Pesadilla en Virgen del Puerto 67 (08/12/2004)
Me preguntaba el domingo pasado, como consecuencia de lo vivido en el Calderón. Me sentí muy parecido a como te sientes a consecuencia de una pesadilla, sobresaltado y extraño, de ti y de lo que te rodea. ¿Soy yo? ¿Estoy vivo? ¿Dónde estoy? ¿Quién está al otro lado de la cama?
Os preguntaréis por qué, algunos; otros, que recordaréis lo que escribí tras el partido contra el Español, ya os habréis apercibido de qué va.
Sentado en una sucia y alta localidad del Calderón, excelentemente acompañado de un habitual de este foro, botella de agua destapada en un mano -¡hay que joderse el celo tan estúpido de esos mozalbetes que velan por la seguridad!-, y en la otra impoluto pañuelo blanco en ristre, nos pusimos a protestar a la salida al campo de los alienígenas que se han apoderado de las elásticas rojiblancas. Como más o menos barruntaba, las miradas no ya de extrañeza sino de absoluta perplejidad del personal que nos rodeaba, de inmediato se clavaron en nosotros. Pero lo mejor de todo fue cuando, el que ocupaba el asiento de detrás de mi acompañante, se dirige a nosotros, con sus ojos vidriosillos y a media asta, y nos pregunta si es que somos del Madrí. Ver para creer.
Pero más alucinante si cabe aún, fue lo que vieron mis ojos al comienzo de la segunda parte, cuando del fondo sur, justo enfrente de mí, veo salir el enorme pancartón reclamando la libertad de los "presos atléticos". Me froté varias veces los ojos para dar crédito a lo que creía ver. ¿Libertad para aquellos presos que son del Aleti? No puede ser cierto. ¿Qué categoría o condición especial representa el ser atlético para cumplir una pena de prisión o no? ¿O acaso es que hay alguien en prisión por el hecho de ser del Aleti? ¿Es que tan bajo hemos caído, que ya la mera condición de atlético puede llevarte a la cárcel? Incomprensible, realmente incomprensible.
¿Por qué nadie retiró ese insulto no ya a la inteligencia sino a la misma dignidad humana y su precaria civilización, cuando se retiran e incautan las cuerdas y demasiado civilizadas que han llevado varios propios de este foro? ¿Por qué me quitaron la tapita de la botella del agua, tras minucioso registro de una mochila, y el pancartón apologeta de la violencia demente entró al estadio?
Bueno, y a todas estas, del partido ¿qué? Pues, que os voy a decir. Cuando al final del mismo reflexionábamos sobre lo visto en el campo, espontáneamente nos salió a ambos un ¡Franco, Franco, Franco!, que nos hizo estallar en risas, camino de la boca del Metro.