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mayo 2007 - Artículos

Hijos de un Dios menor
Dicen que no hay mal que cien años dure, que tras la tempestad llega la calma, que las derrotas dolorosas suelen ser preludio de gloriosas gestas.

Dicen todo eso y aún recuerdo mi llanto en Vetusta. Eran lágrimas desconsoladas de alguien que llevaba tiempo sabiendo lo que iba a ocurrir; pero que no podía admitir que hubiese pasado.

Tenía una mano ensangrentada por un puñetazo a la grada y la cara tapada por una bufanda de orgullo que intentaba ocultar que el corazón se había roto, que dijo basta justo en el momento en que sonó ese cruel silbato...

Se llama Fernando, tiene 23 años y ya es Dios... Un Dios “menor”, por ser Niño, un Dios de un pueblo que lucha por su tierra, por sus recuerdos, por las derrotas, por los vencidos.

Se apellida Torres y es más alta y poderosa de lo que nunca podríamos imaginar los que estábamos en el campo aquél día.

¿Nos lo merecemos? Pues creo que sí. Aunque a veces tenga dudas.

El otro día lo volvió a dejar claro. Dónde no iría jamás y que tendremos la suerte de verlo otro añito.

Que será lo único que nos haga dudar de si será “otro timo” o la continuación del que hay ahora. Y es que nunca he estado de acuerdo en demasía con ése nuestro eslogan, al menos en lo que concierne a la segunda parte, ya que otro año, o temporada, sí es; pero el timo es el mismo, el de hace ya tantos años que ni me acuerdo.

Se queda D. Fernando, nuestro Rey, entre otras cosas, para que puedan criticarle esos fantásticos atléticos de boquilla, ávidos de desinformarse en el primer y más cutre panfleto que puedan encontrar, seguros en su absoluto desconocimiento de la historia del Club.

Para que podamos disfrutar de un pura sangre rojiblanco, de alguien que siente lo mismo que nosotros dentro del campo; pero él está en el césped, desesperado, sabedor de que es un crack y consciente de que se le negará TODO, porque ha vivido eso desde pequeño.

Y mirará incrédulo al árbitro cuando no le pitan esas faltas tobilleras que dejarían un mes en casa a cualquiera; sin embargo se levanta enseguida, está acostumbrado a ello y sabe cómo evitarlo, y eso enfurece más a las aficiones contrarias...

Y cinco minutos después no llegarán a darle, la elegancia de los elegidos se manifestará en un perfecto galope hacia el área, para encarar al portero.

Alguno pensará "¡Otra más que falla!", sin tener en cuenta que lleva corriendo como un loco todo el partido, llegando a balones imposibles y acumulando un cansancio que resulta poco compatible con la lucidez. Otros permanecerán atentos para fundamentar una opinión que todavía no tienen clara...

Y algunos, para quienes es nuestro hijo o la representación de lo que siempre quisimos que saliese de la cantera o el último mohicano, el heredero de un antiquísimo legado INDIO, o simplemente nuestro Niño. Algunos, digo, desearemos con todo el corazón que marque. No ya por ganar o perder el partido, sino por verle feliz. Por ver esa sonrisa de pícaro en su cara, de cómplice con los que llevamos esa sangre rojiblanca que nos hermana.

Imagino que el día del Mallorca habrá quedado en la memoria de muchos de vosotros. De la mía espero que nunca se borre y por si algún día la salud me hace una mala jugada he decidido guardarlo.

Alguno estará sorprendido del gol elegido por aquellas cosas que tiene el Aleti de que después nos empatan a lo tonto y eso...
O porque no es que nuestro Niño vaya necesitado de golazos, sin ir más lejos el del Coruña, como para tener que recordarle por ese balón picado en carrera...

Pero es que lo bonito de ese tanto es lo que vino después. Deja que todos los compañeros le abracen y se levanta tranquilo, sonriendo y con la cara de travieso que conocemos. Mira hacia atrás, hacia el Frente, y con sonrisa de complicidad da dos golpes en el pecho para contarnos lo que ya sabíamos: que nos quiere, que ama a éste Club al menos tanto como lo podemos hacer nosotros. Que se siente orgulloso de ser denostado, vilipendiado y no reconocido por su negativa constante a acercarse siquiera a la parafernalia blanca.

Que forma parte de la grada, aunque está en el campo, y que Dios le ha dado una espalda para soportarlo todo.

Mucho tiempo hacía que no teníamos esas sensaciones. Al menos yo desde Paulo (y creo que ésta es cien veces más intensa). Nos las quieren quitar, es probable que lo hagan (mi opinión es que no, que conste), pero lo que sería duro es ver al Niño mendigando una salida.

Actitudes como ésta generan, ya están generando, nuevas camadas de atléticos orgullosos. Hijos de la desesperación y del fracaso; pero adoradores de un “Dios menor”, de casa, ejemplo de lo que cualquiera podría lograr saliendo de nuestra cantera.

Que nos de un año más de ganas de ver fútbol y luego... Luego ya lo pensaremos. Igual somos campeones y decide quedarse, porque soñar es gratis aunque nuestros dirigentes no.

Posted: 05 may 2007, 12:00 por SDHEditor
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