Columnas del Foro

Las Perlas del Foro de Señales de Humo

Sobre las Columnas

El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

Recursos Sindicaciones

Carta a un amigo. Fernando. (II)

2 de Julio de 2007

A estas horas a mí, al igual que a muchos de vosotros, el desánimo me invade y me apetece hacer pocas cosas, pero como me lo habéis pedido unos cuantos, ahí os dejo la segunda parte de la carta. Espero no resultar pesado, pero eso sí, os anuncio que hay una tercera y última parte.

 SEGUNDA PARTE (Capitán de un barco a la deriva) 

... Al año siguiente, y de la mano de un Luis Aragonés, que te las hizo pasar canutas, al final se consumó el ascenso. Por fin ibas a jugar en primera. Tu debut en la máxima categoría fue en un escenario propio de tu nivel, el Nou Camp. Aquella noche empatamos en Barcelona y no pudiste marcar. Hubo que esperar una semana más para verte marcar tu primer gol entre los grandes. Fueron los cincuenta mil de siempre los que pudieron gritar con aquel gol ante el Sevilla de Caparrós.

Aquel año pasó sin mucho que reseñar en lo deportivo. El equipo hizo una temporada discreta en su retorno a primera. Luis y Futre se marcharon al finalizar el campeonato y tú hiciste trece goles. ¿Te acuerdas aquel que le metiste a Molina? Naybet, el pobre, no lo ha podido superar. Pero aquel era el año de nuestro centenario. Cómo te hubiera gustado estar en Neptuno aquel sábado de abril en que nuestro Atleti cumplía, se dice pronto, cien añitos. Cómo te hubiera gustado estar con los tuyos llevando aquella kilométrica bandera. Esa bandera significaba tanto para nosotros, Fernando... Significaban miles de momentos vividos por miles de atléticos como tú y como yo a lo largo de cien años. Cada uno de los hilitos de los que estaba compuesta olía a domingo por la tarde, a sobresaltos escuchando a un locutor de radio que te mantenía en vilo noventa minutos, olía también a grandes gestas que cada uno de nosotros vivimos como aquella final de copa del 92, o como aquel doblete que tu pudiste vivir a pie de campo, olía a millones de lágrimas derramadas por gentes distintas unidas por un mismo sentimiento. Gentes como tú y como yo Fernando. O como el abuelo Eulalio, ese hombre de Valdeabero que te inyectó en vena esta droga de la que no se puede escapar uno nunca por más que quiera. Y cómo te hubiera gustado estar sobre el césped ese día también, pero una lesión te dejó en la grada sufriendo al ver como tus compañeros eran incapaces de ganar a Osasuna precisamente en aquel día. Es paradójico que tuvieras que ver aquel partido, que sobre todo tenía importancia para el aficionado, precisamente como lo que eres, un atlético más. Un atlético más con el corazón infartado en esas gradas que tanto saben de cardiología. Una vez más no pudo ser.

Y así, como que no quiere la cosa, fueron pasando los años. Fueron pasando compañeros nuevos y pronto tuviste que ver cómo en el vestuario cuando mirabas a tu alrededor ya no quedaba nadie de los que estaban aquella tarde en Albacete. El club era pura inestabilidad y a los diecinueve años te viste con el brazalete de capitán en el brazo. Ese mismo brazalete que en otros tiempos llevaba Adelardo y otros míticos como él a los que tú y yo nunca pudimos ver, aunque los conozcamos de sobra porque siempre hay un abuelo Eulalio para contárnoslo. Ese mismo brazalete que, cuando éramos más niños que ahora, veíamos en el brazo de Futre, y después de Solozábal, y más tarde de Aguilera. Te viste demasiado pronto siendo el capitán de uno de los clubes mas grandes de la historia. Y no sólo eras el capitán, también eras el buque insignia, la bandera, el referente para los niños más niños que tú y que yo. Eras además de todo eso, la esperanza de una afición que se empezaba a acostumbrar al fracaso. Una afición maltratada por sus dirigentes que veía en ti la posibilidad de volver a ser como antes. De volver a ser grandes. Todo el peso del club recaía sobre tus espaldas y eso en ocasiones resultaba una presión demasiado grande para un chico aún en formación. Cuando el equipo ganaba, ganaba Torres. Cuando el equipo perdía, también era Torres el que perdía. Yo eso nunca lo consideré justo, pero tú asumiste ese rol con una naturalidad fuera de lo normal. Sin darte cuenta estabas sacrificando el completar tu formación como futbolista, por las exigencias sociales de un barco a la deriva que solo se mantenía a flote gracias a ti. Pero como este país es así, no tardaron en salir como ratas los ventajistas detractores a los que tú no tardabas mucho tiempo en mandar callar con goles y grandes partidos. Si había que tirar un penalti, ahí estabas tú el primero para lanzarlo. Si había que darse una carrera de cincuenta metros para recuperar un balón ahí estabas tú. Si era necesario presionar hasta la extenuación ahí estabas tú. Si había que defender medio millón de corners aún a costa de perjudicar tus cifras anotadoras ahí estabas tú. Si había que salir a rueda de prensa para explicar un nuevo fracaso, ahí estabas tú siempre. Siempre tú y no otro. Todo y más por tu Atleti. Faltaría más.

Como te decía. Seguían pasando más y más compañeros nuevos. Y también pasaban entrenadores. Manzano, Ferrando, Bianchi, Pepe Murcia... y el equipo nunca cumplía los objetivos. Todos tus esfuerzos nunca eran suficientes y eso en ocasiones te hacía sentirte frustrado. Se hizo habitual verte en los finales de temporada cabizbajo por el césped. Pero tú siempre volvías. Volvías tú y nos hacías volver a los demás. Nos hacías renovar ilusión cada verano. Por cierto... ¡qué veranos eh!. Se hizo normal ver cómo en cada uno de ellos te colocaban fuera del club. Siempre había rumores que decían que te marchabas, que no aguantabas más. Y aunque razones no te faltaban, siempre salías con la boca llena de Atleti a decir que tú no te marchabas. Como por ejemplo hiciste el año pasado cuando todos daban por echo que te ibas. Venías de jugar aquel mundial en que nos hiciste sentir orgullosos y los rumores se volvieron a disparar. “Que digan lo que quieran” dijiste. Y renovaste tu contrato. Continuará...
Posted: mar 13 2008, 12:01 por admin
Archivado en:

Comentarios

Aún no ha hecho nadie ningún comentario. Escribe alguno y sé el primero :P