Fichajes, jes, jes (01/04/2004)
Aunque el título de la columna insinúa que el asunto me mueve a la risa, hay momentos en los que más bien me produce ganas de llorar.
De entrada, como todos los años, una lista interminable de presuntos objetivos, de la que luego se van cayendo, como pétalos de una flor marchita, casi todos los nombres capaces de suscitar alguna ilusión, o al menos expectativa.
Después, uno repasa la lista y, al compararla con las necesidades más apremiantes que cualquier aficionado mínimamente ilustrado descubre en la plantilla, se le remueven las meninges, para acto seguido enrojecer de ira.
Si la situación económica es delicada, como todos los datos conocidos y los presumibles apuntan, habrá que realizar un cierto ejercicio de ordenación de preferencias, para cubrir los puestos más básicos entre los peor cubiertos, digo yo. Pues no. La rumorología, que diría GaN, dispara nombres cual escopeta manejada por un mono: a diestro y siniestro, adelante y atrás, o sea, sin ton ni son. Tan pronto se habla de un extremo derecho como de un delantero, de un central o de un lateral. Y lo mismo se dice que no se puede fichar a un jugador en apariencia 'barato', por no ser asequible, como se saca a la palestra otro de esos que cobran estipendios mareantes por su altura.
Ya sabemos que gran parte de todo ello es debido a la necesidad de los diarios y programas deportivos de atraer la atención de su audiencia, extremadamente sensible a este circo veraniego de las idas y venidas de futbolistas, así como a la simbiótica necesidad de nuestra dirigencia de vender ilusiones que entretengan a la masa de seguidores y carguen las baterías de su ánimos, alicaidos casi por rutina al final de cada ejercicio.
Pero, entendiendo todo ello, no dejo un año tras otro de sorprenderme por lo ridículo del montaje. Si hay poco dinero -o mejor, escasa capaz de endeudarse aún más-, ¿por qué no centran sus esfuerzos en buscar tres o cuatro refuerzos para algunos de esos puestos claves? ¿Por qué salen a la palestra nombres que todos sabemos inasequibles y/o redundantes con lo que ya tenemos razonablemente cubierto y por lo general muy bien pagado? ¿Por qué desde hace tanto tiempo este equipo es incapaz de traer jóvenes futbolistas, no demasiado conocidos pero que luego resultan -se hacen- buenos jugadores, y siempre andamos rastreando caladeros sobreexplotados, con peces ya talluditos, que cuesta Dios ayuda sacarlos del agua y están resabiados de caer en cien redes?
Miren, si este año fueran capaces de traer un central izquierdo y, sobre todo, un medio centro medianamente capaces, yo ya estaría contento, pues habríamos reforzado dos puestos claves que, unidos a Franco, Perea y lo ya existente atrás, configurarían una retaguardia con una garantía mínima, de la que hemos carecido desde hace mucho tiempo. Y es que soy de esos conservadores que piensan que, a falta de grandes recursos, mejor empezar a construir equipos sólidos defensivamente y con un mínimo de solvencia a la hora de sacar el balón jugado de su propia área. Luego, si podemos traer alguien que acompañe a Torres algo mejor de lo que ahora lo está y no nos haga depender casi por entero de su salud y acierto, miel sobre hojuelas. Pero eso son ya casi exquisiteces, lujos orientales para ese viejo hidalgo depauperado en que han convertido nuestro Aleti los Gil y el cameraman. No nos engañemos. O mejor: no nos dejemos engañar.