Cierren la tapa, por favor (04/07/2004)
Diecisiete años de chanchulleo, malas artes, chabacanería y desorden absoluto habían dejado mi orgullo colchonero al borde de la tumba. El espectáculo tras la muerte de Gil lo metió en ella. Pero el tejemaneje que se traen los dueños de nuestras ilusiones rojiblancas a cuenta del fichaje de Eto'o, ha terminado por meterlo en el féretro.
Cómo no recordar la cesión de Grosso, allá por la temporada 63-64, que tan fructífero fue para un equipo sumido en una crisis que entonces parecía grave, pero que hoy movería casi a la risa, si comparada con el mortal declive que padecemos.
Cómo no ilusionarse con la posibilidad de ver al eléctrico camerunés acompañando a Torres en nuestra delantera.
Mas, este pordioseo ante el gran dios blanco; esa actitud sumisa, ejemplificada por el rueguito con el que abrió el príncipe de la noche su encuentro con aquél hace unos días; la respuesta del mismo en tono prepotente, entre la mofa y la befa, y que bien pudo haber sido acompañada de una afectuosa palmadita de consuelo en el cogote del chaval; ¡ay!, todo esto me ha liquidado.
Que alguien cierre la tapa y deje mi orgullo descansar al fin en paz.