Columnas del Foro

Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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septiembre 2004 - Artículos

¿Hay elección? (23/09/2004)

La cuestión sobre si Alternativa Atlética debe permanecer en la escena pública —incluso sin que le hagan caso la mayoría de los medios de comunicación— o disolverse hasta mejor oportunidad, dado que su oferta para hacerse cargo del club fue rechazada, es pertinente. Expondré las razones en las que fundo mi discrepancia con Fernando, que en esta misma página defendió o certificó el inevitable abandono. El Atlético de Madrid no es “El Corte Inglés”, ¿cierto? Si el Atlético de Madrid fuera una mera sociedad anónima —tal que “El Corte Inglés”— no habría lugar para la polémica y la plataforma que lidera Alfonso Camba haría muy bien en eclipsarse. Pero resulta que las meras sociedades anónimas carecen de dimensión pública, aunque sean tan relevantes para la economía del país como la citada, justo lo contrario que los clubes de fútbol, por muy sociedades anónimas que sean.

El régimen jurídico-mercantil bajo el que compite el Atlético es el de Sociedad Anónima Deportiva. Si fuera como El Corte Inglés, sus administradores deberían rendir cuentas ante una Junta de Accionistas y sanseacabó. En el Atlético la propiedad de las acciones y la gestión recaen en las mismas personas. Pues bien, aun en este caso —en el que los que poseen y los que administran se funden y confunden— el Atlético sigue sin ser de los Gil y de Cerezo. (Nota bene: no lo sería aunque fuese una entidad del tipo “El Corte Inglés”, ya que, a diferencia de la marca de grandes almacenes, el Atlético está en números rojos y es, por tanto, de sus acreedores, al menos en pura ortodoxia económico-legal.) Pero es que, como dijimos arriba, los equipos de fútbol, incluso los convertidos en empresas, poseen una dimensión pública innegable. De ahí que una cosa sea la titularidad del accionariado del Atlético y otra muy distinta la propia institución, con sus seguidores, sus  peñas, su palmarés —mejor o peor—, sus futbolistas actuales y pretéritos, sus preparadores… Me olvidaba de los rivales. Sí, el Atlético también es de sus rivales como, a su vez, él posee un trocito de ellos. Pensar que esa pluralidad puede quedar anulada o ser reducida al silencio por un fallo judicial o por una firma en papel del Estado es de ilusos. Ya quisieran Gil Marín, Cerezo y la banda de marmolillos que trasladan sus consignas a través de los periódicos que la cosa fuese tan sencilla, pero ni siquiera ellos deben de sentirse muy seguros de su posición, pues insisten, erre que erre, en sus vanas argucias. (La de fingir que Alfonso Camba no habita entre nosotros raya en la grosería.) En resumen: el Atlético no es una cosa inerte —un cuadro, un piso, un revólver— o un animal doméstico, por mucho que Giles y Cerezos lo hayan embrutecido. Si lo fuera, sería de su dueño aunque no de un modo absoluto, pues existen obligaciones para con lo poseído —cuidados, protección, etc.—, pero resulta que, ni como sociedad anónima ni como club de fútbol, tiene dueño o es de nadie en particular. Y aquí entra Alternativa Atlética y el cometido que, a mi juicio, está obligada a ejercer. Soy de los que creen en la falta de ambición pública de Alfonso Camba. Al revés que el Difunto y su progenie —se cuenta que, cuando accedió a la presidencia del club, Gil, exultante, le dijo a uno de sus vástagos: “¡Mira lo que hemos comprado por 400 millones!” Se refería al estadio y los dineros eran los que desembolsó por Paulo Futre—, a Camba le encantaría permanecer en el ámbito privado de sus negocios y su familia. Si de él dependiera, se limitaría a acudir al Calderón para disfrutar con el juego del equipo y compartir con el Atleti —siquiera sentimentalmente— su hado adverso o victorioso. A él —como al común de los seguidores colchoneros— le encantaría que entrase la bolita, pero, a diferencia del común de los abonados, sabe que la bolita no va a entrar, por mucho que fanfarroneen los Gil, los Cerezos y los lacayos botarates que forman su insufrible coro. Y lo peor no es no vaya a entrar la bolita —esto sería lo de menos, pues otras veces no entró sin que nadie se rasgara las vestiduras— sino que el Atleti parece abocado primero al bochorno y después a la desaparición, lisa y llanamente. (El último episodio sonrojante —y que delata la pésima salud de la entidad— fue la celebración de la igualada con los culés a base de cánticos dignos de la conquista de una Copa de Europa.) Que algo atesora una dimensión pública significa que es asunto de todos cuantos se sienten concernidos por ese algo. Y para que la diligente preocupación por lo que importa a muchos sea operativa ha de constituirse en opinión pública, a cuyo fin de nada sirve que cada cual se contente con rumiar en su fuero interno ideas a propósito de esto o aquello. Dichas ideas han de trascender, han de adquirir relevancia pública. Si el Atlético no fuera también asunto de Alternativa Atlética y de los pocos aficionados que aún se atreven a mirar la deplorable trayectoria del club con los ojos de la cara —y no con las canicas de colores que, entre chalados, sustituyen al normal órgano de la vista—, Camba tendría derecho a encogerse de hombros y seguir su camino. Pero…
Huele a fútbol en el Calderón, huele a Atleti en mi corazón (17/09/2004)

Es como cuando voy al mar, lo único que echo de menos por ser un habitante convencido de la Villa y Corte, el mar. Kilómetros antes, aunque vaya dentro de un coche y circule por una autopista, kilómetros antes, llega hasta mí ese olor inconfundible del mar, ese olor a salitre, esa espesura en el ambiente, esa brisa, que te inunda los pulmones y te da sensación de libertad. Cuando lo abandono, siempre una última exhalación marina, y un último vistazo a su inmensidad, previo a volver la espalda.

 

Pues ahora siento algo parecido por el Atleti. Siempre lo he sentido, pero lo había olvidado. Me han hecho olvidarlo. No sé si lo que ahora siento, será un simple recuerdo que se volverá a desvanecer el domingo, como cuando abandono el mar, o realmente volveré a sentirlo de manera asentada, pero me da lo mismo.


 

 

Creo que la lucha y el echar a esa gentuza nos ha hecho perder el norte, en más de una ocasión, y a algunos de manera permanente. Creo firmemente, lo sabéis, que a día de hoy, de ayer, y de mañana, lo más importante para nuestro Atleti es echar a los golfos. Hasta que no lo consigamos, vayamos los primeros, los últimos, ganemos títulos o seamos ridículos, el Atleti no será lo que todos queremos que sea. Lo tengo claro, pero eso no me hace perder el foco, lo que tiene sentido. Y lo que tiene sentido es el Atleti. Es el motivo por el que lucho y por el que domingo tras domingo voy al Calderón desde hace ya casi 30 años. Evidentemente, aunque no estuviera el Atleti, seguiría marchando cada domingo, a ver a los colegas, a compartir, porque son demasiados años, y lo llevo impregnado en la piel, como la rojiblanca ya no se diferencia en nada de mi dermis.

 

Algunos os complacéis en el derrotismo y todo, sea bueno o malo, es una mierda. Qué jugamos un gran partido con el Barca, qué más da. Todo es una mierda. Qué vamos los primeros. Qué más da, el próximo partido, seguro, seguro, llegará el canto del cisne. Probablemente tengáis razón y seáis los más realistas, pero yo me niego. Me niego a ser realista con el Atleti. Porque las pasiones no pueden serlo. Porque el Atleti es lo único en esta vida que me hace ser diferente. Hago cosas por él que no haría por nada ni por nadie. Así que me niego a ese realismo que te corrompe por dentro. Si algún día llego a sentirlo en su plenitud, lo dejo, lo tengo claro.

 

Pero por suerte no es así. Hoy siento ese hormigueo que sentía antaño. Ése desear que llegue el domingo. Pasear por los aledaños, ver como la gente canta, desesperada y unida en un solo grito amarrado de manera ineludible a una cerveza. Ése imaginarme el Calderón lleno hasta la bandera, teñido de rojiblanco hasta en el último de sus rincones. Ese murmullo creciente que vaticina la inminente salida de los jugadores para convertirse en una explosión única. Ese caminar hacia la puerta de entrada. Esos peldaños del Fondo Sur, teñidos por la sangre de mil batallas ganadas, por las lágrimas de un millón de desengaños sufridos. Ese aroma a azufre de antaño. Ese calor y picor en los ojos, que te nubla la garganta y que la impulsa a gritar y… finalmente, la implosión de la grada transformada en una explosión momentánea, única, que tiñe el universo por un instante en rojiblanco.

 

Todo eso no lo he perdido, y me da igual si el canto de sirena llega el domingo, el miércoles o al despertar con el alba (con ésos ya no despertamos).

 

Sí quiero que se marchen y lucharé por conseguirlo como he hecho siempre, pero me niego a perder al Atleti y lo que ello conlleva. Me niego a perder las ganas de verle ganar por encima de todo. Eso no me lo han robado, como todo lo demás y espero no perderlo nunca.

 

Ahora es tiempo de animar, de tifar, de luchar, pero por el Atleti.

 

Saludos. Nos vemos el domingo, compañeros, camaradas, nos vemos el domingo y haremos que el estadio ruja, como nunca debe dejar de hacerlo. Porque qué sería toda esta mierda si detrás de todo y por encima de todo no estuviera la rojiblanca. Porque con el Atleti no quiero jamás dar la vuelta atrás y aspirar esa última bocanada a salitre. El salitre rojiblanco es parte de mi ser.

 

Chinasky

Posted: 17 sep 2004, 12:00 por SDHEditor
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Menos que cero (16/09/2004)
Para aquel que apenas hace una década vislumbraba como difuso horizonte vital la rutinaria administración en horas de siesta de bálsamos, grageas e infusiones a los cerditos y ovejitas de los alrededores de Valdeolivas, tener la oportunidad de influir directamente en los destinos del Atlético de Madrid no puede sino ser interpretado como un regalo divino puesto en sus manos por las manos vicarias de su propio padre. De qué dios oscuro, sancionador de estafas, proceda ese regalo, no es a buen seguro inquietud que turbe su espíritu. Defenderá tal privilegio, pues, con su vida.

 

Quiere ello decir, en mi opinión, no otra cosa que las acciones del Club ya no son objeto de venta.

Pero también, y precisamente por ello, que la estrategia de la Alternativa Atlética, fundamentada pertinentemente en su condición de aspirante a comprador, ha quedado vacía de sentido. Sobre todo, porque esa condición se sustentaba en la muy cierta suposición de que los Gil iban a ser condenados por parte del Tribunal Supremo a devolver sus acciones.

No quedando, por tanto, nada que comprar, estimo sería demasiada exigencia solicitar de un decepcionado y más bien tímido Alfonso Camba un protagonismo como aglutinador de la oposición a la gestión de los actuales dirigentes que, como él mismo reconoce, no le reportaría beneficio alguno y cuya fuerza, en cualquier caso, estaría en medida harto desalentadora supeditada a los resultados deportivos del equipo. Alfonso Camba y su grupo no querían liderar una oposición sino comprar el Club y desarrollar un proyecto que, en realidad, nunca llegamos a conocer.

De manera, señores, que este es el momento en que ya no queda nada. Es decir, queda únicamente la posibilidad de la protesta (oigo bullir la sangre de Chinasky). Pero esa no es en rigor una posibilidad si entendemos como tal una acción, una creación, un cosmos. La protesta no es nada, es una mera reacción que crece o no, sujeta a la verdad o a la mentira, un caos de gritos y pancartas aunque sean tan bellas como aquel "No sin tu hijo" que era casi un poema de un solo verso.   

Esto lo ha entendido muy bien el noble Aviación, que, según parece, ya ha dimitido de la razón y principiado a descamisarse. Yo, en cambio, sinceramente incapaz de seguir su ejemplo y viendo con estupor como está el Atleti -y España, y el mundo- a la hora de hablar de dimisiones me siento más cerca -cómo no- de ese príncipe pobre de Sánchez Ferlosio, que en uno de sus pecios confesaba: "No ha de extrañar que el ánimo en que me pone la mañana sea, cada día más decididamente, el de correr en el acto a presentar mi dimisión irrevocable. Pero no puedo darme tal satisfacción, porque no existe el organismo idóneo para una dimisión como la mía."

Posted: 16 sep 2004, 12:00 por SDHEditor
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Epitafio tardío (15/09/2004)

Repasar el florilegio que ha recabado la web de “Señales de Humo” con la prosa exquisita de Gil, vertida a lo largo de lustros, es una tarea deprimente.¡Y pensar que va para gran prócer con estación de metro y placa conmemorativa! Espero que, si se consuma la broma pesada —¿qué otra cosa puede ser el anunciado proyecto de inmortalizar a Gil?—, los autores materiales tengan a bien decorar los muros de la estación con algunas de las lindezas que esa caballería sin freno dejó para la posteridad. (Descuiden, no me dignaré repetir las más groseras, y las hay de concurso.)

El caso es que tamaño artista del verbo, de la política municipal y de la administración de clubes balompédicos tampoco dominaba el arte del insulto. Gil fue un archipatán que ignoraba que lo era. Como hombre público parecía inventado a propósito para denigrar… al hombre público. Ofreciéndose como espectáculo, esa nulidad satisfecha de sí misma puso la ineptitud de moda. (De ahí la admiración que tanta gente le profesaba.) Hasta no hace mucho, las personas que no sabían hablar o que no tenían nada que decir permanecían dignamente calladas o guardaban un prudente silencio. Gil nos abocó a la necedad y la ignorancia en paños menores. Anduvo por las vidas de todos de recital en recital a base de un único número: la injuria y la calumnia, ejercidas del modo más zafio. Ajeno a cualquier especie de mérito, sólo disfrutaba de verdad cuando se permitía farfullar en inglés —idioma que le divertía estropear—, o cubrir de denuestos a sus oponentes, que el rebajaba a simples obstáculos. (Llamando “delincuente puro” a un juez, quizá sólo proyectase la verdad que le arrojaba su espejo.) El dicho “Ni una mala palabra ni una buena acción” no le cuadraba a alguien como él, tan huérfano de justas palabras y rectas acciones. De esa auténtica antología de la barbarie recopilada por Señales de Humo mentaré un cinismo que lo retrata: “El defecto que tengo es que creo que todo es mío”. En el rudimentario ego de Gil cabía poco mundo. Estaba solo, aunque lo rodeaban las multitudes. (Es fama que su mejor confidente y amigo atendía por Imperioso.)

Lo peor de estos años con Gil no han sido —al menos para quien esto escribe—, los resultados del Atleti o la ruina del club, sino el oprobio de verlo desenvolverse.

El verano empieza en septiembre o de cómo atar gatos con longaniza (11/09/2004)

Les haré una confidencia: yo de mayor no quiero ser bombero, ni conductor de ambulancias, ni siquiera actor porno. Yo de mayor quiero ser director de un periódico deportivo. ¿Para qué? Para poner en la calle al noventa y nueve por ciento de los borricos que, a buen seguro, me encontraría en la redacción. No, no es éste el siglo de las luces, por lo que a la prensa futbolera se refiere. Dos ejemplos.


 No escarmentados con el caso Eto’o, ahora surge la noticia del presunto interés atlético por el “Apache” Tévez. Bueno, en realidad, no hay por qué alarmarse: Tévez llegaría si el club del Vicente Calderón se clasificara para la Champions, y el Bayern Munich retirara su oferta —una cantidad, dicen, superior a la invertida este año por el Atlético en todos sus fichajes—. Y tampoco pues, una vez hubieran desistido los muniqueses, deberían renunciar al crack porteño el PSV Eindoven y la media Europa que bebe los vientos por él. Y por si no bastase con la multitud de cortejadores, nos hemos puesto a gritar como babuinos excitados: ¡el Apache, el Apache, como el Apache no hay ninguno!, con lo cual despertaremos a la otra media Europa que duerme y aún vive de espaldas al advenimiento del nuevo mesías del balompié. Así que descuiden: el Apache no vendrá al Atleti…a hacer el indio. Pues sepan ustedes que no existe un deporte más de moda que dejar a los colchoneros sin un jugador por el que dicen suspirar. Enorme ha debido de ser el éxito del fiasco Eto’o. De lo contrario resulta incomprensible la insistencia en la burda fórmula para encandilar a los seguidores rojiblancos y después mofarse de ellos. Aunque esta vez, lo reconozco, hay una novedad: el verano de 2005 empezó en septiembre de 2004. Y luego está el asunto de La Peineta. Según las cabras enloquecidas que en algunos medios de comunicación han suplantado a los informadores, el Ayuntamiento de la capital de España se dispone a regalarle al Atleti 200 millones de euros por su actual estadio, en cuyo solar nuestras autoridades proyectan construir… ¡una zona verde! Según esa carne de frenopático, el Atleti obtendría de propina 300 hectáreas de suelo público en Campamento. ¡Y todo ello sin otro requisito que mudarse a La Peineta, en la que jugaría gratis! ¿Pero existe alguien que, sin haber perdido la razón, sostenga la verosimilitud de tamaño Jauja? De modo que al Madrid le dieron 75.000 millones de pesetas para edificar cuatro rascacielos de oficinas en la zona más cara de la urbe —previa recalificación de los terrenos— y ¿le van a pagar al Atleti 33.000 —casi la mitad— por un solar mucho más reducido en un sitio menos cotizado, con el propósito de hacer un parque con sus bancos para los ancianos, sus toboganes para los niños y su hierba para que se amartelen los novios? Con la insignificante particularidad de que, en el caso del Atleti, el dinero ¡saldría de las arcas públicas!

Insisto, yo de mayor…

Ambiciones y conformismos (10/09/2004)

Lo voy a explicar de tal modo que hasta el más obtuso de los periodistas deportivos pueda entenderlo: el objetivo del Atleti no debe ser clasificarse para la Champions League. Esa hazaña como no vieron los siglos la han logrado en los últimos años conjuntos como el Bilbao –¡y cuando únicamente se adjudicaban dos puestos!, los correspondientes al campeón y al subcampeón de la Liga—, La Real Sociedad, el Mallorca o el Celta de Vigo, amén de los considerados cuatro grandes. A este respecto, conviene recordar que el Coruña no ha faltado a la cita con la antigua Copa de Europa ni una sola vez en el último lustro. Comparar la trayectoria del Coruña —antes de los noventa, un equipo ascensor— con la del Atleti presidido por Gil y sus herederos es —o debería ser—  una inagotable fuente de malestar para la afición rojiblanca. Pues resulta, señores, que el Atlético lleva en las patosas garras de los Gil and company casi dos décadas, en el transcurso de las cuales sólo ha sido inscrito en cinco ocasiones para participar en los torneos del Viejo Continente: dos Recopas, dos UEFAS y una Copa de Europa. El día en que volvamos al fútbol internacional, los encargados de introducir nuestra bolita en el bombo del sorteo, quizá piensen: “¿Atlético de Madrid? El caso es que me suena el nombre”.  
Por tanto la ambición del Atleti debería centrarse —nos va en ello la supervivencia— en regresar a Europa, pero no para decir: “Por mí, por todos mis compañeros y por mí el primero”, como en el juego del escondite —es lo que hizo Gil en la temporada 96-97, malbaratando una espléndida oportunidad de afianzar al club entre los grandes de España y Europa—. O sea, no para llegar, coger el dinero y largarse; sino para permanecer en la Champions e intentar ganarla. El resto de las aspiraciones y sueños, junto con toda esa quincalla mercadotécnica del hombre araña y del chico del infierno, pueden quedárselas para consumo propio los buhoneros todo a cien que tanto daño le hacen a  esta infeliz institución.

Por cierto, entre la hojarasca que nos dan a rumiar los antedichos ocupa un lugar destacado la burda mitomanía cuyo asunto es Torres. Me parece una estupidez especular con nuestro nueve igual que si fuera un crack del Madrid, apuntándolo a la vanagloria de las distinciones honoríficas y al glamour de las pasarelas. Y pobre Atleti si su meta es que Torres gane el “Trofeo Bravo” o marque más goles que Raúl. (Obsérvese que los números que se brindan al público son una filfa, porque los tantos de Raúl están limpios de penaltis; no así los de Torres. Que el botarate que hace las estadísticas, lo tenga presente.) Al joven delantero del Atlético de Madrid no hay que exigirle bobadas sino que trabaje y pula su defectuoso chut. Y oremos a los dioses para que le maduren la cabeza y le preserven los tobillos de las embestidas de los zagueros rivales. Que el chaval es un futbolista prometedor, no la Kurnikova.

Red and white fiction (08/09/2004)

Algunos de mis colegas de Señales de Humo están de pésimo humor. ¿Será el conocido síndrome de la vuelta al trabajo? Por ejemplo, El Socio calcula que entre los seguidores del Atlético de Madrid no habrá arriba de 500 personas cuerdas. O sea, El Socio estima que únicamente el 1% de la población rojiblanca se opone a Gil Marín y Cerezo. Bien mirado, no es tan poca gente. Quinientas personas dan incluso para fundar una peña de respetables dimensiones. Sugiero bautizarla con el nombre a propósito del cual ironiza El Socio: “Los equivocaos”.

Por su parte, el muy temerario Ozemaría ha leído la entrevista del As a Cerezo. Yo, nada sobrado de valor, su versión reducida para Internet. Hace tiempo que los periódicos deportivos se dedican a falsificar lo que sucede. Es una industria como otra cualquiera. Uno de lo más exitosos comunicadores del ramo afirmó no hace mucho que el fútbol es la “venta de la ilusión”, pero lo dijo como si él no tuviera nada que ver en el asunto. Como nadie ignora, desde la época de García los informadores son los notarios de una realidad previamente degradada a ficción… por ellos mismos. Según la prensa del ramo, Alfonso Camba no existe. Ahora bien, ¿cómo pueden realizar ofertas para comprar clubes las personas que no existen? ¡Es que tiene una cosas Ozemaría!

La semana anterior, en una emisora de radio habló Cerezo. Transcribo un fragmento del breve y cordialísimo coloquio que se produjo entre el locutor y el magnate de la industria cinematográfica. Parece sacado del filme “Dos tontos muy tontos”.

—Caramba Presi, este año sí que han fichado ustedes bien.

—Claro, como todas las temporadas.(¡Sic!)

—Lástima que al final no se trajesen a Tadei. —No importa porque el año que viene habrá más fichajes. (¡Sic!)

Circulan bibliotecas con las meteduras de pata de Bush, pero a nadie se le ha ocurrido aún editar un volumen con las perlas cultivadas del tío Cerezo. Un best seller, oiga. Yo por si acaso he empezado a recabar las pruebas documentales. No vaya a ser que algún listo se anticipe y me reviente el negocio.

La Gran Astracanada (04/09/2004)

La Gran Astracanada. Acto primero y único, escena 18.360

Diálogo entre el ex cameraman y el palanganero

No me ha sorprendido en nada la entrevista a Cerezo en el As de hoy. Ni su contenido ni, menos aún, su aparición, pues aunque sólo tenga como soporte real dos victorias seguidas en casa –una de ellas inútil, y la otra ante un equipillo entrenado nada más y nada menos que por Manzano–, ya sabemos hace tiempo cómo se las gastan estas gentes y sus seguros servidores.

 


 

Ahora bien, hay ciertas cosas que, aunque no te sorprendan, te indignan, por lo menos a mí, ya que, por repetidas, acaban convirtiéndose en un puro insulto a la inteligencia, a la dignidad y a la más elemental de de las verdades.

Por ejemplo, dice el ex cameraman, que nadie les ha hecho llegar una oferta por sus acciones, salvo aquel mejicano de tintes más que oscuros sombríos –Dios los cría y ellos se juntan–. Pues, Sr. Cerezo, miente, y lo hace con descaro, incluso con alevosía.. Espero que quien le ha hecho dos ofertas, que se sepa, salga a la palestra para dejarlo públicamente como lo que es: entre otras cosas, un mentiroso.

Ofende a la inteligencia más elemental y común, cuando dice que el Calderón carece de estaciones Metro y tren cercanas. ¡Caramba!, ¿Y qué es lo que hay bajo tierra en la zona de Pirámides? ¿Un refugio invernal para homeless?

Pero no es menor la ofensa, además de a la inteligencia de todos, a la dignidad de algún fiel y callado –seguro que por bien remunerado– empleado suyo y a la imagen del Aleti, cuando dice que esa rutilante estrella del firmamento futbolístico llamada ‘Pato’ Sosa fue traída por recomendación del Sr. Garci. Pero, señores, ¿qué club es éste? Este colegita de negocios cinematográficos, ¿ahora resulta que es adjunto a la secretaría técnica? Vivir para ver. Entre negociete y negociete, charlita de fútbol, copitas y...

Y ya no es ofensa, sino directamente desvergüenza, vender la moto de la Peineta a modo de un Ferrari Testarossa –aunque, seguro, la fiel legión tragará–. Para más inri, la idea de poner el nombre del difunto a la estación de Metro más cercana, de la que se desliza, además, que si a la de Pirámides no le han puesto el de Vicente Calderón, es porque ellos no lo querían. El ego del difunto no lo soportaba, ¿verdad? Quizá por eso también ha desaparecido –y creo que para siempre– el nombre de aquel ilustre presidente de la fachada del, por poco tiempo, nuestro estadio.

Pero lo ‘mejor’ de todo es que, según el ex cameraman, la iniciativa ha partido de la actual presidenta del gobierno autonómico madrileño. ¿No les basta a los políticos con haber permitido a Gil la apropiación indebida de nuestro club, haber luego machacado a éste para cargarse el engorroso montaje político del difunto (el especulativo les importaba un comino), salvar después a sus herederos (un defradaudador convicto y otro apropiador indebido, aunque salvado por la negligente prescripción), cuando estaban al borde del KO técnico mediante la ‘operación Peineta’, con la que diremos adiós a nuestro principal (y casi único) patrimonio? ¿Es que ahora hemos de padecer, encima, que un personaje como Gil lleve el nombre de una estación de Metro, que tendremos que utilizar las víctimas de dicha apropiación cada quince días?

¡Qué lamentable es todo lo que rodea al Aleti! Una gran astracanada, desplegada en un único, inacabable e insoportable acto, al que ya no le faltará ni siquiera una escena con muerto parlanchín, la del día en que el teléfono del ex cameraman, tras hacer el ring-ring de rigor, y a la somnolienta respuesta del interfecto, conteste una voz de ultratumba: ¡Soy yo, tu buen Jesús!

Posted: 04 sep 2004, 12:00 por SDHEditor
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Zafios mugidos (03/09/2004)

¡Qué pequeño es el Atleti! ¡Qué minúsculo, su público! ¡Qué tontainas, los periodistas que cubren la información de este desdichado club! (Qué tontainas y qué torpes, estilísticamente hablando.) Ahora resulta que una eliminación honrosa —el fracaso en la Intertoto es otro hito negativo en la historia moderna de la entidad— y un triunfo ante el gran Málaga del enorme Gregorio M. nos sacian por completo. Y el entusiasmo nos hace ver visiones. Así, la prodigiosa tarde de fútbol vivida en el debut liguero —el segundo periodo fue un correcalles—; así el partidazo del Niño en el susodicho arranque del campeonato —falló dos goles que nunca hubiese dejado de marcar, no ya Pelé, el mismísimo Paco Salillas, y menos mal que cazó la tercera oportunidad—; así el estupendo retorno de Salva —más atolondrado que nunca y tan tremendista como siempre—. (Indicio de que no está en sus cabales es esa invitación suya a convertir cada encuentro de casa en un homenaje ¡al Difunto!)  
Con todo, lo peor no es la eufórica cacerolada de los aduladores de Gil Marín y Cerezo. (Para nuestra vergüenza, son de largo más necios que los que lisonjean al Real.) Lo peor, como digo, es la suelta de globos sonda que, con ocasión de la inaudita racha actual de victorias (¿recuerdan ustedes una felicidad semejante?), ha hecho el más mentecato de todos cuantos recubren de patrañas la situación auténtica del Atleti, en beneficio de sus amigotes del club y en perjuicio de la entidad. En una prosa plagada de errores —¿acaso han dimitido o están en huelga los redactores jefe de los diarios?—, el ordenador de ese estomagante clown de barraca anuncia giras fastuosas, suculentos aumentos de caché, ventajosos contratos con la Tele, trozos del club en poder de los abonados  y  Peinetas, muchas Peinetas. A condición de que entre la bolita, claro. La vaca que ordeñaba la lechera del relato infantil tenía bastante más seso.
¿Y si los equivocados fuéramos nosotros? (02/09/2004)

Y con nosotros me refiero a los antigilistas que pululan por la red, a lo sumo 500, que están radicalmente en contra de los gestores del club y añoran un Atleti como el de antes de Gil.

Cualquiera que me conozca mínimamente, ya sea en persona o a través de mis comentarios en esta página, sabe que soy un furibundo antigilista, creo que no he odiado a nadie en mi vida como a Gil, y fui el primero en celebrar su muerte con champán, cosa que no hago con nadie, y por lo que fui tan criticado por algunos compañeros de foro.

 


 

Pero cuando veo a mi alrededor, hablo con aficionados atléticos, muchos de ellos no son socios, y veo cosas como que el Atleti llegará a los 46.000 socios, cosa de la que me alegro enormemente, pues pienso que estoy en una torre de cristal insonorizada del mundo y que no se puede tener la razón absoluta.

Por que lo cierto es que en mi experiencia personal, la mayoría de atléticos que conozco -no de esta página, repito- tienen unas ideas totalmente diferentes a las mías, que paso a enumerar aunque no comentaré nada sobre ellas, ya son muchas horas de discusión a cuestas y uno acaba aburrido de clamar sólo en el desierto. Para empezar el equipo es muy bueno, está compensado y es factible entrar en Liga de Campeones; el Calderón está anticuado (así, como lo leéis) y es bueno un traslado a la Peineta, un estadio que terminado tendrá un aforo de más de 60.000 asientos y muy buena comunicación; la gestión es buena y es un acierto la campaña de cine en las camisetas, la camisa araña es muy chula (palabras textuales); Gil salvó al Atleti y si no es por él ahora no existiría el club, su hijo es muy buen gestor y además un hombre discreto (no os riáis que os juro que es cierto); la deuda existe pero ni de coña es la que se dice, además también están endeudados los demás equipos; y, por supuesto, de AA no tienen ni la más remota idea... y así podría seguir con varias mentecateces más, por no hablar de las exasperantes coletillas de "el Pupas" o "el atleti es así".

Si esto lo dijesen los tramposos o los aficionados de otros equipos, que también lo dicen, no le daría importancia, pero es que se lo oigo a atléticos de verdad. Si a esto unimos lo que decía antes del aumento de socios (cuántos socios seríamos si tuviéramos un equipo bueno de verdad) o que la camiseta araña ha sido un éxito de ventas... pues ya no sé que creer. No quiero ponerme filosófico pero donde está la certidumbre, la verdad, qué percepciones tenemos cada uno del Atleti ¿Será cierto que nos recreamos en la derrota como dice Lorences en su columna? ¿pero que conducta vital es ésa? No puedo entenderlo.

No sé, a lo mejor lo más sensato es irse a la Peineta a animar al equipo que tengamos y disfrutarlo símplemente, o sea, ser un borrego, quizás sea así más feliz.

Un saludo.

Posted: 02 sep 2004, 12:00 por SDHEditor
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