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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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FÚTBOL Y VIOLENCIA (07/05/2002)

Mahatma Gandhi: “la violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias”. Últimamente, a raíz de los hechos provocados por el grupo ultra del Real Madrid, así como los sucesos ocurridos en Zaragoza, Tenerife y Oviedo, que este fin de semana se ha vuelto a extender a Villarreal, y Jerez, se ha vuelto a hablar de la violencia en los alrededores del fútbol. Es un tema del que solo se habla cuando truena. Es evidente que la violencia está siempre latente y a veces surge más explícitamente, pero parece que nadie pone de verdad el cascabel al gato por mucha legislación que se haya promulgado al respecto y por mucha Comisión Antiviolencia que exista, todo ello bastante poco operativo a juzgar por los hechos.

 

No voy a hacer un tratado sobre el tema, que bastante literatura hay sobre ello, y que,  además, no es este el lugar oportuno. Me limitaré a dar unas pinceladas, en el contexto español, (los hooligans ingleses o las barras argentinas tienen sus peculiaridades), que sirva como reflexión a quienes vivimos habitualmente las competiciones futbolísticas. Para empezar la vox populi suele achacar la violencia, de una forma simplista, a los grupos ultras que casi todos los equipos tienen. Ultra Sur, Ligallo, Biris, Boixos, Frente Atlético.... Como si todos fueran iguales y como si todos fueran los únicos responsables de la violencia. Partamos de la base de que, efectivamente, dentro de esos grupos hay determinadas personas radicales y violentas, normalmente ligadas a simbología nazi-fascista, aunque también existen otras simbologías mucho más minoritarias. Pero ni todos los grupos tienen la misma cantidad de violentos, ni todos son uniformes a la hora de señalarlos con el dedo. A veces son simplemente gentes de ultra derecha que se infiltra en esos grupos, y que son los causantes de los desaguisados. A veces son desarraigados sociales que aprovechan el grupo para expresar violentamente sus frustraciones, cubiertos por el anonimato, incapaces de superarlas de forma  individual. Pero la causa de la violencia no está solo en los grupos ultras. Tampoco las autoridades, tanto a nivel preventivo, con normativas eficaces, como a nivel represivo, a través de la policía, parece que sean capaces de resolver el problema. Más bien, a veces, la propia actuación de la policía contribuye a fomentar esa violencia, bien con su inhibición, bien con sus actuaciones desproporcionadas. Y especialmente en lo que a prevención se refiere no parece que sean capaces de atajar el problema. Especialmente la Comisión Antiviolencia no parece atreverse con las verdaderas causas de los conflictos y se limita a castigos a posteriori, unas veces injustos y otras “de compromiso” cuando no se quieren tocar determinados ámbitos. También los dirigentes tienen su parte de responsabilidad. No se pueden calentar los partidos, especialmente los de más riesgo, con declaraciones que claramente generan con posterioridad posturas violentas. Gente sencillamente facinerosa que se ha aupado a lo más alto de los clubs como parte de sus actividades cuasi mafiosas, y gente teóricamente de buena educación que la pierden cuando actúan como mandatarios futbolísticos, de la mis manera que el honesto padre de familia que no es capaz de matar una mosca, se transforma con un volante en las manos, hacen auténticas llamadas a que luego en los estadios las aficiones estallen. Lo mismo podríamos decir de los medios de comunicación, con el agravante de que son el medio de difusión a través del cual la violencia se inserta en los que luego la van a llevar a cabo. En lugar de actuar como educadores y reconducir lo que produce posturas violentas, prefieren vender a cualquier precio, aunque sea al precio de servir de caldo de cultivo de la violencia. Esas entrevistas, esos comentarios, esos titulares... son evidentemente parte del problema. Y no digamos nada de la organización arbitral. Es evidente que la profesionalización no ha resuelto el problema de la pésima condición técnica del conjunto de los árbitros. Independientemente de algún error inevitable, es que no se puede errar sistemáticamente. Si no tienes capacidad para hacer las cosas bien dedícate a otra profesión. Es como si los cirujanos o los arquitectos estuvieran cometiendo errores continuamente. La prácticamente nula capacidad para imponer la autoridad sin autoritarismo, manejar psicológicamente a los jugadores, así como cierta predisposición a ceder a presiones,  les hacen también parte del origen de la violencia. Por último determinados jugadores fingiendo lesiones que luego se ve claramente que son para perder tiempo, las provocaciones deliberadas a la grada, como los famosos cortes de manga o mandándola callar, las declaraciones guerreras, forman también parte del origen de la violencia. No es ético querer ganar a cualquier precio porque luego las cosas suelen terminar mal. Los jugadores del zaragoza liándose a mamporros con los aficionados no es algo que colabore precisamente a erradicar la violencia de los estadios. De acuerdo con todo lo dicho algunos posicionamientos podrían colaborar en atenuar la violencia en el fútbol. Los grupos ultras tienen la responsabilidad de denunciar y desterrar de sus filas a quienes andan ahí por algo más que animar a unos colores. No pueden ni deben colaborar, por un “compañerismo” mal entendido, con los violentos. Y si lo hacen, de hecho se están convirtiendo por omisión, en cómplices. Hay que saber delimitar la fina línea que separa la pasión de la violencia. Las autoridades se deberían de dejar de hacer cantos al sol y afrontar con decisión el tema, especialmente desde el punto de vista preventivo. La mejor manera de quitarse responsabilidades es echar la culpa al contexto social. Ellos son responsables de que ese contexto social no provoque disturbios. No es justificable esperar que haya desgracias para tomar decisiones eficaces. Los clubs deberían darse cuenta de que no pueden “tolerar” que se pueda producir violencia en sus estadios y co-actuar con las autoridades en generar medidas verdaderamente eficaces que poco a poco destierren la violencia en el fútbol. Y mucho menos deben colaborar con ella a través de sus conductas y sus declaraciones de guerra. Los medios de comunicación debería de echar mano alguno vez del curso de ética periodística que imparten en Caiga quien Caiga a ver si son capaces al menos de no fomentar la violencia. La Organización arbitral debería modificar de arriba abajo su organización y convertirse en un poder independiente que gestione un arbitraje sin más errores de los necesarios, para lo que un porcentaje importante de árbitros actuales debería desaparecer de la escena, empezando por el de anoche en Málaga que se tira cinco minutos para conceder un gol. Y por último los jugadores deberían ser sancionados con rigor cuando sus actitudes puedan provocar gravemente a los espectadores y colaborar en el desmadre general. Si alguien que tenga que ser atendido se tuviera que tirar quince minutos fuera del campo, para que los doctores tengan tiempo de saber el alcance de su “lesión”, habría menos volteretas. Si las declaraciones que inciten a la violencia como el del jugador canario ese, supusieran cuatro partidos de suspensión, algunos tendrían la boca más callada.

Pero como todo esto que digo no dejan de ser elucubraciones que no tienen hoy por hoy la más mínima posibilidad de convertirse en realidades, pues de vez un cuando los jugadores se enfrentarán con los a

Posted: may 07 2002, 12:00 por SDHEditor
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