Las cartas sobre la mesa (26/03/2004)
Estoy de acuerdo con Severino Lorences en que la sucesiva aparición de noticias alarmantes concernientes al Atleti que ha tenido lugar en estos últimos días no puede ser casual. Que en apenas cuarenta y ocho horas se den por hechas en medios de comunicación diferentes las ventas del Estadio y del jugador más importante de los últimos diez años o, lo que es lo mismo, que se empiece a hacer público el proceso de demolición del Club, no significa sino que los actuales propietarios han decidido poner sus cartas sobre la mesa. Hacen bien, pues una vez comprobada la inaccesibilidad para el equipo de alcanzar los puestos que clasifican para la Champions League, no tiene ya sentido la espera: a efectos económicos, ciertamente da lo mismo terminar la liga en quinta que en undécima posición.
Ha comenzado, por tanto, la partida. Lo que vaya a ocurrir desde ahora, señores, o sea, lo que vemos que ya está ocurriendo, es lo que ocurre siempre que la negociación se centra única y exclusivamente en el dinero: que se pone en juego no otra cosa que la muerte de aquello sobre lo que se negocia.
Eso mismo que está poniendo en juego Camba con su silencio. Aquel que en su momento anunció una nueva oferta para principios de año parece haber cambiado de opinión sin mediar explicación alguna a medida que se sucedían los malos resultados del equipo, tal vez persuadido de que, privado de los ingresos soñados por su participación en la Champions, la viabilidad económica de un Atleti medianamente competitivo es para los Gil, sencillamente, una quimera.
He aquí, pues, al máximo accionista sin otra salida para seguir adelante que la descomposición del Club y a la espera -conviene no olvidarlo- de una sentencia firme más que probablemente condenatoria. Es decir, en la peor situación posible a la hora de afrontar negociación alguna. En la mejor, por tanto, para la otra parte negociadora.
En esto consistía esa "estrategia de la araña" a la que me referí hace meses. Ahora, claro, debería venir la oferta y el proyecto. Y deberían venir ahora porque bien pudiera ser que si no adquiere presencia una alternativa real a los actuales propietarios, la afición vaya acostumbrándose a cuanto esas noticias ya están adelantando. Es un simple hecho lingüístico que nombrar algo es ya dotarlo de un cierto estatus de realidad por más que luego se niegue, y tanto más cuanto más se niegue. Por lo que, particularmente en lo que atañe a la venta del Estadio, no es de descartar que, tras la consabida labor "educativa" llevada a cabo por los medios de comunicación, esa operación termine siendo aceptada por la afición como el mismísimo signo del inicio de una nueva era victoriosa.
Claro que también pudiera suceder que el amigo Camba quiera dar una última vuelta de tuerca y esperar a que el Tribunal Supremo dicte su sentencia.
Claro que también pudiera suceder que el amigo Camba haya decidido apartarse de la lucha y dedicarse, cual aquel Atico corresponsal de Cicerón, "al cultivo de un ocio decoroso", como ya dije una vez, entre condones suizos y relojes de látex, y que al leer este mensaje, si lo hiciere, se parara a considerar, sin dejar de esbozar una sonrisa, la extraña manera que tenemos algunos de ver llegar el alba.