Lección de fútbol (26/05/2005)
Un partido como éste es de los que trasciende del puro fútbol y hace posible que se entienda todo lo que mueve el fútbol, las pasiones que desata, las lágrimas que se escapan, el sufrimiento, la gloria... En noches como ésta el fútbol es más que un deporte. Para transmitiros de una forma más fidedigna las sensaciones que ha despertado en mí este partido, cosa rara que me suceda ya que no suelo ver fútbol que no sea el del Atleti, lo que es decir que no veo fútbol desde hace años, me voy a apoyar en las figuras de Kaka y Garragher, uno de cada equipo, que creo son los mayores exponentes de la forma de vivir el fútbol de estos dos equipos, y con ellos de millones de personas, seguro que con esta comparación me entenderéis mucho mejor.
Kaká es en su mejor acepción el mercenario típico, un jugadorazo de una clase infinita que me ha dejado impresionado por su calidad, qué forma de moverse, de sacar el balón controlado aunando fuerza y categoría en una danza latina que estos bárbaros del norte no podrán entender jamás. Sólamente el pase a Crespo en el tercer gol del Milán (si podéis volver a verlo, no lo dudéis) hace que salgas feliz del estadio. Kaka ha sido, sin duda alguna, el paradigma del Milan en ese primer tiempo: señorío, clase, poder, el fútbol por encima de todo, pero un fútbol si me permitís decirlo, tan profesional que no tiene alma.
Garragher ha sido, sin embargo, el alma que le ha faltado al Milán. Ha liderado el juego de un equipo que puede presumir de eso, de colectivo (Sólo pensad a ver cuantos equipos se reunen como una piña antes del saque inicial). El fútbol de este chico es la antítesis del anterior, muy buen defensa pero exento de clase, todo corazón y coraje. Me sugiere a los estibadores del puerto de Liverpool: garra, lucha, nunca bajar los brazos y siempre un buen fucking en la boca cuando las cosas van mal para animar a los compañeros. Ponía la piel de gallina verle medio cojeando allí en su área aguantando las embestidas del todopoderoso Milán. En esa prórroga donde los Reds ya casi sin aliento y con calambres en las piernas se acercaban a la Tierra Prometida de los penalties, donde como no podía ser de otra forma, no gana el equipo más rico, ni siquiera el mejor, sino simplememte quien más fe pone en el empeño, y ése era el Liverpool, eso no admite discusión.
Hoy, por encima de todo ha ganado el fútbol, porque David se impuso a Goliath. EL Liverpool ha cimentado un poco más si cabe su leyenda y reconozco que me ha ganado un poco más para su causa, como a los Marianux, Pizo, MLPD y compañía que tanto habrán sufrido y gozado con este partido. Si tengo que elegir una concepción del fútbol prefiero mil veces antes la del sufrimiento y la humildad con orgullo y fe, sobre todo fe y lucha, que la del talonario del millonario italiano, porque es también la más próxima a lo que siempre había sido nuestro Atleti. Pero si antes os hablaba de sensaciones, he de reconocer que lo que más me ha producido este partido es envidia, así como suena, envidia de no poder tener un equipo humilde pero orgulloso de su historia y que nunca baja los brazos por muy poderoso que sea el rival.