Columnas del Foro

Las Perlas del Foro de Señales de Humo

Sobre las Columnas

El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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junio 2005 - Artículos

Objeto de estudio (28/06/2005)

Harvard va a estudiar al Atleti, ¡¿no es maravilloso?!  Aunque no deberíamos felicitarnos antes de saber el área de conocimiento de la prestigiosa universidad americana que se encargará de la tarea.  Porque podría variar mucho la cosa dependiendo de cuál fuese la elegida.


 ¿El departamento de Anatomía Patológica? A lo mejor vienen a tomar unas muestras de los cerebros de Cerezo, Gil Marín y los babiecas que ponen esas estupideces en los periódicos (de quienes incluso los investigadores se podrían llevar la cabeza para disecarla; a juzgar por el uso que le dan sus titulares es una parte del cuerpo que les sobra). De ser así, no tardaríamos en ver un informe titulado:  “Localizado el punto del encéfalo responsable de la cerrilidad profunda”. Pero también pudiera ser el departamento de Derecho Penal (hay abundante materia delictiva para un estudio sobre la okupación de alto standing.) O el de Antropología Comparada. (“Pervivencia de la mentalidad primitiva en las sociedades aparentemente avanzadas”.) O el de Genética. (“Descubierto el gen que vincula a una parte de la población con el extinto hombre de Neanderthal”.) O el de Publicidad y Marketing. (“De cómo engañar al seguidor rojiblanco con la anuencia de éste y la inestimable ayuda de los medios de comunicación”.) O el de Sociología. (“El ilusionismo como bromuro apaciguador de las masas balompédicas”.) O el de Economía y Altas Finanzas. (“Ingeniería e imagineria contables”.) O el de Fenómenos Paranormales: (“Vida aparente de los fantasmas”.) Etc., etc.
Riquelme y el descrédito (24/06/2005)

 ¿Y por qué iba a venir Riquelme al Atleti? El Villarreal es mejor, paga más y disputa la Champions. En el cuadro levantino Riquelme ha encontrado el aprecio que no le deparó su paso por el Nou Camp; trabaja en un club que hace por él o, al menos, no le pone zancadillas; y en el césped se compenetra a pedir de boca con el delantero Forlán. Hubiese sido un desagradecido y un tonto si, en nombre de no sé que compadrazgo o amistad con Bianchi, hubiera despreciado esos bienes seguros por otros sumamente hipotéticos. Además, ¿qué Atleti ha visto Riquelme en las tres temporadas que lleva en este país? Un campeón del fracaso, un equipo barroco en su ridiculez, una institución enloquecida y menguada en la que se entra ídolo y de la que se sale alfeñique.  (Un ejemplo canónico de lo que puede esperar cualquier futbolista del club rojiblanco nos lo ofrece el propio asunto Riquelme. El mismo día y a la misma hora en que Toni proclamaba su fe carboneril en que el as recalase en el Atleti —ahora ha cambiado de parecer—, Cerezo descartaba toda posibilidad. ¡Qué jaula de grillos!)  
Me cuentan que la campaña de renovación de los abonos ha empezado antes que nunca y las cartas en las que se invita a la gente a retirar su carné son más perentorias que en otras ocasiones. No tienen un euro (o no lo quieren invertir en el club) y los fichajes no culminan por falta de fondos. Pero la afición teme la enésima estafa. Sospecho que, desde el retorno a Primera, el estadio ha ido perdiendo público (me gustaría conocer la cifra no oficial sino real de abonados). Los locutores que narran los partidos del Calderón por la tele siempre aúllan: “¡Gran entrada; ambiente magnífico!”, pero la noche de la final de Copa se pudo ver lo que es el Manzanares lleno, y parecía otro campo. El descrédito y la carcoma se asemejan en más de un punto. Tienen en común el carácter subrepticio y demoledor; y cuando irrumpen ya es tarde para eludir el siniestro total.
La zona noble (21/06/2005)

 En mi libro “El Rojo y el Blanco” expuse, en un tono espero que lo bastante hiriente, mi repulsa hacia los tópicos usuales en la prensa deportiva, si bien, por razones de espacio y oportunidad, indulté bastantes. Claro que el empleo mecánico de fórmulas consabidas o frases hechas produce a veces un involuntario efecto humorístico. Verbigracia: en la “zona noble” del campo tal o cual, se piensa, se dice, se cree… Por “zona noble” tradúzcase los que pinchan y cortan, los responsables, los que mandan en un club. Pero el latiguillo, aplicado a la directiva del Atlético de Madrid, mueve a la carcajada. ¿Qué nobleza, figurada o real, puede haber en el palco del Manzanares o en cualquiera de sus oficinas?  
El 26 de junio se cumplirán los 18 años de un acontecimiento funesto para la suerte del club: la sustitución al frente del Atleti de un presidente juicioso y bien educado por otro atrabiliario, grosero e inútil. Vicente Calderón había muerto y su baja era forzosa, pero, difunto o no, valía mil veces más que los vivos que lo reemplazaron en la zona noble de la entidad: Gil y su parentela. Gracias al libro de Bernardo Salazar “Cien años del Atlético de Madrid” estoy en disposición de ofreceros algunos fríos datos, tan fríos que resultan escalofriantes. ¿Sabíais por ejemplo, que, con la venidera, el Atleti llevará seis temporadas consecutivas sin jugar en Europa? En 18 años de Giles y Cerezos ha participado en una Copa de Europa, dos Recopas y siete Copas de la UEFA. (Eso sí, ha tenido el dudoso honor de haber jugado la Intertontos en una oportunidad.) Ergo: casi la mitad de esa edad de oro, el Atleti se abstuvo de cruzar las fronteras del país (Ahora bien, ¿y lo que se ahorró en aviones y hoteles?) ¿Sabíais que, desde que se permite que no sólo el campeón de liga juegue la Champions se han clasificado para disputarla los siguientes equipos españoles: Real Madrid, Barcelona, Coruña, Valencia, Bilbao, Real Sociedad, Betis, Villarreal, Mallorca y Celta?  El Atlético, nunca. En un artículo de Señales de Humo aventuré la cifra de 200 jugadores adquiridos o promocionados desde las divisiones inferiores durante la era Gil. Me equivoqué; sólo han sido 185 futbolistas (188, con otro cómputo y faltan los de este verano); además, hubo 44 cambios de entrenador. (Si se considera que Luis y Antic culminaron tres temporadas completas cada uno, resulta que en los 12 ejercicios restantes hubo 42 despidos de míster.) Y todavía algún besugo nos invita a que confiemos en la zona noble del Atleti. ¡Anda ya, cara cartón!
La desconfianza es un grado (15/06/2005)

 Maradona y Menotti temen por el prestigio de Bianchi. Es normal, son sus amigos o lo admiran y saben que el Atleti de hoy tritura a los profesionales del balompié. También coinciden en señalar que al conjunto colchonero no le hacen falta sólo dos o tres jugadores —como sostiene gran parte de la crítica nada especializada del país— sino bastantes más. En realidad es un equipo por construir, como de costumbre.  
No obstante, Toni (un tipo previsor como pocos, honra y prez de su oficio) ha pensado en dos hombres por cada puesto a reforzar: Saviola o Javi Guerrero, Petrov o Ze Roberto, Riquelme o Gabi, Luque o Duda. (Del mediocentro todo lo ignoramos, ¿no era el del Olympique de Lyon?, pero ahí están Luccin y Colsa, por si nadie se anima.) Noten que, sobre el papel, los primeramente nombrados son los buenos (por eso no vendrán) y que la diferencia de clase y caché con los citados en segundo lugar es de tal calibre que el más leve amago de parangón constituye un insulto a la inteligencia. También se asegura que el Zaragoza nos traspasará a Galletti (¿será para suplir a Velasco, para competir con Gronkjaer o para ocupar la banda que dejará libre el danés cuando haya que poner a éste de interior zurdo ante las espantadas de última hora de Petrov y Ze Roberto?). Por si no lo sabéis, Galletti tampoco es un crack. Y aún me queda la duda de Duda. Repasemos: Javi Guerrero, Galletti, Duda y Ze Roberto (o nadie), amén de la cantera, pródiga en futuros astros del balón. (La propaganda del club alardea de unas secciones inferiores que son la envidia del país, pero tampoco en este punto engaña ya al forofo menos reflexivo: no hay entre los jóvenes ninguna figura en ciernes, con la excepción de Torres). De ahí que, en punto a proyectos y tratándose del Atleti, la desconfianza sea obligatoria. Bianchi debe saber que el cuadro del Calderón es una loquería peor aún que la de la Roma. Y allí tampoco le fue bien.  
Mi cromo en el autobús (15/06/2005)

 Uno de los recuerdos más gratos de los que uno tiene de su etapa es escolar es, sin duda, aquel mediodía de invierno en el que cada año, a la salida del colegio, alguien, a  quien nunca pondría cara, regalaba álbumes y cromos de la liga de fútbol, con la aviesa intención de que, los próximos meses, te gastaras los tres o cuatro duros que juntabas a lo largo de la semana, en comprar aquellos preciosos sobres en los que siempre faltaba el mismo. 

 


 

He de reconocer que nunca fui constante y que rara vez acabé uno de estos álbumes. Nunca fui de aquellos niños que, al llegar la primavera, lucían voluminosos fajos de cromos aprisionados por un elástico, dispuestos a cambiar quince o veinte ejemplares por aquel que, semana tras semana, se negaba a aparecer. Eso sí, los del Atleti los tenía todos. Reina, Melo, Eusebio, Heredia, Capón, Adelardo, Irureta, Ufarte Luis, Gárate, Alberto, Ayala... No me faltaba ninguno. 

Confieso que no paraba hasta conseguir el de Melo, que era de Plasencia como yo, luego Adelardo y Eusebio, que eran de Badajoz y también eran paisanos y luego hasta llenar la página del Atlei que era, de verdad, la única que me importaba. 

Nunca pude imaginar que, veinte años después y mientras viajaba en un autobús urbano camino del periódico me fuera a encontrar sentado enfrente de uno de mis cromos. No podía ser. Era la línea que, pasando por detrás de Simago, enlazaba la estación de autobuses con el Cerro de Reyes. Allí, camino de San Roque iba yo, tan pancho, delante de Eusebio, con la sensación de no saber si pedirle un autógrafo, saludarle o agradecerle todo lo que hizo por el Atleti. Como nunca he sido un dechado de arrojo, dejé pasar mi ocasión y mi cromo se bajó en Isidro Pacense. Pasaron años hasta que vencí el pudor para contarlo y aunque luego, esta profesión, me ha permitido conocer a otros muchos de mis cromos, siempre recordaré la sensación que me supuso que aquel espigado y elegante defensa central era más que un cromo y viajaba en mi autobús.

  

Posted: 15 jun 2005, 12:00 por SDHEditor
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Mentideros (11/06/2005)

Mentidero: “Sitio o lugar donde, para conversar, se junta la gente ociosa”. (D.R.A.E.) Me atrevería a proponer otra acepción: asilo de papel impreso al que se acogen los más deficientes prosistas y las mentes más chaladas del universo mundo.  
Ya sé por qué se dice ‘rotativo’ como sinónimo de periódico: porque la tontería es cíclica como las estaciones y va rotando con ellas, igual de majestuosa y fatal que Júpiter alrededor del Sol. Los calores del verano reblandecen la sesera de los que trabajan en esos emporios del sinsentido común que son los diarios de deportes. Un ejemplo: Abramovic —nos informan— está loco por el “Niño” y lo quiere incorporar al Chelsea al precio que fuere. Necesita un delantero goleador (sic) y trae, para llevárselo, 24 millones de euros en un baúl. (Así, en billetes de cinco, para que Cerezo y su socio se lo pasen bomba contando la pasta.) El club, por supuesto, dirá que no.  Sin embargo, para que vengan Luque, Riquelme *, Petrov, el francesito del Lyon, etc. (en el supuesto harto improbable, por no decir imposible, de que esos pregonados fichajes no constituyan la habitual cortina de humo desplegada durante el periodo de renovación de los carnés, habrá que deshacerse de Perea y de Torres, soltar a Ibagaza, etc. ¿Que son tres de la base? La base no es inamovible, o ¿qué os creíais? La base es la base, pero no es básica. (No me culpéis por el galimatías: no está en mí sino en ellos.)  Buscaban esta vez un entrenador de perfil alto: maduro, célebre y con palmarés (como otras, lo preferían joven, desconocido y hambriento de títulos —o sea, económico—). Les va a salir —le va a salir al club— por un ojo de la cara. Creo que le dijeron a Bianchi que hay base y defensa y una cantera prodigiosa, pero el  “Virrey” replicó que sí, que eso está muy bien, pero que quería un par de años de contrato a razón de 2 millones  por temporada. Si lo cesan en abril, siempre pueden darle empleo en la web o confiarle el cuidado del césped.  Esta vez los hados y los magnates van a permitir que Toni fiche sin intromisiones. ¡Todo el mundo al refugio; las mujeres y los niños, primero! Musampa, Novo, Nano, Sosa, Rodrigo, Simeone, Colsa, Velasco, Nikolaidis, Salva, Luccin, Gronkjaer, De los Santos, Aragoneses…¡No tiene peligro el tal Toni!  Los valencianos protestan porque, cuando se ponen a negociar con el Atleti, la parte rojiblanca se va de la lengua y trasciende hasta el color de la ropa íntima de los negociadores, la marca del coñac que degustan, si tienen querida, si adoran a los animales... En la ciudad del Turia deberían aprender de una vez que Di Vaio, Angulo (o quienes sean los sujetos objeto de la conversación) cumplen en el discurso de Gil Marín dos papeles: el de indicarle a la masa colchonera que ningún sueldo tan merecido como el suyo (¡hay que ver lo que trabaja ese hombre!); y el de abrir el apetito de los hinchas que aún no han renovado su abono.  El genial Cerezo aconseja al futbolista o al coach que no soportan la presión que entraña ponerse la camiseta del Atleti que se busquen un equipo de la mitad de la tabla, de esos que acaban entre el 12 o el 14 (¡sic!). Que yo sepa hay 20 clubes en primera división; la mitad son 10. El suyo se ha clasificado en undécimo lugar. Ergo: los jugadores y el míster podrían muy bien replicarle: estamos donde nos merecen, imbécil. Cerezo también ha tenido otra ocurrencia de borderline.  “La afición debe entender que unas veces se gana y otras se pierde” (¡sic!).  ¿Y dónde están las victorias, tío listo?  * (Nota.) Esta columna fue escrita antes de que el citado jugador confirmase su interés en venir al Atlético suscribiendo un nuevo contrato con el Villarreal.  
Posted: 11 jun 2005, 12:00 por SDHEditor |
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La derrota como método (10/06/2005)

El título de la película del realizador colombiano Sergio Cabrera: “Perder es cuestión de método”, le cuadra al Atleti. Muchas veces me he preguntado si lo que le ocurre al club del Calderón es el producto de la pura estupidez de sus dirigentes o, más bien, el efecto de una política de liquidación astutamente calculada. Los Gil le han sacado un provecho fabuloso a la institución y sin necesidad de que ésta se engrandeciera; todo lo contrario, bajo su gobierno, el Atleti, año tras año, no ha hecho otra cosa que disminuir; ahora está en la ruina, desprestigiado y al borde de la extinción.

 
Empero ese desastre —del que muy pocos seguidores rojiblancos son lo bastante conscientes—  ha sido el combustible de los Gil, la gasolina o el hidrógeno líquido con el que han despegado, cual cohetes, hacia la fama y los dineros que la fama procura. (Gracias al Atleti, desembocaron en la política, dinamizaron sus negocios en la Costa del Sol, etc.) Es algo que debería constituir un motivo de reflexión, porque si Berlusconi o Abramovich se hicieron famosos por levantar a dos clubes de fútbol que no atravesaban por su mejor momento, Gil —con la inestimable colaboración de sus hoy herederos— alcanzó la notoriedad ¡pese a hundir al Atleti!, habiéndole bastado una grosería sin fisuras, una demagogia sin concesiones al sentido común y una docena de comparecencias ante los tribunales para alcanzar la cumbre.  (Y ni el descenso a Segunda inmutó a la hinchada. De lo contrario, hubiese convertido el Calderón en un infierno para el personaje y su gang.) El caso es que el Atleti es el club más previsible del mundo: ya sólo conoce el fracaso, la mentira y el bochorno. Antes se decía que era capaz de lo mejor y de lo peor; ahora únicamente se supera a sí mismo en la segunda de sus clásicas facetas. Sí, tiene que haber un método en este continuo despropósito.  Para Gil Marín está claro que el Atleti representa un sueldo (quizá el más alto que abona el club) y la posibilidad de hacer negocios. Cerezo figura, se relaciona y, además, decora las camisetas del equipo con la propaganda de sus películas (sin temor al ridículo, digámoslo de una vez). Y me extrañaría que su empresa le pagase un chavo al Atleti. Uno y otro están la mar de bien. Eximidos de invertir y de administrar, apuran sus trapicheos sin otro horizonte que el año próximo.  Y puede que ni siquiera. Dentro de un mes sabrán a qué atenerse con respecto al estadio (la candidatura de Madrid para organizar los JJOO del 2012 habrá sido elegida o rechazada). Si sale cara, aguantarán hasta que vendan el Calderón. Si sale cruz, se desharán de los pocos jugadores cotizados. Churchill dijo, refiriéndose a la RAF después de la Batalla de Inglaterra: “Jamás tantos le debieron tanto a tan pocos”. Aquí la frase justa sería: jamás tan pocos defraudaron tanto a tantos. ¿Se os traba la lengua? A mí se me hace un nudo en el estómago. Presiento el final.
La base (04/06/2005)
Los analistas que se ocupan del Atleti deben de ser de Al Qaeda porque, si no, ¿qué diablos hacen todo el día afirmando que hay base en el equipo? Sí, de acuerdo, a fuerza de insistir, pretenden que el público del Calderón se trague un anzuelo cebado con esperanza, pero tanta machaconería no consigue más que avivar las dudas. ¿Posee la plantilla del Atleti mimbres para confeccionar un cesto que no sea la deleznable bolsa del hipermercado? Echemos una ojeada al plantel del club hombre por hombre y línea por línea.  

 

 LA DEFENSA

 

 Leo Franco. No es el mejor guardameta del mundo, pero actúa con sobriedad. De buena estatura, sus piernas asaz flacas y poco potentes le traicionan en ocasiones, sobre todo en los saques de esquina. Sin embargo, es un tipo cabal; sirve.  Velasco. Un dos ni muy rápido, ni muy fornido, ni muy técnico. En suma, mediocre.  Pablo. Central de magnífica estampa: alto, fuerte y, no obstante, veloz. Ha de mejorar en el manejo de la pelota y de las situaciones y en el remate de cabeza. Conforme transcurría la temporada fue de más a menos, pero, incluso triste y desincentivado (desde el punto de vista deportivo), cumplió.  Perea. Impecable en el cruce y en el corte, es un zaguero potente y rapidísimo.  Sin embargo, se atocina en no pocas oportunidades y despeja la pelota al tuntún o la regala.  Antonio López. Buena zurda; es listo y rápido, pero le falta cuerpo. Su rendimiento disminuyó después de que lo seleccionasen.  García Calvo. Útil como suplente.  La defensa es la línea del equipo mejor nutrida; no obstante, ni posee un dos que inspire confianza, ni un lateral zurdo que pueda competir con Antonio López y, eventualmente, reemplazarlo.  EL CENTRO DEL CAMPO.  Luccin. No sabe jugar en la demarcación que ocupa. Tiene el vicio de girarse hacia el área propia mientras intenta proteger el cuero y, a menudo, lo pierde en posiciones comprometidas. Se enreda y esconde y no posee las dotes de mando y el chut que necesita un mediocentro.  Colsa. Premioso, sobre todo en los giros. Casi nunca llega a tiempo al corte, por lo que no vale para presionar. Técnicamente, normalito. No remata mal de cabeza y marca algún gol, pero en conjunto no atesora capacidad suficiente para ser fijo en un cuadro de los de arriba.  Sosa. Actúa a diez por hora y da bastante cera. Inepto para el fútbol del Viejo Continente.  Núñez. No es un zote y chuta, pero posee el cuerpo de un niño. O sea, la liga de aquí le viene grande, al menos si ambiciona militar en un conjunto puntero.  Gronkjaer. Blando, frágil, alérgico al gol. No es malo con el balón en los pies, pero resulta previsible en sus maniobras (como casi todos los extremos puros.)  Ibagaza. Vino como protocrack, en plan jugador franquicia, pero no lo es. Le falta estatura y músculo. Sabe jugar, pero es difícil que brille sin un buen rematador a su lado. En horas bajas.  Nano. Un físico tosco,  completamente inadecuado para desenvolverse como interior. Es inútil enviarle un centro en profundidad. Posted: 04 jun 2005, 12:00 por SDHEditor | con 1 comment(s)
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Esto es lo que hay (03/06/2005)

¿Por dónde empezar? Sin duda, por lo último. El Atlético ha terminado la Liga en la undécima posición, dos puntos por encima del Getafe.  Es un balance bochornoso, no gris o mediocre, dulzones calificativos tendentes minimizar el fracaso.   
 Algunos piden paciencia, pero, del mismo modo que dialogar con quien te quiere romper la cara es inútil y peligroso, la paciencia, frente a calamidades que nada tienen que ver con la pura adversidad o la mala suerte y se repiten durante lustros, es directamente suicida.  Para que nada cambie es preciso que todo cambie, según la sabiduría —más amarga que cínica— de Lampedusa. Dicho de otra manera: para que permanezcan al frente del club quienes lo han arrastrado por los suelos, es menester que se vayan los demás: técnicos, jugadores, empleados… En las películas del Far West o de la Cosa Nostra, no falta el pistolero cobarde que se parapeta detrás de la gente en los tiroteos.  Los vendedores de ilusión —que la saben muerta—  no tardarán en comprobar que su industria se parece a la de los embalsamadores: lo esencial es el que el fiambre no apeste y no tanto que parezca dormir.  Cuando nada se puede hacer —y poco importa que la impotencia sea imaginaria—, muchos reaccionan abrazándose al desastre. De ese modo la calamidad se transmuta en algo querido o voluntario.  Los cánticos de autoafirmación colchonera, las protestas de cariño incondicional, confieren al hundimiento del club un aire de triunfo.  “¡Atleti for ever!”: he ahí un eslogan fruto de la idiotez y la vagancia.
Y la tiniebla se hizo (02/06/2005)
1) La heroica tozudez con que muchos comentaristas perseveran en el tópico es índice de su escaso juicio, pero también el síntoma de que la función que cumplen está en decadencia. Habituados a las frases resultonas y a un estilo publicitario de narrar lo que pasa (pero la publicidad es el arte de dar gato por liebre),  los cronistas del deporte contribuyen a oscurecer minuciosamente los acontecimientos, en vez de arrojar un poco de luz. La consigna es: ¡Hágase la tiniebla! Ahora se ha dado en decir que Fernando Alonso es un volcán y Kimi Raikkonen, un iceberg. ¿Qué tendrán en el cerebro y en los ojos esas luminarias inversas?  Porque hasta el más lego en la competición automovilística puede comprobar que, al volante de un Fórmula 1, Alonso es bastante calculador y cuidadoso con su vehículo,  mientras que el mal llamado “finlandés de hielo” (sic) conduce de un modo brusco, maltrata a su bólido y por eso lo rompe. Dicho sea de paso: la mala y la buena suerte de Raikkonen y Alonso tienen que ver casi siempre con su estilo de pilotaje.  
 2) Casi todos los analistas consideran que el “divorcio entre la afición y el club” es un mal para el Atlético de Madrid, cuando en realidad bien pudiera ser el principio de su remedio. Aquí impera el lugar común de que la unidad es fantástica (tope guay) y la controversia, al presuponer dos posturas, dos pareceres, dos voluntades disímiles y enfrentadas, constituye una desdicha porque desune.  El filósofo T. W. Adorno escribió: “Creo en el enfrentamiento”. Los ideólogos del deporte sólo creen en la victoria (pero no en la competición). Y si las cosas van mal, al menos cuando del Atlético se trata, predican el cierre de filas, el aparcamiento de las diferencias, la fe sin obras.  Antes muertos que sensatos.  3) El tamaño importa. Decía Ambrose Bierce que la adoración es un sentimiento abyecto que se vive con orgullo. El que adora halla en esa interminable genuflexión un modo de extraer grandeur y de participar del carisma de la cosa venerada. Desde la postura y la altitud de una criatura arrastrante, cualquier terrón, cualquier pella de barro, se antoja el Everest. Ni Mauro Silva ni Fran han sido genios del fútbol. El uso de esa palabra, con la que se intoxicaban en el XIX los románticos, está de más en el deporte. Pero cómo van a renunciar a su empleo los adictos a la grandeur. Sería pedirles la Luna. El idioma se les ha caído encima. Sufren la “maldición del superlativo” (V. Klemperer). Si Helguera es un galáctico, Fran, como poco, será un genio; Hierro, un gigante; el triunfo del Liverpool, una hazaña colosal, etc. Ahora bien, no nos engañemos. En el fondo, ¿qué es un crítico hoy? Un cura del consumo. 
Pasen y vean el Retablo de las maravillas (02/06/2005)

Como todos los años, también éste, al finalizar la campaña futbolística -aunque a la nuestra, desde que somos propiedad de los Gil, por lo normal, le sobra la primera sílaba del calificativo-, nuestros dueños, que no señores, salen de gira por el mundo con su teatrillo de marionetas.

Corto es su repertorio, pues un año tras otro se limitan a escenificar con más pena que gloria su particular versión del Retablo de las maravillas.

 


 

Como en el delicioso entremés cervantino, también aquí tenemos nuestros particulares empresarios del espectáculo; o sea, nuestro Chanfaina y nuestro –que no nuestra- Chirinos.

Hasta el pasado año, el verdadero jefe de esta especie de chirinola que nos desgobierna apenas dejaba sitio a sus colegas, pues con su oronda figura y desbordante verborrea, se adueñaba de la escena entera. Por eso, el verdadero segundo de la misma, y para muchos su auténtico "cerebro", operaba entre bambalinas, a modo de efectivo –o sea, no ficticio- Tontonelo.

Cuando desaparecido el primer y genuino Chanfaina, nuestro Tontonelo ha debido asumir su papel, enseguida ha acusado el sofoco que dan los focos y el agotamiento –más mental que físico- que producen los micrófonos –sobre todo si hay que compartirlos con descarados mindundis. Por ello, ha vuelto a ocultarse tras la tramoya, cediendo todo el protagonismo al empelucado Chirinos, que curtido en lo de la vida pública y el mundo del espectáculo, así como provisto de fluido y convincente verbo, no tiene reparo en poner la cara –más que darla- un día sí y otro también. Claro que cuenta al efecto con la inestimable colaboración de un siempre impecable Rabelín, pero sobre todo con la de la claque de los medios de desinformación deportiva, que, de acuerdo con su modo de entender el negocio periodístico, actúa de auténtica animadora del cotarro, jaleando al gallinero donde se acomoda la hinchada. Y hablando de acomodarse, ¡ojo con los acomodadores!, siempre prestos a sacudirle un linternazo a cualquiera que disturbe el normal desarrollo de la función.

Provista de tales auxilios, la rojiblanca compañía de títeres, consigue ilusionar un año sí y otro también a la embobada concurrencia, quien jura ver con sus mismos ojos cada año como "eto’os", "riquelmes", "robinhos", "teveces" y demás maravillosas criaturas del firmamento futbolero se enfundan delante de ellos la elástica rojiblanca y reconducen a nuestro club a los senderos de la gloria –como sin duda son los de jugar la esplendorosa Copa de la UEFA actual.

¿Y quién se atreve, no ya como el furriel del cervantino entremés a desmontar la función, sino tan siquiera a sospechar del engaño, como el gobernador? ¿Quién quiere pasar por "converso" o hijo de madre vikinga? Iba a decir que nadie, pero sí, alguno hay: un grupito de mindundis, que animan a la clientela a que, al menos, deje el sórdido gallinero y ocupe el patio de butacas. Vano intento el suyo, por lo que parece, con lo cual, a la postre, se demuestra que en realidad nadie son. Pues en este teatro del mundo, sólo es quien es en los medios, para los cuales, como sobradamente demostrado es, nadie somos. O sea, que no existimos.

Queden con Dios y descansen, que el verano es corto, ruidosas y molestas sombras.

Posted: 02 jun 2005, 12:00 por SDHEditor
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Gigantes y cabezudos (01/06/2005)

 Es una pena que no exista en la crítica deportiva alguien que imite lo que hacía el difunto Joaquín Vidal con respecto a los toros. Faltan en las crónicas del deporte: sentido del humor, gusto y respeto por los hechos; y sobran: parcialidad, chaladura y quincalla verbal.

Días atrás abrí un periódico y encontré en una de sus páginas deportivas el siguiente titular: “Se va un gigante del fútbol” (sic).  Pensé: ¿de quién se tratará, de Di Stéfano, de Pelé,  de Maradona, de Cruyff, de Beckenbauer, ….? No, el gigante era ¡Fernando Hierro! 

 
Por consiguiente, ¿a quién le puede sorprender que en la última final de la Copa de Europa, el mismo cabezudo que ve en Hierro a un gigante hallara colosal el triunfo de los reds? A mí no. Ahora bien, en ambos casos tan desmedida euforia hunde sus raíces en hechos minúsculos, casi  mezquinos; en efecto, se trata de un ideólogo merengue que odia a los italianos y disfruta cuando pierden. El Milán es un club de Italia que, como todos los cuadros transalpinos, propugna un fútbol cobardica y miserable  (aunque su peor defecto es que sigue a los blancos de cerca en el palmarés de la Copa de Europa), motivo por el cual todos íbamos con el Liverpool la otra noche. (Maese Michel y maese José Ángel de la Casa atribuyeron la deliciosa parcialidad a que había españoles en el equipo inglés; mentira podrida en un noventa por ciento.) Pero hay un límite; por eso el que un señor que se ha atrevido a glosar las victorias blancas contra adversarios de poca monta en términos obscenamente deliquiosos, (siempre va con el rico y el grande y ensalza de modo sistemático a Goliat), se atreva a escribir:  “El fútbol necesita la épica de los débiles, no vaya a ser que el dinero abra una fractura irreparable entre opulentos y descamisados”, es algo como para revolver las tripas del Sumo Pontífice de los fariseos. ¡Vade retro, Caifás! Dicho esto, el partido.  Daré mi opinión. Por una vez los estetas patrios no iban con el cuadro que mejor construye el juego de los dos que se disputaban la Copa y centraron sus análisis en las emociones y el carácter. Según ellos la bravura del Liverpool determinó el resultado de la final. Es una bravura que viene de antiguo (esas cosas se heredan), plasmada en el famoso himno del cuadro inglés. Vaya por delante mi repugnancia ante toda clase de eslóganes, incluido el “You’ll never walk alone” de marras, que hiede a salmo de la Casa de la Pradera. (No sé qué tienen contra el walk alone; se anda más deprisa y se pone más atención al paisaje.) Aborrezco el sentimentalismo y la mitomanía; el primero porque suele ser la coartada de los incompetentes y de los demagogos; y la segunda, porque la leyenda deportiva abunda en  falacias y, por lo común, es literariamente nula.  La final del otro día fue rara, sólo eso. Empezó con el gol de semichurro de Maldini y prosiguió con un paseo de los rosoneri frente a un rival que no daba una a derechas. Me dije: no hay partido, qué se le va a hacer. Pues bien, pitó Mejuto, acabó la paliza, el Milán cogió la Copa y se fue al vestuario. Al regresar se la había dejado olvidada en las duchas. Pero que conste que para que el vuelco en el marcador se produjese pasó de todo y casi nada que tuviera relación con el carácter.  De hecho el Liverpool volvió al campo con cara y actitud de “virgencita que me quede como estoy”, circunstancia de la que se percató hasta Michel, quien llegó a aconsejar a los reds que se concentrasen en mantener el score, no fueran a encajar una goleada humillante. El nuevo dibujo de Benitez propició el adelantamiento de Gerrard (espléndido su cabezado en el centro de Riise). Pero sólo después del tiro de Smicer, al que tardó en reaccionar Dida, el Liverpool se creyó capaz de igualar la contienda. Y la igualó merced a un penaltito / personal de los que tantas veces no se cobran. Y después del empate volvió a su táctica de siempre: entorpecer la circulación de los italianos y soltar algún balonazo para que sudaran los delanteros. En la prórroga nunca salió de su trinchera. (Lo cual quiere decir que no interpretó su inesperada fortuna como signo de la pujanza propia y del hundimiento del adversario; nunca se creyó mejor porque no lo era.) Opino que el Liverpool fue el finalista más endeble que logra alzarse con el trofeo. No vale ni de lejos los tres goles que consiguió. Fuera del portero, que estuvo mal y bien, en diferentes fases del encuentro, Hyppia, Garragher, Alonso y Gerrard fueron sus únicos jugadores destacados (Smicer también desempeñó una labor útil). Y es un milagro que venciese con unos puntas tan flojos como Luis García y Baros; tampoco Cisse es un crack. ¿Pagó el Milán su exceso de confianza? El Milán de hoy no es el de Sacchi, aunque esté en el tipo. Concuerdo con El Socio en que tiene poca alma. Es un conjunto frío, algo mecánico y que se despista. Le ocurrió en Coruña en año pasado y esta temporada contra el PSV. Pirlo (de cuya clase nadie duda pero que no es un mediocentro cabal) flaquea en la destrucción. Hasta Gatusso parece haber perdido parte de su antigua agresividad. Fue estúpido su medio agarrón a Gerrard y ni él ni Pirlo atajaron a Smicer al borde del área en el segundo tanto de los ingleses. Quizá la clave de esas lagunas esté en la vejez de varios de sus titulares: Maldini, Cafú, los citados Gatusso y Pirlo, etc.  Pero, aun así, el Milán fue mejor y mereció más. Dos palabras para concluir. Una, sobre los penaltis.  Mejuto, que pitó bien (ayudado por unos acertados linieres),  se equivocó al consentir que Dudek saliese al área chica. Otra, sobre el capitán del Liverpool. En el fútbol inglés todavía es posible tropezarse con un tipo de jugador que lo hace todo y todo lo hace bien. Este año en que brilló Lampard, el factótum de varios de los éxitos del Chelsea, su homólogo del Liverpool, Gerrard, se sentía en entredicho. En la final empezó de medio, prosiguió de segundo atacante y acabó de lateral, interceptando todos y cada uno de los centros de Serginho.  Además, alentó y estimuló constantemente a los suyos. Kaká es un distribuidor estupendo (regatea, avanza y pasa como nadie), pero Gerrard es aún ese chavalín que, cuando está en vena, aunque jugase de portero sería la figura. Y se comporta como un jefe.