Madriditis (12/12/2002)
Bajo este nombre encontramos una de las enfermedades más propagadas entre la masa atlética. No sabemos muy bien por quien fue descubierta, pero su denominación está relacionada con los efectos de la misma, la obsesión con el Real Madrid.
Los síntomas producidos en los atléticos, son de vital importancia, no solo para saber en que grado le ha afectado la enfermedad, sino también para darse cuenta de la cantidad de agravios que sufre su club en relación con el club de Concha Espina, el doble rasero que tiene la prensa y la manipulación que está hace, amén de las distintas ayudas y relaciones que recibe el club blanco de los árbitros y el gobierno.
Los efectos producidos en los atléticos son diversos, aunque ninguno de mayor importancia. Suelen ser calentones con el vikingo de turno recriminándole la actitud de su club y las ayudas que recibe, aunque en muy pocas ocasiones se llega a las manos, no por temor a la respuesta del Vikingo, si no porque el atlético piensa que no merece la pena ir pegando a todos los subnormales que hay en este mundo.
Esta enfermedad, todavía no aparece en el registro de enfermedades de la OMS. No ha sido descubierta por ningún laboratorio ni nada parecido, sino que han sido los provocadores de la misma, los que han dado la voz de alarma. Estos ni cortos ni perezosos, se creé que como táctica para despistarnos de sus artimañas para ser el mejor club del mundo, nos repiten constante e incesantemente a los atléticos, que estamos obsesionados con su club y que la envidia, es lo que nos lleva a hacer todos esos juicios sobre ellos. Cada vez somos mas los partidarios de esta hipótesis, pues a decir verdad, no creemos que los atléticos estemos obsesionados con nuestros vecinos. Creemos que son ellos los que están obsesionados con nosotros y para desestabilizarnos e intentar acabar con nosotros, ya no les basta con robar y tener a la prensa a sus órdenes, si no que ahora quieren crear el caos entre nosotros, haciéndonos creer que tenemos una enfermedad y que nuestra existencia se limita a criticarles y a observarles con envidia. Pues nada más lejos de la realidad. Nosotros simplemente nos limitamos a pararles los pies a esos vikingos que se pavonean cuan gallo morón tras una victoria y se esconden cuan armadillos tras una derrota. Les decimos las cosas claras, y como es lógico, las verdades duelen. Nuestras verdades les duelen, mucho más de lo que nosotros podemos imaginar, pues piensan que son el centro de nuestra vida y sobre lo que debe de girar el mundo y cuando se dan cuenta de que no lo son y que el mundo gira alrededor de ellos gracias a la mentira y el robo, intentan acabar con nosotros. Pues ellos saben bien, que nuestra afición es pura, llena de buenas costumbres y valores, humilde y gallarda, noble y sabia, en definitiva, nosotros somos todo lo que ellos nunca llegaran a ser y eso, les provoca una úlcera terrible que ninguna Copa de Europa, por título muy importante que sea, puede curar.
Desde aquí, recomendamos a todos los atléticos que no hagan caso de las casi siempre necias palabras de los madridistas, que no les sigan el juego, es lo que buscan. La mejor forma de acabar con ellos, es dejarles solos, pues acabarán los unos con los otros al no tener con quien batallar, sus cualidades les llevaran a la destrucción y cuando salgan de sus supina ignorancia, ya será demasiado tarde. Por lo tanto, podemos concluir y concluimos, que la madriditis no existe. Es fruto de la imaginación de la perversa mente del vikingo y rogamos al rojiblanco, que no caiga en su juego, pues con el vikingo no se puede dialogar, es un ser cobarde e irreflexivo, que debemos de tener lo más lejos posible. Debemos de unirnos con los de nuestra especie y tratar de hacer más grande a nuestro equipo, así ayudaremos no solo a mejorar nuestro palmarés, si no a exterminar al vikingo.
A pesar de todo esto, reconocemos que hay veces en las que uno ya no aguanta más y se ve obligado a saciar sus ansias de venganza por los múltiples agravios y prepotencia de estos individuos. Le recomendamos que haga lo que considere oportuno, pero eso sí, tampoco tiene porque pasarse, pues hemos de recordar que la mejor forma de acabar con ellos es pasando de ellos.