Para que no lo olvides (01/12/2003)
Cuando salimos de la Romareda habian pasado muchas horas... ¿cuántas? Miré a Jose y al verle me vi reflejado en él, sin camiseta, pantalones cortos, sudando, el rictus torcido, pelo enmarañado... seguramente de tanto mesarlo y mesarlo en la desesperacion de la noche.
¿Cuántas horas habían pasado desde que cogimos el tren en Chamartín, cantabando el hinmo en cada pueblo que parábamos? El tio del saxo, ese que recorría cada vagón tocando con parsimonia las notas sagradas de nuestro himno y causando un profundo silencio en los hinchas, estaba, ahora, a la puerta del estadio sentado en el suelo, abatido, más solo que la una, en sepulcral silencio, el saxo apoyado contra la pared. Jose me miró preguntando con la mirada que coño hacíamos ahora, donde puñetas podíamos ir despues de lo vivido. Ante nosotros una preciosa rojiblanca lloraba desconsolada, apoyada en el hombro de una amiga, que como ella, se envolvía en la bufanda colchonera.
Caminamos como zombies por un bulevard camino de ninguna parte. Todavia resonaban en nuestros oidos los cánticos, los rugidos, el silencio. Le pasé el paquete de tabaco y fumamos uno más mientras caminabamos sin decir palabra. ¿Qué podiamos decir? Le hice una seña a Jose y paramos en una bar del paseo. Tenía la garganta seca, afónicas las cuerdas vocales, enrojecidas. Dos dobles cayeron de un trago y mientras pasaban los segundos, vimos pasar la charanga donostiarra, felices, incrédulos, sonriendo, abrazados, ganadores. Nos miraron, parados en la puerta del bar, semi en bolas, la bufanda anudada en la muñeca, el polo en la cintura, desafiantes, orgullosos, jodidos.
Fuimos hacia la estación. Una pareja de ancianos nos detuvo. "¿Os han robado la final?" nos dijo él con su acento maño. "Ramos Marco os ha birlado el partido descaradamente" Sonreímos de medio lado, sin muchas ganas. "Le han hecho un penaltie de libro a Julio Prieto en la prórroga" precisamente cuando ibamos empatados a 2 y quedaba un suspiro para acabar el encuentro. El hombre estaba indignado. "No lo ha pitado prque no le ha dado la gana. En la tele lo han repetido y se ha visto claro como el agua: ¡penaltie! Pero no lo ha querido pitar. Qué sinverguenza" A medida que crecia su enfado, su esposa se unia a sus quejas aunque era evidente que no entendia ni papa de futbol. "Ha sido penaltie y os han robado" repetia ella enfureciéndose tambien. "Ya te lo dije" me advirtió Jose. "Lo vi clarisimo y fíjate que estábamos en el otro area. Ese tío es un puerco vikingo y nos ha robado la final" "El árbitro estaba encima" aportó el abuelo, "estaba a dos metros y no le salió de los cojones pitarlo" repetía mientras se alejaba.. "no le le salió de los mismos.."
Con dos litronas esperamos el momento de la partida. Ante nuestros ojos pasaban los rojiblancos más tristes del mundo, cien metros caminaban hacia allá, cien metros caminaban hacia acá, desandando el camino, cien metros al sur, cien metros al norte, una y otra vez, repasando las jugadas, reviviendo el encuentro.
Nos tumbamos cada uno todo lo largos que eramos en los asientos de plastico del vagón y en esa misma posición amanecimos en Madrid, eatcion de Chamartín una mañana de domingo del mes de junio.
El taxista que nos llevó al barrio -parecia que veniamos de la guerra- nos subrayó : "Os robaron el partido. Fue penaltie a Julio Prieto y Ramos Marco no le dio la gana señalarlo"
Un penaltie que valio una Copa del Rey.
Par que no lo olvides.
Gato