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Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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Bienvenidos, pero al final de la cola (15/10/2004)

Ignoro quién está detrás de la Plataforma para salvar el Calderón —dicen que las peñas—, y vaya por delante que a mí todas las iniciativas conducentes a evitar que los actuales gestores del club rojiblanco campen por sus respetos, como Atila por la Galia antes de la batalla de Chalons, me parecen útiles. (Gil Marín dice que los detractores de su persona y del magnate cinematográfico se reducen a 15 resentidos de nada. Pues bien, parece que hay más, bastantes más.)


No obstante, algunos de los párrafos de la misiva enviada a la prensa por la Plataforma producen estupor. En particular los remilgos que sus inspiradores le hacen a que se les confunda con ninguna alternativa a lo que hay. La única alternativa que conocemos se llama Alternativa Atlética; no es una organización clandestina; está liderada por Alfonso Camba y ha formulado una propuesta para sacar adelante la entidad —misión poco menos que imposible y que exige, como todos sabemos, que se vayan del club los dos compadres que usufructúan hoy su accionariado—. Que la Plataforma hable a estas alturas de “un nuevo ultraje” únicamente puede ser atribuible al candor. Que aparezca ahora —tras 17 años de abusos y tropelías—, a la vagancia más absoluta.

Siempre he sostenido que unos de los handicaps del Atlético, acaso el mayor, es —contra lo que sostiene la mayoría de los pájaros de cuenta que escriben  y peroran por ahí— su público manso, cándido, bobo, acomodaticio. La gente que acude al estadio a ver fracasar un año tras otro al equipo y que a todas las calamidades responde con canciones o sueltas de confeti y papel higiénico le hace un flaco favor a la entidad. (Particularmente las peñas tienen aquí una responsabilidad enorme, puesto que constituyen el cogollo de la afición.)

A buenas horas os habéis percatado, queridos, de los propósitos de Gil Marín y Cerezo. Son idénticos a los del difunto cuyo sepelio multitudinario adornasteis con barrocas muestras de dolor. (Bastaba un sucinto pésame y no ese concurso de elogios a la memoria del principal artífice del hundimiento del club.)

Contrastan vuestras ínfulas de independencia y ese afán aglutinador del que hacéis gala —¿con qué derecho?, me pregunto—, con la modestia de vuestras peticiones: ¡que los dueños del Atleti y las autoridades reflexionen! ¡Pero si ya lo han hecho! Han deliberado y fruto de esa deliberación es la idea de despojar al Atleti del único patrimonio que aún posee. Pero vosotros exigís que os mantengan informados. Queréis transparencia, la que no os dan los periódicos o las emisoras que consumís golosamente —a cambio, os venden ilusión, que tiene muchas calorías—.

No sé por qué sospecho que ya os habéis resignado a la golfada y que bastaría con que os la envolviesen de un modo atractivo para que le otorgaseis vuestro consentimiento.

Si no es así, si os he interpretado mal, os pido disculpas; y, en cualquier caso, reitero mi bienvenida, pero, por favor, poneos al final de la cola. Total, sólo os preceden 15 resentidos de nada.

 

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