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Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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Un verano muy caluroso (11/08/2003)

Demasiado, según nos recuerdan en cada telediario y nos subrayan en los famélicos periódicos de agosto, habida cuenta que la publicidad duerme latente en los ficheros gráficos de las redacciones esperando el asalto de los cursos de septiembre que nos volverán a ofrecer una nueva oportunidad de aprender aquello que nunca aprendimos ni falta que nos hacía.


Menos mal que el aire acondicionado ha pasado de ser un reclamo de cines vetustos que cada verano ponían siempre la misma película, "Refrigerado", a ser un lujo al alcance de muchos de los sudorosos mortales. Aunque a veces no lo parece. Se le engaña al cuerpo con una brisa artificial que parece venida de las cumbres nevadas, pero el cuerpo no es tan tonto como se podría suponer, por eso los rigores del calor siguen alterándonos y desenfocando nuestras miradas, mientras avispados trasgos se infiltran en nuestras palabras y se empeñan en darles un orden demasiado aparente para parecer verdad.

Ni las noches nos dan un merecido respiro, apenas unos grados menos que parecen insuficientes, así amanecemos con esa sensación de días interminables donde la oscuridad no ha sido más que una pequeña desconexión, como si hubiéramos apagado el ordenador y al encenderlo, después de varios minutos de tensa espera mientras parece que todo se actualiza, descubrimos que estamos otra vez en el punto en que lo dejamos: el mismo calor, el mismo agobio, las mismas ganas de salir corriendo hacia algún lado. Y no deja de ser curioso, cómo en verano luchamos contra corriente y suele ser en vano: de día bajamos las persianas, de noche las subimos, pero nos vale de poco.

Ahora me encuentro con que un compañero deja el foro, cansado, triste, con los dedos ya derrotados frente a un teclado inerte. Dice el diario que dos personas más no han podido resistir el sofoco y también han dejado de escribir. Dentro de unas semanas, quizás ya nadie lo recordará. Igual que a la canción del verano. Pero yo no puedo quedarme indiferente, no me refugio en excusas, ni me importa saber que puede ser un acto de egoísmo, porque siento que pierdo también algo de mí. Ley de vida, dicen los sabios. Y como somos buenos civiles, acatamos la Ley, pero eso no impide que de vez en cuando nos rebelemos contra ese orden impuesto que no hemos elegido.

Y con la misma sensación de abandono que siento, contemplo la actualidad de mi Atleti, con ilusión reprimida y cierta fatiga.

Intento una y otra vez convencerme de que hay que invertir en acciones, tengo bastantes razones bien estructuradas y defendibles para hacerlo, pero me pregunto por qué entonces me tiene que asaltar la duda de lo que hago. Me aconsejan que me quede quieto, que espere, que no dé un paso hacia adelante y, digo yo, ¿seguiré siendo tan presuntuoso para pensar que voy a hacer lo correcto en contra de la opinión de quien tal vez sepa y entienda del asunto mucho más y mejor que yo? No lo sé, en el fondo, lo que me asusta de verdad es plantear el tema al contrario: ¿por qué lo hago? Y no tener fuerza moral para que la respuesta sea de mi agrado y no venga pidiéndome explicaciones en el futuro.

Y eso que no quiero entrar en el bochorno (en el doble sentido de la palabra) que supone el mercadillo de fichajes. Me siento incómodo ya con tanto nombre, tanta negociación, tanta alternativa, tanto equipo ideal. Este querer y no poder agota, me hace sentirme menor, perdido, un poco paranoico. Cuando me duermo, repito en ese estado cercano a la inconsciencia "que no vengan, que no venga nadie...", así luego mis pesadillas son más benévolas y sólo tratan de monstruos cotidianos que tratan de empujarme a algún precipicio, aprovechándose de ese vértigo que debió dejarme de recuerdo el típico trauma infantil que se guarda en las cavernas del alma.

Pero lo que más me arrincona en el ring de este agosto de ajetreos tan monótonos, es ver cómo mis compañeros se retiran de la escena. Mala cosa es la costumbre, luego las pérdidas se hacen más incisivas. Con el tiempo, el universo cibernético acabará dedicando una sección que será como un cementerio virtual, eso que reclamaba Bécquer a su despechada amada para saber dónde se almacenan los amores olvidados. Y entre todos elegiremos la "f" para cuidar con flores imaginarias sus efímeras criptas.

Y es que es un verano muy caluroso.
Posted: ago 11 2003, 12:00 por SDHEditor
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