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Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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La conspiración (17/11/2004)

Ustedes conocen la tesis del club: el Atlético está como está porque el Difunto quiso meterse en política (vicio muy feo que ya desaconsejaba Franco). Los que vemos algo más allá de nuestras narices fechamos los males del Atleti en el instante en que el Difunto y la compaña forzaron la puerta de la institución para colarse dentro. Pero lo que importa no es lo que opinemos nosotros porque –como es público y notorio– sólo nos mueven la envidia y el rencor que la envidia engendra, sino lo que crea la masa de los abonados. A la masa de los abonados le han dicho que hubo un complot para que el Atlético bajase a Segunda y no con el fin de perjudicar al Atlético sino con el de hundir al Difunto. Lo extraño no es ya que semejante patraña la aireen Gil Marín, Cerezo y sus amanuenses de los periódicos antideportivos, sino que la abonen rojiblancos notables —aunque no lleguen ni al aprobado— sin vínculo ostensible con los okupas del club.


 

Yo también huelo la conspiración, pero la veo de modo bien diferente. Forman parte de ella, por ejemplo, los pupistas –o sea, los que achacan los males de club a una especie de mal fario congénito–. También, los beatos de la derrota –yo los llamo fracasarios–, que estiman más meritorio (y como moralmente superior) perder que ganar. Y los ilusorios, que combaten el vértigo que produce asomarse al socavón de la realidad colchonera con hueros eslóganes del tipo: “Atleti for ever”.

Claro que pupistas, ilusorios y fracasarios desempeñan en esta trama un papel subalterno. Son la tropa de choque que ni siquiera sabe que lo es, pura carne de cañón. Eso sí: no cuesta vaticinar lo ofendidos que se van a sentir muchos de ellos cuando el Atlético eche el candado. Su enojo no conocerá límites y más de uno propondrá alguna burrada; si no, al tiempo. 

No, la conjura contra el club se fragua en el club y sus aledaños. El comité ejecutivo de esa mafia lo componen Gil Marín y Cerezo, y la intoxicación corre por cuenta seis o siete pseudoinformadores que se han vendido por un puñado de falsas exclusivas. Y el Atleti, que sobrevivió a Di Stéfano y a la prosperidad merengue de entonces, no podrá con los Gil Marín, Cerezo y sus fieles cotorras. El loro del pirata Flint graznaba: “¡Piastras, piezas de a ocho!” Las gallináceas que revolotean en torno a esos tunantes cacarean: “¡En dos años volveremos a la cumbre!”,  pero 2007 es el horizonte del choriceo, no el de la restauración de la entidad. ¿Y el rojiblanco sensato? Ese está que trina.

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