julio 2004 - Artículos
Pues sí, primera novillada -que de ello no pasa la tal Intertoto-, y ya hemos recibido el primer aviso. Poco menos y tiene que salir la Guardía Cívil a despachar a tiros el novillo checo que nos tocó en suerte, tras sufrir un par de serios revolcones.o
Como la cosa está tan feíta, el entrenador se apresura ya -¡en julio!- a quitarse de encima el muerto: con esta cuadrilla no torea ni en Navalcarnero.
Encima, el picador que se nos prometía iba a dejar las reses poco menos que para el arrastre, permitiendo el lucimiento del joven diestro con la muleta, sigue esperando en Vigo a que le firmen el contrato.
Eso nos pasa por empeñarnos en torear con traje campero, pues siempre andamos con los dichosos flecos colgando. Tan míseros son nuestros apoderados que ni para un traje de luces les llega.
Parecemos sorprendidos del pésimo partido de vuelta ante el Zlin, pero ¿qué cambios tenemos respecto del que tan lastimosamente acabó la temporada anterior? Sólo pretendidos refuerzos en la retaguardia: Leo Franco, Pablo, Antonio López y Perea; bueno y ¿qué? Puede haber mejora en la portería y la hay en contar con dos laterales izquierdos, pero me pregunto ¿es mejor Perea que Lequi?, ¿se trae a un central para que fracase como lateral?, ¿por qué se han desprendido del único central izquierdo sin recambio?, ¿por qué el lado derecho de la defensa seguirá sin ser ni siquiera decente? Los citados son los llamados refuerzos por el lobby mediático afín; pero, ¿quiénes son éstos?
El resto de las líneas (?) exactamente igual, cómo no podría ser de otra forma, tanto en aptitud como en actitud individual y colectiva. La materia prima, mala, subsiste y el trabajo y las ideas del entrenador, de momento no se perciben aunque sus declaraciones al llegar me parecieron sensatas (“A mí me gusta el orden, trabajar mucho con balón, pero primero hay que ver el equipo que tenemos y sobre eso decir cómo tenemos que jugar”. “Lo que hay que hacer es sacar rendimiento a los jugadores como sea”. “Quiero carácter, actitud y velocidad en mi equipo”). Pero, además de tener que asumir la falta de calidad y la descompensación de la plantilla, vemos que todo sigue igual y no experimenta ningún planteamiento arriesgado y así seguimos con un central de lateral derecho (antes Gaspar, ahora Perea), con lo que se inutiliza una banda –dicho sea con ánimo de ofender-, Simeone por De los Santos (dos fracasados) en el medio centro, ausencia de apoyos y solidaridad, distancia insalvable entre líneas, imposibles aperturas en el juego, Torres aislado, etc.
Sobre las situaciones de Movilla y Contra sigue el oscurantismo. Del primero – y no es que me importe en absoluto su salida si no fuese porque aunque es un mediocre, los que pueden suplirle son mediocres y medio- estaba absolutamente convencido, y lo sigo estando, de que su veto en la temporada anterior obedecía al gang y que Manzano asumió como uno más de su servilismo; pero ahora, ¿qué pasa?, ¿le sigue haciendo la cama la mafia?, ¿le han hartado y él ya no quiere seguir? Respecto a Contra, sólo se me ocurre pensar en un nuevo “caso Lardín”. Del partido del sábado sólo un par de cosas positivas. El ridículo ha aparecido prontamente y la actitud del público. Opino que, según ya han comentado otros foreros, una vez desaparecido “don Jesús”, puede que esa especie de “síndrome de Estocolmo”, sufrido por la mayoría silenciosa hacia la figura populista del “don”, cuya demagogia barata (como a él le gustaba reiterar) tanto les satisfacía, desaparezca de una vez por todas. No es previsible que los dos dirigentes, cuyos semblantes parecen a los de los asistentes a “un entierro de tercera”, sean capaces de aplacar y convencer a una afición supongo que ya hastiada de promesas y fracasos.
Este club ahora ya sólo destaca por toda suerte de reclamos y spots publicitarios porque esta es la faceta que entiende su presidente y por la que se ha enriquecido ampliamente. De fútbol ni puta idea, al igual que el dueño veterinario que probablemente únicamente sirva para cuidar la fauna de Valdeolivas. La secretaría técnica va para 18 años que sobra, entregada a los chalaneos de los dueños y poniendo el cazo.
Así deportiva y económicamente destrozado y perdida la identidad rojiblanca entre vestimentas disparatadas encaminadas al negocio de la venta de camisetas, mejor sería denominarle el Club de los Anuncios.
PS: Acabo de leer unas declaraciones de Ferrando y, entre otras cosas, dice de los artistas "Se deben empezar a creer que éste es su entrenador y que, bueno o malo, es el que tienen. Hay jugadores que siguen sin comprenderlo, que siguen con vicios y eso no se puede tolerar". Para él, nuevo en esta plaza, éste es su problema; para mí, ya sobradamente aburrido, le diría que no sólo se trata de creer en un determinado entrenador, pues considerando los últimos años y vistos los logros de los anteriores, el problema no es de quien los entrene sino de una falta absoluta de planificación deportiva –en la que sí tienen su parte alícuota de culpa- y en la carencia de calidad de las sucesivas plantillas. De donde no hay no se puede sacar.
Conforme se va sabiendo más de la brillante operación Eto’o —la cual aún confío que frustren los hados bajo el aspecto del Barça—, más me afirmo en la opinión de que se trata de un presente griego, de uno de esos regalos envenenados que sólo pueden ir en perjuicio del Atleti. Ya se habla de una opción del Madrid sobre Torres, en caso de que finalmente se produzca por el as adolescente una oferta irrechazable —no pongo yo el adjetivo; es del intoxicador de turno—. Señores pongamos las cartas boca arriba: Florentino pesca en el Manzanares lucios con mosca. En el anzuelo va la mosca Eto’o —cedido gratis por un año—. El lucio es Torres, el último gran pez que sobrevive entre el légamo de esas aguas muertas.
Alegar el precedente de Grosso es, con todos los respetos, una grossería. Grosso no era ningún crack sino un obrero del fútbol, y en aquella época el trasvase de jugadores estaba mejor mirado —quizá porque se hacía en pie de igualdad y formaba parte de una economía de favores mutuos—.
Si Eto’o viene al Atleti a préstamo, se habrá consumado un negocio rentable para el Madrid y ruinoso para nuestro club. Y ello por multitud de razones más o menos obvias. Pero me centraré en una que quizá haya pasado desapercibida. Es sumamente improbable que Eto’o y la afición lleguen a sintonizar. Los forofos saben que el futbolista es del Madrid y él, que está de paso. Al menor fallo, la grada silbará al camerunés. Sus buenas acciones serán celebradas con sordina y las menos felices, vituperadas con excesiva acritud. Eto’o se hará sospechoso de desafección no bien salte al terreno de juego. Si ya era difícil —aunque no imposible— que él y Torres conectaran desde el primer momento en el césped, supeditando sus incipientes egos de estrella a las necesidades del conjunto, y cualquiera podía presentir la vaga amenaza de una rivalidad sorda —ese era el riesgo de fichar a Eto’o, pero para eso está el míster: para limar los eventuales roces y erigir en héroe al conjunto—, ahora tendremos una complicación extra. Ferrando no dispondrá de bastante autoridad sobre Eto’o y, de rechazo, correrá el peligro de indisponerse con Torres. Y ya sabemos cómo las gasta el hincha: con la misma facilidad con la que traga sapos de sus dirigentes y de la prensa servil, los arroja contra el chivo expiatorio que su crónico descontento logra improvisar. Feo, muy feo, panorama.
Hace unos días yendo en coche pasé con un compañero por ese páramo desolador donde se ubica ese medioestadio llamado la Peineta, nos cubrían ya las primeras penumbras que anuncian el reino de Selene, lo que le daba a la visión un aspecto fantasmagórico que me recordaba los viejos túmulos funerarios del neolítico, esos túmulos de piedra, perennes pero desvencijados donde yacen las almas de los viejos guerreros muertos, y eso me pareció que era la Peineta para el Atleti: el túmulo donde quedarán enterrados nuestros sueños de grandeza; las aspiraciones rotas; las saladas lagrímas de tantos orgullosos fracasos y las dulces de los báquicos éxitos; los recuerdos de nuestros heroícos capitanes mostrando los trofeos sobre las hordas enemigas...
Este túmulo será más grande pero más frío, allí reposará el espíritu rojiblanco pero se preguntará qué hace ahí, por qué no está en su casa, se preguntará donde está el río pero sólo verá páramo y desolación. Atrás quedaron los recuerdos y ahora hay que volver a llenar otro estadio con nuestra identidad, una identidad que naufraga entre los groseros piélagos de los bastados intereses de los detentadores que hunden cada vez más y más en la miseria a nuestro maravilloso equipo.
Si pudiera coger la hierba de la Peineta no sentiría que fuese mi hierba; si pudiese coger su tierra no sentiría que fuese mi tierra; su cemento no será mi cemento. Cuando entre en la Peineta no sentiré, ni de lejos, esa ensoñadora combinación de sentimientos, recuerdos y sensaciones que me embargan cuando entro en el Calderón incluso cuando no hay partido.
Cuando suba por las escaleras de la Peineta sólo vere las grises escaleras del Calderón, veré los miles de correlegionarios atléticos que bajaban junto a mí cantando el himno cuando quedaban pocos partidos para ganar la Liga del Doblete, o los veré llorar como cuando nos íbamos a 2ª División... Qué más da, lo aterrador es que sólo veré pasado, porque no espero ningún futuro, sólo espero que mi espíritu regrese a mi adolescencia y descanse en paz bajo los cimientos de lo que se construya en lugar del Calderón, para que cada vez que pase por la M-30 me ayude entre lágrimas a recordar todos los momentos que viví en nuestro entrañable estadio.
Ya nunca nada será lo mismo.
Hay que ver cómo funciona la freiduría nacional, y qué gusto da ver a la clientela tragarse lo que le pongan. No hace falta que la tapa sea de materia prima sabrosa ni que los freidores -políticos, jueces y medios de comunicación- se preocupen del aliño, rebozo y punto de hechura. El personal tiene buen apetito y traga lo que le echen.
¿Cómo explicar, si no, la rueda de molino que nos sirven con el final del 'caso Atlético'?
¿Por qué se tardó tanto en ir a por Gil? Todos lo sabemos: porque mientras Gil y sus secuaces no fueron un grave incordio político, las instituciones políticas tragaron, más que consintieron, y no digamos ya nada de las judiciales, que han demostrado una vez más su subordinación a las primeras, pervirtiendo el sentido de su existencia en un Estado de derecho. ¿O es que acaso no se dieron cuenta de lo que hacía Gil hasta pasado tanto tiempo? ¿Y qué decir de la chapuza procesal de la AN, olvidando motivar su fallo? Pero no se olviden del concierto de ignorancia, mala fe y cobertura delictiva con que nos deleitado una vez más los medios de desinformación estos días.
¿Importa algo todo esto? No, lo importante es si viene o no el tal Eto'o, la impresión causada por el equipo en Segovia, estando a las puertas como estamos de la tal Intertotto, y cosas por el estilo. Ya lo dicen nuestros redivivos amos: al fin volvemos a ser un equipo de fútbol.
La declaración de prescripción de un delito tan grave como el de apropiación indebida, apuntando en el texto de la sentencia que el tal delito ha existido, y la confirmación de otro de estafa, con la correspondiente obligación de restituir la situación contable anterior al mismo, son minucias, pura banalidad, pues lo importante es que aquí nadie va a la cárcel y, al parecer, las consecuencias económicas se reducirán a realizar un ajustito contable.
Que nuestro máximo accionista y director general o consejero delegado -que ya me pierdo- ha estafado a la sociedad en la que es todo esto, bueno ¿y qué? Lo importante es que volvemos a ser un equipo de fútbol, y además, muy pronto, de los grandes otra vez. Fíjense, si no, para ver lo esperanzador de nuestro futuro, que hasta vamos a disfrutar de uno de los mejores estadios del mundo y nos van a dar por otro viejo y húmedo una montonera de millones -o sea, se los van a dar al estafador y adláteres-, por obra y gracia del Ayuntamiento de la capital.
Para que luego se quejen ustedes de que nos discriminan los políticos. Han dado aire a los amos cuando estaban al borde del colapso, permitiendo que recobren el aliento, y con ellos todos nosotros, pues si respira el amo, respiran su siervo. Que el aire en cuestión está viciado más que raro, bueno ¿y qué? Lo importante es que volvemos a respirar ¡como un equipo de fútbol!
¡Qué gusto da volver a la vida, tras un largo y profundo coma!
Por cierto, ¿no sobrarán unos calamarcitos a la florentina y una cañita de rubia cerveza? Es que estas ruedas de molino regadas con agrio vinagre me están deshaciendo las tragaderas
Por fin Alfonso Camba presentó su plan para rescatar al Atlético del ludibrio y la ruina en que lo han sepultado la familia Gil y sus satélites. Es más que probable que los gestores del club hagan caso omiso de la oferta de la oposición, pero me atrevo a afirmar que el movimiento de Camba y los suyos no quedará en un mero gesto ni caerá en saco roto. Ahora existe una alternativa. Los abonados lo saben, los seguidores lo saben, la prensa no puede ignorarlo… Es más, intuyo que la próxima temporada va a ser —¡debe serlo!— decisiva para el futuro de la entidad. Me resisto a creer que la mansa grey del Atleti aguante de Gil Marín y Cerezo idénticos errores y demagógicas desvergüenzas que le soportaron al carismático difunto. De manera que, si los citados no despabilan, se exponen a un ejercicio caliente, porque la grada del Calderón, haya agotado o no su casi increíble tendencia al papanatismo y al sesteo, dispone desde ayer de otra opción en la que mirarse.
Por un día, al menos, logró perforar el espeso runrún de fichajes dudosos y estrambóticas fanfarronadas una voz cuerda: la del industrial farmacéutico y los suyos. Están ahí y ahí seguirán, custodiando la esperanza de que el Atleti resurja. Son nuestro sentido común, el vestigio de lucidez que todavía perdura en nosotros, pese a los reiterados intentos de extirpárnoslo de raíz. Y nos aferraremos a él, ¿verdad?, porque queremos otro Atleti, porque queremos acabar de una vez por todas con la era del embuste y el sonrojo, con los proyectos demoledores y los negocietes turbios, con la fatalidad y la claudicación. ¡Fuera del Atlético los que lo desguazan y achatarran! No es un montón de herrumbre: es una criatura viva que anhela ponerse en pie.
Diecisiete años de chanchulleo, malas artes, chabacanería y desorden absoluto habían dejado mi orgullo colchonero al borde de la tumba. El espectáculo tras la muerte de Gil lo metió en ella. Pero el tejemaneje que se traen los dueños de nuestras ilusiones rojiblancas a cuenta del fichaje de Eto'o, ha terminado por meterlo en el féretro.
Cómo no recordar la cesión de Grosso, allá por la temporada 63-64, que tan fructífero fue para un equipo sumido en una crisis que entonces parecía grave, pero que hoy movería casi a la risa, si comparada con el mortal declive que padecemos.
Cómo no ilusionarse con la posibilidad de ver al eléctrico camerunés acompañando a Torres en nuestra delantera.
Mas, este pordioseo ante el gran dios blanco; esa actitud sumisa, ejemplificada por el rueguito con el que abrió el príncipe de la noche su encuentro con aquél hace unos días; la respuesta del mismo en tono prepotente, entre la mofa y la befa, y que bien pudo haber sido acompañada de una afectuosa palmadita de consuelo en el cogote del chaval; ¡ay!, todo esto me ha liquidado.
Que alguien cierre la tapa y deje mi orgullo descansar al fin en paz.
Bienamados nombres de Julio, hermosos, rozagantes, jovencísimos. Y pensar que es el verano una orilla adonde van a morir los nombres propios. ¡Nombrad, nombrad otros nombres! Si nombráis, olvidáis. Si olvidáis, vivís.
Bienamados nombres de Julio, hermosos, rozagantes, jovencísimos. Y pensar que es el verano una orilla adonde van a morir los nombres propios. ¡Nombrad, nombrad otros nombres! Si nombráis, olvidáis. Si olvidáis, vivís.
Gronkjaer, Gravesen, Eto'o. Qué importa haberles visto o no jugar. Su materia es la huida. En su escueto vaso de plata tiembla la música, el sueño, el breve espacio en el que -todavía- no mordió la muerte.
Nómbralos también tú mismo. Y no serás ya más quien fuiste, ese trapo mojado que olvidaran las olas.