Ficciones (14/06/2004)
Ojalá me equivoque, pero a mí este asunto de Eto’o me recuerda al año en que Gil Marín iba a fichar al “Piojo” López. Al final, López se fue al Lazio, pero durante un mes — justo por la época en que se renuevan los abonos— se tuvo a la afición encandilada o engañada, como ustedes prefieran. Los magnates del Atlético carecen del dinero que se precisa para hacerse con los servicios de Eto’o —esa es la pura verdad— y el Mallorca quiere un pastón porque sabe que el cincuenta por ciento de lo que perciba por el camerunés irá a parar a la tesorería del Madrid. Además, ¿no les suena raro que también se hable de Milosevic —este vendría gratis— cuando tanto Eto’o como el yugoeslavo ocupan plaza de extranjero? O uno u otro: los dos en la misma plantilla no caben. De ahí que el culebrón Eto’o apeste a ardid para que los seguidores colchoneros renueven su fe en la nada un año más. (No obstante, si la operación se consuma, seré el primero en celebrarlo.)
Sobre los otros nombres sonantes: Perea, Luccin, Pablo, Westerveld, etc… no me pronunciaré. A Perea no lo conozco, Luccin no es un mediocentro sino más bien un acompañante del mediocentro (vivimos en la era del doble pivote) y Pablo tampoco dice mucho —o sea: no es Walter Samuel—. El guardamenta, veterano, sobrio y espigado, puede servir. A los que no acabo de ver fuera del club es a los Aguilera, Gaspar, Santi, Simeone y compañía. Al final se quedarán porque su adhesión al equipo es inversamente proporcional a su competencia futbolística y a los emolumentos que el pobretón Atleti les puede ofrecer hoy. Como, según Nano, el objetivo para la campaña próxima no es otro que el de clasificarse en sexto lugar, ¿qué más podemos pedir?