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Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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Incompetencia (14/04/2004)

A nadie se le escapa que el oficio de entrenador en el fútbol de hoy es sumamente difícil. (De ahí que esté, por lo común, muy bien pagado.) El coach de un equipo de la Primera División ha de ejercer múltiples papeles. Ya no es aquel simpático míster de los tiempos fundacionales cuyo principal cometido era el de alinear a los once mejores futbolistas del plantel. El coach ahora es a la vez un instructor, un estratega, un administrador de la plantilla confiada a sus órdenes, un psicólogo aplicado, un consejero, etc. Y desempeña su trabajo en unas condiciones ambientales muy adversas. La derrota suele personificarse en él, mientras que el triunfo elige los rostros, más agraciados, de los jugadores. Un entrenador jamás gana un partido, pero puede perderlo. Tal es el sentir unánime de los forofos y de los comentaristas.


Por eso uno tiende a no cargar las tintas contra el coach, a condición, claro, de que el coach contribuya —con su prudencia, con su sentido común, con su meticulosidad en los detalles—, a ganarse el respeto de uno. No es el caso de Manzano. Apoyaré mi análisis en las dos últimas actuaciones del míster del Atleti.

Contra el Valladolid se limitó a contemplar impasible cómo el equipo afrontaba un córner con dos jugadores menos en el campo —para más inri, defensas—, y luego descargó su responsabilidad en los propios futbolistas acusándolos de inmadurez. Era su obligación impedir astutamente que el match prosiguiera en aquellas condiciones.

En Málaga incurrió de nuevo en una deplorable pasividad al dejar que Torres continuase en el césped —tenía una tarjeta amarilla y había perdido los nervios en su pugna contra los centrales del cuadro rival—. Lo sensato hubiese sido sustituirlo, máxime cuando existían muy pocas posibilidades de darle la vuelta al marcador. (Nada diré de la manifiesta estulticia consistente en poner a Santi de lateral zurdo.)

Y si el día del Valladolid la victoria camufló la metedura de pata, el fiasco malagueño debería realzar un error que condena al Atleti a enfrentarse al Madrid sin uno de sus dos mejores hombres. Se diría que el banquillo rojiblanco no lo ocupa don Gregorio sino don Tancredo.

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