Zorrilla (25/11/2003)
No pretendo que mi equipo acceda injustamente a una de las plazas que dan derecho a competición europea, ni tiro las campanas al vuelo cuando consiguen una buena racha de resultados.
Por tanto, tengo derecho a ser crítico con el ¿juego? desarrollado ayer en Valladolid y no porque se haya perdido.
Veo la alineación y pienso: Hoy jugamos con tres jugadores menos, mejor dicho, el Pucela juega con catorce. Es muy distinto no cumplir con la tarea que se les encomienda, a que intenten cumplir y lo hagan tan mal que lo que consiguen es ayudar al contrario.
¿Será que estoy ciego futbolísticamente y es verdad que GASPAR, SANTI y ORTIZ son jugadores válidos para el Atleti?. O ¿será que dentro de un buen funcionamiento general del equipo, se ven arropados por el buen momento de los otros, y no desentonan?.
En los momentos en que un jugador es exigido individualmente como hoy por las condiciones del campo, es cuando se muestran las virtudes y carencias, y nuestro ínclito trío escribe otra página negra en su historial (¿y cuantas van?).
Yo, con 61 años, juego todos los lunes al futbito (un grupo de compañeros con edades variables desde los 26 hasta los míos). Cuando por mi culpa encajamos un gol, o bien me parto el alma en las siguientes jugadas o siento ganas de retirarme de la práctica.
Pues estos GASPAR Y SANTI, ni una cosa ni otra: el lunes a entrenar y a seguir comiendo de la sopa boba. ¿Qué es lo que tienen o no tienen que hacer para que el Sr. Manzano no vuelva a contar con ellos?. Se corre el peligro de que, como en otros casos, se institucionalicen en el club y los tengamos que sufrir eternamente. ¿Hemos olvidado que a principios de temporada los queríamos traspasar y que no había quién los quisiera.
GASPAR. Su aspecto triste y melancólico se corresponde con su forma de estar en el campo. No se comunica con sus compañeros; no mira al balón cuando lo tiene el contrario y sí al cuerpo del jugador. El balón pasará, piensa, pero el hombre no. Unas veces esto lo consigue empujando o agarrando al contrario y, otras veces, pasan el balón y el hombre. Si alguna vez sube la banda, no para ayudar al equipo, sino porque no tiene a quién marcar y, en algún contraataque del rival se ve frente a frente con algún delantero: o llega tarde, o hace falta o es desbordado sin que tenga capacidad de regresar con éxito, quedando en su banda un enorme agujero. En los balones que le llegan de carambola, en algún agobio a nuestra meta, despeja sin ton ni son, con la mala suerte de que siempre le llega el balón al contrario.
SANTI: Me niego a definir por enésima vez a este segador, que tuvo la suerte de estar en el equipo del doblete, y tiene patente de corso en el Atleti.
Ortiz puede tener un sitio en algún Segunda B o similar. ¿Qué carajo hace en el Atleti?. ¿Por qué nuestros técnicos lo suben?. Yo no lo conocía y cuando oí su nombre pensé: será un joven rápido, o con garra, o difícil de superar, o con clase para subir la banda y centrar con calidad… Nada de nada nada. Vulgar hasta las últimas consecuencias. ¿Es torpe cerebralmente (sin querer ofender), ya que teniendo una tarjeta, desconocía que si cortaba el contraataque de un rival con agarrones, sería expulsado?. Es de juzgado de guardia… Y Manzano cuando se retiraba expulsado, en lugar de “ponerlo a parir” (como haría Camacho), le saluda cortésmente?
Para mí no son necesario nuevos fichajes, sino utilizar adecuadamente lo que tenemos y, eso sí, conseguir una defensa seria: García Calvo, Contra, Lequi, Simeone, Aguilera, Molinero… pero nunca más los Gaspar, Santi, Ortiz…
En fin, de nuevo fuera ilusiones europeas. Es así de claro. Cuando tenemos cerca un relativo éxito nos tiembla el pulso y nos convertimos en hombres flojones.
¡Que pena no poseer diez Lequis!.
Modesto de Cantabria.