mayo 2005 - Artículos
Mientras que el lobby merengue consagra páginas y páginas a la elucidación de complejos problemas del tipo: ¿es justo o no es justo el míster del Madrid con Guti? o ¿debe o no debe jugar de interior Zidane?, el del Atleti (asaz canijo pero no menos torticero) se dedica en cuerpo y alma a suavizar dos ásperas realidades: el fiasco deportivo del club y el trágala de la venta del Calderón.
Vamos con el primero de los dos asuntos. El día del Betis hubo mar gruesa en el campo. Qué menos, después de que el equipo no lograse ni la clasificación para la Intertontos. En las crónicas del aburrido match la cosa quedó reflejada pero con sordina, tontina y moralina. “Ayer hubo gritos contra el palco, contra el banquillo y contra los jugadores. Y lo cierto es que si hay que repartir culpas, hay que hacerlo por igual”. Ah no, señor mío: si la cena resulta un bodrio, el culpable es el dueño del figón, porque es él quien contrata a los cocineros, camareros, sumilleres, etc. Por cierto, ¿no habría que incluir en la lista de los responsables del desaguisado, y en lugar bien visible, a quienes hicieron la propaganda del incomestible menú como si se tratase de un festín? ¿Dónde está la Prensa? “Al seguidor sólo le queda ahora el derecho a la pataleta, pero apuntar con el índice a culpables tampoco va a llevar al equipo a Europa”. Rebajar a pataleta infantil el enojo de los seguidores del Atleti es insultarlos. Y señalar que sus protestas no conducen a nada es convidarlos al silencio. Pero ese silencio es justamente el que ha hecho posible que la gente más inútil, falsa, peor encarada (no me olvido de Gil) y trapacera que circula por el mundillo del fútbol continúe al frente del club, proyecto tras proyecto, desastre tras desastre. Ni saben, ni quieren, ni pueden (o únicamente saben, quieren y pueden… desguazar el Atlético). De ahí que sobren las exhortaciones a la resignación disfrazada de paciencia. El público rojiblanco no sólo tiene derecho a protestar; tiene la obligación de indignarse, si aún le queda una brizna de respeto hacia sí mismo y de amor al club. “En los días que vienen habrá que escuchar las explicaciones de los dirigentes. Espero que no tomen decisiones drásticas y que expliquen al socio, con mucho detalle, que el Atleti del año que viene será muy distinto a éste y cómo lo van a conseguir”. ¿Ingenuidad, mera estupidez, disimulo cómplice? ¿¡Cómo van a explicar los dirigentes que su política para con la institución se reduce a exprimirla a bajo costo!? Además, no necesitan entrar en detalles porque la espléndida temporada que viene es una filfa que ya se encargarán de trabajar los periódicos. Y la única decisión drástica, amén de plausible, que no tomarán los dos compadritos será la de largarse con viento fresco. “Esta nueva decepción merece una seria y profunda reflexión de los máximos responsables del Atlético para hacer bien las cosas desde el principio y empezar los proyectos por la base y no por el tejado. El golpe ha sido durísimo y es hora de soluciones”. ¿Profunda reflexión? ¿Hora de soluciones? No me haga reír. Desde que estos individuos se adueñaron del Atlético de Madrid han pasado 18 años, o sea: 5.770 días, o sea: 148.480 horas, tiempo más que suficiente para reflexionar, serenarse, aprender de viejos errores, etc., etc. No, la hora de las soluciones pasó ya. Los problemas del club son irresolubles; al menos, es imposible que quienes los han causado con su demagogia y pésimo gobierno se transfiguren ahora en unos dirigentes sensatos. Entre usted y yo: Cerezo y Gil Marín sólo premeditan el último golpe, el de gracia para la entidad. En resumen: todo intento de analizar las lacras del Atlético de Madrid como si fuesen producto del típico mal año se antoja una torpe argucia para desactivar el cabreo de la afición. Pero el fracaso de esta temporada (con sus récords negativos: el Atleti menos goleador y el que menos puntos ha obtenido lejos de casa de toda la historia), se suma al de la anterior, y la anterior, y la anterior… Es la ley de hierro de la incompetencia y la falta de honestidad, vigente para el club desde hace casi dos décadas, la que explica la trayectoria declinante del Atleti y no la mala fortuna en un ejercicio aciago. Pasemos al otro asunto, el de la venta del Calderón. Semanas atrás se celebró en el foro Ferrándiz un nuevo acto del drama: “Comulgue usted con ruedas de molino, aunque se le forme una piedra en el riñon”, entremés muy aplaudido que tuvo por actor principal al señor Enrique Cerezo, midas del cine y presidente de un club de fútbol que está en las últimas. Al día siguiente, dos veteranos periodistas escribieron sendos artículos en el diario As. Vicente Carreño dijo creer que el Atleti tiene una oportunidad única de hacer un gran negocio (pero, ¿quién es el Atleti, Cerezo, Gil Marín?). Y le instaba a dar su conformidad cuanto antes porque la magnífica ocasión pudiera desvanecerse. Sin embargo, el propio Carreño aseguraba que, como el Ayuntamiento ya le tiene echado el ojo al solar del Calderón, el Atleti habrá de desalojar su estadio antes o después. ¿A qué vienen entonces las prisas? Las prisas de Vicente Carreño son las de Cerezo y Gil Marín. Estoy harto de oír cinismos disfrazados de razones. No se pueden mezclar en la misma a
Los negados Un periódico deportivo califica las dos derrotas del Atleti en Pamplona como “la semana trágica” del equipo colchonero. Trágico es el estado de las mentes de los que cubren la información deportiva en nuestro país. Trágica es la dejación de funciones de los redactores-jefe en los diarios que la manufacturan (utilizarán la mano porque lo que es la cabeza…); trágico, el imperio de la tontería a euro el ejemplar. La batalla final O la madre de todas las batallas, lo habéis leído como yo. La librarán en el Calderón el 12 del corriente el Atlético y el Osasuna, dos diminutas provincias de la Tierra Media. Cerezo ha denominado al match el “partido de nuestras vidas”. (Se nota que ha distribuido mucho mal cine de Hollywood y se le han pegado los trucos que esa industria utiliza para estafar a los espectadores. ¡The ultimate contest, nada menos y contra el Osasuna!) Dice el magnate chanchullero que la semifinal de Copa determinará el futuro del club rojiblanco. No se lo cree ni él. Por dos razones: el Atlético no tiene ningún futuro (sobre todo si sigue en las manos de quienes detentan actualmente su control); y la Copa, hoy por hoy, no sirve para nada, tanto menos para determinar el porvenir de ninguna entidad de las que en ella participan. Ahora bien, ¿Y si la palabrería de Cerezo no fuese toda de hipérbole? Os propongo un ejercicio: buscad en la oración “Este es el partido de nuestras vidas” otro significado para “nuestras vidas” que el que en primer lugar acude a vuestra mente. Descartad, por tanto, el conjunto que forman los jugadores, empleados, abonados y simpatizantes del Atlético y sustituidlo por el dúo calavera compuesto por sus dos nulos mandamases. O sea, estaríamos hablando del partido de las vidas (deportivas, se entiende) de Gil Marín y Cerezo. Imaginad que el Osasuna derrota al Atleti (tampoco hace falta un gran derroche de fantasía). Restan tres partidos para concluir la temporada (pues ya hemos jugado contra el Athletic y el Depor; dos de esos encuentros se van a celebrar en el Calderón; el otro, en el Bernabéu. El Atleti no tiene nada que hacer en la Liga y ha sido eliminado de la Copa. ¿A qué se va a dedicar el público colchonero durante los enfrentamientos contra el Betis y el Getafe? A lo mejor —sólo es una hipótesis— decide tomarla con los responsables del desaguisado. (¡Huy, que viene el lobo feroz!) Creedme, traería cuenta perder con el Osasuna. ¡Pobre heroico abusón! A falta de un líder en el terrero de juego (ni Zidane ni Ronaldo quisieron nunca los galones), el guardián de las esencias merengues, el portavoz de la grey blanca, es ahora Michel Salgado. Pues bien, el rubio lateral acusa a los trencillas de favorecer al Barça. El Madrid es ese equipo que se queja de que nunca se queja de los arbitrajes, con lo cual se queja por partida doble y con menos motivo que sus adversarios, pero sin perder el aura de los que se sitúan por encima del bien y del mal y nunca condescienden a padecer las demasiado humanas flaquezas que constituyen el pan de cada día del prójimo. Así, el tipo que una noche lesionó vilmente y por la espalda a Juninho y se quedó en el campo (por desgracia para él aún militaba en el Celta y el Comité de Competición castigó su brutalidad, al contrario de lo que ha hecho esta temporada con Figo y Gravesen), el tipo que suele disfrutar de bula reglamentaria cuando la emprende con las espinillas de los rivales (como zaguero es malo y coceador), tiene la desfachatez de proferir una verdad (en efecto, también se ayuda al Barça) para tejer la mentira del perjuicio contra el Madrid. La envidia de los ricos Luca Cordero de Montezemolo (un caradura de apellido aristocrático) dice que las normas que rigen la Formula 1 este año son aburridas. En cambio, las que posibilitaban* la abrumadora supremacía de Ferrari durante el ejercicio anterior eran divertidísimas; la prueba es que él, Luca Cordero de Montezemolo, lo pasaba en grande y ahora en cambio no para de bostezar en las carreras. No es la primera vez que leo o escucho el especioso argumento: los mejores tienen que ganar porque, de lo contrario, la competición misma quedaría desvirtuada. Ahora bien, ¿quiénes son los mejores? Los que han ganado (¿o hay mejores de otra naturaleza?). Y los que han ganado ayer u hoy pueden no ganar en el futuro, con lo cual dejan de ser los mejores. O sea, es la pugna la que clasifica a los deportistas y nunca de un modo vitalicio. Pero Luca Cordero di Montezemolo sostiene que, puesto que Schumacher ha sido hasta ahora el mejor, ya es el mejor y siempre lo será; de modo que, si pierde, es que algo falla en la propia competición. Idéntica falacia gastan aquí los ideólogos madridistas con respecto a la Liga de las Estrellas, un certamen sensacional cuando lo gana el Madrid y peñazo cuando les va bien a sus rivales.
Víctor Klemperer refiere en su obra “La lengua del Tercer Reich” que los nazis, concienzudos falsificadores de la realidad, hicieron el experimento de soltar un bulo en Berlín y comprobar los tortuosos caminos y vericuetos mediante los cuales reaparecía en Munich transformado en noticia fetén. Les importaba medir la deformación del falso mensaje y las tragaderas de la gente. Estos aprendices de Goebbels que son Gil Marín y Cerezo utilizan la palabra sintiéndose muy dueños de asociar cualquier significado a cualquier significante y viceversa. Y son, no cabe duda, unos hacendosos fletadores de globos-sonda (el Difunto también era un hacha en ese capítulo).
Como estoy de buen humor, os propongo un juego consistente en componer frases con retazos de declaraciones de Gil Marín y Cerezo. Vaya de Cerezo el siguiente disloque: “No quiero pasar a la historia como el presidente que vendió el Calderón, que es un estadio inviable del que no nos moveremos si los abonados no quieren, aunque la última palabra la tiene el Ayuntamiento. Se tendrá en cuenta la opinión de los seguidores, pero no habrá ningún referéndum”. De Gil Marín, este otro que no desmerece en nada del anterior: “No me aferro al club, pero jamás lo venderé porque es lo que más quería mi padre, y eso que el fútbol sólo da preocupaciones y se pierde dinero. Yo únicamente soy un empleado del Atleti, si bien poseo la mayoría de las acciones, lo que no está nada mal porque te da derecho a decidir y además puedes cambiar de política y, en un momento dado, abandonar el club ”. Los caminos por los que tan tosco y pertinaz galimatías llega a conocimiento del público, con su cortejo de ratificaciones y desmentidos, tampoco son inescrutables. Varias docenas de tontainas a prueba del más elemental sentido común trabajan afanosamente en los periódicos, las radios y las televisiones para divulgarlo. No informan —no sabrían cómo hacerlo—; difunden chismes, venden ilusión, o sea: mienten, previo engaño de sí mismos —es el modo más eficaz de sostener a la larga el embuste—; lo suyo no es el periodismo sino la agitación y la propaganda. Hará cosa de una quincena se nos dijo que, con un par de refuerzos, el actual plantel del Atléti se saldría la temporada próxima. Ahora se nos asegura con idéntico énfasis que el club pondrá en el mercado a 16 de sus futbolistas al finalizar el presente ejercicio. La clave de tan drástico cambio de opinión, es que el tremendo esfuerzo de Gil Marín y su compadre (será en el retrete), no se ha visto recompensado en la cancha. El que aún pone dinero y el que sólo es un trabajador más del club están muy decepcionados, pero no con ellos mismos sino con la plantilla y el entrenador. En la serie de dibujos Mazinger Z, una vez desbaratado por los buenos —con el robot al frente— el diabólico plan del malvado Doctor Infierno, éste convocaba a su esbirro, el Barón Asler, y se despachaba a gusto: “¡Es usted un inepto, Barón Asler!”. (Pero los informadores se parecen más a otro personaje de la serie, también en la nómina del Doctor Infierno: el Conde Broken (roto) que aparecía siempre con la cabeza en una mano.) El Barón Asler son aquí el míster y sus pupilos. Gil Marín y Cerezo juran y perjuran que la noticia es falsa y que algunos medios de comunicación tratan de desestabilizar el club. Sin embargo, la noticia —o el bulo, o el globo-sonda o una mezcla de todo eso— sólo puede haber salido del club. Y no sería ciertamente la primera vez. ¿A quién le extrañaría que alguien, siguiendo las instrucciones del ínclito dúo, se hubiese ido de la lengua? Si os fijáis, la presunta indiscreción responde al patrón de comportamiento observado por los dirigentes de la entidad a lo largo y ancho de la era Gil. Ante la inminencia del fracaso, se trata de adoptar el punto de vista y el sentir del forofo, una suplantación en toda regla con el único propósito de eludir todas las responsabilidades. Abusan de la palabra “decepción”, robándole al seguidor colchonero lo único que tiene: un mayúsculo desencanto, al objeto de poder exclamar, si al seguidor se le ocurriese pedirles cuentas: ¿¡A mí me lo dice? ¿No ve que estoy tan hecho polvo como usted!? Usted y yo hemos sido engañados por esos hijos de mala madre que viven como marqueses sin dar golpe. Pero no se van a reír de nosotros por más tiempo porque los vamos a echar. Sí, los epígonos del Difunto copian su táctica favorita. Henos pues ante otra operación limpieza, terminología cien por cien nazi que los periódicos usan para halagar la pequeña rabia de los aficionados clase obrera y mediante la cual se desvía la atención del fiasco presente hacia el éxito futuro (oh sí, el año que viene las cosas irán de modo muy distinto). Por fin tenemos a los pies de los caballos al entrenador y a casi todos los jugadores. Son los culpables; ahí los tenéis: cargad contra ellos, increpadlos, volcad sobre sus cabezas vuestro enojo y justo resentimiento; y sabed que lo van a pagar muy caro. En junio, a la calle.
Un partido como éste es de los que trasciende del puro fútbol y hace posible que se entienda todo lo que mueve el fútbol, las pasiones que desata, las lágrimas que se escapan, el sufrimiento, la gloria... En noches como ésta el fútbol es más que un deporte. Para transmitiros de una forma más fidedigna las sensaciones que ha despertado en mí este partido, cosa rara que me suceda ya que no suelo ver fútbol que no sea el del Atleti, lo que es decir que no veo fútbol desde hace años, me voy a apoyar en las figuras de Kaka y Garragher, uno de cada equipo, que creo son los mayores exponentes de la forma de vivir el fútbol de estos dos equipos, y con ellos de millones de personas, seguro que con esta comparación me entenderéis mucho mejor.
Kaká es en su mejor acepción el mercenario típico, un jugadorazo de una clase infinita que me ha dejado impresionado por su calidad, qué forma de moverse, de sacar el balón controlado aunando fuerza y categoría en una danza latina que estos bárbaros del norte no podrán entender jamás. Sólamente el pase a Crespo en el tercer gol del Milán (si podéis volver a verlo, no lo dudéis) hace que salgas feliz del estadio. Kaka ha sido, sin duda alguna, el paradigma del Milan en ese primer tiempo: señorío, clase, poder, el fútbol por encima de todo, pero un fútbol si me permitís decirlo, tan profesional que no tiene alma.
Garragher ha sido, sin embargo, el alma que le ha faltado al Milán. Ha liderado el juego de un equipo que puede presumir de eso, de colectivo (Sólo pensad a ver cuantos equipos se reunen como una piña antes del saque inicial). El fútbol de este chico es la antítesis del anterior, muy buen defensa pero exento de clase, todo corazón y coraje. Me sugiere a los estibadores del puerto de Liverpool: garra, lucha, nunca bajar los brazos y siempre un buen fucking en la boca cuando las cosas van mal para animar a los compañeros. Ponía la piel de gallina verle medio cojeando allí en su área aguantando las embestidas del todopoderoso Milán. En esa prórroga donde los Reds ya casi sin aliento y con calambres en las piernas se acercaban a la Tierra Prometida de los penalties, donde como no podía ser de otra forma, no gana el equipo más rico, ni siquiera el mejor, sino simplememte quien más fe pone en el empeño, y ése era el Liverpool, eso no admite discusión.
Hoy, por encima de todo ha ganado el fútbol, porque David se impuso a Goliath. EL Liverpool ha cimentado un poco más si cabe su leyenda y reconozco que me ha ganado un poco más para su causa, como a los Marianux, Pizo, MLPD y compañía que tanto habrán sufrido y gozado con este partido. Si tengo que elegir una concepción del fútbol prefiero mil veces antes la del sufrimiento y la humildad con orgullo y fe, sobre todo fe y lucha, que la del talonario del millonario italiano, porque es también la más próxima a lo que siempre había sido nuestro Atleti. Pero si antes os hablaba de sensaciones, he de reconocer que lo que más me ha producido este partido es envidia, así como suena, envidia de no poder tener un equipo humilde pero orgulloso de su historia y que nunca baja los brazos por muy poderoso que sea el rival.
¡Qué raro que apareciesen el jueves pasado por el entrenamiento del Atleti once hooligans de armas blandir con ánimo injurioso y que la tomaran con el coach y sus pupilos! Una jornada en la que, además, no había nadie del club para compartir el mal trago. Sí, es una cosa en verdad extraña. Como lo es el hecho de que la institución no tuviese en Majadahonda otro servicio de orden que un único vigilante; y que los innobles brutos no inquirieran por el paradero de los dos dirigentes de la entidad. Y que ésta no reaccionase con una denuncia inmediata ante el juzgado (lo dejó para la mañana siguiente y formuló la denuncia en unos términos que garantizan la impunidad de los ofensores); y que, en la nota que sacó a toda prisa, se olvidase del míster (“pero ni siquiera en este contexto deben ser toleradas, ni aceptadas, determinadas actitudes que atenten contra los jugadores, los dirigentes o las instalaciones”). Los ultras de los equipos de fútbol son lo que esos equipos quieren, ni más ni menos. A menudo los clubes los utilizan como levadura del resto de la afición (para los excesos, inerte como la harina) y los subvencionan, e incluso les permiten esconder su parafernalia bélica en el estadio. Pero su función no se limita al fermento de las pasiones. En el 94 y el 95, años en los que, sin estar intervenido por mandamiento judicial, el Atleti rozó la promoción, ultras eran los que, azuzados por Gil, intimidaban a la poca gente que se atrevía a protestar; su método consistía en insultar, zarandear y arrebatar las pancartas a los contestatarios. No aseguraría yo que hoy las cosas fueran exactamente iguales, pero tampoco pueden haber cambiado mucho. A los ultras se les deja hacer y, sólo cuando corre la sangre, cunde una hipócrita toma de conciencia. Al final, los analistas concluyen que la rabia se origina en la sociedad y que los culpables somos todos. (Lo mejor para diluir una culpa es repartirla entre la gente, es volverla general. De ese modo, los matones, operen por cuenta propia o ajena, nunca son responsables de sus inicuos actos.) El intolerable incidente de los gamberros, que se van a ir de rositas después de haber amenazado de muerte a Bastón y propasarse de palabra con los jugadores y el míster, ha sido aprovechado por Cerezo y Gil Marín para colar sus desprestigiadas figuras y cuerpos serranos ¡en el grupo de los agredidos! y difamar a los que les increpan en el Calderón por la menudencia de haber arruinado y desprestigiado al Atlético. Y, a buen seguro, corren los aficionados discrepantes más peligro que la ultracanalla del fondo sur. Cerezo y Gil Marín quieren una mordaza que silencie a las personas y no impida ladrar a los perros.
Ya sé para qué existe el Atleti, amén de para lucrar a los parásitos que lo aferran. El Atleti existe para hacer felices a equipos como el Osasuna, el Villarreal, el Betis… Este club cada vez se parece más a los barcos que pasaban junto a la “Costa da morte” y a los que los lugareños confundían por el procedimiento de situar un fanal en las escolleras. La nave se desorientaba y sobrevenía el naufragio. Entonces, aquellos piratas de tierra firme saqueaban el buque para vender los frutos de la rapiña o consumirlos al amor del hogar. Buen provecho. No escuché el programa de Radio Real Madrid al que acudió —en plan Daniel contra los leones— José Luis Sánchez, el presidente de Señales de Humo, pero por el cabreo de Ozemaría me hago una idea bastante exacta de lo que pudo dar de sí la soirée. Sé que el rey de los embusteros llamó mentiroso a José Luis, e imagino que el moderador del debate toleró que tan acérrimo enemigo de cualquier especie de verdad insultase impunemente al invitado más débil (débil porque sólo se representa a sí mismo y a un puñado de colchoneros lúcidos, no por otra cosa). Seguro que el moderador posee un voluminoso dossier sobre la situación real de la entidad rojiblanca y, por tanto, no ignora quién miente y quién ajusta sus palabras a los hechos, pero los conductores de espacios deportivos no habitan entre los mortales para informar, sino para ejercer de sumos pontífices de un espectáculo todo luz y color, risas y festivas tontunas. El Socio tiene razón: dejemos en paz a los futbolistas, dejemos en paz al mister, dejemos en paz a los dioses y al empedrado. El Atleti es lo que han hecho con él personas muy desaprensivas e inútiles, custodiadas por la hez de la prensa, y nada cambiará mientras que el tándem forajido no sea desalojado del club. (La voz pasiva es aquí la más pertinente, porque, ¿cuándo se ha visto que las garrapatas salgan del perro por propia iniciativa? Nunca.) ¿Nos conviene eliminar al Osasuna? ¿Nos interesa otra jornada de afirmación colchonera, prietas las filas en torno a un anhelo de cuarto orden? ¿Resultaría legítimo enorgullecerse de una Copa —si la consiguiésemos— en la que hemos tenido por rivales al Orense, al Nastic, al Numancia y al club pamplonica? ¿No sería mejor que, borrachos de fracaso, volviésemos a sucumbir y decepcionar y que los tunantes y los ideólogos que les hacen la corte quedaran otra vez en ridículo y a merced de una afición hastiada de fofas ilusiones, pero, ¡ay!, demasiado aturdida aún como para actuar en consecuencia? Pregunto.
Atención, pregunta: ¿en qué se adivina que a los dirigentes del Atleti no les importa el club una pasa de Corinto y, por ende, les aburre el balompié? Respuesta: en que, después de llevar tantos años en el negocio, no han aprendido una sola palabra.
Que Uruguay no es hoy una potencia futbolística es algo que ningún aficionado al fútbol ignora. No obstante, la secretaría técnica del Atleti desde los tiempos de Ruiz —que por ahí sigue, asesorando al Gil de turno— ha mostrado una querencia por los jugadores charrúas digna de mejor suerte. ¡Señor, qué testarudez! Aún nos preguntamos los simpatizantes del Atleti cómo se pudo fichar a Philipauskas o traer a Correa —¡todavía hay críticos que piensan que el “Paquete” es un jugador con clase!— ¿Y qué me decís de las cesiones de Diego Alonso y De los Santos? Muy reveladoras, no sólo de la cicatería giliana, sino también de un mal gusto incorregible. Por eso durante el último verano, cuando Toni Muñoz merodeaba en torno a Forlán, temí que el Atleti enrolase otro urogallo. Forlán vino, pero al Villarreal, y Gil Marín y Cerezo, que no pueden vivir sin urogallos, adquirieron a Sosa y, en diciembre, a Núñez. (La llegada de este último, a espaldas del propio Toni Muñoz, me hizo pensar que la sombra de Ruiz, como la del ciprés, es alargada.) Forlán le ha costado al conjunto levantino menos de dos millones de euros —hoy vale el triple o el cuádruple— y es el único uruguayo alguien en la Liga de las Estrellas. Esas son las operaciones que rara vez hace el Atleti actual y sí otros clubes con parecidos recursos, pero más listos. Ahora dicen que un tal Regueiro suena para reforzar el cuadro del Manzanares; milita en el Racing de Santander. ¿Uruguayo o urogallo? Básicamente, gratuito.
Estoy desolado. Porque cada vez veo más acercarse el futuro imperfecto de este club que ya ni agoniza, simplemente se derrumba sin estrépito, con la calma de los elefantes que se dejan caer en su cementerio, arrastrando sus pies por el camino que saben que no conduce a ninguna parte.
No veo nada que pueda acercarme a la ilusión, tal vez me he cegado de polvo durante este camino tan tortuoso, a fin de cuentas, todos somos elefantes que en un momento de la vida sabemos que no hay vuelta atrás, ni tampoco huida hacia adelante.
No va a cambiar el rumbo, aunque la voluntad de muchas personas clame contra los males que nos envuelven. Tal vez se nos presente un nuevo rostro maquillado, pero el fondo será el mismo. Estamos instalados en la mediocridad y este es un terreno pantanoso y difícil de abandonar, porque no es cierto eso que dicen que cuando persigues un sueño el universo entero se conjura para que se cumpla. El universo tiene cosas mejores que hacer, está demostrado.
Me preparo para lo peor, a pesar de que eso es un tópico, nadie está preparado para lo peor, sólo la vivencia te puede dar el auténtico significado de lo que es y lo estamos viviendo ahora con una parte de nuestro ser que se nos va.
Tómese un embuste pobremente urdido, envuélvaselo en una capa de grosería y en otra de arrogancia, ¿qué tendremos? La gilidez. Ahora cójanse varias afirmaciones todas ellas contradictorias, exprésense una detrás de otra sin transición pero en un tono firme, desenvuelto, campechano. ¿Qué saldrá? La cerezada. No subestiméis a su autor; a su manera, es un genio. De modo que “nos equivocamos al renovar al entrenador y la afición no comprendería que siguiese Ferrando”, pero “continuar no es renovar” y por consiguiente “lo lógico es que el míster siga”. Es un párrafo de antología, no lo neguéis. Como este otro. “El club escuchará ofertas por Torres, pero no las habrá porque Torres y el club están muy contentos el uno con el otro”. No es manco el chaval, a que no. (Los científicos auguran una rápida extinción del lince mediterráneo. ¿Y no sería posible —me pregunto— repoblar esos bosques desiertos de alimañas con una pareja de linces del Foro? Sí, ya sabéis a quiénes me refiero) Lo que se saca en claro de toda esta faramalla incomprensible es que el Atlético, vendería muy gustoso a Torres —digamos, por unos 20 millones—, pero descree de que alguien esté dispuesto a aforar tanta pasta (máxime ahora que Torres no da ni una a derechas), y que el club no quiere a Ferrando ni para fregar los suelos, pero menos aún abonarle el despido en su integridad. (Ah, Cerezo ha ratificado la confianza de la institución en Toni Muñoz. Yo, en lugar del cordobés, iría haciendo el equipaje.) Lo que la afición no comprende es que Gil Marín y Cerezo se obstinen en aparentar que son dos colchoneros desinteresados y capaces (bueno, capaces sí lo son, pero de cualquier cosa), que trabajan día y noche en pro de la entidad, que ponen el dinero que a ésta le falta y demás aburridas pamemas. Pero, ¡ay!, aún los protege el otro lobby, del que algún día, con tiempo, os hablaré por lo menudo.
¿Os acordáis del entrenador de la R. Sociedad y de los vikis, el galés Toshack? Cuando os quejáis tanto después de un partido me recordáis a él cuando contó aquello tan gracioso de que después de una derrota todos los jugadores eran unos mierdas y no los volvería a sacar más, pero que a lo largo de la semana iba recapacitando (ya no eran tan malos) para volver a sacar al siguiente domingo a los mismos cabrones de siempre. jajajajaja. Tenía gracia el galés éste.
Pues bien, todos los que lloráis ahora como nenazas me parecéis igual. ¿Qué esperábáis en Pamplona de un equipo que sólo ha ganado 2 partidos fuera en toda una temporada?. Joder, si decís que son tan malos por qué os rasgáis las vestiduras por perder por la mínima en Pamplona, qué hay de raro en ello.
Coño, cabrearos por cosas importantes, no por los mierdas de jugadores que tenemos y el cagón del entrenador. Cansáis ya con tanto lloriqueo y tanta lamentación.
Encima, seguro que los que más lloran y se cagan en lo más sagrado irán como borregos al campo el partido de vuelta a animar al equipo hasta romperse la voz, para luego volver a lloriquear y a blasfemar contra todo por algo que ya se sabe de antemano, porque había que ser muy iluso para pensar que el Atleti ganaría en un campo con tanta presión como ése; no tenemos jugadores que rindan en esos ambientes tan hostiles, bueno, ni en esos, ni en ninguno medianamente difícil.
Mirad, muchachos (aquí viene voz de cura bondadoso y música celestial de fondo) conformaos con estar ya salvados y haber llegado a una semifinal de Copa. Mirad si son buenos los del Atleti que nos hacen ahorrar las pelas que supone una final, que en los tiempos que corren no es poco, no.
Además, sois unos incoherentes, si siempre estáis diciendo que esta plantilla es una mierda, que sólo valen los centrales y Torres. Si después de cada derrota arrasáis con todos los jugadores: Gronjkaer, A. López, Leo Franco, hasta el mismísimo Torres... Joder, si son todos tan malísimos, deberíamos estar alegres de llegar a donde hemos llegado.
En fin, que el problema está arriba, que enfadarse por los jugadores o el entrenador ya es que me parece hasta una ordinariez, la verdad sea dicha. Podríamos ser originales alguna vez, para variar... pero, jajajajajajaja... es verdad, ya no me acordaba, luego ganamos dos partidos seguidos y poco menos que estamos en la Liga de Campeones... qué pena de afición, Señor, qué pena.
Y ya, para acabar el tocho, os diré a los Chinasky, Pereira, etc. que tenéis toda la razón del mundo. ¿Cómo cojones los post más seguidos en una semifinal de Copa tratan de política? Pues porque esto no da más de sí, esta puta mierda de equipo aburre hasta las ovejas y no suscita mayor interés, así que tendremos que divertirnos con algo... ¿Y a quién le divierte hacer cábalas con este Atleti? A nadie, amigos, a nadie.
Hale, un saludo y perdón por el tocho.
Como la palabra, para el presidente del Atleti, es un intervalo de ruido entre dos silencios y como se trata de ensordecer —y acaso aturdir— al puñado de seguidores del club que comienzan a protestar —si bien tibiamente—, el inefable Cerezo, abandonado por su compinche a un enojo que no acaba de materializarse en una fenomenal y persistente bronca del conjunto de la afición, ha buscado refugio en los periódicos y las radios, las cuales ofrecen asilo a los débiles mentales como las iglesias del medioevo a los prófugos de la justicia.
¿Y qué ha dicho ese prócer? Pues que la próxima vez será la buena. Afirma que va a fichar tres figuras, pero la nómina de cracks que exhibe es todo menos una relación de ases. (Ni Saviola, ni Baros, ni Zé Roberto, ni los otros que suenan son grandes astros del fútbol; el brasileño es ya mayor; el argentino, diminuto y débil; y el húngaro, bastante vago e irregular, etc.) Pero los informadores le siguen la corriente (un modo como otro cualquiera de electrocutar al club) y, en la terrible prosa que gastan, le dejan que esboce el nuevo proyecto-timo. Uno de ellos asegura, sin un ápice de humor, que Cerezo se dispone este verano a “acertar en todos los fichajes, sin que sirva de precedente”. (¡Verídico!) El magnate de la industria cinematográfica también nos invita a que comprendamos que él, además de por el Atleti, ha de velar por sus negocios. Es un hombre abnegado, que trabaja como un negro, y no se larga porque “no serviría de mucho” (desde luego a él y a su compadre no les aprovecharía de nada irse; ahora bien, ¿y al club?). Cerezo se arrepiente de haber renovado al entrenador, pero no descarta que se quede, aunque le gustaría para el banquillo un defensor del contraataque (sic). Lo noto bastante kung-fun-dido. ¿Vosotros no?
Lo correcto, lo incorrecto, es largo, o es corto, dejarlo ya, yo te propongo, tu expones, tengo una idea, te explico, donde estabas, no saliste, no te vi, has ido, soy más viejo, eres joven, no salpiques, toman fotos, se estrelló, es mentira, calló, que vergüenza, un escándalo, puse el doble, y tu de quien eres, de mi abuelo, monto a caballo, me bajo del burro, te aburro, solos quedaron, no fueron, no duraron, que bostezo, es la sangre, solo un vinculo, una voz, es la arena que chirría, la corriente que arrastra, el camino que ensangrienta, el pilar que no cede, el asfalto que divide, solo acompañado, unido dispersado, foro, panteón, eres puente, roja y blanca, lagrimas al terminar, congoja, tu lo vistes, la soga, se quedo en la puerta.
Salvemos el Calderón, ahora o nunca.
Cualquier atlético con dedo y medio de frente, siquiera un ojo sano y unas poquitas ganas de informarse, sabe ya a estas alturas que, desde hace muchos, demasiados años, el Aleti es el patio posmoderno de Monipodio –el único ya, una vez desalojada la sede marbellí. No debería sorprenderme, pues, cualquiera de los diarios ejercicios de profesionalidad de nuestro par de máximos "dirigentes". Como tampoco su bochornosa y abochornante falta de cualquier recurso expresivo mínimamente comprensible, a poco que sean dialécticamente exigidos.
Sin embargo, la desvergüenza de la que ayer noche hicieron gala en la radio, ha conseguido revolverme el estómago, que ya venía toda la semana dándome guerra, después de la astracanada elevada a la enésima potencia representada el pasado sábado en Soria.
Ya hasta se tolera, por resabidos y requetesoportados, la ruina y el descontrol, pues yo al menos he alcanzado, en lo que al Aleti se refiere, ese punto que los psicofisiólogos llaman de saturación o insensibilidad, de manera que casi es imposible encontrar hecho capaz de estimular mi capacidad de indignarme. Pero lo de esta pasada noche ha sido demasiado.
¿Cómo alguien de quien los tribunales han dicho que se ha apropiado indebidamente de una sociedad, aunque el delito haya prescrito, que está sentenciado irrevocablemente por haber estafado a esa misma sociedad, que la ha llevado no ya sus más bajas cotas de prestigio, sino directamente a la vergüenza y la ruina, puede pretender presentarse ante la opinión pública hablando del "futuro"? ¿Y pretender converncer a alguien de que ese "futuro" pasa porque vendan el único patrimonio material que le queda a la sociedad en cuestión? ¿Y llamar mentiroso a quien le dice que es imposible que la deuda de la sociedad se haya reducido en un año en el que las abundantes pérdidas han vuelto a señorearse de las cuentas del ejercicio, si no es gracias incluir ya en el activo el valor de la venta del estadio? ¿Y hacerlo después de haber negado por activa y pasiva que no había "contacto" alguno con el ayuntamiento de cara a dicha venta, hasta que el acusado de mentiroso sacó los documentos municipales en que se demostraba que tales "contactos" existían desde hace tiempo? ¿Y tras decir que, según encuesta objetiva (sic) el noventa por ciento de los atléticos estaban a favor de la venta? ¿Y negar que, con ellos, ésta es irreversible, porque si no a ver cómo explican que varios grupos inmobiliarios les hayan adelantado dinero a cuenta de su participación futura en la sociedad ahora propietaria del estadio? ¿Y qué decir ya de la acusación al que será por siempre nuestro presidente, don Vicente Calderón, de "habérselo llevado crudo? ¿Y de acusar a sus descendientes de no haber invertido en el Aleti, cuando fue el fundador del negocio el que les impidió tal cosa, tras uno de sus característicos ejercicios de "autoridad"?
¿Creen esta pareja que con el brillante historial que llevan a cuestas algún colchonero o colchonera que tenga los mínimos atributos al comienzo señalados y una pizca siquiera de vergüenza puede asistir no ya confiado sino tan siquiera resignado a que vendan lo último nos queda, para trasladarnos a su "futuro"?
Lástima que los hermanos Calderón y el bueno y tenaz de José Luis no pudieran decir todo lo que debieran haber dicho, y además como debía ser dicho, al verse arrastrados por la vorágine desatada por el irascible de la pareja. Pero al menos a mí me queda la esperanza de que a la audiencia del Príncipe de la Medianoche le quedara al menos una cosa clara, la última que dijo –creo– Gonzalo Calderón: que el futuro del Aleti no pasa por la operación diseñada en el patio de Monipodio –con la connivencia municipal, sr. Gallardón–, sino por levantar el campamento de la troupe de Monipodio del Estadio Vicente Calderón.
Gil Marín ha dicho que no comprende por qué el sábado jugó Toché contra el Atleti. Según él —que es un empleado más del club, como todo el mundo sabe— los técnicos no incluyeron ninguna cláusula prohibitiva en el contrato de cesión. Detrás de la palabra ‘técnicos’ hay que leer Toni Muñoz y no Gil Marín. Gil Marín es el director general del Atlético de Madrid, pero no lleva los traspasos, ni las cesiones, ni nada de nada. ¿A qué se dedicará ese hombre, a jugar con la maqueta del Calderón? Por lo menos, Gil Marín ha defendido al chaval, que marcó un gol y lo celebró condignamente. ¿Y no había de estar contento? Siete meses después de caer lesionado, sale unos minutos y logra el tanto que le permite al Numancia triunfar. El profesional del deporte es del equipo que le paga, y Toché es ahora del conjunto soriano. A Cerezo le han dejado afirmar en no sé qué foro merengue que él aún pone dinero en el club. Esta clase de declaración ya era desternillante cuando no existían las sociedades anónimas; imaginaos hoy. Además, Cerezo, al igual que su compinche, pertenece a la raza de los que no se estiran ni en los cumpleaños de mamá; ¿y no ha declarado Gil Marín que el fútbol no es rentable? Ya hay recompensa para los que renueven su abono sin esperar a ver cómo termina la temporada actual ni cómo empieza la próxima: una acción del Atleti. ¿Y cuál será el valor aproximado de cada uno de esos apetecibles títulos? Tengo para mí que la parejita sopesó una oferta a base de un chupa-chups por cada abono, y le salía más caro. La maniobra parece orientada a conseguir el anticipo de unas cantidades que el Atleti —pese a que ingresa más que gasta, según sus dueños— quizá necesite para pagar a los jugadores de aquí a junio. Temed lo peor.
Florilegio de memeces leídas avant match. Titular de anteayer: “El Atlético se juega la vida al rojo vivo ante Osasuna”. Es falso, es tremendista, revela una falta de imaginación y una estolidez absolutas, aunque, por desgracia, muy comunes en los tiempos que corren. He aquí el razonamiento del comentarista:
“Oficialmente, Atlético y Osasuna se juegan esta noche el pase a la final de la Copa, que ya es tremendo (sic). Pero en realidad, el equipo rojiblanco se juega mucho más, ya que su futuro está hoy sobre el césped. Si no va a Europa, y esta es ya la última vía, no crece y otro año en la mediocridad puede ser insoportable para la entidad”. El Atlético se jugaba, por lo visto, más que el Osasuna. El Osasuna no deseaba crecer, o le daba igual su futuro, pues vive cómodamente instalado en la pequeñez, como el fakir en los pinchos de su asiento. Además, jugar la UEFA significaba para el club del Calderón algo así como volver a ocupar su puesto entre los grandes (léase: Sevilla, Villarreal, Athletic, Zaragoza, etc.) O sea, el Atleti de ahora es mediocre. (Más quisiéramos.) “ ‘Delanteros y laterales es (sic) lo más fácil de moldear’, comenta un entrenador de la cantera rojiblanca”, sobre todo si el magistral moldeamiento no incluye el disparo a puerta. (A la ineptitud chutadora de Torres me remito.) Dos tonterías gramaticales: “El Atlético adolece de orgullo y juego” (sic). El pésimo redactor piensa que adolecer significa ‘carecer’ y no ‘padecer’. Ojalá el Atlético adoleciera de orgullo y juego”. “Nadie somos idiotas” (sic) (Aforismo que debemos precisamente al rey de los idiotas.) Una boutade de Torres: “Si hay que asumir la responsabilidad de marcar, se asume”. (¿¡Pero no es Torres un delantero!?) Kung fu sion Cerezo, verdadero adalid de la cultura, ha colgado de la camiseta del Atleti el título de uno de esos astrosos filmes que distribuye por los cines de España: “Kung fu sion”. Me descubro ante el genio en estado puro. ¿Que tal efecto de desternillante comicidad era involuntario? Tanto mejor. ¿Quién aleccionó a los recogepelotas para que continuamente echaran dos balones al campo? ¡Club de subnormales! Otra de Torres, ésta derrière match: “Hay que mantener la plantilla y el entrenador porque la base ya está hecha”. (Desde luego semejante plantilla y tamaños dirigentes garantizan el futuro… del Osasuna, del Mallorca, del Betis, hasta del Getafe…) Y en una radio escuché por casualidad la siguiente recomendación piadosa: “El Atlético necesita paciencia” (sic). Como sólo lleva 18 años de proyectos… He visto a equipos del Atleti perder partidos importantes contra cuadros que poseían jugadores que se llamaban: Cruyff, Pirri, Amancio, Beckenbauer, Gerd Müller… Ayer lo vi caer ante un conjunto cuyas estrellas atendían por: Puñal, Webo, Chengue Morales, Pablo García… ¿A quién hará feliz el Atleti el año que viene? ¿Quién será su próxima bestia negra? Hagan sus apuestas. Puesto que nos iba la vida en el empeño y nos derrotaron, ¿estamos ya difuntos? ¡Nooo! Aún nos quedan dos vivales que derrochan salud. Pues habría que mortificarlos un poco, aunque sólo fuese por solidaridad con la institución.
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