Columnas del Foro

Las Perlas del Foro de Señales de Humo

Sobre las Columnas

El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

Recursos Sindicaciones

Día de partido (26/09/2003)

Ahí vamos otra vez, lanzados por las calles en nuestro coche de clase obrera, con las mil muescas de su fuselaje. Un antebrazo peludo asoma arrogante desde la ventanilla, convenientemente bajada para abrumar a los asustados conductores que, a nuestro paso, se hacen a un lado, entre reverencias y miedos, temerosos de que de nuestras llantas surjan groseros dientes de hierro, como en los carros de Ben-Hur. “Menudas pintas tenemos”, pienso para mí, mientras examino el inenarrable aspecto de Juancho con su listada camiseta de acetato y polyamida, pura memorabilia de la Copa del 96, sobre la que han caído cien lluvias de abril. A nuestro alrededor, las educadas gentes repiquetean con sus dedos sobre los elevalunas, pegan volantazos, remolonean en los semáforos. Parecemos ridículos, como nos lo parecen todos los que aman. Tarareamos una estrofa de Campeones. Algunas chicas, instaladas calladamente en los pulcros asientos de copiloto, desvían sus ojos de reproche. Y yo les sonrío, con esa mirada de asombro que ponen los antílopes en los zoos cuando los miran los niños. Y leemos en sus labios. Y procesamos su disgusto. “Aquí estamos”, venimos a decirles. Cualquier pareja o familia tipo podía antes disfrutar de las calles exhaustas, en su disfraz de sábado, de las tardes serenas, de los placeres hebdomadarios, en paz consigo y con su ocio. Bien, eso era antes. Ahora hemos llegado los de nuestra especie, a puro grito, y vamos a quedarnos un buen rato. A ver quién o qué nos echa. Mientras, mis ojos se clavan en el castigado horizonte, con sus penitenciales fajas de morado, sus matices de amostazado rojo, y la textura del prosciutto... un cielo de mierda, como una mortaja que recogiera las emanaciones sin descanso de la vida de aquí abajo, de la vida terrícola.

 


“Saca la bufanda, Chema, hazla tremolar. Hazla tremolar, Chema” grito mientras aporreo el claxon como el endemoniado tonto que soy. Tras sortear bufando las bocacalles tramposas, las glorietas traicioneras, enfilamos el Paseo de las Acacias no sin pánico. Con una elegante maniobra instalo el coche en triple fila junto a un monovolumen con pegatinas de padres responsabilizados y un Land Rover recién horneado. “Aquí está bien”, digo echando el seguro y acallando así el pequeño debate sobre la oportunidad del estacionamiento. Ya sólo resta cubrir con grandes zancadas el trecho que nos separa de nuestro querido Estadio, el sitio en donde he llorado y he reído y he soñado, y en el que me hice mayor para no dejar de ser niño. “Venga chavales” son las sencillas instrucciones de Juancho, y no hace falta que lo repita dos veces porque allí estamos, con el abono lanzando destellos metalizados en nuestros dientes desiguales. Siento el nudo característico en la tripa cuando trepo avasalladoramente por las escaleras, subiendo los peldaños de dos en dos, como si aquello se fuera a acabar (y quizá ya se acabó). Y bueno, qué quieren que les diga, cuando me asomo al campo, con sus luces poderosísimas, y veo sus rebosantes gradas, y hay ese olor a césped, y veo al Frente con las banderas... pues me dan ganas de llorar. No lo puedo remediar. Lo que viene a continuación viene aburriéndome desde hace años, pero aún así me instalo en mi asiento, mientras la gente me saluda calurosamente y las chicas (pocas) me hacen guiños apreciativos que yo agradezco con un escueto “Nos vemos a la salida”. Con mi barril de cerveza y mi bolsa XXL de anacardos, es el momento de estudiar qué pinta tiene el partido. Y este no puede empezar mejor, me digo a mí mismo.

La táctica es diabólicamente perversa. Brindo por nuestro coach, nuestro maestro de escuela, nuestro avezado alienista, intentando desentrañar la superestrategia que se les avecina a los otros cuando los chicos se despojan del chándal. Dadles su merecido. Ahí está Burgos, con sus brazotes de pinball, Santi poniendo su pausa y juego experto. García Calvo y Lequi no ofrecen dudas y Sergi está viviendo una segunda juventud, incorporándose al ataque con efectos deletéreos. La trampa es sin duda mucho más diabólica en la medular. Ahí el Valencia lo tiene crudo, amigos. Simeone, que parece un viejo coupé rojo, nuestro coche de soltero, que hoy tose en las cuestas y renquea en los badenes, y es adelantado por arrogantes Seicentos y Pandas y baratos Fiestas. Rivas, que en su momento no valía, pero que a la luz de otros campos y tras bregar en divisiones cafres es nuestro cerebro (y también, por qué no decirlo, por ser hijo de quien es). Va por ti chico. Ahí tienes, junto a ti, a esas alas infernales, dignas de todo crédito: Ortiz, y Paunovic, ese nuevo Peiró templado por la calima chicharrera y su aura de estrella golfamente yugoslava y sus goles en las Islas. Menudas alas, insinuando una pinza letal, como los griegos en la batalla de Maratón. Lo mejor está arriba, claro, con Rodrigo conduciendo la bola bonitamente y Torres. Ah, Torres, muchacho, chico, prepárate, te van a dar por todos lados, pero tú puedes. Demuéstrales lo que vales. Tú solo en punta puedes con esos partepiernas. Desde luego, la táctica era perfecta. Iban a caer uno tras otro en la trampa que se les había tendido. Este sí que sabe, amigos. Allí había zanjas, emboscadas, trampantojos, barricadas, mallas voladizas, túneles a ninguna parte que nos harían inexpugnables. En ese momento toqué el hombro de mi compañero y grité todo lo alto que pude.

– ¿Es que alguien me va a explicar qué coño es todo esto? ¿Qué pretende este hijodelagranputa? ¿Esto qué es? Venga ya, ahora en serio. Ohhhhh...

Lo demás ya lo saben ustedes. Enfrente estaba La Naranja Mecánica, y de verdad son druggos, de blanco y negro. Les faltaba el bombín y el alargador de pestañas y un bastón para patearnos como sólo ellos saben. Ánimo Albelda, ¿cómo pudiste nunca llegar tan lejos con tan poco? Ahí lo tenéis, dando estopa, discriminando así los ataques peligrosos de las coreografías de recreo. Y Baraja, con su cabeza exigua de romano, practicando kárate psíquico, y Aimar, centelleando entre las tarascadas, y ...

Siempre se puede contar con la afición para animar el cotarro. Esta gente no me falla. No faltó el que llamó gilipollas a los del Frente cuando tiraron la bengala; no faltó el que llamó pesetero a Sergi. Tampoco el que abucheó a Baraja cuando tocaba la pelota, ni el que apuntó que Torres se estaba “amariconando”. Quién sabe, a lo mejor nuestro hándicap es, por fin y después de todo, la mariconería. No les quitaré la razón. Quizá la lleven. No se oyó decir nada del palco. Asido a mi mejor mueca de circunstancias, contemplativa, me abrí paso a trompicones entre la parroquia. Esta nada ya lo abarca todo.

Huraño, arranqué con un runrún de dióxido y me incorporé al tránsito. A lo lejos, un ambulancia ladraba en su elemental idioma, pero yo sólo la oía decir atleti atleti atleti atleti atleti atleti atleti atleti...
Posted: sep 26 2003, 12:00 por SDHEditor
Archivado en:

Comentarios

Aún no ha hecho nadie ningún comentario. Escribe alguno y sé el primero :P