El ocaso de Luis y del Atlético de Madrid (24/01/2003)
Desde siempre, y desde siempre quiere decir desde que debutó como entrenador, Luis me ha parecido un muy buen entrenador , sobre todo con una innegable característica de jefe nato, que le propició una gran transición de jugador a entrenador de un día para otro, una buena capacidad para manejar la plantilla – con su pizca de mal carácter para luchar contra el divismo e irresponsabilidades de algunos futbolistas, pero combinándola con una gran disposición para hacer grupo y defender incondicionalmente el vestuario- y un buen planteamiento táctico siempre y cuando ha dispuesto de equipo para jugar según su idea, pero con la rémora de no saber amoldarse a jugar de forma diferente cuando no ha contado, como ahora sucede, con el idóneo.
Nunca he compartido lo de “Sabio de Hortaleza” y demás excesivas lisonjas mediáticas, al igual que las que muy gratuitamente deparan a diestro y siniestro para demás personajes, equipos o eventos deportivos con el exclusivo afán de ilustrar llamativos titulares.
Pero los años pasan factura - aseguraría que con 50 no estaría ahora en el Atleti -, y en estas dos últimas temporadas está dando toda una cátedra de actitudes ora prepotentes, burlándose de todo aquello de lo que su equipo carece, ora victimistas. De esta forma, atendiendo a su estar por encima del bien y del mal, califica de gilipollez el tener “un once tipo” puesto que él no lo ha encontrado después de una pretemporada y todas las jornadas de liga y copa en las que no ha repetido ni una sola alineación; también le parece una chorrada “eso de los carrileros” de los que igualmente carece el equipo; otra memez moderna es “lo de las asistencias” porque, evidentemente, en el juego de nuestro actual Atleti las vemos con cuentagotas. En su actitud más oscura, transmite una mentalidad escasamente ambiciosa, cuando no abiertamente pesimista.
Sin embargo, no le parece una tontuna – a mí tampoco ya que es una expresión como otra cualquiera – el tener en su equipo “un pasillo de seguridad”. Lo que ocurre es que tampoco lo tiene, pues nos encontramos en su lugar con “la avenida del pasimisí-pasimisá”.
En definitiva, últimamente lo que ha demostrado es tener una confusión muy preocupante y, lo que es peor, por lo menos de puertas para afuera – pueda que no quiera mostrar sus verdaderos sentimientos -, no se da cuenta o no quiere dársela.
Además, durante demasiadas fases de los últimos partidos muestra una actitud en el banquillo, que solo él sabe, mezcla de indolencia, desesperación, impotencia, hastío o cualquier situación personal, que entiendo molesta para los hinchas y quizá desconcertante para sus jugadores aunque es posible que estos, en el estado del actual fútbol, la agradezcan.
En cualquier caso, y aunque pueda parecer contradictorio, no deseo su salida del club en esta temporada pues siempre es una actitud traumática y más en un club de estas características y aún más midiendo los últimos sucesos acaecidos.
Dado el mezquino juego del equipo, me parece que la única salida sería la de agarrarse a “la memez de un once tipo”, cinco reservas, más o menos fijos, e inculcar a sus jugadores, no a los aficionados, que por lo menos yo lo tengo muy asimilado, que juegan para hacer un papel discreto - en ningún caso para no descender, puesto que en la categoría existen bastantes equipos peores que el nuestro -, que no son figuras y, por tanto, que tienen que luchar al límite no solo con los equipos denominados grandes o que ocupen los primeros lugares de la clasificación, sino en absolutamente todos los partidos. Como muchos de ellos han estado en 2ª, pues que recuerden lo que hacían con ellos el Jaén, el Murcia, el Ferrol y demás equipos a los que en dicha categoría el Atleti los encumbraba, aunque solo fuese por un día, a merecedores de jugar en competiciones europeas.
Para finalizar, una reflexión sobre las últimas seis temporadas. Independientemente de jugadores y entrenadores, las diversas plantillas, en general y salvo contadas ocasiones, han mostrado actitud indolente, ánimo débil, escaso espíritu de sacrificio, conformismo en demasiadas ocasiones, todo lo cual ha propiciado un juego conformista, penoso, aburrido y temeroso. Igualmente, creo que apenas se ha revalorizado algún jugador y, por el contrario, sí se han desprestigiado muchos de los que una buena parte posteriormente están triunfando en ambientes más agradables. Lo peor de lo peor es que la afición nos hemos acostumbrado a las migajas y, por ejemplo, en este foro, quiero entender que bastante crítico, nos solazamos con empates como el del pasado domingo.
La culpa de esta pesadilla, ya inaguantablemente larga solo tiene un nombre: la del dueño del club cuyo nombre sobresalto escribir. Yo no encuentro otra explicación a tanta desgracia.
¡POR EL RESURGIR DEL ATLETI!