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Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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abril 2004 - Artículos

Miscelánea (29/04/2004)

(Eslógan.)

Fernando acierta de pleno en su interpretación de los eslóganes —pura basura en tecnicolor— que nos han infligido los Giles y sus publicistas mercenarios. El más popular debería decir: “Papá, ¿por qué carajo somos del Atleti?”. Y entonces el padre, liberado de todo escrúpulo íntimo y de toda reserva mental, pues ya no tendría que hacer de tripas corazón ante su vástago, quizá le contestase a la criatura: “Por que somos idiotas, hijo mío”. Somos del Atleti para contemplar en permanente huelga de brazos caídos y bocas cerradas cómo se les regalan insignias de oro y brillantes a famosos astros de Hollywood, emputeciendo la distinción. (Si yo fuese Harrison Ford o Halle Berry le pediría mil dólares a Cerezo por lucirla.)

 


 

Somos del Atleti para asistir, impávido el rostro y laxo el ademán, al desmantelamiento del club, mientras los administradores de esa ruina revuelven entre los escombros por si a algún albañil se le cayó del bolsillo el peluco o se dejó olvidada la tartera del almuerzo. Somos del Atleti para presenciar como quien ve llover la prosperidad ajena y el desastre propio. Somos del Atleti para consentir sin un murmullo de protesta que a esa calamidad la denominen “salvación”; a sus perpetradores, “hombres providenciales”; y al caos, “nuevo proyecto”.

 

 

(Vocerío.)

Mal, muy mal, deben de ir las cosas cuando hasta los incondicionales de Gil y Cerezo empiezan a tirar con bala contra los jugadores y Manzano. Tarde, mal y nunca se les cayó la venda de los ojos a tamaños linces. Pero con ese cambio de táctica quizá pretendan quitarse de en medio cuando fragüe la ira popular —enojo para el que, dicho sea de paso, no hay ni siquiera tiempo suficiente: quedan dos partidos en el Calderón—.

Claro que en su atronador vocerío no se olvidan de secundar a Gil. Al revés, ahora gritan porque el Gordo grita. El Gordo, como siempre, aspira a encabezar el descontento para escurrir el bulto, aunque la aplazada cólera de la afición sea como un vendaval que nunca acabara de desatarse.

Es gracioso que Gil nos salga ahora con que, de los 14 nuevos fichajes de este año, la mitad no ha estado a la altura de lo que se esperaba de ellos. Primero: ya le hubiese gustado que la otra mitad hubiera rendido a plena satisfacción. Segundo: fue él quien contrató a los que confeccionaron la plantilla. De ahí que cuando uno de los más nulos y descerebrados proferidores de gilideces de la prensa deportiva nacional se descuelga con la afirmación de que Gil “tiene derecho a protestar”, merecería que le respondiesen: “No, mire usted joven, Gil es el único que no tiene derecho a quejarse porque es el que ficha a los jugadores y a los técnicos”. Pero el tal sujeto es como el loro de Flint y la voz de su amo en cuerpo de homínido, y no le pagan para informar sino para hacer el bufón. (No es la menor desdicha de este club que los atléticos diseminados por los periódicos, las radios y las televisiones sean a menudo tan irresponsables y estúpidos.)

   

(Bezoar.)

Una vez tuve un gato en cuyo estómago se formó una bola de pelo indigerible. Lo llevé al veterinario y éste me explicó que el pobre animal, en el transcurso de su breve existencia felina, había ido tragando pelo a pelo el bezoar que, impidiéndole la asimilación de los alimentos, le condenaba a morir de inanición. Así nos ha pasado a los del Atleti. Casi sin darnos cuenta, en 17 ó 18 años, hemos permitido con nuestra dejadez o nuestra complicidad el amalgamiento de ese cálculo que nos desgracia y que tiene mala cura. Nuestro bezoar está compuesto de patochadas e ineptitudes, de demagogia e histrionismo, de rapacidad y mentiras. Y es bien, p

Mi bolsa de la ropa sucia... (28/04/2004)

...ha visitado entre mis maletas todos los antecos y periecos que mis ojos vieron hasta esta noche. Siempre fiel a mi destino, como los capilares de tela rojiblanca que tantas veces ahogan mi pecho. Los tejidos más prescindibles se suelen meter en tal bolsa al final de cada viaje a presión, cuales sentimientos profundos en los posts de un foro virtual cualquiera. Y quizá sólo por eso, o también por batirme hoy en regreso y darme cuenta de lo que hemos pasado juntos (hasta el punto de volverme fan suyo, colosal incongruencia), mi bolsa se merece dar título y cabecera a este lamento.

 


Pues eso debe ser esto: un lamento. Ya que mientras comprimía un poco más la ropa, se me ocurrió estrujar en ella la pulpa de mi hecho diferencial y encontré, estremecido, que la más insolvente nada latía en el hueso de una fe, tan intangible ésta como naive, tan absurda como real.

Y me puse a buscar mi por qué, con los mimbres partidos, para saber si en realidad soy -y como esencia siento-, o si por el contrario existo sólo como entelequia creada por un zahorí de la plusvalía, y en el mejor de los casos ni pienso. Deconstruyendo a Suki quizá consiga encontrar mi esencia, me repito como hace la enfermera con su chascarrillo al anciano, a fin de que éste se trague una mentira con forma de sopa que sabe a rayos.

Así me he puesto a buscar en el origen de mi ser antes de ser atlético, donde quizá cobre sentido todo. Unos pantalones de franela gris a cuya compostura de cintura alcanzaba sólo con la yema de los dedos, la pierna de mi padre alzada envuelta en una férula sobre almohadas en su cama, las huellas de mi lagrimones calando una colcha de fieltro verde... son los recuerdos de infancia más cercanos al que ahora me atañe: aquel Thomson de ocho canales (de los que seis sólo producían nieve) en el que mi padre, aún fumador, sintonizaba para ver -a solas- el fútbol de los sábados por la noche.

Una de esas noches cerradas de invierno, en aquella caja sin mando apareció un corcel, engalanado en rojiblanco, con una crin tan larga como rebelde y morena, y galopó por la banda con una grandiosidad que sólo es medible en áureas. Y me enamoró para siempre. No sabría decir por qué, pero a quién demonios le importa, pues se pueden explicar las cualidades (al fin y al cabo, son definiciones adoptadas por convención humana), pero no se puede explicar por qué te enamoran, y menos en contraposición a otras.

El amor que de ese flechazo nació vivió en mí hasta mi más mediterránea pubertad tan virgen y unilateral como mi cuerpo, en una relación a distancia como la que en un día llevaran los insomnes de Seattle. Por traslado familiar, la suerte quiso sin embargo que diera con mis huesos en la Meca que albergaba mi templo. Y llegué a ella cuando la movida moría de auto-complacencia, actitud que luego ha resultado ser el monóxido de carbono de nuestros tiempos.

Mientras en la gran ciudad se ajaban los restos de mi infancia como una estampa de Polaroid, un Balbán se hacía dueño anónimo y a través de acciones (de las de en papel y de las ilegales) de los sueños y los anhelos, tapando con sus voces un fraude largamente pergeñado. Y en sus engaños, sin quererlo, alimentaba la parte rebelde de un amor púber que en esta plaza de quintas y mentiras "blancas" (que dirían los sajones), estaba tan prohibido como ridiculizado. Pero justamente los amores prohibidos se viven más intensamente, los imposibles colapsan los sentidos, y si además son verdaderos crean estatuas de kevlar en las entrañas que sólo mueren de olvido, es decir, de un suicidio necesario.

Las mecas, sin embargo, también tienen estas cosas: son ciudad de profeta y demonio. Y a mi canto en sí bemol acompañó siempre en no sostenido. Así pues inicié una hégira, y la relación consolidada pasó a no ser más que madrugones de kilobytes por segundo, desvelos de domingo a lunes y partes de guerra desde latitudes, tan recordadas como en absoluto añoradas.

"Volví con el tiempo justo para verte sobrevivir al desastre de Eritrea. Me quedé entonces para estar a tu lado, convaleciente estabas de tu secuestro. Y entonces falleciste a todo aquello que habías sido, rompiéndome el corazón en tres pedazos: uno muerto, otro viejo y el otro con forma de pasa. Mi Mazzola llorando en la vieja Vetusta se marcó a fuego lento en mi nervio óptico, y cuando llueve se me resiente, como una lesión de rodilla.
Desde entonces, que lo sepas, mi amor por ti es otro, es como el que se tiene por una mala novia: sabes que se aprovecha de ti y tu amor, pero anhelas que sólo sea una mala racha, y que por mucho que ésta dure, volverá algún día a ser la de antaño.
"

A la mañana siguiente desperté, y me aleje del amor para no arder en el infierno. Abrí las puertas de Tanhausen y entré para enfriar el dolor, pues así dicen los forenses que es la forma de aguantar la muerte. Y al tiempo comprendí, que el objeto de mi amor no estaba muerto, sino prostituido por el gordo Balbán, aquel al que yo hasta entonces había reido las gracias, creyéndole salvaguarda. Al fin y al cabo, yo también resultaba ser parte de una generación perdida, la que no recordaba por qué aquel flechazo, y para cualquiera de nosotros, niños de la Gómez Kemp, el éxito se medía en protagonismo, y aquel chulo (en el término de carretera de la palabra) lo había logrado para mi objeto: lo había convertido en la mayor puta de los infiernos.

Metido en la Antártida de los hombres cuando maduran, me fue fácil obviar la lejanía de los cuerpos. Pero quise tener noticias de nuevo, y descubrí a más mancebos, románticos de lo mismo, algunos de un pasado que habían incluso vivido, pero que a mi generación sólo nos han contado con ese color sepia que da más beldad a Clío. Aquellos mancebos amaban desde otros tiempos, y seguían padeciendo las cenizas de lo eterno. Y con todo, querían celebrar el centenario de la Messalina. Porque en algún momento les había dado vida sentir, porque somos por cuanto sentimos, incluso aunque un demiurgo nos engañe en nuestras percepciones.

Como los serbios nacionalistas celebran una derrota, preparamos la fiesta en su honor, y ello me obligó a volver a la meca. Esa mierda de ciudad que aún hoy me aprisiona... y a la que sólo me une el amor a algo que en ella va muriendo.

"Pero si por ti he sido Jano transfigurado. Si por ti he abatido los muros de esta sociedad de moral hiperlaxa en la que me han metido. Si por ti he soportado que un doctor Fausto en llamando a su mefistófeles matase a los que servimos para ser él responsable de algo (aunque fuera nuestra muerte). Si por ti he tragado orgullo, masticado lágrimas y sofocado euforias. Si por tu anhelo he hiperventilado, naufragado, malcomido, malpeinado... y peor vestido. Si por ti he cambiado felicididad por destino... Es que soy tuyo, cojones, o no, mejor TÚ ERES MÍO. Y no luchar hasta la muerte por ti no tiene perdón de Dios ni de los hombres."

Y hoy me toca volver a Madrid. Y con todo esto he quedado convencido. Soy del Atleti en mí mismo, no puedo ser otra cosa.Y soy del Atleti por mí mismo, y a pesar de todos. Y el Atleti es mío, es tuyo, es de los que le amamos, por mucho que se lo follen otros. Y sacarle de las garras del Cabrón (por diablo) es una guerra ganada de antemano, aun (sin acento) sin día de la victoria final marcado. He batido sus engaños, he superado las palmaditas en la espa

Posted: 28 abr 2004, 12:00 por SDHEditor
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A propósito de lo dicho por Alfonso Camba (25/04/2004)
Glosaré algunas de las afirmaciones de Alfonso Camba en la entrevista que concedió a Señales de Humo.

“El Atlético de Madrid está en una situación dramática, por más que los medios de comunicación lo quieran ocultar, porque parece que ahora la prensa deportiva sólo está para vender felicidad e ilusión.”

La prensa deportiva, al menos la de la capital de España, vive —y muy bien por cierto— de vender felicidad e ilusión: concretamente, las del Real Madrid. ¿Imagina el señor Camba lo que publicarían esos diarios, que no es preciso citar porque están en la mente de todos, si hubieran azotado a los merengues el diez por ciento de las calamidades que se han abatido sobre el Atlético? (No formulo una mera hipótesis; las heremotecas rebosan de ejemplos; consúltense los periódicos de cuando la era Sanz.) La ilusión para los hinchas del Atleti corre por cuenta de los plumíferos que secundan a Gil, quienes la usan al modo de una tinta de calamar. Para esconder el brillo siniestro del fracaso presente, se ponen a fantasear sobre el futuro: otro nuevo proyecto. ¿No les suena la argucia? Por lo demás, la prensa deportiva del Foro no es indiferente al destino del Atlético; sólo que, en vez de preocuparse por nuestro club, lo ningunea o lo pordebajea a fin de contribuir en la medida de sus posibilidades a su crónica debilidad. Esa debilidad es utilísima para los blancos. Un Atlético fuerte no le interesa al Madrid. Ergo… “Y de repente los medios de comunicación dicen que Paunovic es Dios. Yo creo que la prensa deportiva está en franca decadencia.”

Concuerdo con el dictamen. Pero la exposición de los motivos por los que sucede algo así requerirían un espacio mayor del me ofrece esta página. (De hecho he escrito un libro sobre el tema, obra titulada “Pitágoras dejó el estadio”, que nadie —hasta el presente— ha accedido a publicar. Seguramente, tendré que pagarme yo la edición, como ocurrió con “El Rojo y el Blanco”.)

“En alternativa hemos debatido mucho en ese sentido y la verdad es que yo creo que la gente no se va a mover por nosotros (...) Si el equipo gana dos partidos y la gente toma un poquito de ilusión porque ve que mejora, o que podemos jugar la Uefa (por cierto, mejor la Uefa que bajar a segunda, pero en lo deportivo no nos soluciona nada). Puede que más adelante cambiemos de estrategia, pero lo veo difícil. Me temo que la afición se dará cuenta del drama cuanto lo tenga delante.”

Pues es necesario arbitrar algún medio de movilizar al aficionado, algún medio que logre sacudirlo de la modorra en que vegeta, quitarle el sueño de los ojos y el bostezo de la boca,  purgar su sangre de los narcóticos que le suministran Gil y sus serviles valedores; porque, si permanecemos de brazos cruzados, el drama se presentará como un cometa fatídico y entonces será demasiado tarde. El propio Alfonso Camba no ignora cuál es el talón de Aquiles de Gil:

“Yo creo que Gil ha sido siempre muy sensible a los gritos. Si hubiera un movimiento social importante en su contra le afectaría,  porque se cree un salvador, es ese tipo de patologías de conducta que no reconoce lo que ha hecho y en su fuero interno se cree un salvador. Todo lo que sean gritos del público le sobrecoge porque lo considera injusto.”

¡Exacto! Gil teme —pues lo grande del caso es que la juzga aún posible— la reacción adversa de los hinchas colchoneros. Tenemos la mecha —el miedo de Gil— y la pólvora —el desastre de la institución y la ira inarticulada de la gente—. ¿A qué esperamos para arrimarles un fósforo encendido?

¡Ánimo, señor Camba!

   
Indignidad (23/04/2004)
El señor Manzano ha dicho en público que la temporada del Atlético está resultando “dignísima”. Al señor Manzano debe de parecerle que haber marcado 40 goles y encajado 41 en 33 partidos es como para frotarse los ojos y sembrar el cielo de cohetes. Al señor Manzano debe de parecerle que ir en séptimo lugar, precedido por el Osasuna y el Bilbao —equipos que viven, el primero de las cesiones y los fichajes todo a cien, y el segundo de la cantera—, colmaría de orgullo al seguidor colchonero más exigente si no fuera porque hay mucho resentido y envidioso …del talento del señor Manzano.

Yo, por contra, creo que la temporada que está despachando mi club favorito es inaceptable, que el señor Manzano es indigno de ocupar el cargo de entrenador de la entidad rojiblanca y que la falta de exigencia en todos los estamentos de la institución —incluido el público— es a la vez un síntoma y un mal.

Un síntoma de la descomposición del club y un mal que contribuye a exacerbar los restantes.  Ya cuando Gil, el año en que no subimos a Primera, afirmó con la avilantez que le caracteriza que “nos había separado del éxito un solo punto” y nadie se escandalizó, juzgué que no se podía caer más bajo. (Pensé: la Segunda no es nuestro suelo; aún no hemos tocado fondo.)

Y, sin embargo, el señor Manzano —ironías de la vida— tiene parte de razón: si el Atlético se cuela, aunque sea de matute, en Europa, resultará que el club habrá obtenido ¡una de sus mejores clasificaciones en la era Gil! Es un dato abrumador. Tan estúpidos, tan vacíos, tan miserables han sido estos 17 ó 18 años, que un quinto o sexto lugar equipararía al Atleti de hoy con el decadente pero digno —ese sí— Atleti de los años 80, cuando los Rubio, Mínguez, Julio Prieto and company eran los portadores de una antorcha medio apagada.

El hecho diferencial (22/04/2004)
Cuando el niño le preguntaba al papá que por qué son del Atleti y éste respondía con un silencio obnubilado, casi todo el mundo quiso interpretar que lo que ahí se manifestaba era la imposibilidad de expresar lo inefable, de manera que ese "ser" viniese a constituir una suerte de experiencia mística de la que al hombre sólo le es posible dar cuenta por medio del contradictorio "no ser" que es todo silencio y toda nada.

 

Yo, sin embargo, considero que aquel anonadamiento paterno no procedía de un repentino estado de trance sino que, más bien, ponía en evidencia la turbación que a cualquiera produce no poder responder a una pregunta por el simple hecho de no haberla entendido cabalmente. Porque, dejando a un lado que tan absurda "ultimidad" es impensable en la despierta inteligencia de un niño, la ambigüedad que con argucia sibilina se desliza en la pregunta viene propiciada por su misma formulación, en virtud de la cual ese ¿por qué somos del Atleti? puede no sólo entenderse como he dicho, al modo de, por ejemplo, ¿por qué soy cristiano?, sino, antes bien, como ¿por qué coño seremos del Atleti? o, para ser más explícito, ¿por qué coño seremos del Atleti pudiendo fácilmente ser del Madrid?, cuestión que, no desde luego bajo esta forma procaz, sí parece más propia de un pequeño de ocho o diez años, harto, en estos tiempos, de la rechifla y la mofa de compañeros y amigos.

He aquí la clave. O sea que, al final, todo se reducía a esto: inducirnos a pensar que ser del Atleti y no del Madrid constituye, de suyo, un prestigio, una diferencia de cualidad con respecto a ser de cualquier otro Club o, aún más, con respecto a cualquier otro ser humano que -¡pobrecito!- ignore la existencia de nuestro equipo, o del fútbol, o del deporte en su totalidad. 

¡Y para esto lo del niño y el papá, y lo de los soldados en la Guerra Civil, y lo de la canción de Sabina, y tanto dinero invertido y tanta publicidad! Pues sí: exactamente para esto. Para ocultar la diáfana verdad: que se es del Atleti por influencia de tu padre, o de tu tío, o de tu hermano mayor, o porque vivas cerca del Estadio, o porque te guste el rojo y el blanco o, sobre todo -y esto es lo importante-, porque vivir el fútbol que practica ese equipo sea hermoso, emocionante, único. Es decir, exactamente por las mismas razones que se es del Madrid.

Todo esto a cuenta de unas declaraciones que acabo de leer del Director Comercial del Club en que afirma que "la asociación de una marca al Atlético es altamente rentable, primero, por el carácter distinto del Atlético ..."

Preparémonos, por tanto, para seguir sufriendo cómo se localiza alevosamente la piedra angular de la institución en ese falso hecho diferencial y no allá donde realmente descansa. Preparémonos, en fin, para seguir siendo, utilizando la elegante expresión de Alfonso Camba y si él mismo no lo remedia, unos incomparables "hinchas de la hinchada". En esto -¡ay!- sí que somos diferentes.

Posted: 22 abr 2004, 12:00 por SDHEditor
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Realidad Virtual (21/04/2004)

Son, después de todo, seres humanos. Están en mal estado: averiados, locos. No han dejado de proliferar, pero son de un material peor. Se asoman al acantilado de los vomitorios con sus bolsas, acicalados para la guerra. Conocen himnos que arropan con un aparato de enfado, de perplejidad, de postrimería. Su nicho de ultimidad los ha hecho dementes. No están hechos para durar. Han sido despojados en masa pero los han convencido a todos de que son...  de que son eternos, de que no mueren ruidosa y vanamente, amortajados por sudarios de poliéster, entre una risa abufandada, con sus vituallas de mantenimiento, en los anillos de cemento, bajo la visera de la tribuna. Malheridos por las danzas, aún continúan rugiendo. Parecen momentáneamente hermosos bajo el atardecer, alocados, han sobrevivido a tantas cosas que tienen una dignidad propia. A sus pies ya no hay surcos en la arena, ni un circo, ni otros recintos donde crece la planta de la proeza. Hay un teatro de cartón, una sala apenumbrada, llena de humo y énfasis, con un ring donde se menean sin decoro gañanes de medio pelo, agolpándose los unos sobre los otros, dándose abrazos extenuados que buscan marrulleramente un respiro. En las esquinas los arrullan con agua, con toallas apelmazadas, con palabras absurdas que no vienen al caso. Los alientan seres más graves, más resentidos, más fracasados. En los pasillos te hablan de aquellos combates luminosos, pero su jerga me aburre. Se adulan, se palmean los hombros, fueron, sí, magníficos. Su momento pasó, ahora pelean por las apuestas. A menudo zurran sin gracia pero valerosamente a otros desgraciados que se desploman con estrépito, pero yo mantengo la boca cerrada. Llevan mucho tiempo cayendo por la pendiente. Oh, sí. Están tan muertos que parecen vivos.


Me levanto muy de mañana, nervioso, casi exultante. Me dan ganas de decir las palabras mágicas. ¿Hueles eso, hijo mío? Es napalm. Me encanta el olor del napalm por las mañanas... Huele a victoria. Empiezo a salivar ante la idea de ver a esos tontines napalmizados, noqueados, descuartizados, con las cabezas adornando en estacas la línea de gol. Venga, vamos a por ellos.  

 

Recupero lo que sin lugar a dudas es una pose. Algo hay de aquel resquemor en las tripas, como las citas sin historia con un flirt recién estrenado. Pero no, esto es más bien un bienintencionado reencuentro con un amor del pasado, con un desengaño. Con mis trapos mejores, hago ver que no hubiera pasado nada. Estoy henchido de buenas intenciones y mido cada palabra. Estoy dispuesto a creerlo todo. Debemos darnos una oportunidad (y ya van...). Todo ha de ser distinto. A partir de ahora...  

 

Bajo un cielo tonto, que eludía pronunciarse en su bóveda de acero, perlado, un anti-cielo, correteaba yo solo, con mi risa perspicaz, envuelto en una faja de ozono de abril, tosiendo, aullando, equipado con mis zapatillas desportilladas y una camiseta comme il faut, un souvenir, más que nada, de una vacación insólita (como de Benidorm o Acapulco... pero de Stuttgart 62 o Heyssel 74, cuando estas rayas representaban algo muy distinto) y que ya no me dice nada.

 

Uhhh, me doy de bruces con episodios de Kale Borroka en el Paseo de los Melancólicos, una lucha callejera basuril, joven, mentonuda, salvaje. Un zeitgeist urbano, sí señor, junto a una residencia de ancianos de pago, en un pasillo enladrillado con sucursales bancarias y viviendas con piscina: el sueño pequeñoburgués sacudido por las hordas. Esas casas han ido medrando como cubos alrededor del estadio. Antes, al enfilar el último tramo desde Pirámides, una balaustrada rojiblanca (algo hortera, desde luego) saludaba a los nómadas, a los pielesrojas adictos a la misa laica. Ahora divisas de sopetón el ático de un señor de provincias que hizo algún dinero y vive a todo tren en el Mirador del Calderón, con tarima flotante y un eficaz equipamiento doméstico. Y con aire acondicionado. Mucho temí porque Chinasky hubiera estado por allí, azuzando la revuelta a lo Tyler Durden, con su know-how. Pero esto no es su estilo, no. Allí están los muchachos, con sus bidones de glucosa, morapio on the rocks, humeantes criaturas abrasadas, amotinadas en el polvo, plantando cara al aire... Esta ciudad está abotonada por revoluciones cada día. Al otro lado están los custodios del Bien, mucho más preparados con sus rodilleras acolchadas, sus hombreras intimidatorias, sus escafandras y sus látigos homologados, lanzando pelotas tras sus escudos de plástico durísimo, dándoles lo suyo a esos teenagers descarriados, agazapados en los contenedores con su cara de cumpleaños, levantando el campamento de una fiesta inverosímil. Estos llevan la cara cubierta, pero no hay en ellos ningún rastro de vergüenza. Se divierten, no más, sin que los dueños de la sociedad sean sobresaltados en sus archipiélagos ajardinados por estos outsiders errados. Quid pro quo, susurro mientras me deslizo por un pórtico que no da a ninguna parte, con mis fastidiadas piernas pidiendo un respiro, huyendo del lío, de los muchachos varados en los portales con una desdicha que se me antoja vieja. Maldigo, como el poeta, “la mierda petrificada del presente”.

 

Compruebo que el ambiente del partido estaba en los aledaños del estadio. Anochecía. La gente bajaba hacia el campo. Dentro, la megafonía conseguía arruinar por completo la atmósfera. Un gritón cojonero, un antifenómeno de la voz, radiaba un partido con monigotes pixelados, una fantasía vectorial en 3D donde al final terminaban ganando los de siempre. Una frase del castratti al servicio de los artistas de la playstation acertó a decir una frase que me sobrecogió: “... esta realidad virtual que estamos viviendo”. Desde luego, amigo. Tú lo has dicho. Esto es una realidad virtual, no hay duda. Dadme la pastilla azul y olvidémonos de todo este jaleo.

 

Y luego los traviesos crónicos con sus tifos zorrunos y las amaneradas aves de corral de aspecto humano. Francamente, queridos, no creo que ahí abajo nadie esté a la altura del paisaje que describís. Nuestro coach exhibe su pequeñez alineando un solo punta, jibarizando un equipo ya sin filo. Y los obreros especializados de la medular palidecían, nombre por nombre, junto a las vedettes. De los Santos, Aguilera y Gabi frente a Beckham, Figo, y Zidane. “Pues a mí me da que hoy ganamos”, digo por fin, y no mentía. Los otros son una ruina física, una banda de adinerados gigolós que ya no engaña a nadie con su piel vitaminada y sus botas metalizadas con empeine de hidrógeno, manufacturadas por algún niñito de Bangladesh con tracoma. Venga, hombre, darles unas buenas hostias. Dadles lo suyo, lo están pidiendo a gritos. Los otros eran una ruina, pero nosotros, ay, nosotros... deberías echarnos un vistazo, amigo.

 

«Cuando te meten un gol así dices: pero qué coño es esto, vamos, que se te queda cara de gilipollas», manifestó Aragoneses sobre el segundo gol del Trampas en la rueda de reconocimiento posterior al match. No te jode, pues eso mismo pensé yo cuando vi el primer gol: ¿pero qué coño es esto? Por no hablar de la cara de gilipollas. Ya no se ven estos goles en Primera, desde luego, no desde la hégira de Toni Jiménez y su injusta suplencia con los periquitos. Menudo pasillo, chaval, aquello parecía una pista de aterrizaje. Pues poco bien que sienta empezar la lucha con este handicap. Minuto cinco y ya vamos palmando, con los pulmones ennegrecidos y las piernas dóricas pesándonos como el plomo.

 

Aquel Madrid no era nada, pero el hombre más pobre en cien metros a la redonda era yo. Alcancé a abrir bien los ojos para echar un último vistazo alrededor y entender cuán triste era la realidad que abandonaba. Luego vino el robo, que ya se nos había olvidado cómo las gastan estos. Hasta yo, que no disti

Posted: 21 abr 2004, 12:00 por SDHEditor | con 1 comment(s)
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Nos han robado todo (18/04/2004)
Nos han robado el partido, el respeto a un club histórico donde vienen arbitruchos y jugadores nenazas a ningunarnos, nos robaron la categoría hace cuatro años, nos ha robado la ilusión unos dirigentes sin alma y sin escrúpulos pero lo lo más grave, nos han robado hasta el criterio.

 

Ayer en radio Marca en un programa sobre el derbi estaba entre los contertulios uno de nuestros antiguos jugadores, Capon. Hablaba Capon en una de sus intervenciones de la inexplicable clemencia con la que esta afición estaba consintiendo el proceso degenerativo al que estamos asistiendo. No se explicaba Capon como gente que ha visto jugar a Alemao, Pereira, Dirceu, Kiko, etc. puede tolerar ver a los jugadores que ahora tenemos enfundarse esa camiseta y menos todavía animarles incondicionalmente.

Hoy se ha visto claramente. Cierto es que enfrente estaba nuestro enemigo mas odiado y que todos nos hemos dejado llevar por nuestro forofismo y amor a nuestros colores pero es que en la grada el grito que se escuchaba era el de Nikolaidis. ¿somos conscientes de quien es Nikolaidis y de las capacidades futbolísticas limitadísimas de este jugador si es que tiene alguna? ¿Nos hemos parado a pensar alguna vez la distancia a la que se encuentra Nikolaidis futbolísticamente hablando de los jugadores anteriormente mencionados?. La lógica una vez mas ha acabado por imponerse y todos hemos podido comprobar lo que ha hecho Nikolaidis durante el tiempo que ha estado en el terreno de juego.

Desgraciadamente lo de hoy no ha sido un hecho aislado. Entra dentro de la lógica que cuando es el Mandril el que está enfrente todos enterremos el hacha de guerra y apoyemos incondicionalmente a los nuestros; yo personalmente lo he hecho; pero es realmente preocupante que lo que hemos visto hoy en las gradas sea la tónica general no ya de toda la temporada sino desde hace años.

A la plaza de toros de Las Ventas no la convirtieron en la mas importante del mundo ni los carteles malos ni la asitencia masiva para ver corridas de poca monta sino un público con un altísimo nivel de exigencia. Para el aplauso facil ya están los ruedos de la España profunda y que decir de los de Iberoamérica.

Nosotros somos una afición que ha perdido por completo el espíritu crítico. Carecemos de un mínimo de exigencia hacia aquellos que pretenden vestir una camiseta ya centenaria y esa actitud nos hace a todos responsables de la situación de nuestro club.

Ya no se trata de increpar contra Gil ni de organizar revueltas bolcheviques ni manifestaciones organizadas en contra de su persona. Simplemente se trata de que todo aquel que se considere amante de estos colores desde su asiento se revele ante el insulto de ver jugadores como los que tenemos vistiendo esa camiseta. Estos jugadores no reunen los requisitos de calidad mínimos para jugar en nuestra casa y solo se merecen el silbido y el desprecio.

Solo revelandonos ante semejante sacrilegio aprenderán los responsables de todo esto que con nosotros no se juega, de lo contrario cada día nos pareceremos más al arquetipo de norteamericano idiota que espera sonriente y relajado colas de mas de dos horas para cualquier cosa.

Antimadridistas saludos

Posted: 18 abr 2004, 12:00 por SDHEditor
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El partido de Málaga y otras cosas (16/04/2004)
El inefable Manzano vuelve a poner siete defensas, mejor dicho cinco, incluyendo de nuevo a SANTI!!!!!! y Gaspar!!!, buscando de nuevo un puntito. Pero ¿no sabes que jugando a empatar a cero, al final se pierde?. Se perdió y de que manera. ¿No se les cae la cara de vergüenza a todos ellos?.

 

Manzano hace caso a los periodistas anti Atléticos y coloca juntos a la pareja infernal Paunovik-Torres. Pero, ¿no te das cuenta que no hay tal pareja y que todo lo de valor se reduce a Torres?.

¡Que vergüenza que ya no haya no cojones en el equipo, cuando nadie se acercó a defender al chavalito Fernando de las agresiones de los malacitanos, calentados previamente por una siniestra prensa local!.

Por otro lado el sinvergüenza del árbitro ignorando el cabezazo que le dieron y esperando con saña a que nuestro delantero se levantara tras el golpecito que dio con el brazo a un contrario para expulsarlo. Ya vemos que es un fenómeno y que no le tiembla el pulso para expulsar a las figuras. (Claro, siempre que no sean del Madrid: el Hierro (¿recordáis), Helguera, el Salgado…).

Pero: ¿Cómo no se cuida y mima a las figuras jóvenes de las continuas provocaciones de los “perros” jugadores contrarios?. Para mí, Torres se portó como un hombre con testículos bien puestos.

Porque: ¿quién es el culpable de que el chaval esté descentrado y desquiciado?. El mister que no le pone ayuda a su lado. Repito que si esta situación no cambia, nos dejará buscando otro equipo que le arrope. Ya está bien que tenga que ser un jovencito de veinte años el que saque las castañas del fuego en cada partido…

Resulta que Diego Alonso se salió y Salva otro tanto… ¡Este Atléti!. Todos los jugadores que no han jugado bien con nosotros, lo hacen a las mil maravillas en otros equipos. Ante eso, el impresentable Gil dice que hay que repescar a Salva. ¿Cuánto dinero más que el que recibió por su traspaso hay que pagar?. Para mí es un madero que no ha de jugar en el Atleti. En cuanto a Diego, yo en su tiempo dije que debíamos haberle fichado en lugar de al jabalí Javi Moreno, pero…

Vuelvo al Gil. ¿Pero como coño es tan hipócrita y dice además inoportunamente que le da pena Florentino, cuando los atléticos estamos de enhorabuena por sus sufrimientos del prepotente?. ¿Ahora que se aproxima el derby?. ¡Este tío es tonto!.

Recordad esto: el sábado a sufrir y a perder por tres o cuatro goles. Entre otras cosas porque el Atlético resucita a los muertos…

Por cierto, Sr Manzano (a él le envio esta columna): ¿No marcara al hombre al Zidane y le dejara espacio para que nos baile: Santi, Gaspar, De los Santos… Será expulsado alguno de éstos?.

¿Dejará que Figo gambetee en las proximidades de nuestro área hasta que se le haga falta, que sacaran los poderoso jugadores blancos?. ¿Qué táctica empleará?.

Contad, por favor, las veces que Paunovik, Novo o Musampa toquen el balón a lo largo del partido: Seis, siete…

Modesto de Cantabria

Un recuerdo sin importancia (15/04/2004)

El 14 de mayo de 1.977, aproximadamente a los 10 minutos del partido que disputaban en el Bernabéu el Madrid y el Atleti, Luiz Pereira recibió un balón muy cerca de su área, giró su cuerpo e inició lenta y confiadamente el movimiento propio de una cesión a su portero, a lo que el delantero blanco Jensen, fogoso y atento,  respondió con velocísima carrera y máxima ambición, espoleado por su público, saboreando ya casi ese robo que iba a propiciarle una ocasión de gol más que segura. Pero Luiz Pereira, amagando el pase, volvió a girarse violentamente llevándose la bola de tacón, despacito, hacia afuera, mientras el danés, que a última hora se dio cuenta del engaño, caía estrepitosamente al suelo al intentar rectificar su posición sobre la marcha. Pereira, entonces, se la entregó a un compañero que tenía a tres metros, esperó el regreso del amoscado Jensen y, haciendo gala de la más magnánima de sus sonrisas, acarició los largos y rubios cabellos del rival, brillantes como el trigo bajo el sol de primavera.

Ochenta minutos después, el Atleti era Campeón de Liga. Y es que sólo con fútbol se gana al fútbol. Sólo siendo grandes de verdad. Lo demás, flojas victorias de momento, modestísimos cantos de cigarra.

Posted: 15 abr 2004, 12:00 por SDHEditor
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Incompetencia (14/04/2004)

A nadie se le escapa que el oficio de entrenador en el fútbol de hoy es sumamente difícil. (De ahí que esté, por lo común, muy bien pagado.) El coach de un equipo de la Primera División ha de ejercer múltiples papeles. Ya no es aquel simpático míster de los tiempos fundacionales cuyo principal cometido era el de alinear a los once mejores futbolistas del plantel. El coach ahora es a la vez un instructor, un estratega, un administrador de la plantilla confiada a sus órdenes, un psicólogo aplicado, un consejero, etc. Y desempeña su trabajo en unas condiciones ambientales muy adversas. La derrota suele personificarse en él, mientras que el triunfo elige los rostros, más agraciados, de los jugadores. Un entrenador jamás gana un partido, pero puede perderlo. Tal es el sentir unánime de los forofos y de los comentaristas.


Por eso uno tiende a no cargar las tintas contra el coach, a condición, claro, de que el coach contribuya —con su prudencia, con su sentido común, con su meticulosidad en los detalles—, a ganarse el respeto de uno. No es el caso de Manzano. Apoyaré mi análisis en las dos últimas actuaciones del míster del Atleti.

Contra el Valladolid se limitó a contemplar impasible cómo el equipo afrontaba un córner con dos jugadores menos en el campo —para más inri, defensas—, y luego descargó su responsabilidad en los propios futbolistas acusándolos de inmadurez. Era su obligación impedir astutamente que el match prosiguiera en aquellas condiciones.

En Málaga incurrió de nuevo en una deplorable pasividad al dejar que Torres continuase en el césped —tenía una tarjeta amarilla y había perdido los nervios en su pugna contra los centrales del cuadro rival—. Lo sensato hubiese sido sustituirlo, máxime cuando existían muy pocas posibilidades de darle la vuelta al marcador. (Nada diré de la manifiesta estulticia consistente en poner a Santi de lateral zurdo.)

Y si el día del Valladolid la victoria camufló la metedura de pata, el fiasco malagueño debería realzar un error que condena al Atleti a enfrentarse al Madrid sin uno de sus dos mejores hombres. Se diría que el banquillo rojiblanco no lo ocupa don Gregorio sino don Tancredo.

Antes de nada (11/04/2004)
Un recuerdo emocionado para las víctimas de la hecatombe del 11 de marzo y sus familias, al cumplirse el mes de la misma.

 

Iba a hablar hoy de hecatombe rojiblanca en la inhóspita Rosaleda, pero aparte de lo inapropiado de tal sustantivo para referirse a lo que hoy nos cabrea, me ha parecido una broma de mal gusto teniendo en cuenta la fecha.

Por ello, prefiero hablar de bufonada. Porque, además, ¿qué mejor calificativo para lo que ayer vimos y sufrimos? Bufones vestidos de ese horrendo y desidentificador amarillo, comandados por el bufón mayor –éste siempre de inmaculado traje y corbata–, puestos todos al servicio del bufador oficial del reino. Me temo que antes de acabar el mes que corre, volveremos a oír sus bufidos, pues empiezan a pintar bastos y no llevamos ni uno. Mala cosa, pues nos hemos acostumbrados este año a ganar una partida sí y otra no a base de cantar las cuarenta, aunque casi éramos incapaces, las más de las veces, de aguantar las cartas en la mano.

Aunque no quiero disculpar al Niño, que ayer más pareció Niñato, puedo llegar a comprender que su frustración, la impotencia, lo llevaran a donde no debió ir, y menos aún dejarlo ir. Pero claro, el bufón mayor tiene tan perdidos los papeles que ni siquiera se atreve a tocar a un jovencito que sostiene con su aún inmaduro pero gran saber innato y su coraje a un grupo que cada día más parece mera bandada –de pájaros bobos–.

Y el sábado que viene, acudiremos, cual beatos costaleros de la cofradía de Jesús del Gran Fraude, con nuestras particulares túnicas y capiruchos, a intentar levantar en hombros el paso de nuestra devoción. Más que temer auguro que la carcoma que lo devora por dentro hará que se nos deshaga otra vez en mil pedazos, haciéndonos volver a casa llenos de moratones y arañazos. Pero, eso sí, lo haremos con la conciencia tranquila de haber montado otro gran espectáculo en los preámbulos y aguantar con resignada dignidad la rechifla de la cofradía rival, dando muestras de nuestra devoción sin par.

Malo, muy malo esto de ser hinchas de la hinchada, aficionados de una afición, como decía con acierto Camba en su entrevista. ¿Para cuándo de nuevo hinchas de un club y seguidores de su equipo? ¿Otra vez para el año que viene si Dios quiere, como decía antaño el inigualable Hermano Lobo?

Posted: 11 abr 2004, 12:00 por SDHEditor
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Según y como (06/04/2004)

No he tenido aún la oportunidad de escuchar la conversación que han mantenido la gente de Señales de Humo y Alfonso Camba. Así que me atendré a algunas de las frases entrecomilladas que aparecen en el frontispicio de la entrevista.


No cuesta coincidir con el portavoz de Alternativa Atlética en que la situación del Atleti es dramática, en que los Gil siguen detentando el poder real en el club y van a intentar permanecer en la institución hasta el último euro, etc. Sin embargo, no concuerdo con otra afirmación suya —creo que se trata de una mentirijilla piadosa—, a saber: la de que la afición sólo se moviliza cuando los resultados deportivos no acompañan. La afición del Atleti ha encajado sin pestañear desastres morrocotudos, sin precedentes, en el terreno de juego—el increíble descenso a Segunda, la bochornosa permanencia en la división del Plata, los incontables ejercicios en que se bordeó el desastre o se vegetó  en lugares anodinos de la tabla, la transformación de una institución que tenía cierto cartel en el extranjero en un equipo meramente local…—. 

Pero mi comentario de hoy se centrará en la enigmática frase: “La venta del Calderón es un tema muy delicado y hay que tratarlo con mucho rigor”, que tanto disgusto le ha producido a otro colaborador sagaz y sensible de Señales de Humo: Fernando.

El Calderón es un recinto que, por obra y gracia de los Gil y de los anteriores ediles del Ayuntamiento, padece problemas de muy difícil solución. Los dos principales: un acceso cada vez más ímprobo y la pérdida de aforo. Tal vez el proyectado soterramiento de la M-30 solucionase el primero, pero el remedio al segundo pasa por el cierre de la instalación y aun así… 

A mi juicio el Atlético necesita un estadio con una capacidad no inferior a noventa o cien mil localidades.  No se rían: Madrid es una urbe que va a crecer en pocos años hasta convertirse en una gran metrópoli; si no, al tiempo. Por consiguiente, todas las estrategias, todos los cálculos para la reflotación del club han de contemplar esa circunstancia.

Pero imaginemos que bastase con una remodelación del recinto actual ¿de dónde saldrían los fondos para acometerla? Con un pasivo cifrado en 230 millones de euros y un conjunto por construir y asentar en España y el Viejo Continente, no es muy plausible fantasear con nuevas inversiones que engrosarían hasta extremos insoportables la deuda de hoy. (La posibilidad de traspasar a Torres ni siquiera la consideraré; sería letal para el Atleti por su efecto profundamente desmoralizador.) 

Ahora bien, si la venta del Calderón diese para hacer un nuevo recinto en un lugar no muy distante del emplazamiento actual —Campamento podría ser una buena zona y el suelo es propiedad del municipio— y rebajar parte de la deuda o bien reforzar el cuadro, ¿por qué no?

La operación debería reunir —a mi entender— dos condiciones para ser aceptable: que el Atleti únicamente cerrara el Calderón para irse a jugar a un nuevo estadio de su propiedad —¿el estadio de “Cuatro Vientos”?—; y que el flamante recinto mejorase las prestaciones del que posee.

Eso sí: nunca la gilidez de vender el Calderón para mudarse a la Peineta.

Belleza interrumpida (03/04/2004)
Como habla bajo y con sentido de lo que él y nosotros amamos, su discurso, aunque trate de cuentas y administraciones, nos parece más bien una escueta versión de la belleza.

 

Se ve que Alfonso Camba se sabe bien el Atleti, que lo ha vivido y pensado de tal manera que es capaz de analizar el volumen de pasivo circulante sin perder por ello un cierto temblor en la voz, aquél con que uno se refiere a todo cuanto para él es lugar del paraíso, de la infancia.

Por eso, descansa de vez en cuando con suma naturalidad de las cifras y las letras del desastre recurriendo a la nostalgia de nombrar a Pereira o la final de Heysel, y se mezclan en él sin error y sin oscuridad las figuras de su madre o de sus hijos con las aciagas de Gil y sus turiferarios.

Es adusto, reflexivo, decidido y paciente. Incluso parece que va encontrando ese ritmo necesario, el que cada cosa tiene y es el suyo propio, cuyo hallazgo empezará muy próximamente a destilar, después de oferta económica, las primeras gotas de agua cristalina y limpia, tan necesarias hoy para todos los atléticos. Ha comprendido, pues, que es hora de hablar de otra cosa, de otra forma.

Pero hay algo que no ha comprendido aún Alfonso Camba. Vender el Calderón puede llegar a ser, sin duda, un excelente negocio. Pero es, también, una claudicación, un desgarro. En términos cristianos, Sr. Camba, podría referirme a sus palabras con respecto a este asunto como aquellas que expresan el tormento interior de quien está siendo tentado por algo muy poderoso. A qué viene mentar al Inter o al Milan como ejemplos de Clubs identificados con estadios de los que no son propietarios, cuando ambos juegan en San Siro desde 1.926. ¿No son 78 años suficientes para considerarlo propio aun sin necesidad de esgrimir un título jurídico que lo acredite? ¿Y al Ajax? ¿No era el primero que simultaneaba su pequeño campito con el mucho más grande del Olímpico a la hora de jugar partidos importantes? ¿No fue precisamente celebrada la construcción del Amsterdam Arena como un hito para el Club y para la ciudad entera? ¿Por qué no mencionar, por tanto, junto con estos, Old Trafford, Camp Nou o Santiago Bernabéu? ¿Qué valor no tendrán esos miles de metros cuadrados en La Castellana, espacio al que se accede con enorme dificultad y que, por otra parte, se le ha quedado pequeño al Real Madrid desde hace años? Sin embargo, no lo vende. El Santiago Bernabéu es un lugar de culto para el madridismo: es el lugar del culto. Como el Vicente Calderón para los atléticos. Porque el Vicente Calderón es el verdadero triunfo del Atlético de Madrid a lo largo de su historia. Venderlo sería, pues, vender lo único que de verdad ha tenido. Aunque todo el dinero fuera a parar a sus arcas. Aunque fuera mucho dinero. Aunque fuera tan fácil conseguirlo.

No me ha gustado verle perder firmeza en este asunto en tan sólo unos meses. Pero es claro que al ir adquiriendo cuerpo poco a poco ese proyecto difícil y hermoso a la vez, se le ha ido deslizando, con la suavidad engañosa con que se le desliza a quien se ve cercano al poder, un peligroso error linguístico que consiste en considerarlo, como usted dice, "un tema sensible", sin darse cuenta, sin embargo, de que lo que es sensible aquí no es "el tema" sino el hombre, aquél que sentiría esa pérdida como la pérdida de lo único realmente propio de que dispone.

Por eso, ya no seguí escuchando la entrevista. Una vez interrumpida la belleza es mejor detenerse. Y pensar. En realidad, pensar es la manera que el ser humano tiene de restituir esa belleza.

Siga usted pensando, Sr. Camba, se lo ruego. Que para vender, aunque sea la vida, se sobran y se bastan los que están ahora.

Posted: 03 abr 2004, 12:00 por SDHEditor
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Fabián el argentino (02/04/2004)
Donde trabajo viene a descargar casi cada día un chiquito que se llama Fabián y con el que he hecho buenas migas desde que le oí silbar el himno del Atleti. Le pregunté que cuanto llevaba en España y me dijo que 4 años y como es que se había hecho del Atleti. Me contestó que el Atleti era el equipo de los pobres, de los trabajadores, y que era muy parecido a Rácing, su equipo argentino: ambos con épocas gloriosas pasadas (ambos ganadores de la Intercontinental), con míticos jugadores en sus filas (Panadero Díaz, "ratón" Ayala, Fillol...) con un presidente sinvergüenza y con una afición fiel hasta el fanatismo en su paso por la segunda división... y además se cagaba en todo lo cagable del voludo de Valdano.

La verdad es que tiene mérito esta gente del Atleti que siente así a un equipo tan ramplón y mediocre, que no han conocido a sus grandes jugadores, yo al menos atisbé unos pocos en mi más tierna niñez. Y la verdad es que después de conocer a gente así uno se hace más del Atleti, si es posible tal cosa, y la concha de resignación y desidia que cubre a uno, ya durísima después de tantos años de decepciones, se resquebraja un poco ante tanto entusiasmo, que hace rememorar el propio que yacía olvidado en lo más profundo del rincón de eso que llaman subconsciente.

En fin, que hoy vuelvo a tararear un poquito el himno y hasta tengo ganas de ir al Calderón a ver jugar al equipo contra el Valladolid, a ver si consolidamos esa 5ª plaza que nos daría derecho a jugar en Europa el próximo año.

Un saludo.

PD: Fabián, a ver si tienes suerte y este año puedes hacerte socio, que parece que la lista de espera es más corta, si no, ya te dejaré mi carné para que veas alguna vez a tu querido Atleti.

Posted: 02 abr 2004, 12:00 por SDHEditor
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Juicio final (01/04/2004)
Dicen los ideólogos del Madrid cuando quieren taparle la boca a algún míster que se les insubordina: “El fútbol es de la gente”, o sea, de ellos. Pues bien, como es de la gente, voy a echar mi cuarto a espadas. Me meteré a técnico del Atleti, a sabiendas de que le saldré muy barato al club. De nada, don Toni Muñoz.
  a)      La línea de porteros parece aceptablemente cubierta con Aragoneses, Juanma y Lledó —buena planta la de este último—. Son jóvenes, pero aprenden con rapidez. Fichar a César sería inútil y pernicioso. Aragoneses —que desplazó injustamente a Juanma de la titularidad— es un guardameta fornido, rápido y con reflejos. (Su físico me recuerda el de Reina.) En los últimos partidos se ha asentado aunque con bastante fortuna. (Ante el Villarreal, por ejemplo, quiso desviar un balón a córner y lo despejó hacia el campo. Nos pudo costar un gol, pero, ya se sabe: error no castigado, error no cometido.)

b)      La zaga flojea. Manzano no ha podido —o no ha sabido— recuperar a Contra y pone una y otra vez a Gaspar, que no es un “dos”. Los centrales no acaban de transmitir seguridad. García Calvo es bueno pero bajo y Lequi alterna acciones meritorias con pifias incomprensibles. Se diría que, en trance de perder la forma, se lo comen los nervios. El lateral zurdo, Sergi, cumple. Está como un toro, aunque la cabeza no le rija excesivamente bien. (Pero nunca fue un cerebro privilegiado.)

c)      La medular es una fuente de problemas. Me explicaré: los interiores son inaceptables. Aguilera no tiene dos dedos de frente; lástima porque corre por cuatro. (Digno de todo encomio por la entrega de que hace gala, su indiscutida titularidad perjudica al equipo.) Novo no existe; Nano carece de rapidez para la demarcación que ocupa y Musampa jamás había actuado de interior zurdo antes de venir al Atlético.

El mediocentro titular, De los Santos, ni chuta ni teje. Su ineptitud sobrecarga de trabajo a Ibagaza. El chiquitín es listo y hábil, pero maniobra muy lejos de la frontal y se extenúa persiguiendo a los rivales.

d)      Los delanteros no ven puerta. Torres marca los penaltis y los golazos pero no los golitos y los demás son intercambiables, mal asunto.

e)      El coach no ha dado la talla. El Atlético, bajo Manzano, carece de personalidad: ni presiona ni juega con la debida soltura. Su ataque es mediocre; ídem, su defensa. La coordinación entre las líneas no pasa de vulgar y el ánimo no sobra precisamente…

Para colmo el míster ha cometido bastantes errores no forzados, por utilizar el argot del tenis. (Ahí están los casos de Movilla y Juanma o el de los jóvenes del filial, a los que estrelló contra el fracaso con inaudita e irresponsable frivolidad.) 

Su único aporte táctico ha consistido en poner juntos a Ibagaza y a Jorge —marginando al “Caño” en la banda izquierda, insensatez en la que acostumbra a reincidir sin que nadie se lo recrimine. Y lo peor de todo: ningún jugador de la plantilla ha mejorado con él —¿de qué sirven los entrenamientos?—. Al contrario, algunos de sus discípulos: Novo, Rodrigo o Contra —tres hombres con cierta reputación de elementos capaces, sobre todo el rumano—  vegetan en la grada o en el banquillo sin moral ni perspectivas.

Fin del informe.

 
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