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Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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De la soberbia como pecado capital

Razón tuvo el Santo Padre de la Iglesia, que allá por los primeros tiempos de la Iglesia, definió la soberbia como uno de los siete pecados capitales, que son los que tienen el poder de enviarnos al Infierno de cabeza y con una piedra atada al cuello.

 En el Atlético sabemos mucho de esto, aunque en todas partes cuecen habas. Ahora mismo estamos metidos de lleno en las calderas de Pedro Botero y con pocas posibilidades de escapatoria gracias, sobre todo, a la soberbia de un hombre, el señor Jesús Gil. La carta que recibieron algunos aficionados (a mí no me la dieron, la recogí de un asiento después del partido de Liga contra el Salamanca) hace dos sábados rezuma soberbia por todas partes. Es el claro reflejo de una personalidad que cree que ha llegado a la Tierra para salvar y redimir a la humanidad de unos peligros misteriosos (gracias, señor Gil, pero prefiero salvarme yo solito).

 
 Para cumplir esa misión mesiánica, el profeta del Burgo de Osma se coloca por encima del bien y del mal. Es más, él encarna el Bien absoluto y los que pensamos que no tiene razón somos unos facinerosos esclavos del maligno. Esa política, ese luchar contra todos más allá de cualquier atisbo de sentido común, es lo que ha hundido al Atlético de Madrid en el fondo del pozo.  El Redentor de Marbella llena renglones y renglones con lo mucho que dice haber hecho por el Club, pero no menciona en ningún lugar los beneficios que ha conseguido por ser presidente del Atleti. Primeramente, ha sido un trampolín inmejorable. Sin la atención mediática que han merecido durante todos estos años sus salidas de tono, sus desplantes y sus extravagancias, es muy dudoso que Gil hubiese llegado a ser alcalde de Marbella y líder de la principal fuerza política extraparlamentaria. Como mucho, sería un oscuro promotor inmobiliario, más o menos acaudalado. Ha hecho negocios en el palco y con el palco.  Además, el Atlético ha sido la excusa ideal para poder llevar sus asuntos de una forma poco ortodoxa. El paraguas perfecto para, presuntamente, blanquear dinero, desviar fondos públicos (Caso de las Camisetas) y cerrar negocios jugosos con la compra-venta de jugadores (esto es honrado e, incluso, elogiable). Así que, no todo ha sido un valle de lágrimas.  Estas actividades sólo han podido realizarse en una entidad en la que posee un poder absoluto, en un club de fútbol que se ha convertido en su cortijo particular, merced a los chanchullos que le llevaron a adquirir más del 90% de las acciones del Atlético cuando se llevó a cabo su transformación en Sociedad Anónima Deportiva y que están, actualmente, siendo investigados por la Justicia.

 Soberbia y deporte

El pecado acaba pasando factura, y más si es de los gordos. Eso lo sabemos todos desde que hicimos la catequesis para hacer la Comunión. En una competición deportiva no se puede llegar con una actitud soberbia, porque los resultados pueden ser bastante dolorosos. El ejemplo lo tenemos bastante cerca. El “Mejor Equipo del Siglo” llegó a Toledo creyendo que en Segunda B no se sabe hacer la “O” con un canuto y pensando que iban a golear sin bajarse del autobús y volvieron al Cuernabéu con dos mazapanes y el rabo entre las piernas. Como dice el tópico, no hay enemigo pequeño.

 Pero hay más ejemplos. Este año, sin ir más lejos, vimos al “Dream Team”, la selección americana de baloncesto, llegando a Sydney con la actitud más prepotente del mundo, dando por segura la medalla sin haber jugado ningún partido. Con lo que no contaron los yanquis es que enfrente iban a tener rivales más modestos, pero hipermotivados para hacer un buen papel ante el que se considera el equipo más potente del planeta. Resultado: los chavales de la NBA las pasaron canutas para derrotar a rivales de ese baloncesto “que no existe” como Lituania, Francia o Rusia.  Un caso parecido es el que le está sucediendo al Atlético de Madrid esta temporada. En verano, se pensaba que el paso por Segunda sería sólo “un añito en el Infierno”, y que los rivales del Atleti, al ver la camiseta rojiblanca, el escudo del club y un estadio con 55.000 hinchas, se acobardarían y dejarían vía libre para un paseo triunfal de vuelta a la Liga de las Estrellas. Sin embargo, en diciembre, nos encontramos con un equipo desorientado, más cerca del descenso a 2ºB que del regreso a Primera, que se enfrenta a unos rivales malillos, pero que se toman sus partidos contra el Atlético como si fueran una finalísima de la Copa de Europa. Para volver a donde nunca tendríamos que habernos marchado necesitamos humildad y respetar al contrario. Ya vemos que la soberbia acaba recibiendo su justo castigo.
Posted: dic 11 2000, 12:00 por SDHEditor
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