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Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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La nave Galaxia (17/05/2003)

 La Nave Galaxia era sin duda el estandarte de aquella pequeña comunidad. Habían empleado tiempo, dinero y todos los medios a su alcance fueran legales, alegales e incluso ilegales para construir la mejor y más potente nave de la Tierra. El objetivo era ambicioso, pues no era otro que el de salir de los confines del planeta y buscar el paraiso prometido más allá de los límites conocidos. Eso les separaría definitivamente del resto de comunidades y dejaría meridianamente clara su infinita superioridad que tantas veces reclamaban con un cierto toque de orgullo mal entendido.

 

Tenían las mejores piezas para construir la aeronave. El dinero obtenido por las generosas aportaciones de la Fundación CAM y de otras fuentes menos conocidas, les había permitido viajar por el mundo comprando lo mejor, incluso a costa de doblegar voluntades y otros proyectos parecidos más modestos o de menor enjundia.
Incluso habían conseguido que los principales suministradores de combustible de la Tierra les fabricaran uno exclusivo: el ZVR-Mediático-16. Muchos habían colaborado en su creación desde sus laboratorios, con la secreta ( o pública) esperanza de que esa participación les elevara a ellos también a la gloria que por si solos no sabían conseguir.

Los Galácticos, que así se hacían llamar, subieron en su nave en aquel día mágico. Encendieron los motores sin pensar en nada más que en su propia grandeza sin dedicar el mínimo tiempo requerido para una revisión de los sistemas. Cegados por su superioridad pensaban que nada podía fallar. Partieron muy rápido, subieron muy alto y por unos instantes abandonaron la atmósfera acercándose a lugares donde supuestamente nunca había estado nadie. (Hace aquí el autor una observación: años después se descubriría que aquel paraíso prometido ya había estado habitado en otros tiempos).

Todo era maravilloso y salía según lo planeado pero de repente algo comenzó a fallar. La nave comenzó a girar y a dirigirse bruscamente hacia el punto de partida, hacia la Tierra de la que tanto deseaban salir.

Fueron breves instantes, pero para el Comandante Floren y el Capitán Valdar se hicieron eternos. Recordaron entonces la necesidad de disponer de una defensa exterior suficientemente sólida para soportar el calor producido en la maniobra de reentrada. Se cruzaron una mirada cómplice mientras pensaban en las viejas placas defensivas construidas de hierro, fibra de piel de plátano y algún que otro material en el que habían escatimado para dedicar todo el presupuesto a los pilotos, técnicos y al combustible.

Comprendieron que el fin estaba cerca, pero justo antes de que la nave sufriera la deflagración pudieron ver a lo lejos una pequeña aeronave de colores rojo y blanco. Pequeña y modesta, era empujada y jaleada por una troupe de entusiastas, pero no acababa de remontar el vuelo por una razón que a los Galácticos les pareció evidente. El excesivo tamaño y peso del piloto para las dimensiones de la navecilla. Éste se dedicaba únicamente a deglutir las reservas alimenticias y de combustible destinadas tanto a la tripulación como a la aeronave y dirigía su furia contra ellos haciéndoles culpables del fracaso del vuelo. Sólo un puñado de inconformistas le respondía pidiéndole que se bajara ante la obviedad de la situación. El resto se dedicaba a jalearle ciegamente e incluso pretendía callar a los pocos disidentes.

El piloto, conocido popularmente como Maese Proyectos, alzó la vista y se regocijó de ver como la nave de los Galácticos fallaba en su misión. La troupe, a su vez, rió sus risas y dejó de impulsar su propia nave.

El Comandante Floren, sonrió condescendientemente mientras sus ojos se fijaban en una país con una extraña forma que recordaba a una bota alta de mujer. Fue la última imagen que sus ojos captaron antes de ser desintegrado por la explosión.
FIN

Sugiere el autor que cada lector busque sus propias conclusiones pero deja aquí las suyas por si de interés fueran:

Moraleja 1:
No importa cuan alto subas ni cuantos te apoyen. Si el orgullo te ciega, el fracaso será tu destino.

Moraleja2:
Es sano complacerse en las desgracias ajenas, pero antes de hacerlo, arregla las tuyas propias.
O sea, GIL L... (c... también vale), FUERA DEL CALDERÓN antes que Forza Juve y demás (que también, yo hoy visto una sonrisa cómplice estupenda).

Gracias a Del Piero y a Tomás Roncero por la inspiración necesaria para escribir la tonti-historia.
Un abrazo rojiblanco

Posted: may 17 2003, 12:00 por SDHEditor
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