegiado francés Turpin en la ida de las semifinales de la Liga Europa. Poco antes, los jugadores rojiblancos habían buscado deliberadamente el último aliento de su afición aprovechando su ubicación. Los videomarcadores señalaban que el tiempo de calentamiento había concluido, pero permanecieron en el campo para no coincidir con los jugadores del Real Madrid en la entrada a la caseta, al que les cayó la misma lluvia de improperios que antes se había llevado Thibaut Courtois.

    Simeone vio casi todo el partido de pie y gesticulando como si estuviera en el banquillo, cuando Diego Costa aprovechó un balón largo de Savic para tirarle un sombrero de cabeza a Sergio Ramos, girarse y empotrar la pelota en la red por el palo que tapaba Keylor Navas. El tanto, a los 48 segundos, supuso el más rápido de la historia de la Supercopa de Europa. Abajo, el Profe Ortega sonreía y jaleaba el tanto fuera de sí. El plan que le había diseñado al delantero de Lagarto para afinarle había dado resultado por la rapidez y la agilidad con la que ejecutó la maniobra. El cuerpo técnico habían determinado que Costa no viajara a la miniconcentración de cinco días que hubo en Bolzano, a las faldas de los Alpes italianos a principios de mes. El delantero se quedó en Madrid para ejercitarse junto a Thomas y Vitolo, ambos con molestias. En esos cinco días Costa disminuyó sensiblemente el volumen de su abdomen. “El Profe sabe lo que hace”, aseveró Costa tras el duelo. “El partido de Costa ha sido increíble”, le alabó Simeone.

    Crecido por su primer gol, fue a cada disputa con Sergio Ramos como si fuera la última. Por arriba y por abajo, aceptó y ganó el combate. “Somos amigos, pero los dos sabemos que si su madre y la mía están en el campo cada uno va a lo suyo”, aclaró el bigoleador con el trofeo de mejor jugador del partido. No cejó en su empeño Costa de darle salida al equipo incluso cuando parecía que la historia parecía endiablarse. De nuevo el Madrid le daba la vuelta al marcador en una final. Costa siguió lo suyo, tirando desmarques, chocando su cabeza con Ramos y protestando. Cuando cazó la jugada de ratón de Correa, quiso buscar a Juanfran, que se redimió de la mano persiguiendo la pelota para recuperarla y dársela a Correa. “Con las ganas y los cojones que tenemos podemos pelear con quien sea”, advirtió eufórico Costa, que se permitió incluso bromear: “Le dije al Cholo que si quería ganar me tenía que fichar”.

    El golazo de Saúl también vino de otra recuperación, esta vez de Thomas. “Entró bien. Seguro que cuando le metí y, además en esa posición de mediapunta, alguno diría qué hace este, se ha vuelto loco. Pero Thomas ha jugado en esa posición en su selección”, relató Simeone, que admitió con un “ahora sí”, cuando fue preguntado por la profundidad del banquillo. “Necesitábamos ganar, el Real Madrid hacía mucho que no perdía una final europea”, aseguraba el técnico, que en el césped, durante la celebración, fundió su imagen de hincha, entrenador y exjugador con la de padre para fotografiarse junto a su hija pequeña con su séptimo trofeo, el que le convierte en el técnico del Atlético con más títulos de la historia: una Liga, una Copa, dos Ligas Europa, dos Supercopas europeas y una de España.

    https://elpais.com/deportes/2018/08/15/actualidad/1534355788_258152.html

    La Razón

    2-4. El Atlético empieza a lo grande y gana la Supercopa al Madrid
    Ganó la Supercopa al Real Madrid en la prórroga tras un partido muy competido. Los rojiblancos llegaron más fuertes al final del choque

    José Aguado.

    Tuvo más aire el Atlético después de noventa minutos de derbi tan competidos como siempre en estos últimos años. Los Real Madrid-Atlético se han convertido en partidos eternos, sin favorito, que se deciden en los penaltis o en los detalles o en quien aprovecha mejor los errores del rival. Lo hizo ayer el conjunto de Simeone, que llegó con más vida a la prórroga y no perdonó ninguno de los despistes de la defensa blanca, aún de vacaciones y con muchas cosas por corregir, principalmente en cuestiones de concentración y en la toma de decisiones en momentos de apuro. Todo lo que hizo bien el Madrid durante muchos minutos se le escapó después porque su defensa no estuvo a la altura.

    Nada más empezar, cuando aún no se había cumplido el primer minuto, Diego Costa estuvo más despierto que los centrales y que Keylor Navas, a quien Courtois miraba desde la grada; después, para el empate a dos, Marcelo prefirió dar un balón al rival antes que un saque de banda a favor; y en el tercero Ramos y Varane no supieron muy bien qué hacer con la pelota. El primero se la dio a su compañero que estaba de espaldas; el segundo, el francés, estuvo lento y eso es mortal ante un rival que muerde cuando presiona. Golpeó el Atlético esas tres veces y se aprovechó del desconcierto de después para llevarse la Supercopa, el primer encuentro oficial de ambos equipos esta temporada y que parecía el último choque de la campaña, tal como lo jugaron. Se notó el cansancio, que aún no están a tope los dos conjuntos y lo notó más el Madrid. Con la lesión de Casemiro se empezó a desdibujar y no tuvo tiempo para corregirse después. Se fue deshinchando el centro del campo y ya no encontró dónde agarrarse.

    En cambio, la salida de Thomas en esos minutos, por ejemplo, dio pulmones a un Atlético que parecía que lo iba a pasar peor y más cuando ya se habían ido Griezmann, aun en pretemporada, y Lemar, uno de los mejores anoche, en todos los sitios, siempre ofreciéndose, como si no necesitase tiempo de aclimatación al conjunto de Simeone. Es una gran incorporación, que da un salto de calidad a un equipo, que visto lo visto ayer, comienza dispuesto a pelear todo y a no mirar sólo hacia atrás.

    En otros derbis decisivos en Europa, el Atlético fue más temeroso, más precavido. En otro partido, tras el gol de Ramos de penalti, el equipo rojiblanco se hubiese hundido, superado por la superioridad rival en los días importantes. Ayer, quizá porque el Madrid no pudo más físicamente o porque al Atlético le ha cambiado la ambición, con el encuentro perdido, fue a por el empate, lo consiguió y después voló hacia la victoria que le da un chute de optimismo para afrontar lo que viene.

    El choque fue cambiando de estados de ánimo, aunque casi siempre dio la impresión de que el Madrid lo tenía más controlado. No le sirvió de mucho, penalizado por el cansancio, por sus errores atrás y quién sabe si por la falta de banquillo: para intentar igualar el choque, Lopetegui dio salida, al final, en el cambio permitido en la prórroga, a Borja Mayoral.

    No hizo mal encuentro el Madrid, pese a perder y romper una racha de finales ganadas. Pero le faltó constancia para ser superior al rival. Mezcló buenos momentos, casi siempre a cargo de Bale; con desconexiones, sobre todo cuando consiguió dar la vuelta al partido. En vez de matar el choque, se volvió conservador. Pero si lo de ayer sirve como medida de lo que puede suceder a lo largo de la temporada la prueba no es mala. Sobre todo porque fue el primer día sin Cristiano Ronaldo, cuando se tenía que demostrar si Bale estaba listo para recoger el liderazgo del equipo.

    Y lo está. Hasta que el agotamiento le superó, el galés lo hizo todo bien, más por la derecha, pero moviéndose por cualquier zona del campo. Sin Modrić  de inicio, Lopetegui dibujó un 4-3-3 de manual con Asensio en un lado y Gareth en el otro, en la derecha, pero esta vez eso no supuso una merma de sus facultades. No se equivocó casi nunca el galés: cuando corrió, cuando participó en el juego o cuando desbordó para poner un balón de gol en la cabeza de Benzema para empatar el choque. Eso es lo que se quería ver en la entidad blanca; que se pueden hacer goles sin CR7 y que Bale y Benzema pueden presentar batalla a la que quizá es la mejor defensa del mundo.

    Tuvo que trabajar mucho el Madrid para empatar. Fue rompiendo al Atlético, más inseguro que otras veces, y fue Bale quien encontró la grieta para empatar el choque. Dio dos zancadas de más que los rivales y su centro lo remató Benzema sin saltar. El nueve del Madrid.

    Desde el minuto diez, cuando se recuperó del «shock» del tanto de Costa, el Madrid tomó el balón y fue minando y ganando espacio al rival, con rapidez y con paciencia, con Marcelo cerca del área rival, donde es más peligroso para el rival que para su equipo. Kroos intentaba mandar y Asensio quería, sin éxito, romper con su potencia. La primera parte fue un derbi de manual: el Madrid con la pelota y el Atlético cómodo defendiéndose.

    El claro penalti de Juanfran dio la ventaja al Madrid y parecía que le acercaba a la victoria. Había dado la vuelta al encuentro, que contra el Atlético es casi un milagro. Pero entonces, todo cambió. El conjunto de Simeone pudo recomponerse. Estuvo más listo que el Madrid y entre Correa y Thomas mejoraron a los titulares. Con ellos, el Atlético logró ganar al Madrid en Europa.

    https://www.larazon.es/deportes/futbol/supercopa-de-europa-en-directo-el-real-madrid-sale-sin-Modrić -GL19475377

    Diego Costa gana la pelea

    Sergio Ramos y el delantero rojiblanco revivieron su eterno duelo. Faltas de los dos, un gol del madridista y dos del jugador atlético, el resumen de su enfrentamiento

    Domingo García.

    Al enfrentamiento entre Sergio Ramos y Diego Costa le faltaba una final europea. Aquellos roces que comenzaron cuando el delantero internacional vestía la camiseta del Rayo se han repetido en todas las competiciones nacionales, en Liga y en Copa, pero no se habían dado en el continente. Porque en la primera final de la Liga de Campeones en la que se enfrentaron los dos equipos la participación del rojiblanco fue fugaz. Simeone no quiso renunciar a su presencia, para eso había ido a Croacia a tratarse con placenta de yegua, pero apenas pudo sostenerse sobre el campo. Ocho minutos permaneció sobre el césped nada más. Y cuando se enfrentaron los dos equipos en Milán, Diego ya estaba en el Chelsea.

    Pero en Tallin el enfrentamiento dio todo lo que se esperaba de los dos. Primero fue Sergio Ramos el que puso el codo en la cara del delantero con las primeras discusiones posteriores. Después fue el rojiblanco el que midió las distancias con su brazo con el mismo resultado.

    El último roce se lo llevó Sergio Ramos cuando Diego Costa lo arrolló con los tacos en la nuca después de un forcejeo que terminó con el capitán madridista por los suelos. Ramos se fue a protestar al árbitro para que enseñara la tarjeta amarilla al rival, sin demasiado éxito. Después de la bronca terminaron bromeando y dándose la mano. Igual que ha pasado siempre, porque a pesar de las disputas, de las discusiones y de las patadas, fue Sergio Ramos el que hizo de guía a Costa cuando llegó a la selección. Fueron inseparables en los primeros días del delantero como internacional y el trato se ha mantenido.

    Durante el partido, el duelo se vivió en las dos áreas, porque Diego Costa acertó primero, con un remate imposible que no pudo alcanzar Keylor Navas después de robarle la pelota a Ramos y superar con facilidad en la carrera a Varane. Apenas se cumplía el primer minuto de juego cuando Costa ya había marcado el primer gol.

    Sergio hizo de Cristiano

    La respuesta de Sergio Ramos fue asumir la responsabilidad en el lanzamiento de penalti. La ausencia de Cristiano Ronaldo en el equipo obliga a asumir nuevos roles en el equipo. Y si los goles se los deben repartir entre Benzema y Bale, Sergio ha decidido que los penaltis son cosa suya. Ya ha asumido el lanzamiento en otras ocasiones, con el Real Madrid y con la selección. Y ayer tampoco falló.

    Pero Diego no podía quedarse así. Marcó el segundo gol que forzó la prórroga y se convirtió en decisivo para que su equipo ganara de nuevo un título europeo. Es la tercera Supercopa que gana el Atlético en los últimos nueve años. Ha ganado las tres que ha disputado, siempre llegando como campeón de la Liga Europa. Ahora su objetivo es regresar el próximo año como campeón de la máxima competición continental que se disputa en el Metropolitano.

    https://www.larazon.es/deportes/diego-costa-gana-la-pelea-LM19510496

    20 minutos

    El Atlético le gana la Supercopa de Europa al Real Madrid con Diego Costa como estrella

    Raul Rioja

    • El hispano-brasileño marcó dos goles y participó en los otros dos (2-4).
    • Los errores defensivos condenaron a un Real Madrid que acarició la victoria.

    El Atlético de Madrid levantó otro título continental tras superar al Real Madrid en una Supercopa de Europa con muchas alternativas y que se decidió en la prórroga (2-4). El gran protagonista fue Diego Costa, que marcó dos goles y fue pieza clave en la remontada colchonera.

    Rescatado por un gol de Diego Costa en el minuto 78, resolutivo en la prórroga con dos tantos y oportuno en cada error defensivo del Real Madrid, el Atlético de Madrid conquistó su tercera Supercopa de Europa (2-4), mejor en los detalles que un rival vulnerable, que tuvo el título en su mano.

    Desde que marcó el 2-1 de penalti Sergio Ramos a media hora del minuto 90 y desde que se apropió del encuentro sin aparente respuesta del equipo rojiblanco, tan convencido quizá de su victoria que Marcelo se permitió un lujo innecesario, del que renació el Atlético agarrado a Diego Costa, a un gol directo al tiempo extra. Su partido fue sensacional, por sus tantos, por su entrega, por su despliegue, porque sin él, probablemente, el éxito habría sido imposible, como sin el golazo de volea de Saúl Ñíguez en la primera parte de la prórroga, que desequilibró ya invariablemente un encuentro que sentenció instantes después Koke Resurrección, con la frustración del Real Madrid, derrotado en una final 18 años después.

    Ni siquiera el verano ni una pretemporada tan condicionada aligeran ni la dimensión ni la emoción ni las vibraciones ni la pasión ni la tensión del derbi más grande de Europa, menos aún en estos tiempos. Son dos equipos para luchar por todo, para disputar cada título, para reinar en Europa... Y no admiten ninguna excusa

    No las hay desde su ambición ni la configuración de sus plantillas ni tampoco las proponen desde el terreno de juego. Había futbolistas casi recién aterrizados de sus vacaciones, pero compitieron con todo en el estadio Lillekula, un campo minúsculo, con apenas 12.500 espectadores, para un partido tan enorme; agitado, en ebullición, a toda velocidad, prácticamente al primer instante.

    Hace cuatro años, en la final de la Champions en Lisboa, Diego Costa aguantó ocho minutos, roto, imposibilitado, por lesión; este miércoles, en la Supercopa, sólo necesitó 50 segundos y un pase largo, quizá a la nada, de Diego Godín para transformar un lance aparentemente irrelevante del juego en un golazo incontestable. ¿Por qué? Porque, de espaldas, fue astuto para sorprender a Sergio Ramos, fuera de foco de inmediato cuando el atacante peinó el balón; porque después fue rápido para conectar de nuevo otra vez con la cabeza en la pelota y desbordar por zancada a Varane y porque su definición fue brutal, con un derechazo que dobló a Keylor Navas.

    En 50 segundos. Con todo lo que supone para el goleador, el Atlético, y para el contrincante, pero no para el Real Madrid. Asumido el lapsus, controlada la presión que tanto le agobió de inicio al conjunto blanco, en cuanto encontró a Marcelo, Bale e Isco fabricó metro a metro, pase a pase, la respuesta al primer golpe.

    No fue inmediata en el marcador, tampoco apabullante ni mucho menos, pero sí convincente en cuanto logró rebajar la pretensión rojiblanca de jugar en campo contrario, en cuanto conectó con verticalidad, en cuanto Marcelo profundizó por la izquierda, como el taconazo de Asensio que salvó espectacular Oblak, y en cuanto Gareth Bale superó por el otro lado y por primera vez a Lucas Hernández.

    La parábola perfecta de su centro sorprendió incluso al mejor portero del mundo. Oblak dudó cuando nunca duda, arrinconado en la propia línea de su portería, batido por el certero cabezazo de Karim Benzema al borde de la media hora, empatado un partido que se movió a un ritmo mucho más alto de lo esperado hasta que duró la fuerza.

    Una acción tan simple como efectiva niveló un duelo que había sido del Atlético -15 minutos-, después fue del Real Madrid -hasta instantes del descanso- y luego, ya en el segundo tiempo, no fue ni para uno ni para otro, mucho más medidos los dos desde el 1-1, más pendientes de los riesgos que de los beneficios.

    Ni había aparecido hasta entonces Antoine Griezmann ni apareció después, sin la frescura de piernas todavía que exige cualquier partido de competición oficial, sin el protagonismo de un futbolista de su talla y sustituido en el minuto 55 por Ángel Correa, cuando, instantes después, de repente, un penalti impulsó al Real Madrid.

    Una mano prescindible de Juanfran, quizá accidental, a lo mejor provocada por la pugna con Benzema, pero penalti al fin y al cabo. Lo transformó Sergio Ramos, con un lanzamiento sutil, con toda la seguridad del mundo, inalcanzable e impredecible para Oblak para dar al Real Madrid la sensación ya de medio título, pero sólo sensación.

    Porque las embestidas ofensivas del Atlético habían decaído desde mucho antes, prácticamente desde el gol que le adelantó a los 50 segundos, sometido aparentemente ya por el Real Madrid hasta el regalo de Marcelo que aceptó Juanfran, dio continuidad Correa y culminó Diego Costa con el 2-2 (m. 78) para provocar la prórroga.

    La prórroga... de Saúl, de Koke y del Atlético, que se adueñó definitivamente de la Supercopa de Europa, con una volea preciosa del primero con la izquierda, previo fallo de Varane, en el minuto 98; con el 2-4 del segundo instantes después, en el 104, y con el séptimo título europeo, cuatro con Simeone, del equipo rojiblanco.

    https://www.20minutos.es/deportes/noticia/real-madrid-atletico-directo-supercopa-europa-2018-3412919/0/

  • El Atleti tricampeón de la Supercopa de Europa. Revista de prensa (II)

    El Español

    El Atlético marchita la flor del Real Madrid en la Supercopa de Europa

    Los rojiblancos se llevan la Supercopa de Europa en la prórroga ante un equipo de Lopetegui que pagó muy caro los múltiples errores en defensa.

    Jorge Calabrés

    El guion de la Supercopa de Europa parecía similar al de las últimas veces que se habían visto las caras Real Madrid y Atlético más allá de las fronteras españolas. Sin embargo, algo cambió cuando, a diez minutos del final, Diego Costa mandó a la prórroga el encuentro. Sin gasolina, pero también sin la flor de años anteriores, el equipo de Lopetegui sucumbió preso de sus propios errores en defensa. Saúl y Koke enseñaron a los blancos el sabor de la derrota en un derbi europeo aunque fuera de menor enjundia que los anteriores.

    La Supercopa de Europa abría el telón de las competiciones continentales en Tallin. Real Madrid y Atlético se medían de nuevo en un duelo por un título tras las finales de Lisboa y Milán que se llevaron los blancos. En el banquillo merengue se estrenaba Julen Lopetegui, mientras que Simeone soñaba con que a la tercera fuera la vencida. El argentino había podido con el eterno rival y vecino en Liga y Copa, pero nunca en Champions. Ahora, tras más de 120 millones en fichajes, los colchoneros ponían a prueba el proyecto creado para estar el próximo día 1 de junio en el Wanda Metropolitano en la lucha por 'La Orejona'.

    No hubo grandes sorpresas en las alineaciones. Solo Modrić  se cayó del once al estar corto de preparación, mientras que en el conjunto rojiblanco debutaban Rodri y Lemar con Lucas Hernández convertido ya en el dueño del carril izquierdo de la zaga. El plan previo era claro: el Madrid dominaría la pelota y el Atlético buscaría sorprender en una contra o en un desplazamiento en largo.

    El Atleti golpea primero

    Y lo consiguieron los colchoneros antes de que se cumpliera el primer minuto de encuentro. Un balón alto de Godín fue ganado por Diego Costa en el salto con Sergio Ramos. Varane se duerme y el internacional español se lleva el esférico y, desde casi la línea de fondo y sin apenas ángulo, empalma con violencia para que la pelota se cuele por el palo de un flojo Keylor Navas. El costarricense se agacha y facilita el tempranero gol de los rojiblancos a los 49 segundos.

    Reaccionó el Real Madrid aguantando el control del juego y acercándose poco a poco al área de Oblak. El esloveno sacó sus reflejos para que, en el minuto 17, evitar el empate de Marco Asensio tras un taconazo espectacular. Centro de Marcelo y el balear se saca un recurso de la nada que solo una gran parada echó al traste. Benzema, en el segundo palo, no llegó tampoco al rechace por centímetros.

    Bale y Benzema lideran la reacción del Madrid

    Aquella ocasión fue solo el aviso de lo que ocurriría diez minutos después. Bale se mide con Lucas Hernández y deja al francés atrás con un arrancada soberbia. El galés pone el balón templado al segundo palo para que aparezca de la nada Karim Benzema y cabecee a la red. El '9' del Madrid ejerció de matador y demostró su reconciliación absoluta con el gol tras la salida de Cristiano y con la ilusión renovada en la que será su décima campaña de blanco.

    Marcelo y Asensio gobernaban el partido por la banda izquierda. Una versión más que notable de los de Lopetegui, con Casemiro de escoba, ante un Atleti en el que sorprendía también el trabajo sin balón de Lemar. El encuentro era divertido y de alto nivel, propio de dos de los mejores equipos del mundo. El Madrid respondía a la llamada a la guerra de los de Simeone sin titubear y los rojiblancos aguantaban el envite del triple campeón de Europa.

    En la segunda parte, el partido transcurría sin peligro para ambos porteros. El juego era más espeso y Lopetegui buscó frescura con la entrada de Modrić  por Asensio. Simeone respondió con Correa por un desaparecido Griezmann. El francés pasó sin pena ni gloria por Tallin y mostró estar fuera de forma después de haber ganado el Mundial. Los entrenadores movían sus peones en una partida de estrategia en la que el más mínimo error podía ser crucial.

    Juanfran y Marcelo firman las tablas

    Ese fallo llegaría pasada la hora de partido y fue de nuevo Juanfran, para alegría del Madrid y suplicio de los colchoneros, el que cometería una mano innecesaria y estúpida tras un saque de córner por estar más pendiente de Benzema que del balón. Abre el brazo el lateral y la pelota choca directamente contra él. No dudó el polaco Marciniak en señalar el punto de penalti. El encargado de lanzarlo, en ausencia ya de Cristiano Ronaldo, fue el capitán. El andaluz tomó la responsabilidad y engañó a Oblak. Error de Juanfran y gol de Sergio Ramos. La vida seguía igual, en ese momento, para Atlético y Real Madrid.

    Casemiro, que se había vaciado, se tuvo que retirar lesionado modificando así el plan de Lopetegui para el último cuarto de hora. Ceballos sustituyó al brasileño, aunque ocupó la mediapunta y dejó el doble pivote para la experiencia de Kroos y Modrić . El tanto de los blancos había dejado grogui al conjunto de Simeone que no intimidaba, pero Marcelo rescató a los colchoneros salvando un saque de banda que terminó en el empate de Diego Costa. Juanfran recoge el regalo y cede a Correa para que llegue a línea de fondo y de un pase atrás que remata el delantero hispano-brasileño.

    La última bala de Lopetegui fue Lucas Vázquez, intentando así dar velocidad a las bandas por un Isco que no tuvo su mejor noche aunque trabajó como el que más. Le costaba al Madrid recuperar la pelota sin Casemiro ya en el campo y el Atlético se sentía más cómodo con la posesión. Sin embargo, 'El Cholo' decidió meter más músculo con Thomas y quitar a uno de sus mejores hombres como fue Lemar en su debut. La última en tiempo reglamentario la tuvo Marcelo en una contra que terminó en un intento de chilena infructuoso del brasileño. El partido se iba a la prórroga y la gran batalla que los dos equipos madrileños en Estonia se tendría que decidir en el tiempo extra o en los lanzamientos desde el punto de penalti.

    La verbena de la defensa

    Mejoró el Real Madrid en los primeros compases de la prórroga, pero un nuevo error defensivo permitía al Atlético volverse a poner por delante. En el minuto 98, Varane se duerme en la frontal del área y Thomas le roba la cartera. El centrocampista pone un pase fuerte atrás que engancha de primeras Saúl para fusilar a Keylor Navas. Golazo de volea del internacional español y Lopetegui que tenía que agarrarse a la épica en su primer partido oficial.

    El golpe mortal del Atleti llegaría antes de la final de la primera parte del tiempo extra. Carvajal perdió la carrera con Diego Costa, reclamó falta el lateral, y este conecta con Vitolo. El canario se la pone a Koke para que dé un pase perfecto a la red. El 2-4 era ya definitivo. Más que por el cuarto de hora que tendría el Real Madrid para marcar dos goles, por la sensación de impotencia que transmitían los merengues sobre el campo.

    Parecía haber honrado la zaga blanca las Fiestas de la Paloma, verbena por excelencia madrileña, en el derbi europeo. Cuatro goles encajados tras sendos errores defensivos decidieron que la Supercopa de Europa volara de vuelta a España en el avión del Atlético. El equipo de Simeone presentó su candidatura a la próxima Champions y los de Lopetegui, que fueron de más a menos, dejaron un sabor agridulce. Sin la famosa flor de Zidane ni los goles de Cristiano, el Real Madrid hincó por primera vez la rodilla ante su eterno rival en una final continental.

    https://www.elespanol.com/elbernabeu/futbol/20180815/atletico-lleva-supercopa-europa-real-madrid/330467762_0.html

    Eurosport

    Cambia la dinastía (2-4)

    Carlos Villadiego

    El Atlético de Madrid suma su tercera Supercopa de Europa tras vencer (2-4) al Real Madrid, en un duelo lleno de intercambios en el marcador y que se resolvió en la prórroga. Dos goles (Saúl y Koke) en el tiempo extra resolvieron el encuentro a favor de los rojiblancos. Antes, Diego Costa con un doblete y Benzema y Sergio Ramos pusieron la igualada que mandó el partido a la prórroga.

    PERSONAJES

    Diego Costa

    Ni un minuto tardó en inaugurar su casillero goleador esta temporada. El hispano-brasileño comienza como un tiro, tal y como lo acabó. Fue todo un incordio en la zaga blanca que pocas veces pudo controlarlo. Marcó el gol que mandaba el partido a la prórroga. Jugador más determinante durante todo el partido.

    Karim Benzema

    En un año cuestionado por su falta de gol, unido a que el conjunto blanco busca un 9 que compita con él, Karim empieza la temporada con un gol y siendo importante. El galo fue de los mejores en el Madrid, además de poner el empate momentáneo.

    Gareth Bale

    Se echó el equipo a la espalda tras el gol del Atlético junto a Benzema. La marcha de Cristiano y su posterior decisión a quedarse le obliga a coger galones y dar un paso adelante. De momento el galés habla en el campo. Con el paso del tiempo se fue apagando como el equipo por el cansancio.

    NUDO

    El partido comenzó rompiendo todos los esquemas previos que pudiera tener, ya que la final tardó en desnivelarse 50 segundos. Un balón en largo, un control de cabeza y un disparo endiablado que se coló en la portería de Keylor Navas que le ganó la partida al recién llegado Courtois.

    El Real Madrid tenía la difícil tarea de hacer olvidar la marcha de Cristiano, y Costa tardó un minuto en ponerle las cosas más complicadas a un equipo de Lopetegui, que sacó un once sin fichajes y sin Modric, recién llegado de las vacaciones por el Mundial.

    Por su parte, en el Atlético debutaban en competición oficial Lemar y Rodri añadiendo dos buenos refuerzos al buen equipo creado por Simeone, que por segunda final consecutiva estaba en la grada, por una sanción del año anterior.

    Tras el gol, el conjunto blanco se hizo con el balón y los rojiblancos se mantuvieron agazapados, con las señas de identidad que les caracteriza, saliendo bien al contraataque y mostrándose fuertes en la presión y en defensa.

    Fruto de esa insistencia con el balón, una galopada de Bale con un buen centro, lo remató Benzema para poner la igualada. Ya llovía menos para los blancos que tras un inicio dubitativo conseguía igualar la final.

    Con el empate en el marcador se llegó al descanso, y tras el paso por los vestuarios el partido fue cayendo poco a poco debido a las fechas en la que estamos, con demasiadas imprecisiones en los dos equipos.

    Todo igualado, partido controlado por ambos contendientes y parecía que se iba a resolver como suele ocurrir en estos partidos. Una jugada aislada, un penalti de Juanfran por manos le daba ventaja al Madrid en el marcador tras transformar Sergio Ramos el discutido penalti.
    Atlético Madrid Supercoupe

    Se tornaba negro para los del Cholo, pero a este equipo no le puedes dar por muerto. Un error de Marcelo que no acierta a mandar el balón a saque de banda lo aprovecha Juanfran para combinar con Correa y ponérsela a Diego Costa que en boca de gol puso la igualada de nuevo.

    El partido terminó con los dos equipos fundidos y dando por buena la prórroga. En ella, un nuevo error en la zaga blanca dio la ventaja definitiva a los rojiblancos. Una presión alta de Diego Costa a Varane en su propia corona del área, abrió para Thomas que le puso un caramelito a Saúl que sorprendió con una volea por toda la escuadra.

    Y prácticamente sin tiempo de respuesta, una contra rápida de los colchoneros supuso un nuevo gol y sentenció el partido para darle la tercera Supercopa para los de Simeone. Un nuevo título para los rojiblancos, que comienzan la temporada de la mejor forma posible. Por su parte, el Real Madrid pierde su primera final europea tras vencer en las anteriores 13 finales.

    https://www.eurosport.es/futbol/supercopa-de-europa/2018-2019/supercopa-de-europa-real-madrid-atletico-cambia-la-dinastia-2-4_sto6889794/story.shtml

    El Independiente

    Ganó el Atlético, cambió el viento


    El simbolismo vale más que el trofeo y tendrá un efecto más duradero. El Atleti se ha quitado un peso de encima, porque no hay nada tan pesado como los complejos.

    Juanma Trueba

    Para tener la importancia que corresponde a su nombre, la Supercopa debería disputarse una semana después de la final de la Champions, como fin de fiesta y último gran combate de las competiciones europeas (eso sí: haría falta añadir días al calendario Gregoriano). Está bien demostrado que programada como inicio de la temporada siguiente la importancia de la Supercopa se difumina y se relativiza a gusto del consumidor. Quien la gana la incorpora orgullosamente a su palmarés, en especial si las últimas cosechas han sido escuálidas. Quien la pierde se la toma como la versión avanzada de un torneo de verano y quien no la juega la ignora por completo.

    El Atlético está en su pleno derecho de sentirse como el campeón de los campeones, porque con esa intención fue creado el trofeo en 1972, gracias a la ocurrencia del periodista holandés Anton Witkamp en los tiempos del fútbol total. Sin embargo, esa proclamación durará apenas esta noche, si acaso un par de días más. En cuanto comience la Liga el torneo se archivará con los partidos de pretemporada y ya no quedará rastro de él cuando toque hacer balance del curso que ahora empieza. Y es una lástima.

    Por fortuna, lo de menos en este caso era la copa, cinco kilos de plata que amarilleará como todas. Lo que se dirimía es la propiedad de Europa, tierras altas. Para el Real Madrid es un coto privado de caza y se pasea por él con la escopeta al hombro, tan atento a las liebres como a los intrusos. Para el Atlético, su último desafío como club no es conquistar Europa como concepto global (ya tiene parcela), sino concretamente la Europa que pisa el Real Madrid. Y ha empezado a conseguirlo. Hasta el momento, el Atleti no había superado ningún cruce con el Madrid en competiciones europeas, incluidas dos finales de Champions. De hecho, desde 2013, el Real Madrid era el único equipo capaz de ganar a los rojiblancos en Europa. Terminó la racha. O la maldición.

    El simbolismo vale más que el trofeo y tendrá un efecto más duradero. El Atleti se ha quitado un peso de encima, porque no hay nada tan pesado como los complejos. De haber perdido otra vez, le hubiera sido muy difícil mantener la fe. El sufrimiento que entrañó la conquista, construida en la prórroga, fortalecerá los ánimos de un equipo al que no le faltaba nada y solo le sobraba un fantasma. También agranda la inconmensurable figura de Simeone. En los últimos minutos de un partido igualadísimo y agotador, el Cholo dio entrada a Thomas y lo colocó en la mediapunta. Carecía de sentido, eso pensamos, hasta que el ghanés robó la pelota a Varane en la frontal del área y asistió a Saúl, que marcó con una volea lujuriosa. Cinco minutos más tarde, y con el Madrid aturdido, sentenció Koke.

    Hará falta tiempo para saber si en ese instante asistimos a un giro del partido o de la historia. Quién lo sabe. Han cambiado muchas cosas (Cristiano, Zidane) y también podría haber cambiado el viento de la fortuna. Era Napoleón quien reclamaba generales con suerte y es posible que tal condición se haya despreciado cuando se planificó una renovación deportiva que se llevó por delante al entrenador. El Real Madrid no perdía una final internacional desde que cayó contra Boca en la final de la Intercontinental de 2001.

    No es buen consejo hacer leña del árbol caído, porque ninguno hay en el suelo; tampoco se aconseja lanzar las campanas al vuelo. La Supercopa no es un trofeo contra el que se pueda estrellar un proyecto, ni que pueda dispararlo, pero permanece la sensación de que al Atlético, últimamente, todo le sale bien, no tanto a su eterno rival. Ha fichado bien, ha retenido a sus estrellas y ha ganado, por fin, al Madrid en Europa.

    Referidos al juego, poco nuevo que destacar. Fue uno de tantos duelos entre los mismos protagonistas, una pelea casi medieval, plagada de alternativas; marcó al minuto Diego Costa y respondió Benzema a los 26. Luego Ramos adelantó a su equipo de penalti y después igualó Diego Costa, inmenso como suele, incisivo y desquiciante. El partido cambiaba de manos sin que nadie fuera capaz de agarrarlo. En otro momento, en todos los momentos anteriores, hubiera ganado el Madrid, pero en esta ocasión venció el Atlético. No creo que el destino, a estas alturas, permita que sea una anécdota.

    https://alacontra.elindependiente.com/gano-atletico-cambio-viento/

    Cuando despertó, Diego Costa todavía estaba allí

    El delantero llevó el peso ofensivo del equipo: marcó los dos primeros goles y participó en el tercero, ya en la prórroga.

    Sandra del Estal 

    La mayoría de veces lo que te da la felicidad está ahí, a tu lado. Siempre ha estado cerca. No le haces el caso que se merece porque es casi parte del mobiliario, parte de la cotidianidad en la que pronto nos acomodamos. Las novedades son más interesantes porque tienen el aroma de lo fresco y a algo que dabas por perdido y se queda tienes que darle un cariño especial, no vaya a ser que le empiecen a entrar las dudas. Pero al final, un día, cuando no pensabas en ello, aparece y en un minuto recuerdas porque es tan importante en tu vida.

    Eso recordó Diego Costa a la afición del Atleti. En el primer minuto del partido, para que las cosas queden claras desde el principio. Controló con la testa el pase largo de Godín en dos tiempos y remató al hueco que le había dejado Keylor. Gol. Para que sus críticos luego digan que lo malo que tiene este jugador es la cabeza. Ración doble.

    Después Costa comenzó el partido que más le gusta. El de los piques con Ramos. Según el árbitro, la cabeza del delantero dio contra el codo del defensa  y después Costa, en carrera, golpeó con el pie a la cabeza a Ramos, que acabó con la oreja colorada. Tras los lances, choque de manos y tan amigos. O no, porque el punta peleaba cada pelota como si fuera la última que iba a ver en su vida y fue lo que es siempre, el jugador más incómodo al que se enfrenta el Real Madrid.

    Marcó el segundo gol del Atleti, el del empate, y participó en el tercero, ya en la prórroga. Suyo fue el empuje ofensivo frente a un Griezmann que llegó al partido con poco rodaje y sin tener aún el tono físico. Suya fue la emoción, ésa que decía Simeone que iba a decidir el partido. Suyas fueron las ganas de romper con el maldito maleficio que arrastraba el Atlético en sus derbis europeos y que duraba ya más tiempo del soportable. Nadie se había acordado de él, pero apareció. Él todavía estaba allí.

    https://alacontra.elindependiente.com/costa-atletico-madrid/

    Marca

    El Atlético encuentra el karma
    Los de Simeone ganan la Supercopa a un Madrid que malvivió sin Cristiano

    Jesús Sánchez

    El Atlético se fue hasta Tallin para dejar atrás su última frontera. Superar al Real Madrid en Europa, lo que nunca había ocurrido, lo era. El equipo de Simeone, efectivo, hambriento, ilusionado en lo que parece el inicio de una época incluso más ambiciosa, conquistó la Supercopa, la tercera de su historia, para confirmar su extraordinario crecimiento, su espíritu inconformista, su vocación por dominar. Nadie había ganado una final internacional a los blancos en los últimos 18 años. El imposible lo hizo el Atlético, crecido en lo emocional pese a los golpes del pasado, tras un partido parejo, disputado, veraniego, resuelto en la prórroga ante un rival que jugó bien, pero que regaló demasiado. El Madrid empezó a malvivir sin Cristiano. Sólo fue un partido oficial sin el delantero portugués, un partido estival, pero perdió. Adiós al primer título de la temporada en el estreno de Lopetegui, que tampoco pudo emular a Zidane. Una nueva era. Para el Madrid y, por supuesto, para el supercampeón, el Atlético.

    A los 50 segundos, Diego Costa se cocinó un gol como el delantero con estrellas Michelín que es. Chef de la pelea por los balones imposibles, al delantero hispano-brasileño le dieron un melón y le puso jamón ibérico. Controló con la cabeza, se hizo un autopase, Sergio Ramos no midió bien y Varane pecó de tibio. Delante de Keylor pero muy escorado, Diego descerrajó un derechazo que sorprendió al portero tico por el mismo sitio por el que los porteros de balonmano no atajan el lanzamiento desde los siete metros. Era el mejor arranque posible para el Atlético, el equipo maestro en la sufrida (y efectiva) disciplina del unocerismo.

    El Atletico, consciente de que había que acumular grano en los primeros minutos ante la previsible falta de fuerzas, presionó bien, como el relojito que puso en hora Simeone hace ya unos años. A la lucha se ha incorporado Lemar, que lo ha entendido a la primera, bien enseñado por su amigo Griezmann. O te dejas la vida o no juegas. Y se entregaba a la causa atajando primero a Marcelo y después corriendo por la otra banda, con un gran sentido táctico y un espíritu admirable que terminó contagiando a la tropa rojiblanca, bien dirigida por Rodri, que parece llevar toda la vida con las rayas rojiblancas. Extraordinario fichaje. Busquets ya tiene sucesor.

    Un equipo que no fuera el Madrid se hubiera deshilachado tras recibir un gol en el primer minuto de la primera final que jugaba sin Cristiano y sin Zidane. Pero el equipo de Lopetegui dejó atrás la zona cero tras el bombazo de Costa, se fue entonando en torno a la pelota, aprovechando el retroceso del Atlético, que se iba quedando en su campo, para empezar a probar la dimensión de Oblak. Lo hizo Asensio de tacón cuando a Marcelo le había dado por intervenir con más asiduidad. Su influencia es brutal. Cuando Benzema empató (minuto 27) el partido ya tenía color blanco.

    Fue una galopada de Bale que dejó atrás a Lucas como si el lateral francés fuera una tortuga y la puso, con la pierna derecha, al segundo palo donde apareció el galo con oficio de ariete. Sin Cristiano, Bale y Benzema son mucho más. El remate fue fantástico y el gol un premio a la gran jugada del galés, cuyo repertorio es amplio. Gareth resultaba incontrolable para los jugadores del Atlético. Hasta el descanso, las alternativas se sucedieron. Llegó más el Madrid, y Asensio pudo marcar, pero el equipo de Simeone terminó bien, en la otra área, para abrochar una estupenda segunda parte. Muy divertida.

    La segunda parte fue otra cosa, algo peor. El Atlético la arrancó mejor, con mucho empuje. El Madrid competía bien. Presiona arriba el equipo de Lopetegui, muy solidario también a la hora de sufrir. Y lo hacen todos sus jugadores. Apenas intervenían los porteros, aunque el partido era ya de idas y venidas. Simeone decidió retirar a Griezmann, muy por debajo del encuentro, y Lopetegui dio entrada al Balón de Oro del Mundial, Modric, lo mejor de un banquillo blanco repleto de jóvenes y canteranos. Con el partido parejo, Juanfran hizo un penalti tras un forcejeo con Benzema. No hizo falta el VAR, que no había, para verlo con claridad.

    Faltaban 25 minutos. Lemar volvió a tirar del Atlético, que no se rendía. Una torpeza de Marcelo le dio el empate. El balón se iba fuera de banda, pero el afán por rescatarlo se convirtió en un regalo para Juanfran. Correa se libró de dos rivales en el área y Costa la empujó. 2-2, minuto 79. Poco pasó hasta el final salvo que Marcelo pudo marcar de media chilena en el minuto 93. Sí, en el 93. Prórroga.

    La noche iba ya de regalos. Sin demasiadas fuerzas, los detalles cobrarían importancia. Thomas lo fue. Ramos y Varane se pusieron a pasarse el balón en la frontal. El mediocentro rojiblanco se la birló al central para dársela a Saúl, que marcó de volea un gol extraordinario. El Madrid, que estaba siendo superior, se desplomó. Porque Costa, seis minutos después, se la robó a Carvajal para dársela a Koke, que anotó el cuarto. El Atlético había resistido hasta la victoria. Había alcanzado su karma.

    http://www.marca.com/futbol/supercopa-europa/2018/08/15/5b749e55e2704e57218b462c.html

    El Mundo

    El Atlético ajusta cuentas

    Jaime Rodríguez

    • Se lleva el título pasando por encima al Real Madrid en la prórroga
    • Diego Costa reventó a la zaga blanca

    El Atlético aprovechó la Supercopa de Europa para curar un poquito las heridas que la Champions le había dejado en el escudo tras perder dos finales ante su más odiado enemigo. En este peculiar destino, en un campo minúsculo, utilizó la prórroga para desmontar a su rival, agotado en la medianoche de Estonia. Saúl, con un golazo de bandera, y Koke hundieron al Madrid en un feo resultado, la peor forma de comenzar una temporada cuando se estrena entrenador y se ha marchado Cristiano. Tuvo más presencia el Madrid en los 90 minutos, con buen fútbol por momentos, pero sus fallos defensivos le machacaron. El Atlético aguantó el tipo y en el tiempo extra reventó el encuentro. [Narración y estadísticas].

    Más ambiente rojiblanco en la ciudad, en el estadio y en el césped también, con mucho más interés del Atlético en el arranque. Serían las ganas de revancha o la intensidad propia, pero sus primeros cinco minutos sofocaron al Madrid, desperezándose aún en el 0-1. Ni 50 segundos llevaba la Supercopa de Europa cuando Diego Costa ganó un balón por arriba a Sergio Ramos, dos pasitos por detrás en la disputa. Toque hacia atrás del ariete, carrera de bisonte hacia el área, suspiros de Varane, lento, y zapatazo a la red. Keylor Navas quedó regular, por entrar la pelota por el palo donde intentaba tapar. El estreno de la temporada continental se descorchaba a lo grande para euforia de la hinchada atlética, superior a la vecina, y del banquillo huérfano de Simeone, enjaulado en un palco. Su socio, el Mono Burgos, pegó un pequeño salto para festejar ese arañazo tempranero que suele ser gloria en una final.

    El golpe dejó grogui durante un rato a los blancos, con Lopetegui desgañitándose desde la banda y la defensa aún preguntando por dónde se había colado con esa facilidad Costa. El nuevo curso, la ausencia de Cristiano, las piernas pesadotas... Muchas cosas rondaron en ese momento la mente de los madridistas, en el césped y en el palco, además del incordio de verse por debajo del marcador ante la escuadra más impenetrable del continente. Su alivio fue que muy pronto el Atlético prefirió apoyar la espalda que empujar con el pecho a un rival aturdido. No es la primera vez que lo hace Simeone en una final.

    La cesión de terreno sirvió al Madrid para activarse, entre contundentes cortes de Casemiro. Sin Luka Modric y con Isco algo difuso, le tocó a Toni Kroos poner orden en el centro del campo, abriendo de izquierda a derecha con ese toque de balón seco que suena pala de playa. Una apertura la aprovechó Bale para tomar medidas a Lucas Hernández, tan tierno de entrenamientos como Griezmann, ausente. El galés mostró ya el buen zanco exhibido en la pretemporada. Por la otra banda, Marcelo complicaba el debut de Lemar, el gran fichaje rojiblanco. Poco después, Simeone (el Mono) le cambió a la izquierda para que Koke frenara al brasileño.

    Rodri se quitó la timidez

    El lateral zurdo había puesto la primera oportunidad a Asensio, astuto para rematar de tacón. Apareció Jan Oblak. Paradón abajo. A esas alturas, Ramos y Costa ya acumulaban dos choques aéreos y sendos dolores de cabeza, reclamada la amarilla para el blanco en la primera. No encontraba salida el Atlético, sin parecer importarle mucho, cómodo en el despeje de las llegadas blancas, cada vez más constantes.

    La fórmula le falló, a pesar de tenerla bien afinada en estos últimos años, y el Madrid empató antes de la media hora gracias a otra cabalgada bárbara de Bale por la derecha. Se la echó larga y Lucas quedó mirándole el dorsal. En línea de fondo, el británico dibujó un centro con la derecha espléndido, con efecto plátano al estilo Míchel, que Karim Benzema remató a la red en el segundo palo. Gol de delantero puro, de aire acristianado, que viene de cine al francés ahora que está obligado a elevar (mucho) su rendimiento anotador.

    Al momento, Asensio tuvo el segundo en una buena salida y remate ajustado. El Atlético sólo recompuso la figura cuando Rodri se quitó de encima la timidez. Una arrancada suya, con la frente arriba y valentía, hizo recuperar el ánimo al fondo de su afición.

    Hacía tiempo que no tenía el equipo rojiblanco un mediocentro con tan buen aspecto. Lleva el 14, pero nada tiene que ver con Gabi. Gracias al canterano los suyos espabilaron camino del descanso, aunque sin presencia ante Keylor. Esa leve reacción continuó en el comienzo de la segunda parte, sin que se tradujera tampoco en peligro para su rival, reforzado muy pronto con Modric. No le importó a Lopetegui que apenas llevara una semana de entrenamientos. Mejoró Isco con el croata, mientras el cansancio estival se empezaba a notar en ambos aspirantes.

    Más insistente el Madrid, tuvo premio gracias a una inocente acción de Juanfran, otra vez desafortunado en una final ante su ex equipo. Sacó la mano como Piqué en Moscú y Sergio Ramos, de penalti, cumplió con otra costumbre: marcar al Atlético en una final. Pero esta vez, el capítulo de esta serie interminable de derbis europeos (siete desde 2014) tuvo un giro diferente, porque los de Simeone supieron rehacerse cuando apretaba el reloj. Les ayudó Marcelo, al asistir a Juanfran cuando intentaba salvar una pelota de la banda. El lateral entró rápido en el área, la dejó al culebreo de Correa y Costa remachó en el área pequeña el 2-2. Acaba de marcharse Casemiro al banquillo cojeando.

    Agotados ambos equipos, en el frenesí final faltó temple para sentenciar. Marcelo, en la última jugada, pifió el remate ante Oblak. Entonces el árbitro mandó la final a la prórroga, otro territorio habitual en estos duelos. Tras Lisboa y Milán, el Atlético se llevó su alegría en Tallin. Enorme volea de Saúl y remate de Koke. No es lo mismo, pero a los rojiblancos les supo a gloria.

    http://www.elmundo.es/deportes/futbol/2018/08/15/5b749c57268e3ea66a8b45fe.html

    La noche de más furia de Diego Costa

    Carlos Guisasola

    Firma un doblete tras un intenso duelo con Ramos y es nombrado MVP

    Cuando menos se lo esperaba, en pleno baño con la grada rojiblanca, Diego Costa acabó calado hasta los pies. Koke le aguardaba con la botella de agua bien cargada y, en cuanto su víctima se hizo la foto con la brillante Supercopa, le empapó de arriba a abajo. Y el verano de Tallin nada tiene que ver con el de la capital. Y menos al borde de la 1:00 de la madrugada, cuando el minúsculo estadio Lilleküla se convirtió en una improvisada discoteca al ritmo del 'I gotta feeling' del grupo Black Eyed Peas. Costa también tuvo que cargar con el trofeo que le reconocía como el mejor jugador de la final. Sus 107 minutos de furia, de batalla permanente y siempre al límite, le sirvieron para decidir el derbi europeo. Y, de paso, quitarse un escozor que arrastraba desde hacía cuatro años. Desde aquella final de Champions de Lisboa en la que no pudo sostenerse en pie ni 10 minutos. Seguro que soñó muchas noches con algo así.

    Lo primero que hizo Costa en la final fue deshacerse de Ramos y Varane y sacar los colores a Keylor Navas con un derechazo en el primer minuto del partido. El gol más rápido en una final de la Supercopa. Lo siguiente, después de pegarse las veces que hicieron falta con Sergio Ramos (que fueron unas cuantas), fue marcar el gol del empate y soltar la adrenalina sobre el fondo donde vivían el duelo la hinchada rival. Y por allí, molestando y soltando el aliento en el cogote de los zagueros blancos, estaba también él. De su lucha emergió el tanto de Saúl que acabó por definir la que es ya su segunda Supercopa de Europa. Y de su batalla con Carvajal, el cuarto de Koke. Estuvo en todas, vaya. Ya estaba en el banquillo en 2010, en Mónaco, pero no tuvo oportunidad de disputar un minuto. Era sólo un chaval que empezaba a despuntar.

    Su duelo con Ramos fue uno de esos de los viejos tiempos, cuando aún no habían tenido tiempo de compartir vestuario con los colores de España. Por alto, por bajo y por donde les emparejase el destino. Y si no, ya se encargaban ellos de encontrarse en cualquier rincón del minúsculo estadio Lilleküla de la capital de Estonia. Hubo chispas de todos los colores entre los dos compañeros de la selección. Así, durante esos 107 minutos que aguantó casi al límite, cuando no pudo más. Y eso que apenas llevaban sin verse un mes y medio, desde que Rusia eliminó a España del Mundial en los penaltis.

    "Sergio y yo peleamos por lo nuestro"

    «Sergio me ayudó bastante en la selección pero nosotros siempre dentro del campo tenemos nuestros roces. Si está su madre o mi madre, cada uno peleamos por lo nuestro. Pase lo que pase dentro del campo, se queda ahí», explicó con su trofeo de MVP en la sala de prensa de Tallin, mientras se seguía pegando, aunque esta vez con los problemas acústicos del micrófono.

    Esta gran noche de Costa justifica los más de 60 millones que el Atlético ha tenido que pagar este verano al Chelsea por sus servicios, ya que jugó la mitad del curso pasado cedido. Él, como si fuera un niño, no paró de saltar un instante. Y, por supuesto, le permite curarse esa herida que arrastraba desde Lisboa. «Realmente no jugué ese partido, fueron sólo nuevo minutos... Tenía ganas de jugarlo completo y así fue. Nos tocaba ganar una final al Real Madrid y ojalá nos podamos encontrar más veces».

    Sus goles y su fuerza la celebró como un hincha más su entrenador, que tuvo que vivir el partido desde la grada por la sanción que arrastra. «Los goles y el partido de Diego fueron tremendos», lo alabó Simeone que, pese a sus 120 minutos dando berridos a los suyos desde la grada, compareció con la voz bien entera y parte del orgullo recuperado tras los zarpazos de Lisboa y Milán. Tallin es un punto de partida.

    http://www.elmundo.es/deportes/futbol/2018/08/16/5b74bf02ca474104348b4627.html

    El Atleti se quita el disfraz de humilde
     
    Iñako Díaz-Guerra

    Escondida entre su clásica (y siempre calculada) prudencia extrema, la rueda de prensa de Simeone previa a la Supercopa incluyó un mensaje nuevo, más ambicioso: «Las expectativas son altas y se nos va a exigir desde el nivel de la plantilla que hemos formado. Necesitamos mejorar lo que hicimos la temporada pasada».

    Y lo que hicieron la temporada pasada fue quedar segundos en la Liga y ganar la Europa League, así que ya no cuela aquello de «nuestros rivales son el Valencia y el Sevilla». No lo son y la gente no es tonta, así que está bien abandonar un discurso que ya resultaba tan forzado como el último chiste viral de Joaquín (sí, el del Betis, que aburre ya hasta a Hulio). Y por lo que se vio en Tallin, el Cholo hablaba en serio. El Atleti fue mucho menos conservador que en otras ocasiones, no entregó el balón (el Madrid se lo quitó a ratos, como a cualquiera, que es muy distinto) y reaccionó con grandeza al 2-1: quiso como siempre y supo mejor que nunca.

    Evidentemente, y por más que desespere a los amantes del discurso único futbolístico, Simeone jamás va a poner a su Atleti a jugar como Guardiola al City. Ni falta que hace. No quiere mejores futbolistas para jugar a una cosa distinta sino para jugar mejor a lo mismo. Nadie le pide a un punk que se ponga a tocar como Mark Knopfler sólo porque le regalen una guitarra más cara: seguirá pegando guitarrazos, pero sonarán mejor.

    Igual que este Atleti en el que Rodrigo y Lemar suponen un salto de calidad tremendo en la tormentosa relación rojiblanca con la pelota. Se sabía que poseían el talento, pero eso no basta en este equipo. Carrasco, Gaitán, Vietto, Jackson... Es larga la lista de fichajes que no tuvieron la personalidad necesaria para sobrevivir a la exigencia felizmente enfermiza de Simeone. En su primer partido oficial, ante el ogro terrible, los dos chavales fueron los que más la pidieron. Ni un titubeo. Ni un temblor. Para cualquier atlético, verles es soñar.

    Como para cualquier rival, ver a Diego Costa es temblar. Su llegada el pasado enero transformó al Atleti... pese a que él en ningún momento estuvo del todo bien, castigado por constantes problemas físicos. En Tallin, con su íntimo amigo Sergio Ramos como víctima (¿cuánto pagarían por ver un reality protagonizado por estos dos?, ¿en qué piensan las teles?), demostró que su caos derriba enemigos, gana partidos, es imparable. Forma junto al aún posvacacional Griezmann, una de las tres mejores delanteras del mundo. Lo normal, por otra parte, en un candidato claro a todo. Porque eso es el Atleti y ya ni Simeone lo esconde. Tras demasiado tiempo disimulando, Clark Kent se ha quitado las gafas.

    http://www.elmundo.es/deportes/futbol/2018/08/15/5b749e65468aeb40388b45bf.html


    ¡Viva Simeone!

    Julián Ruiz

    Aleluya. Por primera vez, Diego Simeone le ha ganado una final europea al Real Madrid. Un paso hacia el cielo. Y la evidencia de que Florentino Pérez, desde que le abandonó Zidane, ha entrado en una depresión traumática que le ha paralizado su sistema nervioso. Desde la "espantá" de Zidane es como una persona sin respuestas, sin ideas.

    Primero dejó irse a Ronaldo, destabilizó a la selección española en todo un mundial, con un entrenador muy provinciano y casi pierde a Modric. Todo ello sin reaccionar, como si sufriera una parálisis cerebral.

    El Atlético, que jugó un partido ejemplar tácticamente, sin demostrar que es mejor equipo, le hizo un guiñapo a un real Madrid, obviamente con mejores jugadores, pero sin sacar rendimiento a su superioridad técnica. ¿Por qué? Porque Keylor Navas es un deficiente portero, que se tragó los dos primeros goles, con la ayuda de Ramos y Varane. Navas ha sentenciado su titularidad. En realidad, nunca me gustó.

    No me desagradó la disposición táctica de Lopetegui en casi todo el partido, menos cuando Ramos y Varane regalaron el soberbio tanto de Sául. El Madrid no puede engañarse. Con Lopetegui, el club ha descendido al "provincianismo". El inquietante técnico ha logrado su trayectoria a base de jugadores de la "cantera". Como deje el Madrid la "gloria" a base de la filosofía de Lopetegui, a base de sus Sub-21, con Isco, Ceballos, Asensio y compañía, el Real Madrid estará condenado a la vulgaridad. Las risas de Cristiano se oyen desde Turín. Lopetegui ha sido sólo un cabreo de Florentino con Zidane y Ronaldo.

    El Atlético fue feliz con el gol relámpago de Diego Costa. Se echó demasiado atrás con el primer tanto. Tuvo la acelaración del 'souflee' en el segundo tiempo y cuando parecía muy inferior a la potencia blanca, emergió el Atlético de Simeone. Con el tayo en el gol cae Disgo Costa, y con la magnífica perversión los golazos de Saúl y Koke. El Atlético perdía el absurdo complejo del diván blanco freudiano, que incluso sacudía a Simeone. El Atlético ya está dispuesto a besar el cielo en lo que parece una nueva era.

    ¿Que va a pasar en el Madrid? Incierto futuro si Florentino no reacciona. Hasta el "provinciano" Lopetegui le ha pedido un central, que no sea como Ramos y, por encima del dios Ronaldo, alguien que sea capaz de estar en el infierno del área para que pueda rematar cualquier cosa, incluso un miserable rechace. Es mentira que no haya delanteros centros, por mucho que al presidente de la Casa Blanca le guste Benzema. Al menos, hay cinco y todos los madridistas los tiene en la como castigos en la mente.

    Hay una nueva época del Real Madrid. Hasta el peor analista se lo podía imaginar, que tras cuatro títulos de Champions, habría una época de decadencia. ¿Cuanto durará? Dependerá del dinero, de la imaginación de la Casa Blanca. Parece que nace una nueva era del Atlético de Madrid. ¿La majestuosa gloria del Metropolitano? De momento, los atléticos pueden gritar. ¡Viva Simeone!

    http://www.elmundo.es/deportes/futbol/2018/08/16/5b74a38e46163fc3978b4638.html

  • El Atleti tricampeón de la Supercopa de Europa. Revista de prensa

    ABC

    Venganza del Atlético en la prórroga

    @hughes_hu

    El Atlético le devuelve (en pequeño) al Madrid el disgusto de las prórrogas europeas. Gana por fin y sobre todo ilusiona porque gustan sus refuerzos y le aparece una forma distinta de jugar. Y todo eso sin Griezmann, que estuvo pero como si no hubiera estado. El Madrid pierde su primera final internacional desde el 2000 y deja apuntes de buen juego coral de toque y una recapacitación de Benzema, pero la sensación de que le faltan cosas: exuberancia, gol, el hambre milenaria de Cristiano. Su histórica plantilla se ha visto erosionada cada año. El coste de la vida sube para todos y lo que tiene el Madrid es menos de lo que tenía.

    El partido comenzó con el gol más rápido en una final europea. 50 segundos tardó Costa en hacerlo todo ante un Ramos contemplativo.

    El Atlético empezó mandando. Cinco minutos de toque, "voluntad-de-pelota" y presión arriba.

    El Madrid respondió buscando a Bale y, alrededor del minuto 10, con el comienzo de un juego elaborado y dinámico que recordaba a los momentos mejores de Ancelotti y su centrocampismo. También presionaba. Los dos equipos se acercaban un poco el uno al otro: el Atlético con vislumbres de buen toque y el Madrid con arrebatos de presión organizada. El 4-3-3 se convertía en un 4-2-3-1 que retrasaba a Kroos como comienzo del juego con unos primeros pases fabulosos.

    Ante la ausencia de Cristiano, los jugadores parecían asumir solidariamente una mayor responsabilidad. Lo que hacían antes y un poco más. Benzema y Marcelo organizaron, en una especie de sostenido dúo, el principal canal de juego durante la primera parte. Asensio apareció también en el 17 con un taconazo que paró Oblak.

    Del 10 al 20, el Atlético sobre todo defendió, con un Lemar correoso, inteligente, instintivamente cholista por las dos bandas.

    El fútbol colectivo del Madrid trajo el empate de Benzema tras una gran jugada de Bale. Dio el gol con su derecha y poco después pudo dar otro con la izquierda en una contra en la que Asensio dudó en el área por ser demasiado zurdo, un tipo de jugada en la que se le debe empezar a exigir mediante la fácil (aunque odiosa) comparación con Raúl. Debe centrarse como 7. Ser 7 posicionalmente y ser 7 como goleador. Sin Cristiano, tiene que haber exigencias concretas.

    Isco, perdido en zonas muy interiores, comenzó a aparecer (bien de espaldas) y sobre todo lo hizo Casemiro, con cortes e intimidación táctica.

    El Atético, sin embargo, respondió a los mejores minutos del Madrid (posesión del 70% en ese instante, aproximadamente). Subió el juego, recuperó el balón, volvió al campo ajeno y Lemar tuvo algunas buenas conducciones sin acierto en el pase. Su primer regate siempre sale airoso. Dieo Costa aparecía mucho y resultaban constantes y casi familiares, incluso entrañables, sus clásicos encontronazos con Ramos. Griezmann era un problema porque no estaba, y se vio en Rodrigo una autoridad grande y sin aspavientos que situaba a Saúl y a Koke como lugartenientes naturales.

    Había sido una gran primera mitad. Hasta ese momento, el derby de fútbol quizás mejor jugado, menos trabado de los últimos años.

    Tras el descanso, el Atlético alargó las jugadas. Es un equipo ya anfibio: lo de siempre pero con una mayor calidad para jugar de otra forma. El Madrid tardaba en robar.

    Lopetegui cambió a Asensio por Modric y en el Atlético entró Correa por un Griezmann lejos de su forma. Antes de que se animara a combinar un Madrid repleto de medios (hubo un pase de primera clase de Isco a Bale), llegó el penalti, unas manos no del todo conscientes de Juanfran. Ramos no lo falló y redimió su pasmo del primer minuto.

    El Atlético notó el golpe, se fue del partido unos minutos y en el Madrid brilló su media, que es su ventaja competitiva.

    Bale pudo correr y Varane remató con peligro en un córner. En el Madrid pesaba el centrocampismo pero faltaba algo: era una app instalada, pero no ejecutada, una ballesta sin flecha, y no por Benzema, que fue el mejor con movimientos para todos. El Atlético pasaba siempre por Lemar y el Madrid se recostaba demasiado en su área, la chaise longue de Casemiro, que acabó con problemas físicos. Quizás forzó muy pronto un partido así, pero entre él y Llorente no hay color. Esos saltos de nivel son uno de los problemas del Madrid.

    El Atlético siguió a lo suyo, con el liderazgo inmediato de Lemar por las bandas y también por el centro, y el Madrid se convirtió en algo blando, muy relajado o cansado. En una larga jugada con error de Marcelo, Diego Costa, el mejor del partido y sin duda el más determinante, marcó el 2-2.

    La segunda parte del Madrid tuvo momentos decepcionantes. Demasiados jugadores por detrás de la pelota, Marcelo y Benzema menos brillantes, y el equipo echado atrás. Salió Lucas para darle punta al lápiz cuando el cansancio ya era general y todo se encaminaba a la prórroga. El efecto de Lucas (sin Morata, sin James...) ya no es el que era porque algo que no es solo Cristiano ha cambiado.

    Tras los 90, dominó de inicio más el Madrid pero marcó el Atlético: error de Varane que remató Saúl con un golazo a su estilo. Un Costa despótico le fabricó después el cuarto a Koke. Éxtasis rojiblanco en Tallin y un Madrid yéndose a menos como hacía muchos años.

    https://www.abc.es/deportes/futbol/abci-real-madrid-atletico-supercopa-europa-201808152048_directo.html

    Los detalles que tiñeron la final de rojiblanco
    El partido, igualado hasta la prórroga, cayó del lado atlético y dejó a los blancos sumidos en las dudas

    @abc_deportes

    El primer partido oficial de la temporada en las competiciones europeas deja a sus protagonistas con dos estados de ánimo diametralmente opuestos pese a que el choque, al menos hasta el inicio de la prórroga, fue bastante igualado. Para el Atlético de Madrid la victoria fue la confirmación de que el equipo no deja de crecer y optará a todos los títulos que dispute esta temporada. Para sus vecinos del Real Madrid la derrota ha hecho rebrotar las dudas sobre la pérdida de calidad de su plantilla y su reacción a la importante marcha de Cristiano Ronaldo.

    A estas sensaciones enfrentadas se ha llegado después de un partido que, hasta el minuto 90, fue bastante igualado y tuvo alternancias en el marcador, y que se decidió por varias cuestiones claves.

    La principal fue sin duda el derrumbe de la defensa madridista, que hizo aguas en la recta final del partido debido a varios errores individuales. Primero fue Marcelo el que, en un error icomprensible, acabó facilitando un gol del Atlético (el 2-2) en su intento de evitar un saque de banda intrascendente. Y al fallo del lateral brasileño se sumó la floja actuación del francés Raphael Varane, más evidente cuando los blancos se volcaron en ataque en los últimos minutos. Al campeón del mundo se le notó la falta de ritmo competitivo en su pugna con los atacantes rojiblancos y particularmente en los repliegues.

    En ese sentido Julen Lopetegui pecó de no dar galones para el partido a los futbolistas más rodados durante la pretemporada en beneficio de otros con más nombre. Así, el técnico vasco introdujo en el once al galo con un escaso bagaje en cuanto a preparación se refiere, dejando en el banquillo a Nacho, notable en los partidos veraniegos del equipo.

    Un error que no cometió Diego Pablo Simeone, al que no se le cayeron los anillos cuando decidió retirar del terreno de juego a Antoine Griezmann en el minuto 57 para dar entrada a Correa. Tras el partido, el delantero galo, uno de los últimos en incorporarse al trabajo de pretemporada tras haberse proclamado con su selección campeón del mundo, reconoció que se había sentido «un poco ahogado» desde el punto de vista físico.

    A la citada mala actuación de la defensa blanca en los últimos minutos contribuyó la salida del terreno de juego de Casemiro. Sólo dos minutos después de que se retirara del terreno de juego dolorido -el brasileño es otro de los que menos partidos había jugado en pretemporada- Costa logró el empate que envió la final a la prórroga. Incluso sin estar al cien por cien el mediocentro es un ancla para el equipo blanco, cubriendo los espacios que los defensores dejan cuando se incorporan al ataque.

    Tampoco fue el de otras grandes citas el guardameta Keylor Navas, que concedió un gol por su palo en el primer minuto de partido y no estuvo afortunado en el 2-2, si bien nada pudo hacer en los dos últimos goles rojiblancos. Al meta eternamente cuestionado pese a sus buenas actuaciones y sus títulos pudo pasarle factura el fichaje del belga Thibaut Courtois, que podría arrebatarle el puesto en el once.

    Un Atlético brillante

    Pero no los deméritos blancos inclinaron la Supercopa europea del lado rojiblanco. El equipo de Simeone demostró que mantiene su gen competitivo temporada tras temporada y no deja de crecer con fichajes que enriquecen su plantilla cada año.

    Diego Costa fue el hombre del partido, y no solo por sus dos goles. El hispanobrasileño fue un constante dolor de cabeza para Sergio Ramos y Varane y un desahogo para sus compañeros.

    El Atlético de Madrid esperó a su rival durante muchas fases del partido, dejándole que llevara el peso del juego, pero demostró una verticalidad y una pegada asombrosas cada vez que tuvo ocasión. El Madrid regaló en defensa, pero el Atleti hizo buenos esos fallos no dejando pasar ni uno. Únicamente Thomas desperdició una clara ocasión de gol con un desafortunado tropezón.

    No logró la misma efectividad el Real Madrid, que tuvo incluso una oportunidad de sentenciar el choque en la última acción con una clara acción que terminó en un remate de Marcelo que el brasileño no supo conectar de manera precisa.

    Volviendo al fallo de Thomas, el centrocampista fue sin duda uno de los acertados movimientos tácticos de Simeone durante el partido. El técnico argentino, que siguió el choque desde un palco por estar sancionado, movió sus piezas para secar a Bale cuando el galés amenazaba con comerse a la defensa rojiblanca, no temió prescindir de su estrella, Griezmann, para reforzar al conjunto, y sorprendió con Thomas en la media punta para dificultar la salida de balón blanca y robar balones como el que propició el 2-3.

    https://www.abc.es/deportes/futbol/abci-supercopa-europa-detalles-tineron-final-rojiblanco-201808161118_noticia.html

    AS

    Un título más, un trauma menos

    El Atlético se vino arriba en la prórroga y le ganó la Supercopa al Madrid. Doblete de Diego Costa y volea para la historia de Saúl. El Madrid empezó y acabó mal.

    Luis Nieto

    Todos los derbis europeos entre Madrid y Atlético son dramas largos, agónicos, extenuantes, estirados hasta la prórroga o más allá, un test de estrés para los futbolistas. Y todos los había ganado el Madrid menos el de Tallin, que fue y vino, pero lo decidieron Saúl con una volea para el recuerdo y un pase a la red de Koke. De Estonia vuelve rey de reyes y supera un trauma histórico, la última frontera de Simeone. Y mete al Madrid en un periodo de reflexión sobre su cicatería en el mercado.

    Si coral pretende ser el Madrid para disimular su orfandad de Cristiano, coral fue el error que le hizo entrar en el partido dando vueltas de campana: un envío largo de Godín se lo ganó por arriba Diego Costa a un Sergio Ramos relajado, Varane ni fue ni esperó y Keylor se tragó por su palo el derechazo violento del hispanobrasileño. Sucedió a los 49 segundos. Un comienzo perfecto para el Atlético, al que le cunden los goles más que a nadie.

    Pero fue un gol que no le aclaró este partido, porque el primer buen plan del Atlético, con Saúl sobre Kroos para hacer jugar a ciegas al Madrid, se agotó pronto. Marcelo, como tantas veces, fue metiendo al Madrid en el partido. Así comenzó a poner en marcha el posesiómetro y Lopetegui le añadió la imprevisibilidad del permanente cambio posicional de su cuarteto de violines. Isco, Bale, Benzema y Asensio fueron agitando el avispero, cansando a un Atlético que no tiene poética ni la persigue. El tanto inicial le condujo a un cautiverio consentido que condenó a Griezmann y Diego Costa. Sólo Lemar, que ofrece una buena dinámica de juego, no se sometió. Y Bale acabó por fungir de galáctico. Ahora sí, cinco años después, está para romper en gran figura. A su luz fueron creciéndose el Madrid, Asensio y Benzema. Oblak estuvo milagroso en un taconazo orientadísimo del balear y remiso después en un sensacional envío, tras sprint, de Bale que el francés cabeceó cruzado a la red. Sin Cristiano, Benzema se ha quedado sin socio y sin coartada. Y parece asimilarlo. Esta pretemporada ha decidido no perdonarse el gol, pese a que, un curso más, el club no le traerá quien le apriete.

    El Atlético desapareció sin dejar rastro durante media hora y pagó por ello. Probablemente menos de lo que merecía, porque un derechazo de Asensio rozó el palo. Poco antes del descanso pareció menos acurrucado, con dos buenas salidas de Rodrigo, un centrocampista total sobre el que girará el equipo durante tiempo, y algunas correrías de Lemar, aunque se quedara en la corteza. De Griezmann no hubo señales. Anda sin piernas y se le nota. Y a Diego Costa le faltó un puntito de precisión en las contras, cuando el Madrid sobredimensionó esa superioridad en los minutos centrales de la primera mitad.

    Del descanso regresaron dos equipos peores, más precavidos, más imprecisos. Aquello empezó a dejar de tener dueño y alboroto. Una fase de juego de espaldas a las áreas, a conveniencia del Atlético. Simeone quitó a su estrella, Griezmann, que resultó insignificante, y Lopetegui metió a la suya, Modric, que tampoco tenía combustible.

    El penalti y la remontada atlética

    Antes de que diera tiempo a nada, el Madrid se encontró un gol gratis por mano absurda de Juanfran. El lateral braceó con Benzema en un saque de esquina y cuando ambos se separaron metió el antebrazo en las barbas del árbitro para interceptar el centro. Ramos asumió lo que en tiempos fue función exclusiva de Cristiano y puso por delante al Madrid cuando más lejos andaba de mandar.

    El Atlético se vio cuesta arriba en una noche que empezó cuesta abajo y le regaló espacios a Bale, pero también se abrió nuevas perspectivas con Vitolo, para convertir en simétrico su ataque. Y como el Madrid también se equivoca, volvió a alcanzar el empate. Por evitar un saque de banda le regaló Marcelo un balón a Juanfran, que mejoró la velocidad de Correa y lo mandó a la red Diego Costa. Se lo había trabajado el Atlético, que pareció mejor en el sprint aunque no pudo llegar a evitar la prórroga, un martirio en la pretemporada. Pudo sortearla Marcelo en el último suspiro con una volea fallida. La de Saúl, en el tiempo extra, en cambio, fue una obra de arte. Thomas se la puso en suerte tras quitarle la pelota a un Varane dormido. Koke, después, cerró la fiesta. El Atlético tiene un título y un proyecto. Lopetegui, varias peticiones urgentes.

    https://as.com/futbol/2018/08/15/internacional/1534354432_953333.html

    Un Atleti cargado de buenas noticias

    Alfredo Relaño

    El capitán del Atlético, Godín, levantó al cielo de Tallin una copa que entierra una vieja maldición: hasta ahora, siempre que se habían cruzado en Europa el Madrid y el Atlético habían salido ganadores los blancos. Así había venido siendo desde aquel lejano desempate en Zaragoza, en 1959, hasta el quinto penalti de la final de Milán. Eso acabó ayer en este derbi jugado el día de la Virgen de la Paloma en tierra lejana y bonita, Tallin. Es un paso más en la escala de éxitos de este Atlético al que Simeone lleva con buena mano. Pero no es sólo él. El Atlético está viviendo en todo un tiempo esplendoroso, y este título lo ratifica.

    Ganó el Atlético y además gustó. Presentó novedades, lució a Rodrigo y Lemar, que llevan botas de charol, tuvo en Diego Costa un héroe desde el segundo 49, cuando les robó la cartera a Sergio Ramos y Varane, hasta que se retiró en la prórroga, con dos goles e intervención decisiva en el cuarto. Fue un gran Atlético, con la única excepción, puede decirse, de Griezmann, que acusó la corta preparación, algo natural. Pero el resto estuvo bien, y también el Cholo, con los cambios, que le sirvieron para manejar el ritmo del partido en la mayoría de las fases. Tiene un largo banquillo y lo supo utilizar muy bien. Ofrece un aspecto formidable.

    Enfrente, el Madrid era el mismo de Zidane, uno a uno, menos Cristiano. Se ha dicho mucho que sin Cristiano el equipo pierde goles y es verdad, pero también pierde rebeldía. Cristiano era el gran ambicioso del Madrid, el que arrastraba al resto. Ese papel lo hizo ayer Diego Costa en el Atlético, y nadie en el Madrid. Benzema y Bale son intermitentes y conformistas. Sergio Ramos anda corto de entrenamiento y le consumió su pelea con el de Lagarto. Este ha sido el primer partido ‘serio’ del Madrid sin Cristiano y lo que habrá que ver es el efecto que produce la derrota en la afición, que quedó dolida y sin ninguna tabla a la que agarrarse.

    https://as.com/opinion/2018/08/16/portada/1534370943_859453.html

    El Confidencial

    Diego Costa, cholismo en esencia para comerse la Supercopa de Europa

    Diego Costa marcó el primero, el segundo, peleó el tercero y dio el cuarto. Su manera de entender el fútbol es el relato exacto que Simeone tiene pensado para un delantero de su batallador equipo

    Gonzalo Cabeza

    En la ficcionada decisión de Antoine Griezmann, ese 'docu-reality' que trataba de explicar por qué un jugador como él se quedaba en el Atlético de Madrid, el delantero francés enfatizaba la necesidad de que el equipo fuese ambicioso. Era el argumento central de la pieza, contar que para que la estrella se mantuviese vestida de rojiblanco, se requería de refuerzos de nivel para que sus ambiciones colectivas fuesen parejas a las personales, que es de esperar que sean altas en una estrella de su nivel.

    Se hablaba mucho de fichajes, y los fichajes llegaron, aunque lo más importante del proyecto lo contaba estos días Simeone: mantener las piezas clave. Porque Griezmann hablaba de hacer crecer un proyecto que ya es de por sí grande. Y que, además, ha cambiado la tradición reciente del Atlético de Madrid, antes un club vendedor, incapaz de entrar dos años seguidos en Champions, ahora un grande de Europa. Dice el Cholo que ahora el entrenador no quiere marcharse, que la estrella, por más zalamero que fuese, también ha pensado que mejor de rojiblanco y que Diego Costa, en su exilio, solo quería volver.

    Diego Costa, qué jugador. La pasada temporada el Atlético se la pegó en la fase de grupos de la Champions, incapaz de sobreponerse al Qarabag, un equipo minúsculo que se les subió a las barbas. Es difícil pensar que eso mismo hubiese sido posible con Costa en el campo, y esto es una cuestión de fe. El hispanobrasileño estaba entrenándose con el equipo, pero la sanción de la FIFA al club por contratar menores le mantenía fuera del campo. Y lo notó el equipo, claro que lo notó.

    Porque hubo otros antes y después, algunos de ellos muy buenos como Agüero o Falcao, pero ninguno comprendía las necesidades del club, y especialmente de su técnico, como Diego Costa. No es el jugador más técnico del universo, eso se le nota a veces en la Selección, pero su derroche de energía, sus ganas incesantes, no tienen igual en el mundo del fútbol. Él es quien, con su esfuerzo, sacó petróleo de una jugada en el minuto 1. Se dio cuenta de que los centrales del Real Madrid no habían vuelto de vacaciones y, en su línea personal de actuación, entró con todo. Se escoró, sí, pero tampoco le faltan recursos para rematar, así que se sacó un sensacional derechazo pegado al palo corto con el que Keylor no supo o no pudo hacer mucho más.

    Su relación con Ramos

    Entre el primer gol, muy al principio, y el segundo gol, casi al final, Diego Costa hizo exactamente lo que se espera de él. Que importa poco que sea agosto que marzo, él no va a dejar de tirar desmarques y de buscarle las cosquillas a los centrales. Cerca estuvo de sacarle la expulsión a Sergio Ramos, que le tiró un codazo que, sin VAR, quedó en la nada. También es cierto que los dos son como Fred Astaire y Ginger Rogers, que si un pasito adelante, otro atrás, cuerpeamos, nos miramos, nos hablamos, nos pegamos, otra vuelta, otro pasito, otra carantoña, otro golpecito... un clásico del fútbol español.

    Su continuidad estaba cerrada cuando Griezmann deshojaba la margarita mientras jugaba a los videojuegos, pero de no haber sido así el francés se hubiese pasado todo el metraje, para más gloria propia, preguntando por su amigo Costa, ese delantero que es tan solidario que se apunta los moratones que le tocarían al resto de los jugadores de su equipo. El francés, campeón del mundo, no estuvo muy brillante en Tallin. Más bien al contrario. Ya cambiará, el talento está ahí, necesita unas buenas tardes con el 'profe' Ortega para recuperar el oxígeno.

    Pero esa transición, que la pasada temporada fue traumática hasta que el Principito recuperó el resuello, este año será más sencilla. Porque en el minuto 99 de partido, como ocurrió en Estonia, el delantero centro titular puede estar cansado, pero en él eso no es suficiente para no ir a intentar robar un balón. Se lo quitó a la durmiente defensa del Real Madrid, abrió su izquierda y el balón terminó en un gol sensacional de Saúl, otro que no sabe meter goles normales. También la fe suficiente para chocar con Carvajal unos minutos más tarde y abrir el camino del cuarto gol. Y así está Diego Costa, una vida entera molestando a los defensas del Madrid.

    El aprendizaje del Cholo

    En la lista de deseos de Griezmann, en ese documental en el que no se hablaba de dinero, como en las mesas de alta alcurnia, había la petición de que hubiese fichajes. También el francés sabía que Koke y Saúl, emblemas del equipo, renovaron tiempo antes. Es cierto también que, en el invierno pasado, el Atlético llevó a cabo una serie de ventas curiosa. Se necesitaba más gente y nunca sabremos si estaba ya en la cabeza de los dirigentes atléticos o, realmente, fue cosa del empuje de Griezmann lo que les llevó al mercado.

    Allí pagaron una morterada por Lemar, se aprovecharon de las vergüenzas portuguesas para llevarse a Gelson e hicieron una adquisición que puede ser histórica con la llegada de Rodri, un mediocentro joven que lo tiene todo para ser clave en los equipos que juegue. No está de más, en todo caso, recordar que el camino no será sencillo ni el aprendizaje fácil. Es una cuestión de memoria, no hay jugador que haya llegado sin más y se haya engarzado en el mundo del Cholo Simeone. Hasta Saúl y Koke, que hoy parecen forjados en el yunque del mono Burgos, tuvieron su proceso de adaptación. Lo más probable es que los nuevos también pasen por esa fase, pues siempre ocurre.

    Bueno, casi siempre. Cuando volvió Diego Costa no necesitó ni diez minutos para meterse en harina. Es cierto que lo suyo no era una novedad, pues estaba de vuelta, pero a Diego, en las mismas no le sirvió. La clave, en su caso, es que vive el cholismo, es parte de su esencia, no necesita pensar o vivir como pide Simeone, pues le sale con la naturalidad del niño que llora cuando tiene hambre.

    El sueño de Griezmann se ha cumplido, el equipo de hoy es mejor que el del pasado y soñar con títulos, llámenlo Liga o la obsesión de la Champions, no es descaro, es realidad. El mundo no ha cambiado lo suficiente para que Simeone reconozca esto, por supuesto. Como tampoco cambiará las esencias de su juego, el Atlético nunca se relajará y basará su mundo en una intensidad alta, mucho más que en una querencia por el balón. Podría ser más bonito, pero no se puede reprochar a nadie ser coherente con su historia. Sobre todo si esta es una de éxito.

    https://www.elconfidencial.com/deportes/futbol/2018-08-15/simeone-diego-costa-supercopa-europa-resultado_1604842/


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