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Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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Los sotanos del Calderón (25/09/2003)

Íbamos "algo más de media", el fondo sur lleno, el norte se puede decir que también, el lateral bajo, algo en los fondo del primer anfiteatro, menos de la mitad de la tribuna, los habituales en los corners y algunos "piraos" en el los segundos anfiteatros.

 


Salían los nuestros y parecía estuviese el campo lleno. No éramos la mejor afición del mundo, entonces, erramos la afición del Atleti. Se oía al Frente cantar ¡y como cantaba! Joder, cada partido sacaban algo nuevo, inventaban, ponían letras molonas a canciones de siempre, se reían de los vikis, coreaban el nombre de los nuestros con canciones que quedaban como dios y hacían surgir una sonrisa. Los jugadores se volvían y saludaban con la mano. Algunos, celosos de no escuchar su nombre, inclinaban la cabeza, clavaban la mirada en el césped, aun con esperanzas de oír su nombre, de que una nueva creación coreada hiciese retumbar su nombre en el estadio...pero no ¡Aun no se lo había ganado! Debía ganárselo como otros lo habían hecho, y ésos, se sentían queridos por sus hinchas y tras levantar tímidamente la mano devolviendo con un saludo el saludo de la grada, corrían en un breve pero intenso sprint, lleno de nervio y ganas de comerse el balón.

A veces íbamos al Cuernabeu y nos partíamos el culo cuando oíamos a los tontos de ultra sur adecuar nuestras canciones a su full, letras que no pegaban ni con cola, rimas que no rimaban, silabas que se salían de la estrofa... y estamos orgullos de nosotros , de los nuestros, de nuestra afición, que aun no era la mejor del mundo. Dos horas después, también estábamos orgullosos de los nuestros que se habían dejado las pelotas por defender sus colores ante los fuleros y ante la caradura del arbitro de turno.

Y no llenábamos el campo, ni se salían los abonos, ni estábamos todo el santo día con la frasecita de los mejores del mundo, pero arropábamos al equipo, le animábamos, le acompañábamos, estábamos con él y él con nosotros. Éramos del Atleti y si teníamos que silbar silbamos, pero eran las menos.

De pronto el campo se llenó. Cojonudo nos dijimos. Con mas atléticos pues cojonudo, mas fuerza, mas unión, mas grandes... ¡qué chasco!

El Frente de pronto se calló, y así sigue. La grada se pobló, pero es una grada muerta, sin sangre, adormecida, aborregada, que no sabe donde va, ni que quiere. Comenzaron los derribos sistemáticos y entre los Giles y la abulia atlética aquello se fue descomponiendo, hasta llegar a ser, por fin, la mejor afición del mundo.

La mejor afición del mundo mundial, la afición galáctica, la afición soñada. ¡Si señor!

La pesadilla se hizo realidad y en pozo de la segunda la afición movía banderas, hacia unos tifos de cine y daba un colorido a la cosa fenomenal. Un día, un buen día, algunos se volvieron hacia el palco, jugando contra el Tenerife y Gaspar, ese lateral derecho que juega ahora en la revolución de Cerezo, se comió dos chicharros y perdimos el partido y a Gil le dio un ataque de bilirrubina porque algunos de la grada se habían vuelto contra el Cesar. En un rápido reflejo se encargo de recordar que esos desagradecidos habían sido subvencionados por el y "los nuevos atléticos que habían descubierto su fe rojiblanca cuando se cayeron del caballo" se revolvieron en sus nuevos asientos de plástico, rojos y blancos, y tirando las pipas al suelo recriminaron a los niñatos del fondo sur su incoherencia y falta de respeto hacia el Salvador del Manzanares.

No contentos con un año en la mierda repetimos un año mas, tras ser humillados por media España. Y gracias a eso recibimos de la cadena SER el galardon soñado: "La mejor afición del Sistema Solar" Porque no saltó al césped y arranco las porterías, porque no arranco de cuajo los asientos, porque no llenó de tomates el césped, porque no arrincono a los delincuentes sentenciados por la Justicia cuando abandonaban el Coliseo montados en sus carros caros y porque le reían las gracias al Vizconde Atlético de Brunete y su lacayo Tontete Manolete Los abonados daban la vuelta al Calderón y lo cola llegaba hasta Pirámides y cuando saltaba el equipo aunque se hubiese arrastrado por el fango la semana anterior la grada investida y rojiblanca se levantaba de sus asientos y dedicaban una ovación del tres. Oye, hay clases en esto de amar al Atleti.

Mientras, por los sótanos del estadio, esos que asoman sus ventanucos enrejados a las cloacas del Manzanares, la sangre histórica de este club, en su tiempo querido por todos, envidiado, admirado por todos, la savia colchonera, se mezclaba con el agua turbia y maloliente del rió que nos da nombre. Allí en esos sótanos, se juntaban los administradores judiciales con los chatarreros que pesaban en sus balanzas los trofeos oxidados, los representantes con los ojeadores, y junto con todos ellos los hijos de la Bestia que veían en Canal Satélite los partidos del Trampas. Y así día a día, partido a partido, el Atlético de Aviación, el Atleti de Madrid, el Atlético, El Aleti, se desangraba en silencio, a la vez que por los altavoces del estadio se escuchaba "Sex boom" y "¡A trabajar!", los chicos comían pizza, esos se fumaban medio kilo, aquellos se ponían ciegos, y los de mas allá se metían un bocata de calamares grasientos del Alegría.

Luego, el estadio se vaciaba, la derrota en el videomarcador se veía desde la M-30, la masa abandonaba el estadio, ni tomaban la última, "me piro" "me largo" "no se si vendré" "llámame" el hastío en la voz, la patada a los botes, la mano sobre el hombro del chaval que empezaba a no entender, las excusas, los análisis, los post, la envidia...

A él le daba igual. Se extrañó de encontrar a nadie a la salida. Eso le llamaba la atención porque le sudaban las manos cuando bajaba por el ascensor desde el palco, creyendo que allí fuera le estaban esperando. Levanto el teléfono de nácar y aviso a los suyos que se iba y les apremio para que se dieran prisa porque podía haber problemas a la salida con la chusma encrespada. Pero no. Salió y el hombrecillo le abrió la puerta y le dijo algo que no entendió, algo manido, repetido muchas veces en noches como esa. No había nadie. Nadie. A lo lejos, uno con una bandera, borracho, gritaba mirando hacia el techo del túnel. Se ajusto la bufanda beige en un gesto característico, mientras esperaba al coche. Uno pasó y levanto los ojos, pero no le dijo nada, no le insulto, ni siquiera la mirada decía nada. Parecía la mirada de un muerto viviente, como la de esos tipejos que llaman zombies y que salen en las películas. Pasó ante su oronda figura, pero nada, no le escupió, ni le recriminó, nada, solo cambió la mirada, la bajó al suelo mientras caminaba, un paso tras otro, la bufanda enrollada en la muñeca, la camiseta colchonera con el nombre grabado detrás, la de ése que vendimos la temporada pasada.

Cuando se iba vio que se apagaban las luces del estadio, todas menos las de los sótanos, esos con ventanucos enrejados y desde los que se ve el río, en el que mezclaba la sangre con el agua.

Forza
Posted: sep 25 2003, 12:00 por SDHEditor
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