Un baño de realidad (24/11/2003)
Y no sólo de fútbol nos dieron ayer en Valladolid.
Podemos darle vueltas a algunos errores de Manzano, que los tuvo, y hasta magnificarlos, para así descargar cómodamente nuestras iras por un nuevo chasco.
Podemos cargar las tintas contra el árbitro, y recalcar sus decisiones más bien caseras a la hora de repartir tarjetas, olvidando incluso el gol legal anulado a los vallisoletanos.
Podemos también recrearnos críticamente en errores puntuales de algunos jugadores, y, cómo no, en su falta de una actitud adecuada ante las condiciones externas en que se desarrolló el partido.
Podemos hacer todo esto, desde luego, pero no deberíamos olvidar que partidos como el de ayer hemos visto unos cuantos este año ya, y que forman parte de la realidad de nuestro equipo, al igual que forman parte de ella los que se han sucedido hasta conformar la racha victoriosa ahora rota.
Podemos hacerlo porque ambas cosas son producto de lo mismo: un equipo muy irregular, con ciertas virtudes y defectos no menos ciertos, con el que aspiraciones 'elevadas' (como 'entrar en Europa') sólo podrán realizarse si, por acierto y/o fortuna, acaban pesando mucho más las primeras (las virtudes) que los segundos (los defectos).
De momento, ayer se evidenció que la plantilla está pelada en algunos puestos y sobrepoblada inútilmente en otros, así como que tiene lagunas fenomenales en la defensa, que es floja hasta decir basta, incluso con todos sus supuestos titulares.
Tampoco deberíamos olvidar que ahí siguen los Gil, padres y madres de todo. Aunque de esta parte fundamental de nuestra realidad se encarga el propio Gil de ponernos al día rápidamente.
Qué buena oportunidad ha tenido de callarse y cumplir el papel que le crearon en esta tragicomedia que han montado. Pero nada, en cuanto tiene algo en lo que cree poderse apoyar para sacar la cabeza de la osera, traiciona sus propios planes y echa por tierra todo el guión.
En fin, veremos si ahora empezamos la contrarracha, o lo que es lo mismo: llega el ciclo bajista, que ponga nuestro valor en niveles más razonables, acordes con nuestros 'fundamentos'. Me lo temo; mejor dicho, me temo que nos lo tememos, porque ya se divisa en el horizonte la silueta del Cuernabéu.
Saludos colchoneros