El diluvio (09/11/2002)
Lo daba el plus también. No creímos en los augurios del meteorólogo de turno y nos fuimos al Calderón con lo puesto. Ni de coña di mi brazo a torcer, negándome en rotundo a ir a "El Caño" a tomar unas birras por muy buenas y bien tiradas que estuviesen, porque cada vez que ibamos a ese sitio la jodiamos en el partido. Ese tío era gafe y además un dia que llegaba con el tiempo más que justo, corriendo desde la acera donde habia subido el buga hasta el campo, pasé por la puerta y el colega había sintonizado el partido del Madrid y estaba rodeado de vikingos tomándola alegremente, cuando solo unos minutos antes estaba rodeado de atleticos cantando el himno. Nunca me habían gustado aquellos que se apuntaban al sol que más calentaba.
Bueno, al final, la democracia me hizo palmar y acabamos en el bareto de marras tomando unos dobles. "Ya os lo dije este sitio es gafe" les echaba en cara a mis colegas cuando el diluvio universal caía sobre nuestras cabezas, sentados estoicamente en la grada, asistiendo alucinados como el Atlethic se llevaba un partido injustamente, como la tormenta, la tempestad, había cambiado el rumbo del encuentro. No se si lo he soñado u ocurrió así en realidad, pero el partido se paró, todo el mundo salió corriendo hacia los vestuarios y la gente se guareció donde pudo mientras nosotros cuatro seguíamos sentados en la grada, calados a pesar del plástico, con la petaca de whisky tratando de calentar un ánimo que cada vez estaba más pasado por agua.
Por segunda vez en la temporada los hados nos jugaban una mala pasada. De nuevo, como el día del Valencia, los nuestros resbalaban, ahora en un lodazal, y caían injustamente. Esos tres puntos eran vitales y volaron ose fueron los desagües del campo. Aquel símil no se iba de mis pensamientos, ese tubo oscuro que nos conducía al infierno, esa caída libre sin final, la pesadilla que estábamos viviendo todos los colchoneros, instalados durante décadas en el más luminoso Olimpo y ahora envueltos en la oscuridad, la noche y la lluvia. Sentado en la grada, de la que no me levanté -¡para qué con lo calado que estaba!- le daba vueltas a ese sinfín que nos conducía al abismo, e igual que ocurre en un mal sueño, caíamos y caímos sin que aquello tuviese remedio.
Ha salido tímidamente el sol. El domingo vuelve el Atlethic y en el palco sigue sentado el mismo patán ladrón. Espero estar sentado en la grada de nuevo. No iré a tomar cañas al para mi innombrable al que no he vuelto nunca más desde el descenso - ya que acaso ¿no es un caño un tubo por el que te deslizas hasta las profundidades?- seremos un poco mas viejos y seguro que más atléticos si cabe, pero no podré dejar de acordarme de aquel diluvio universal en aquel año negro como la noche, como la que se cernió sobre el Manzanares cuando se fue la luz y solo quedó la lluvia golpeando nuestra frustación.
Ganaremos el domingo, no tengo duda.
Gato
Forza Atleti.