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Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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¡Pulid el diamante en bruto! (18/02/2005)

Ferrando declaró no hace mucho que debemos aceptar a Torres con sus virtudes y sus defectos. En principio parece una afirmación sensata que incluye una fuerte dosis de cariño. Sin embargo, un segundo vistazo al asunto produce menos convicción. Veámos por qué. 

Todo futbolista profesional  —incluso el de más renombre— es fruto de un compromiso entre lo que tiene y lo que no tiene, entre sus habilidades y sus desmaños, entre sus dotes y sus carencias. El jugador perfecto no existe. De modo que siempre hay que conformarse con una cantidad de virtud y otra de tacha. Mirado así, Ferrando enuncia una tautología. Todo el mundo es como es y actúa como puede.


Ahora bien,¿cómo es nuestro Torres? A veces “genial” y, a veces, un poco “tuercebotas”; y los seguidores del Atleti , como queremos a Torres, disfrutamos con sus galopadas y regates y le perdonamos sus tremendas pifias ante la portería rival. Es nuestro Niño, y ya se sabe que los hijos de uno, los padres de uno, los amigos de uno, etc., son como son y no por eso renegamos de ellos.  Visto así, Ferrando, en realidad, nos exhorta a la indulgencia para con Torres. Pero esta actitud se me antoja sumamente discutible por una razón: el Niño —valga el juego de palabras— es todavía un adolescente y está en periodo de aprendizaje. Los que deseamos que triunfe creemos en un Torres crack . ¿Nos ciega la pasión? Opino que no. En el Niño hay objetivamente madera para una gran figura. De ahí que los técnicos del club no deberían aceptarlo como es ahora, sino como podría ser a tenor de su prometedor talento. En el orbe del fútbol percibo una arraigada tendencia a considerar que “lo que la Naturaleza no da Salamanca no lo presta”. (¡Y para qué diablos haría falta una universidad en Salamanca si no fuese para prestar lo que la Naturaleza no da ni puede dar nunca! Ya sé que el lema se refiere precisamente a las luces naturales, a la inteligencia en bruto, pero, por eso mismo, exhala cierto tufo a consigna anticultural.) Alguien apunta: “Fulanito no sabe chutar”. El coach se encoge de hombros como queriendo decir: “Es de nacimiento”. Pero Fulanito es un delantero que actúa en la Primera División; ¡diantre, está obligado a disparar bien! Seguramente, nada en el mundo va a transformar a Torres en un rematador del nivel de Romario, pero el Niño mejoraría y mucho si se filmasen sus equivocaciones, se descompusiesen éstas en sus factores primos y se elaborara el pertinente plan corrector. A Tiberio, inicuo emperador que en la juventud había sido un excelente militar, le enorgullecía  que sus legionarios comentasen: “Con Tiberio el adiestramiento es una batalla incruenta y la batalla, un ejercicio sangriento”. Perdonen ustedes mi osadía (al fin y al cabo, no soy más que un aficionado al balompié), pero ¿por qué no se prueba a exacerbar las dificultades del entrenamiento de Torres? Haciéndole, por ejemplo, golpear balones más pesados y pequeños (su tiro ganaría en potencia y precisión). U obligándole a ensayar los mano a mano contra dos guardametas; sí, contra dos al alimón. (Cuando en los partidos tuviese que afrontar a uno sólo, ¿no sentiría que ese problema es una bicoca al lado de los que durante la semana y en el baldío de Majadahonda  le plantean Leo Franco y Cuellar? No, lo que le conviene a Torres no son los tiernos arrumacos de los forofos y la asidua coba del míster, sino un plan que lo perfeccione como jugador, una Salamanca que le preste lo poco que la Naturaleza no le ha dado.

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