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Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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Regalo envenenado (15/07/2004)

Conforme se va sabiendo más de la brillante operación Eto’o —la cual aún confío que frustren los hados bajo el aspecto del Barça—, más me afirmo en la opinión de que se trata de un presente griego, de uno de esos regalos envenenados que sólo pueden ir en perjuicio del Atleti. Ya se habla de una opción del Madrid sobre Torres, en caso de que finalmente se produzca por el as adolescente una oferta irrechazable —no pongo yo el adjetivo; es del intoxicador de turno—. Señores pongamos las cartas boca arriba: Florentino pesca en el Manzanares lucios con mosca. En el anzuelo va la mosca Eto’o —cedido gratis por un año—. El lucio es Torres, el último gran pez que sobrevive entre el légamo de esas aguas muertas.

Alegar el precedente de Grosso es, con todos los respetos, una grossería. Grosso no era ningún crack sino un obrero del fútbol, y en aquella época el trasvase de jugadores estaba mejor mirado —quizá porque se hacía en pie de igualdad y formaba parte de una economía de favores mutuos—.

Si Eto’o viene al Atleti a préstamo, se habrá consumado un negocio rentable para el Madrid y ruinoso para nuestro club. Y ello por multitud de razones más o menos obvias. Pero me centraré en una que quizá haya pasado desapercibida. Es sumamente improbable que Eto’o y la afición lleguen a sintonizar. Los forofos saben que el futbolista es del Madrid y él, que está de paso. Al menor fallo, la grada silbará al camerunés. Sus buenas acciones serán celebradas con sordina y las menos felices, vituperadas con excesiva acritud. Eto’o se hará sospechoso de desafección no bien salte al terreno de juego. Si ya era difícil —aunque no imposible— que él y Torres conectaran desde el primer momento en el césped, supeditando sus incipientes egos de estrella a las necesidades del conjunto, y cualquiera podía presentir la vaga amenaza de una rivalidad sorda —ese era el riesgo de fichar a Eto’o, pero para eso está el míster: para limar los eventuales roces y erigir en héroe al conjunto—, ahora tendremos una complicación extra. Ferrando no dispondrá de bastante autoridad sobre Eto’o y, de rechazo, correrá el peligro de indisponerse con Torres. Y ya sabemos cómo las gasta el hincha: con la misma facilidad con la que traga sapos de sus dirigentes y de la prensa servil, los arroja contra el chivo expiatorio que su crónico descontento logra improvisar. Feo, muy feo, panorama.

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