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Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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Con un par (03/01/2002)

Confieso que no me hacía ninguna gracia la pachanga del día 2 en el Cuernabéu. Siempre creí que el Gordo había humillado, cual  ejemplar de Valdeolivas, ante la planchada muleta que le habían puesto al alimón entre Manzano y Florentino y que, por cuatro perras de esa entelequia que es 'Madrid 2012', había aceptado poner los payasos en ese circo de tres pistas que va a ser el dichoso centenario del trampas.

 

Y con esa convicción me senté a ver el partido con la resignada devoción del que no puede vivir en paz si su Atleti está jugando. Todo se ceñía al guión previsto, cánticos insultantes de quienes no sienten ningún pudor en copiar literalmente melodías y letras del Frente, árbitro casero (la incorporación de la mujer al arbitraje tampoco va a arreglar esto) y el gol de Raúl a los diez minutos que, al final, siempre nos hace acordarnos de la madre que parió a Rubén Cano.

Todo sucedía de tal modo que tuve que hacer serios esfuerzos para no caer en la tentación de apretar el botón del mando a distancia. Sólo  la compañía de un veterano atlético que, de vez en cuando, me cuenta los partidos que vió en el Metropolitano, me hacía mantener el tipo y aguantar frente al televisor. De repente, vi como un jugador del Atleti peleaba a muerte un balón en el centro del campo ante Hierro y porfiaba con él sin importarle que el partido fuera amistoso o que cualquier agresión del 'locuaz' central blanco es invisible para los árbitros en España. El pésimo realizador de la retransmisión cerró el plano y pude ver al Niño encarándose con el anciano disléxico. Al ver los ojos de Torres supe que merecía la pena seguir viendo el partido, al menos, mientras el siguiera en el campo. No me equivoqué. Cuando el narrador y los comentaristas (para lo que has quedado Pichón) se relamían ante la ventaja vikinga al llegar el descanso, don Carlos Aguilera metió un balón en el área para que el Niño lo cruzara a las redes del trampas. Ahí empezó lo mejor. Fueron sólo unos segundos, pero la celebración de ese gol tiene que ser algo más que el comienzo de una etapa.

El Niño, con un par, desafía al Fondo Sur de la Pocilga y con el puño cerrado agita la mano hacia su pecho en un gesto de orgullo que muchos ya habíamos olvidado. Incluso, los habitantes del corralillo que ha montado Florentino tras la famosa portería desmontable, sabían que aquello era algo más que un gol en un partido amistoso.

Seguí viendo el partido hasta el final, pero era imposible superar aquello. Reconozco que, por primera vez, no me importó perder con el trampas.

Posted: ene 03 2002, 12:00 por SDHEditor
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