A todos los gilistas (11/10/2003)
Estimado compañero: A estas alturas de la historia y con la que nos está cayendo, no se puede ser colchonero de buen corazón y creyente en Gil. Seguir defendiendo a esta oronda figura sólo puede explicarse desde el campo de la psiquiatría, las sectas destructivas o los estómagos agradecidos.
Sin entrar en disquisiciones jurídicas y administrativas, es posible que Gil, en su momento, salvara al Atlético de bajar a 2ª B, pero la factura que hemos pagado desde entonces es demasiado grande. Nunca un hombre nos ha hecho tanto daño ni nos ha empequeñecido tanto. Hemos pasado de ser un grande entre los grandes a ser el hazmerreir de los lunes. Algunos, eso es lo peor, ya ni siquiera se mofan. Nos tienen lástima.
Admitamos que Jesús Gil es un hombre honrado, que todo lo que ha hecho es poner dinero en el Atlético, que ha obrado de buena fe, que su amor por los colores es auténtico y que un día morirá envuelto en nuestra bandera. No bastan las intenciones. Valen los resultados y cada una de sus decisiones nos hunden un poco más en la miseria. No hay un sólo dato que lo defienda. Los títulos ganados durante su mandato incluso están por debajo de la media y hemos pasado al quinto puesto en la puntuación histórica de la liga española. La organización económica, financiera y deportiva brilla por su ausencia. La proyección social terrible. La imagen del club por los subsuelos. Encontrar a un chico que se haga del Atleti fuera de Madrid es encontrar un candidato a la heroicidad y al martirio.
Si Jesús Gil ama al Atlético de Madrid debe marcharse. Tiene que echar cuentas de cuánto le deben y cuanto debe y buscar un comprador fiable y estable. Y si él no lo busca, que dé las garantías suficientes para que lo encuentren a él. También esa es su responsabilidad, si su compromiso con nuestro club es verdadero.
Pero me temo, estimado creyente en Gil, que no todo son sentimientos y "corazón partío" en su enorme pecho de oso amoroso. La intuición nos dice a muchos que aquí hay gato encerrado, que los intereses personales y económicos son infinitamente más fuertes que la filantropía. Gil, como los grandes dictadores de la historia no se irá si no le echamos. Sacrificará hasta el último hombre, hasta la última gota de sangre rojiblanca antes de reconocer que se ha equivocado y marcharse.
Y tú, que todavía crees en él, no debes avergonzarte por cambiar de opinión. Casi todos alguna vez creímos ver en Gil al mesías reparador, pero hace mucho que se le acabó el sortilegio. Entiendo que eres del Atleti más que de Gil y que seguirás siendo del Atleti cuando esta oscura era toque a su fin. Apelo a tu razón y a tu corazón. A tus hijos y a tus nietos.
Cien años nos contemplan y otros cien nos contemplarán.