Futurismo de cajón (10/03/2004)
¿Recuerdan ustedes la leyenda del equipo imprevisible que —según decían— era capaz de lo peor y de lo mejor? Pues me temo que se trata de una de las muchas cosas que han cambiado en este club desde la avenida de los Gil. En efecto, no hay hecho más averiguado que el futuro del Atleti. Y no hace falta recurrir a la bola de cristal, a la astrología judiciaria o al degüello de pollos para refinar los vaticinios. ¿Me creerán si les informo de que el fracaso anual del conjunto del colchón ni siquiera cotiza en el mercado de apuestas de Londres —tampoco la salida del sol por Oriente— y que su inverosímil triunfo paga tres mil a uno?
Sí, mal asunto el de saber con total certeza lo que va a ocurrir; no en vano, la matriz de toda certidumbre es la muerte, de la que solemos ignorar sus pormenores y la fecha exacta —salvo los condenados a la silla eléctrica, claro está—; pero como no quiero ponerme macabro a la hora del desayuno, me entretendré con algunos pronósticos de menor cuantía. Allá van.
Tanto si el equipo logra colarse en la UEFA como si finalmente recala en la Inter-tontos, los esbirros de Gil en lo medios de difusión entrarán en combate contra el sentido común para persuadirnos de que esta temporada ha sido la del afianzamiento definitivo del club en Primera. “Un indudable paso hacia delante”; “un año muy positivo”, salmodiarán los muy bellacos.
Como el hincha reclama su dosis de ilusión en diminutas gominolas, comenzará en breve el runrún sobre las figuras contrastadas —no menos de ocho o diez— que la secretaría técnica tiene ya in mente cara al año próximo. (Prepárense para el culebrón E’too. Puede ser un gancho estupendo cuando se abra el plazo de renovación de los abonos, como lo fue en su día el “Piojo” López.)
Manzano —del que un propagandista de los Gil con un severo déficit de neuronas afirmó recientemente que “con él, el conjunto es otro; le ha dado un aire nuevo” (¡sic!)— continuará porque, para Gil, es un tipo dialogante y que actúa con sentido común. (Se lo traduciré al román paladino: incompetente y gran tragador de carros y carretas.)
Lo que no sale en los posos de mi café es la formidable patada en el culo a que toda esa buena y bienintencionada gente se ha hecho acreedora por parte de la afición. ¿Será mi café un vulgar poleo?