La marcha del domingo 19 de octubre (16/10/2004)
Me paro a pensar en el significado de la marcha del domingo y me asaltan dudas, si no existenciales, sí al menos de saber qué significa que centenares de personas estén dispuestas a salir a la calle por algo que está más allá del mundo de las ideas, tal vez pensando en su fuero interno que es una batalla desigual y que la lucha es por un ente abstracto que ni nos da de comer, ni nos ordena la existencia, ni compromete nuestros ideales, pero que llega a significar en algunos momentos tanto como todo lo anterior que no es.
Es la oportunidad de poner en una sola voz un mismo sentimiento de rabia, impotencia y desilusión, la cara más amarga del amor, sabiendo que no vamos a ser confundidos con una masa que grita y protesta, sino que somos la individualidad más peculiar de ese ente, al que vemos desangrarse sin que nadie acuda a vendar sus heridas. Por una vez, no seremos nosotros mismos, sino lo que hay dentro de nosotros y de una interminable lista de personas que ya no nos podrán acompañar y de otra no menos extensa de aquellas que un día formarán parte de lo que ahora somos.
Sabemos cuál es nuestra situación, tal vez eso sea lo mejor de todo. No estamos construyendo momentos idílicos ni históricos, sino que partimos de la realidad que nos atenaza y, por esa orden que llevan nuestros genes de mejorar y avanzar, buscamos un cambio de rumbo, como algo natural que sucede para no dejar en evidencia a las leyes sagradas de la naturaleza.
Del mismo modo, somos conscientes de que una vez iniciado esto, ya no hay vuelta atrás. No tengo ni idea de lo que puede conseguirse el domingo, pero tengo claro que sí puede significar abandonar la soledad en que muchas veces nos sentimos para saber que, como diría el profeta, la voz que clama en el desierto tiene un eco mucho más grande de lo que imaginamos y que ese día nuestra voz retumba más allá de un papel o una pantalla de ordenador y cobra vida.
Hubo muchos días que compartí ese sentimiento de unidad y de pasión, pero esta vez será diferente; estoy convencido de que las situaciones difíciles son necesarias para sobrevivir, aunque sólo sea por eso de que cuando las cosas van bien hay que poner poco de nuestra parte y la falta de exigencia oscurece nuestro sentido crítico.
Espero que sea un día para recordar, pero que otros días más felices nos lo hagan olvidar rápidamente.