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Volvemos al tema de la afición (21/11/2002)

Siempre es buen momento para volverse a plantear el papel que juega la afición del Atleti, su comportamiento, el trato que recibe desde fuera y el que dispensa a su club, su particular idiosincrasia, en definitiva, intentar buscar ese nexo invisible que aúna tanto sentimiento y pasión por unos colores y una Entidad.

 


Lo que sí parece cierto es que, de una manera u otra, los atléticos solemos ser "de toda la vida", cada uno con sus propias motivaciones y recuerdos, pero como si estuviéramos bautizados en una comunidad de la que ya no hay salida. Nos unen tantas cosas como las que nos separan, pero en medio de todas ellas está el Atleti, ayer, hoy y mañana.

La mediocridad es una actitud frente a la vida, más que un modo de entenderla. Y además es algo tan cambiante como cualquier otra cosa enfrentada a los rigores de la evolución y de la adaptación a las circustancias que nos tocan vivir a cada uno. Puede que una serie de actitudes mediocres encadenadas en un mismo individuo o colectivo animen a definirles como tales, pero bueno, quien intenta simplificar sólo se queda con lo que le interesa y desprecia lo demás, o a veces de deja guiar por la mayoría (siempre la mayoría que no se tabula es fruto de una apreciación personal), o también pretende trasladar su propio estado de ánimo a lo que le rodea.

Todo el mundo comete errores, todo el mundo lucha en su interior alguna vez con lo que le dicta la razón y con lo que le sugiere la inspiración, todo el mundo hace cosas que no quiere hacer y se siente incapaz de dejar de hacerlas, hasta que se convence de que la voluntad propia no es algo enclaustrado ni estático. Puede que la afición, en conjunto o como ente abstracto de lo que percibimos, actúe con el alma desgastada y no haga lo que se esperara de ella, que sus reacciones sean atípicas y que a veces se conviertan en un despropósito. ¿Quién se atreve a explicarlo? Mejor dicho, ¿quién está dispuesto a comprenderlo, que es el primer paso para dar una explicación a algo? Al final, recurrimos con asiduidad a frases aprendidas y conclusiones llenas de trampas semánticas para salir airosos del embrollo mental que supone acercarse a desmenuza el comportamiento.

La idea de que somos la mejor afición de España puede que sea un invento de los medios, un premio de consolación al que quiere y no puede, una forma de contentar al que por derecho no escrito debe figurar en un segundo plano; pero puede que también sea una forma de manifestar la envidia que despierta un sentimiento enraizado con profundidad difícil de explicar, que sea una manera de rendirse ante una evidencia que se constata día a día, y no sólo en los momentos presentes, sino a través de una historia difícil y atípica. Por mi parte, yo no deseo ser el mejor de nada, prefiero buscar la autenticidad como forma de ser y de vivir y también lo quiero para mi Atleti, para mi familia, para mi trabajo. La verdadera satisfacción por el éxito no está tanto en las metas como en el camino que hay que recorrer para llegar a él, que es una suma de muchos momentos, algunos muy gratos, otros adversos, pero en conjunto son la esencia de ese objetivo que se busca, tanto los buenos como los malos.

Tal vez ahora el Atleti esté siguiendo unos pasos que parecen erráticos, según algunas opiniones, pero eso es lo que nos está haciendo también sentirnos vivos en estos momentos, esa lucha por levantarnos, ese deseo de dar cada día un paso más hacia adelante, de llegar siempre un poco más arriba, de seguir manteniendo una identidad propia en un mundo cambiante donde las personas también cambian. Quizás también por eso nos seguimos sintiendo grandes, porque así lo son también nuestros deseos y sentimientos, por encima de las adversidades y las disputas cotidianas.

Y puede que si revisamos nuestro malestar, nuestras incógnitas, nuestro pesimismo, descubramos que en el fondo de nosotros (y de los que tenemos alrededor) no existe la mediocridad, sino todo lo contrario.

Posted: nov 21 2002, 12:00 por SDHEditor
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