El presente y el futuro (29/02/2004)
No sé si las últimas declaraciones de Cerezo, en las que manifestaba la indisposición de Gil a vender sus acciones, hay que tomarlas en su literalidad. Digo esto porque el año pasado, por ejemplo, cuando Gil, enfurruñado por el fracaso de su enésimo proyecto y la ‘ingratitud’ de la afición, dijo que estaba dispuesto a vender, resultó que en realidad no lo estaba; que todo era producto del natural mohín de todo profeta cuando su grey le hace la más mínima manifestación de descontento.
Tampoco sé si la marcha a la deriva del Aleti como institución, y en particular su más que delicada situación económica, es mera y estudiada apariencia, o por el contrario manifestación de un efectivo desarbolamiento de la nave colchonera y de la absoluta y total impericia de su tripulación. Y lo sé hoy menos de lo que creía saberlo ayer, pero seguro que más de lo que lo sabré mañana, pues cada día entiendo menos que una sociedad de aspecto tan desastroso, a la par que gravosa y cansada de gobernar, según sus propietarios y rectores, pueda seguir siendo objeto de una fijación, más que deseo, por parte de los mismos.
Vivo confuso, en definitiva, en casi todo lo que rodea al Aleti y su futuro, por más que me esfuerzo en hacer la luz en mi mente al respecto. Como en otras cosas del mundo y de la vida, mi capacidad intelectiva parece funcionar razonablemente bien, he llegado a la conclusión de que el asunto no es muy sencillo, o que exige una mente prodigiosa y alimentada de información fuera del alcance del común de los colchoneros. Vamos, que lo del Aleti de Gil necesita un saber propio y específico, cercano a la esoteria, al modo de aquel que, en los días de la Guerra Fría, crearon los americanos y dieron en llamar Kremlinología.
En cualquier caso, dos cosas me resultan aún bien ciertas, y a ellas me agarro como un náufrago a un tablón desprendido de la nave recién hundida.
La primera y fundamental, que esto es inaguantable. Que cada día me cuesta más soportar los bodrios que el equipo nos depara sobre los campos de juego; que es no menos insoportable oír o leer al bailenero, demostrando que no es muy buen entrenador, pero peor aún psicólogo y tipo humano; por no decir nada de los medios informativos, en especial los más afines al clan, y las declaraciones que en ellos vierten el cameraman y de veez en cuando el dueño de la mano que mece la cuna.
La segunda es que lo único firme y sólido que asoma en el horizonte es la resolución por el Supremo del recurso a la sentencia de la Audiencia Nacional. Por ello, creo que bien haría la muy leal y sacrificada oposición en ponerla en el centro de su estrategia. Si hay indicios más que razonables de que el Supremo revalidará a la Audiencia, me parece absolutamente prioritario pensar en cómo aprovechar tal eventualidad para construir a partir de ella un clamor que sea tan insoportable para el clan, que no les quepa más salida que su salida del Aleti. Todo lo demás, o sea, los pasos a dar hoy, mañana, pasado y al siguiente, deberían ser meticulosamente premeditados para preparar tal situación y fortalecerse de cara a ella.
¿Y si el destino nos depara una resolución del Supremo favorable a los argumentos e intereses del clan, podrán preguntarse algunos? Entonces, amigos opositores, propongo fundar una secta.