Un mar de dudas ante tí (05/09/2003)
Llevas muchos años yendo al estadio, porque curiosamente existía desde antes del año 87, e incluso había ganado más títulos que desde entonces. Te llevaba tu padre, que obviamente te pagaba el abono hasta que ya eras tú el que podías hacer frente al pago. Te sentías bien, incluso con los primeros sueldos te diste el gusto de pagárselo a tu padre. Luego, tu padre deja de ir. Nunca le ha caído bien ese señor Gordo y bocazas que a ti te hace gracia que salga en la tele en una bañera con cuatro o cinco tordas de sonrisa fácil. Son los tiempos del “tal y tal”. A ti en realidad te da igual, estás mucho más preocupado por otras cosas, sobre todo lo que te gusta es que gane el Atleti y llegar al instituto y a la universidad sacando pecho. Que el resto son historias.
Sin embargo, llega un día en el que empiezas a razonar las cosas, o simplemente, las prestas atención. Te das cuenta de que ese jugador nuevo que no conoce nadie, no va a hacer una jugada maravillosa o marcar un gol importantísimo, como soñabas de pequeño. Simplemente es malo y ha llegado para que ‘trinque’ el representante y seguro que la directiva. Tantas veces no se puede repetir el mismo error...
Las gracietas de el del palco ya no te lo hacen tanto, y ves que su megalomanía, le lleva a una alcaldía que afecta al equipo, que en realidad es lo que te importa.
Ya no sacas tanto pecho, el equipo va mal y se catacumba. Un añito en el infierno. Te hacen sentir más simpático, más bullicioso, más animador. Eres el mejor porque estás con ellos. Puede que igual sufras como el que más, incluso puede haber gente en Trujillo, Conil, o la conchinchina que le afecte lo que le ocurre a su equipo como a ti. Pero no, hay una pequeña diferencia, somos más sintiendo lo mismo. Pero siempre gracias a ellos, esa familia que mira por tu bien, por que seas más alto, más guapo, más atlético...
Pero tú estás harto. Nadie despotrica más que tú contra los jugadores cuando pierden, pero te repatea oír en la radio al que los paga hacer lo mismo por justificarse. ¿La diferencia? Tu estás en la grada y ganas cuatro perra madrugando, mientras él está en una ayuntamiento hinchándose los bolsillos. No es capaz ni de tener la vergüenza.
Pasas de soñar con jugadas increíbles de los fichajes a conformarte con volver a equipos grandes. Incluso te sabe bien la meta de entrar en la UEFA. Cuando has crecido jugando a las chapas pensando que es inimaginable que tu equipo no juegue en Europa al año siguiente. Luego lo de siempre, lo mismo te tocaba ver un partido con cortes televisivos en Timisoara, que eliminando al Manchester. Te das cuenta que ya no es lo que era.
Piensas si fueras un magnate del petróleo, de la comunicación, de la construcción, lo que harías. Pero da igual tus ahorros no dan más que para poder ver los partido de una temporada y algún capricho de vez en cuando.
Eres una persona de tantas, un anónimo en la grada, que sólo aspira a que su equipo gane y que ya sólo espera que los del palco huyan.
Oyes de Alternativas, Plataformas, etc, pero en realidad te suena abstracto. Alguien con dinero que tampoco le gustará lo que a ti y tiene el dinero de cambiarlo. Pero tampoco se informa de qué hacen. Te preguntas si será el mismo pero con distinto collar, o en cambio, si es el oasis que palia la larga travesía por el desierto de la indecencia y el golferío.
Oyes de una ampliación de capital. La mosca aletea con fuerza detrás de tu oreja. Tienes dinero y siempre has deseado que una parte del club que quieres fuera tuya, pero oyes de una impugnación. Tampoco sabes muy bien que hay que hacer. Nadie te informa. Vagas voces a título individual que opinan. No quieres que tu dinero se vaya a Valdeolivas, oyes hablar de impugnación ¿Valdrá no valdrá? Demasiado me ha costado para perderlo. No sabes qué hacer, afiliarte o no, si formas parte de algo o eres la espalda sobre que se apoyan otros para sostenerse. Si luego en el sillón, harán lo que todos....
Titubeas, no oyes hablar de plazos, de pasos a seguir, dudas entre lo que te apetece y lo que no sabes si es bueno.
Encuentras en Internet, bendito invento, un foro donde hay gente que piensas que están en tus mismas circunstancias. Pero te limitas a ejercer el más sagrado derecho que hay, el de libertad de opinión. Con zozobra y dudas, al menos, ¡Gracias...!.