Esas preguntas de niños que temen los papás del Atleti (09/08/2003)
En una reciente reunión familiar, un hermano mío me comentó bastante preocupado las inquietantes preguntas que últimamente le estaba realizando su hijo mayor, de 6 añitos, a la sazón, mi único ahijado.
Me puso en antecedentes, había apuntado tanto a él como a su hermano pequeño de 4 añitos a una escuela de fútbol para el año próximo, debido al interés que despertaba en los dos parvulitos el fútbol.
El hijo mayor no paraba de hacerle “inocentes” preguntas tales como: ¿cuántas Champions League tenía el Atleti?, ¿qué había ganado el Atleti este año?, ¿qué jugadores famosos tenía el Atleti, si Raúl, Beckham, Ronaldinho o Zidane?, etc., etc,... El siempre trataba de responder con evasivas, o medias verdades, pero sabía que el niño era lo suficientemente mayor como para empezar a dudar de sus respuestas.
Temía que toda su sistemática labor de atletización desde el mismo día de su nacimiento, se viniera abajo por los insidiosos comentarios de sus amiguitos del “cole” o del “fútbol”, mayoritariamente vikingos repugnantes; por lo que, dada la cercanía de su cumpleaños, me apremió para que le regalase una camiseta del Atleti, como antídoto a cualquier posible síntoma de ciervanismo latente.
Haciéndome cargo de la grave tragedia que se cernía sobre la familia, al día siguiente fui presto al mercadillo más cercano a comprar sendas** equipaciones rojiblancas, eso sí, a un precio razonable, y a salvo de las avariciosas manos de Twisted-Face, que como todos sabemos, recauda siempre un considerable diezmo de las ventas de todos artículos relacionados con el Club.
El peligro era doble, y además tengo siempre presente lo que un día me advirtieron: “Uncle Doctor”, si nos compras algo, cómpranos lo mismo a los dos, porque sino lloramos y nos peleamos.
La ilusión que les hizo vestirse nuestra zamarra a los dos, es algo que nunca olvidaré. Sus ojitos se pusieron brillantes, empezaron a gritar de emoción, y dando saltitos alocados, se dispusieron a desnudarse allí mismo, incluso ignorando la presencia de los extraños que había. Después de unos minutos de fotos, y alabanzas propias de la edad, tales como: “pareces un futbolista de verdad”, “sólo te faltan las botas”, “qué fardonas son”, ..., salieron solitos al patio de su casa para presumir altaneramente de tamaña adquisición con sus vecinitos.
Al cabo de pocos minutos volvieron a la casa totalmente apesadumbrados, no había consuelo posible. Sus vecinitos más mayores (de 8–10 años), y vikingos recalcitrantes, que estaban corroídos por la envidia (ninguno luce camiseta alguna de ningún equipo), se habían cebado con ellos con bromitas vejatorias, semejantes a la del paranoico forero “indios envidiosos”.
Al pequeño de 4 años, no le afectó mucho, ya que al poco rato siguió jugando como si tal cosa. Sin embrago, y de acuerdo a las palabras que me dijo su mamá (mi cuñada), le acababa de dar a mi ahijado, el de 6 añitos, SU BAUTISMO DE FUEGO ROJIBLANCO. Luego, lo pude comprobar yo mismo, en el orgullo de su mirada y en su decidida actitud de mantenerse fiel a sus ideales, pese a haber tenido que soportar el acoso y la mofa de sus abusones y poderosos vecinos. Objetivo conseguido, YA ERA DEL ATLETI PARA SIEMPRE.
Camino de vuelta a casa, este episodio me hizo evocar mi bautismo de fuego rojiblanco, allá por 1975, cuando en nuestro equipo jugaban Gárate, Adelardo, Irureta, Capón,... (más tarde Luiz Pereira y Leivinha). Y me dije “a mi nunca se me ocurrió preguntar a mi padre porqué éramos del Atleti; yo si acaso preguntaba: “papá, ¿por qué hay niños que no son del Atleti?. Y mi padre me respondía, “Little Dr., es que todavía no somos la mejor afición del mundo”.
Un saludo