Antes de que cante el Gallo... (29/11/2001)
Corría el minuto 35 de la segunda parte del partido. Bueno, no se exactamente si transcurría ese minuto o si era ya el minuto cuarenta, o tan solo había pasado media hora de la segunda parte. El caso es que empatábamos a uno y se nos iba el sueño de tantos años. ¿Fueron diecisiete, o catorce o doce los años de espera y esperanza?. No lo se pero si se que transcurrió mucho tiempo y muchas esperanzas habían muerto en nuestra peregrinación hacia la Gloria.
El Valencia achuchaba cada vez mas y los tipos estos del Salamanca, ya descendidos nos estaban empatando en casa a falta únicamente de dos jornadas para el final de la liga. En el estadio el silencio era sepulcral. Todos nos temíamos de nuevo la aparición de ese maldito sino tragicómico que nos persigue. Sin embargo, de entre una maraña de jugadores salmantinos, como un faro en medio de esa tormenta apareció El. Paro lentamente la pelota, se dio media vuelta y sin mirar la portería golpeo el balón con la fe de un millón y medio de personas en su maltrecho tobillo. Fue gol. El Calderón, lejos de derrumbarse, se vino arriba. Se levanto del suelo y voló libre durante treinta segundos, ese tiempo que dura la celebración de algo grande, y con esas alas que solo este deporte sabe dar a la gente que lo amamos. Se que muchos de los que renegáis de él ahora lo idolatrabais dando gracias a Dios por tenerlo en nuestras filas. El Presidente responsable de nuestro descenso y de nuestra presencia durante un año más en los infiernos de la segunda división, se levanto alborozado sacando pecho sobre lo que hizo ese tipo grandote y lentorrón que vino de Jerez. El titulo de Liga ya estaba en casa. Ya era nuestro y todos los que estuvimos en el campo lo sabíamos. Por ese gol le estoy eternamente agradecido. Prefiero recordarlo así que fijarme exclusivamente en algún error póstumo de su carrera deportiva. A él no le perdonamos ni una décima parte de las ofensas que nuestro Presidente nos hace. Gracias Kiko. Gracias por el doblete.