noviembre 2003 - Artículos
No pretendo que mi equipo acceda injustamente a una de las plazas que dan derecho a competición europea, ni tiro las campanas al vuelo cuando consiguen una buena racha de resultados.
Por tanto, tengo derecho a ser crítico con el ¿juego? desarrollado ayer en Valladolid y no porque se haya perdido.
Veo la alineación y pienso: Hoy jugamos con tres jugadores menos, mejor dicho, el Pucela juega con catorce. Es muy distinto no cumplir con la tarea que se les encomienda, a que intenten cumplir y lo hagan tan mal que lo que consiguen es ayudar al contrario.
¿Será que estoy ciego futbolísticamente y es verdad que GASPAR, SANTI y ORTIZ son jugadores válidos para el Atleti?. O ¿será que dentro de un buen funcionamiento general del equipo, se ven arropados por el buen momento de los otros, y no desentonan?.
En los momentos en que un jugador es exigido individualmente como hoy por las condiciones del campo, es cuando se muestran las virtudes y carencias, y nuestro ínclito trío escribe otra página negra en su historial (¿y cuantas van?).
Yo, con 61 años, juego todos los lunes al futbito (un grupo de compañeros con edades variables desde los 26 hasta los míos). Cuando por mi culpa encajamos un gol, o bien me parto el alma en las siguientes jugadas o siento ganas de retirarme de la práctica.
Pues estos GASPAR Y SANTI, ni una cosa ni otra: el lunes a entrenar y a seguir comiendo de la sopa boba. ¿Qué es lo que tienen o no tienen que hacer para que el Sr. Manzano no vuelva a contar con ellos?. Se corre el peligro de que, como en otros casos, se institucionalicen en el club y los tengamos que sufrir eternamente. ¿Hemos olvidado que a principios de temporada los queríamos traspasar y que no había quién los quisiera.
GASPAR. Su aspecto triste y melancólico se corresponde con su forma de estar en el campo. No se comunica con sus compañeros; no mira al balón cuando lo tiene el contrario y sí al cuerpo del jugador. El balón pasará, piensa, pero el hombre no. Unas veces esto lo consigue empujando o agarrando al contrario y, otras veces, pasan el balón y el hombre. Si alguna vez sube la banda, no para ayudar al equipo, sino porque no tiene a quién marcar y, en algún contraataque del rival se ve frente a frente con algún delantero: o llega tarde, o hace falta o es desbordado sin que tenga capacidad de regresar con éxito, quedando en su banda un enorme agujero. En los balones que le llegan de carambola, en algún agobio a nuestra meta, despeja sin ton ni son, con la mala suerte de que siempre le llega el balón al contrario.
SANTI: Me niego a definir por enésima vez a este segador, que tuvo la suerte de estar en el equipo del doblete, y tiene patente de corso en el Atleti.
Ortiz puede tener un sitio en algún Segunda B o similar. ¿Qué carajo hace en el Atleti?. ¿Por qué nuestros técnicos lo suben?. Yo no lo conocía y cuando oí su nombre pensé: será un joven rápido, o con garra, o difícil de superar, o con clase para subir la banda y centrar con calidad… Nada de nada nada. Vulgar hasta las últimas consecuencias. ¿Es torpe cerebralmente (sin querer ofender), ya que teniendo una tarjeta, desconocía que si cortaba el contraataque de un rival con agarrones, sería expulsado?. Es de juzgado de guardia… Y Manzano cuando se retiraba expulsado, en lugar de “ponerlo a parir” (como haría Camacho), le saluda cortésmente?
Para mí no son necesario nuevos fichajes, sino utilizar adecuadamente lo que tenemos y, eso sí, conseguir una defensa seria: García Calvo, Contra, Lequi, Simeone, Aguilera, Molinero… pero nunca más los Gaspar, Santi, Ortiz…
En fin, de nuevo fuera ilusiones europeas. Es así de claro. Cuando tenemos cerca un relativo éxito nos tiembla el pulso y nos convertimos en hombres flojones.
¡Que pena no poseer diez Lequis!.
Modesto de Cantabria.
La voz se amplía a través del espacio impalpable, todos la escuchan, se enardecen y están conformes y dentro de cada uno hay un acto de conciencia y piensa ; si, este es mi atleti, esa es mi gente, quieren un atleti para todos, quieren un equipo europeo, y entonces el eco, que es fuerte y sonoro, y consiguió entrar muy dentro de mi, se adueña de mi mente y me hace escribir proclamas insufladas de razón: Mi atleti, sin Gil. Fuera los mafiosos, Gil cabron fuera del calderón etc..
La vaporosa hiel, que destila el mafioso, me embiste a el cerebro, lo impregna todo y soy capaz de levitar por ese sentimiento atlético, con ese brío que te da el rojo y blanco.
Un caballo negro me lleva entre nieblas y barro, me agarro a su crin, soy capaz de cabalgar millas y leguas enteras proclamando mi antigilismo, me siento fuerte y seguro.
Después de varios mensajes, en que proclamo mi antigilismo, corto la conexión a Internet, me relajo, me siento satisfecho, no hay duda soy más atlético que nadie, que subidón he tenido. La tibia cama me espera, avance de un día duro de trabajo y anticipo de otro fin de semana en el que me dejaré el gañote gritando delante del televisor, con mi camiseta puesta, mi güisqui bien frío, sin poder sentarme ni un instante.
Y mientras en la calle, con dolor de cervicales, (las cajas pesan 20 Kg.) los bíceps doloridos y la voz tomada, el juanete lo sientes subir y bajar, cual marea, el paso cansino y la mente abstraída, unos personajes deambulan aturdidos por el ruido de múltiples voces, que aún resuenan en su oído, y quieren gritar : ¿Dónde están los que el eco escucharon? ¿Dónde estos atléticos de corazón? ¿ Porqué abandonas tan pronto las palabras que escribes? .
Si puedes reflexiona que eres en realidad.
Y no sólo de fútbol nos dieron ayer en Valladolid.
Podemos darle vueltas a algunos errores de Manzano, que los tuvo, y hasta magnificarlos, para así descargar cómodamente nuestras iras por un nuevo chasco.
Podemos cargar las tintas contra el árbitro, y recalcar sus decisiones más bien caseras a la hora de repartir tarjetas, olvidando incluso el gol legal anulado a los vallisoletanos.
Podemos también recrearnos críticamente en errores puntuales de algunos jugadores, y, cómo no, en su falta de una actitud adecuada ante las condiciones externas en que se desarrolló el partido.
Podemos hacer todo esto, desde luego, pero no deberíamos olvidar que partidos como el de ayer hemos visto unos cuantos este año ya, y que forman parte de la realidad de nuestro equipo, al igual que forman parte de ella los que se han sucedido hasta conformar la racha victoriosa ahora rota.
Podemos hacerlo porque ambas cosas son producto de lo mismo: un equipo muy irregular, con ciertas virtudes y defectos no menos ciertos, con el que aspiraciones 'elevadas' (como 'entrar en Europa') sólo podrán realizarse si, por acierto y/o fortuna, acaban pesando mucho más las primeras (las virtudes) que los segundos (los defectos).
De momento, ayer se evidenció que la plantilla está pelada en algunos puestos y sobrepoblada inútilmente en otros, así como que tiene lagunas fenomenales en la defensa, que es floja hasta decir basta, incluso con todos sus supuestos titulares.
Tampoco deberíamos olvidar que ahí siguen los Gil, padres y madres de todo. Aunque de esta parte fundamental de nuestra realidad se encarga el propio Gil de ponernos al día rápidamente.
Qué buena oportunidad ha tenido de callarse y cumplir el papel que le crearon en esta tragicomedia que han montado. Pero nada, en cuanto tiene algo en lo que cree poderse apoyar para sacar la cabeza de la osera, traiciona sus propios planes y echa por tierra todo el guión.
En fin, veremos si ahora empezamos la contrarracha, o lo que es lo mismo: llega el ciclo bajista, que ponga nuestro valor en niveles más razonables, acordes con nuestros 'fundamentos'. Me lo temo; mejor dicho, me temo que nos lo tememos, porque ya se divisa en el horizonte la silueta del Cuernabéu.
Saludos colchoneros
Ayer a varios miles de kilómetros de distancia, dos selecciones españolas se jugaban la clasificación para unos torneos importantes y ambas contra selecciones nórdicas.
Suecia hizo los deberes a tiempo y se clasificó para la Eurocopa dentro de la fase previa como primera de su grupo, España no, fue segunda dentro de un grupo débil, y tuvo que acudir a la repesca.
Nuestro seleccionador se atemorizó ante el panorama de la clasificación, y no calculó, como debería ser su cometido de máximo responsable de las selecciones, los últimos partidos.
Se asustó ante nuestra eliminación de la Eurocopa( y su posible cese) y subió de la selección sub-21 a sus tres mejores jugadores (Torres, Reyes, Alonso) dejando cojo a este equipo.
Suecia, como ya he dicho, estaba clasificada para Portugal y bajó a cuatro jugadores de la absoluta a la sub’21 para desequilibrar la eliminatoria, y lograr la clasificación para el Europeo y la posibilidad de acudir a los Juegos. Sáez ha arrebatado a una generación la posibilidad de acudir, en la única oportunidad de su vida, a unos juegos olímpicos.
La federación debe de responder como planifica, y como da prioridad a sus objetivos, no es de recibo que se tire de este modo las ilusiones de unos chavales, o es que no hay profesionales en primera división para vencer a la ortopédica selección Noruega.
Hoy estoy triste por el fútbol español y por tanto timorato, que solo sabe ponerse ciego a comer, sin pagar claro
(Enviado por Fax a AS y MARCA).
Hasta la aparición de Abrasimov como dueño del Chelsea, los poderosos de Europa (Milán, Manchester, Juve… Barça y Madrid) financiados muchas veces con dineros poco o nada limpios, han campado a lo ancho y a lo largo entrando en casas ajenas (léase otros clubes) a llevarse los jugadores más brillantes, muchas veces hechos futbolistas en sus canteras. Exactamente lo mismo que está haciendo el ruso.
Con la llegada de este señor de inmensos recursos económicos, tiemblan viendo que su superioridad deportiva (que procede casi en exclusiva de su potencial económico) puede acabarse.
Comentar dos aspectos:
Uno positivo, cuando hablan de limitar el montante de los fichajes. Es hora de rectificaciones, ya que solamente sus directivos han sido los culpables de que haya personas que por practicar su deporte favorito, ganen millones de euros.
Por otra parte, si se igualan los equipos ¿qué les iba a quedar a la mayoría de seguidores de esos equipos poderosos, que para reafirmar su personalidad, han de recurrir a hacerse sus forofos y así sentirse importantes ante los demás, por los frecuentes triunfos?.
Modesto de Cantabria.
Se sientan ante los microfonos en acolchadas salas.
O bien, ante un ordenador en atiborradas redacciones, o ante una camara en la soledad de un plató, o bien como cotillas en la banda de los terrenos de futbol.
Y hablan, y hablan y hablan sin parar, sin saber, sin criterio opinan, bendicen, pelotean, hunden, insultan.
No saben ni en que pais viven, ni saben nada de lo que aquí aconteció, ni de lo que ocurre en el mundo. La palabra cultura les da vertigo, les produce urticaria la educacion, la historia, la filosofia, el arte. Solo chismorrean.
Hablan y hablan, bendicen, pelotean, hunden, insultan.
En la banda de los terrenos de tierra, madrugones intempestivos, frio, barro, charchos, cafes aguados y pitillos mañaneros, el chaval corre por el campo, se afana, la pide, se la dan, cae, se daña, marca y grita celebrando su tanto, se gira y me mira, levanta el dedo y me dedica el tanto, tantos madrugones, tantas ilusiones, convocatorias, patadas, barro, charcos, cafe aguados con pitillos mañaneros, es mi hijo, juega al futbol, yo le sigo, le apoyo, le aliento, le critico, le quito importancia a tanto dramatismo. A veces uno de los padres levanta la voz y se dirige a nadie en voz alta, es un comentario sobre el mio, un comentaro acido, que me duele, me hace daño, le quiero y no consiento, me aparto para no discutir al lado del corner, para no escuchar.
Fernando, espigado, rubiales, granos en la cara, chuleta, atletico, aquellos te brean por brearte y por hacer daño, no saben ni lo que dicen, se sientan ante un microfono como si sentasen delante de un membrillo, esos escriben como áquel chavalín hace dibujos en la arena, sin sentido, sin saber que pinta en realidad, y esos ponen su rostro avinagrado delante de la camara y hablan y hablan y hablan y dicen patochadas, pero algunas, duelen, y a mi, que te aprecio, me joden, y te aprecio, chaval porque me recuerdas a mi hijo, a ese que juega en los campos de tierra y va conmigo al Calderón y se come los marrones que se come pero no se apea de su camsieta rojiblanca. Y me recueradas a él, y cuando te veo jugar me recuerdas a él, y te sigo como le sigo a él, con la aprension de que falles, con el temor a escuchar al estupido de turno levantar su voz para atacarte, chaval, y por eso te escribo esto, chaval, para que sepas que estoy contigo, que tendras un camino dificil porque esos que se dicen comunicadores ya van a por ti, no se sabe bien por que, tal vez porque la gente te quiere y porque eres el simbolo de una hinchada que no comulga con sus idioteces.
Forza, tio.
Gato
Ésa ha sido siempre la estrategia de la familia Gil. Lo fue en su día en la 'política', y lo ha sido siempre en el Aleti. La salida del padre de la presidencia, como queda cada vez más claro, fue sólo una maniobra de distracción.
Pues bien, ahora por boca de su hijo, hacen otra escapadita. ¿Hacia dónde? Probablemente hacia ninguna parte.
¿Se cree de verdad Miguel Ángel Gil que la masa social colchonera va a acudir en masa a la ampliación? Ni poniendo media hora diaria de propaganda, bombo y platillos en los programas de sus amigos Abellán y De la Morena, ni llenando páginas en los diarios deportivos con autoentrevistas o columnas de Manolete. ¿O acaso creen que el enderezamiento del rumbo deportivo, si dura, les allanará el camino?
Ese camino, su camino, sólo tiene un destino, y es el de un callejón sin salida, el de un culo de saco: la resolución del Tribunal Supremo al recurso sobre la sentencia de la Audiencia Nacional.
Si nada raro ocurre, aunque es mucho suponer, a la vista de cosas que ocurren a veces en nuestros tribunales -como las recientes resoluciones de los juicios sobre accidentes laborales-, Gil y sus rémoras se encontrarán juzgados y sentenciados por pasarse por el sobaco de la entrepierna la ley, con el resultado de ser culpables de hacerse fraudulentamente con la propiedad de nuestro Aleti.
¿Con qué cara van a seguir entonces? ¿Con qué cara van a dar la cara por ellos sus amigos de las ondas y las rotativas? ¿Habrá dinero en sus arcas, o balas en su recámara de amenazas, para silenciar al mundo?
Por lo demás, qué rabia y qué pena leer lo que este individuo, cuya cara sí parece ser espejo de su alma, dice sobre el papel de él y su familia en el Aleti. ¿A quién piensan convencer, a estas alturas de su viaje a ninguna parte, de que su etapa al frente de nuestro club ha sido poco menos que la más gloriosa, y sólo se ha visto interrumpida por un supuesto acoso judicial, que parece llovido del cielo y fruto de una especie de nefasta conjunción astral?
Abandonen de una vez su viaje a ninguna parte, Sr. Gil y asociados, antes de que sea demasiado tarde, y con su tozudez pongan a una gloria del fútbol nacional al borde de su colapso definitivo. Por el bien del club y hasta el suyo propio, negocien una salida lo más digna posible, y devuelvan la paz y den la oportunidad de una nueva vida a ese entrañable pedazo de Madrid y España del que hablan con tanta desenvoltura como cinismo y desvergüenza.
Si de ello fueran capaces, no duden de que muchos de los que estamos y estaremos siempre enfrente de uds., seríamos capaces de perdonar, aunque desde luego no de olvidar, lo que le han hecho al Atlético de Madrid, a nuestro querido Aleti.
Saludos colchoneros
Como no quiero que se piense que únicamente doy la cara —para partírsela a otros— cuando van mal las cosas y que soy un tipo huraño e incapaz de contento, voy a sumarme a la satisfacción general motivada por la impensable racha de triunfos con que el Atleti ha obsequiado a sus incondicionales. Supongo que un día es un día y que, mientras no echemos a volar las campanas y permitamos que nos embriague la euforia, una canita al aire no tiene por qué sentarnos forzosamente mal.
Ha sido una agradable sorpresa comprobar cómo el equipo, que parecía un baúl olvidado en un vagón de tercera clase o en la consigna de una estación abandonada, supo sacudirse el fracaso del cuerpo y se fue arriba. (El chute de moral que supuso la victoria "in extremis" contra el Mallorca dura y dura, como la pila del famoso juguete.) El Atlético no es un superonce, pero ha empezado a hacer cosas que constituyen la base de todo buen conjunto. Así: cuesta hacerle un tanto; la gente se ayuda y parece concentrada durante los noventa minutos del match; el cuero circula con relativa pulcritud y se trenzan buenas jugadas…Ítem más: algunos de los nuevos dan por fin señales de vida (por ejemplo, Novo, que es lo que antes se llamaba un fino interior; o Lequi, que casi siempre está bien colocado y sabe mover la pelota…); los jóvenes progresan (Jorge ha suplido eficazmente a Ibagaza y Juamma se ha revelado como un guardameta sobrio y de fiar); los veteranos, con Burgos y Sergi a la cabeza, han recobrado la ilusión, etc. ¿Y Torres? Torres se ha rehecho. Parecía hundido y confuso, pero resucitó y comienza a asemejarse al gran futbolista que todos anhelamos ver. Enhorabuena y que dure la racha.
En días como hoy, fríos, nublados, grises y tristones, no puedo reprimirme y la añoranza me transporta a mis tiempos adolescentes y primera madurez pasadas en el Calderón, en aquel estadio hermoso en su grisura y que nunca se llenaba pero que rezumaba pasión por los cuatro costados. Aquellos partidos en que los jugadores saludaban al Frente Atlético cuando éste coreaba sus nombres: Futre y Schuster siempre los primeros, Tomás, Manolo, Donato, Solozabal... haciéndose de rogar algunos y otros deseando que la afición corease sus nombres con un mohín de decepción en sus rostros si esto no pasaba. Aquel Calderón donde aspirabas el aroma pleno del fútbol y de lo que es el Atleti en este deporte: romanticismo, pasión, cariño... la ilusión del aficionado encarnada en aquel "este año sí" tan lleno de nuestro orgullo como de irracional fe en este David rojiblanco que se enfrentaba no sólo a uno, sino a los dos Goliat del fútbol español. Aquel equipo que siempre rozaba la gloria con la punta de los dedos para cada año, como un Tántalo moderno no alcanzar nunca su esquivo deseo.
Hoy el estadio es más cómodo, más moderno y estético, hay muchos más socios y el lleno es algo cotidiano, debería estar alegre por ello, pero no puedo evitar que algunos días grises me traigan el recuerdo de aquella grada donde pasé mis primeros y más bellos años como rojiblanco.
Era Julito un amigo de mi niñez. Vivía en la calle de Gabriel Lobo, justo una manzana por debajo de la que ocupaba mi propia casa. Hoy, su casa y la mía ya no existen, pues es terreno ocupado creo que por un auditorio sito en la calle que por entonces era un eterno proyecto (la llamada prolongación de General Mola).
Julito era lo que despiadadamente los niños del barrio llamábamos un tísico. En realidad no lo era, pues simplemente padecía de muy fuerte asma.
Cuando la enfermedad lo atacaba, no le cabía más remedio que refugiarse en su casa, donde pasaba encerrado largas temporadas.
Yo era un buen amigo de Julito, con quien compartía la afición por los tebeos de Hazañas Bélicas, que con fruición devorábamos tras incesantes intercambios en una tienducha de López de Hoyos. De manera que, cuando una de sus frecuentes crisis lo llevaba a permanecer varios días en su casa, yo acudía a pasar con él buenos ratos vespertinos. Su madre, de cuyo nombre no me acuerdo, era una hacendosa ama de casa de origen extremeño. Cuidaba de él con un mimo que era mi envidia, hasta el punto de que, en mi ignorante infantilidad, muchas veces deseaba yo también ser ‘tísico’ y tener a aquella buena señora por madre.
Recuerdo que la madre de Julito siempre realizaba las mismas admoniciones cuando atravesaba la puerta de su casa: diviértemelo un poco, que el pobre lo pasa tan mal y está tan aburrido. Dicho y hecho. Nuestra vivencia de aquellas ficticias aventuras, me llevaba a imitar los ruidos de armas y explosiones conforme aparecían éstas en las historietas. Me movía sobre su cama como un auténtico Johnny Comando, poniendo patas arriba la siempre limpia y ordenada cama de Julito. Y claro, todo esto era la inmediata antesala de la entrada de la madre de Julito: diversión pero con orden, nos decía, que el chiquillo no se puede excitar. Y en efecto, cuando a veces se contagiaba de mi entusiasmo, rápidamente surgía un conato de crisis, que requería de la intervención de su madre y el consiguiente retorno al reposo, que precedía a mi salida.
No había manera, pues, de que Julito se divirtiera cuando atravesaba aquellas circunstancias. Le convenía distraerse, pero la distracción, si lo era de veras, acentuaba la crisis. Diviértete pero sin divertirte, venía a ser la cosa.
Hoy, después de esta increíble, aunque no por no soñada, racha del Aleti, me veo un poco como Julito. Disfrutas como un zorro en un gallinero con victorias como las de ayer y con goles como el del Niño. Pero en cuanto se acaba el partido, y recobras el pulso normal, ¡zas!, se te aparece en el horizonte la sombra gigantesca y negra del propietario. Entonces piensas, ¡maldita sea!, mira que es desgracia, que aquello con lo que disfrutas sea a la vez alimento de tu mal, de ése que te corroe las entrañas y te impide ser como esos otros niños, felices de febril actividad.
Triste el destino que nos ha deparado Gil a los colchoneros, pues, cual si fuéramos niños ‘tísicos’, trasforma nuestras alegrías en penas; y lo que es peor, a los mejores de nosotros, a veces, nos lleva a querer ver en las penas un motivo de alegría.
¿Cuándo sanaremos?
Saludos colchoneros
Así de lacónicamente definía hace unos días un forista el asesinato de Zabaleta. Claro que esta definición delimita con claridad la posición de quien la aplica. Porque, en rigor, si existe una acción criminal con resultado de muerte cuya tipificación excluya en todo o en parte la intervención de la suerte, ésta no es otra que el asesinato.
Por tanto: ¿Qué se quiere decir cuando se dice que fue mala suerte? Me parece que no es arriesgar demasiado el suponer que esta expresión alude al hecho de que aquel que finalmente perpetró el asesinato no deseaba llegar a cometerlo sino que más bien prefería quedarse uno, dos o tres pasos antes de la consumación del acto, si es que aceptamos esta cuantificación. Es más, tal suposición puede verse confirmada por las palabras del propio asesino que, aún desconocedor de la extrema gravedad de lo sucedido y según corroboraron catorce testigos en el juicio, comentaba poco después a sus camaradas con respecto a los seguidores de la Real Sociedad que "no les hemos dado todo lo que merecían pero tampoco se han ido de vacío".
Luego lo que en todo momento queda claro tanto para el asesino como para el forista es que algo de eso que se produjo aquella tarde merecían. Da igual ahora qué les hacía merecedores o no. Lo decisivo es que, según ellos, lo merecían. Sólo en virtud de esta certeza, el que al fin, en plena reyerta, el apuñalamiento afectara o no el corazón o lo hiciera de tal o cuál manera no pasa de ser una mera cuestión de centímetros, de azar, de suerte. De mala suerte para el asesino que, no obstante, contemplará desde la cárcel el lento paso de los años. De buena suerte para el forista que, al igual que todos los que ayer a voz en grito hacían coincidir en torpe rima el apellido del asesinado con Eta, a pesar de tener tan sabido como aquél lo que los otros merecían y cómo dárselo, no se encontraban aquella tarde, en aquella acera, con un cuchillo en la mano.
Ayer podía haber sido un día perfecto para un atlético, pudo serlo para mi, sin embargo unos pocos con cánticos que solo incitan a mantener un ambiente violento me hicieron triste una noche que no tenia porque serlo.
Ayer al principio y durante el partido un grupúsculo que no merecía estar en al estadio Calderón, confundió el amor a unos colores con el odio ciego y la violencia extrema y eso, en el Calderón me duele como nadie puede saber.
Ayer en el Calderón alguno insultaban a los muertos mientras pedían la libertad para quien los había matado, yo no pude entenderlo porque no entiendo esa defensa de los colores de un equipo de fútbol y eso nubló lo que podía haber sido una noche feliz para mí
Ayer me hicieron entristecer algunos de los que dicen compartir mi sentimiento atlético.
Hoy me ha hecho entristecer aún mas las opiniones de un paisano y compañero de sentimiento atlético que ha defendido lo que ayer a mi me ofendió
Hoy, como ayer sigo sin saber si Aitor Zabaleta era de ETA, de Jarraiz, de la Kale Barroka (o como sea) o un santo varón. Ayer como hoy solo se que vino a mi casa a compartir conmigo un encuentro deportivo y otro invitado a la misma casa le mató.
Hoy, como ayer, solo se que aquella muerte me hizo indignarme y sonrojarme de vergüenza, porque a un invitado a mi casa, alguien que se dice vecino también de mi casa lo mató. Hoy como ayer volvería a comprar flores para ponerlas en el sitio en que cayó muerto
Ayer como hoy me avergüenzo de ese compañero de viaje que apuñaló a un joven que venía a mi casa.
Hoy, como ayer, se que Aitor Zabaleta no portaba armas ni goma 2 ni siquiera polvos pica pica cuando fue apuñalado y nadie puede alegar una imaginación o mejor una excusa increíble, como que era de ETA, para justificar un crimen execrable.
Ayer como hoy no puedo sentir la menor proximidad a quien cometió el crimen porque su acción fue injustificable y premeditada, Y digo premeditada porque ayer como hoy pienso que nadie se lleva un estilete al fútbol con fines benéficos
Por ultimo ayer como hoy como mañana aborrezco y abomino de los salvajes mal llamados atléticos que ayer removían de su tumba a Aitor Zabaleta y pedían la libertad de un asesino sangriento y pandillero
Antes de ayer creía tener un enemigo en el Atleti: GIL, hoy, como ayer, veo que tengo más y más peligrosos.
Lo siento alcarreño no puedo compartir contigo la justificación de la muerte ni la violencia gratuita, quizás un día, nos veamos en el Bar los molinos, nos conozcamos y podamos compartir una cerveza si compartes conmigo el rechazo a violentar el derecho de los demás