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Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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De buena tinta… de calamar (27/05/2005)

Víctor Klemperer refiere en su obra “La lengua del Tercer Reich” que los nazis, concienzudos falsificadores de la realidad, hicieron el experimento de soltar un bulo en Berlín y comprobar los tortuosos caminos y vericuetos mediante los cuales reaparecía en Munich transformado en noticia fetén. Les importaba medir la deformación del falso mensaje y las tragaderas de la gente. Estos aprendices de Goebbels que son Gil Marín y Cerezo utilizan la palabra sintiéndose muy dueños de asociar cualquier significado a cualquier significante y viceversa. Y son, no cabe duda, unos hacendosos fletadores de globos-sonda (el Difunto también era un hacha en ese capítulo).

 
Como estoy de buen humor, os propongo un juego consistente en componer frases con retazos de declaraciones de Gil Marín y Cerezo. Vaya de Cerezo el siguiente disloque: “No quiero pasar a la historia como el presidente que vendió el Calderón, que es un estadio inviable del que no nos moveremos si los abonados no quieren, aunque la última palabra la tiene el Ayuntamiento. Se tendrá en cuenta la opinión de los seguidores, pero no habrá ningún referéndum”. De Gil Marín, este otro que no desmerece en nada del anterior: “No me aferro al club, pero jamás lo venderé porque es lo que más quería mi padre, y eso que el fútbol sólo da preocupaciones y se pierde dinero. Yo únicamente soy un empleado del Atleti, si bien poseo la mayoría de las acciones, lo que no está nada mal porque te da derecho a decidir y además puedes cambiar de política y, en un momento dado, abandonar el club ”. Los caminos por los que tan tosco y pertinaz galimatías llega a conocimiento del público, con su cortejo de ratificaciones y desmentidos, tampoco son inescrutables. Varias docenas de tontainas a prueba del más elemental sentido común trabajan afanosamente en los periódicos, las radios y las televisiones para divulgarlo. No informan —no sabrían cómo hacerlo—; difunden chismes, venden ilusión, o sea: mienten, previo engaño de sí mismos —es el modo más eficaz de sostener a la larga el embuste—; lo suyo no es el periodismo sino la  agitación y la propaganda. Hará cosa de una quincena se nos dijo que, con un par de refuerzos, el actual plantel del Atléti se saldría la temporada próxima. Ahora se nos asegura con idéntico énfasis que el club pondrá en el mercado a 16 de sus futbolistas al finalizar el presente ejercicio. La clave de tan drástico cambio de opinión, es que el tremendo esfuerzo de Gil Marín y su compadre (será en el retrete),  no se ha visto recompensado en la cancha. El que aún pone dinero y el que sólo es un trabajador más del club están muy decepcionados, pero no con ellos mismos sino con la plantilla y el entrenador. En la serie de dibujos Mazinger Z, una vez desbaratado por los buenos —con el robot al frente—  el diabólico plan del malvado Doctor Infierno, éste convocaba a su esbirro, el Barón Asler, y se despachaba a gusto: “¡Es usted un inepto, Barón Asler!”. (Pero los informadores se parecen más a otro personaje de la serie, también en la nómina del Doctor Infierno: el Conde Broken (roto) que aparecía siempre con la cabeza en una mano.) El Barón Asler son aquí el míster y sus pupilos. Gil Marín y Cerezo juran y perjuran que la noticia es falsa y que algunos medios de comunicación tratan de desestabilizar el club. Sin embargo, la noticia —o el bulo, o el globo-sonda o una mezcla de todo eso— sólo puede haber salido del club. Y no sería ciertamente la primera vez. ¿A quién le extrañaría que alguien, siguiendo las instrucciones del ínclito dúo, se hubiese ido de la lengua? Si os fijáis, la presunta indiscreción responde al patrón de comportamiento observado por los dirigentes de la entidad a lo largo y ancho de la era Gil. Ante la inminencia del fracaso, se trata de adoptar el punto de vista y el sentir del forofo, una suplantación en toda regla con el único propósito de eludir todas las responsabilidades. Abusan de la palabra “decepción”, robándole al seguidor colchonero lo único que tiene: un mayúsculo desencanto,  al objeto de poder exclamar, si al seguidor se le ocurriese pedirles cuentas: ¿¡A mí me lo dice? ¿No ve que estoy tan hecho polvo como usted!? Usted y yo hemos sido engañados por esos hijos de mala madre que viven como marqueses sin dar golpe. Pero no se van a reír de nosotros por más tiempo porque los vamos a echar. Sí, los epígonos del Difunto copian su táctica favorita. Henos pues ante otra operación limpieza, terminología cien por cien nazi que los periódicos usan para halagar la pequeña rabia de los aficionados clase obrera y mediante la cual se desvía la atención del fiasco presente hacia el éxito futuro (oh sí, el año que viene las cosas irán de modo muy distinto).  Por fin tenemos a los pies de los caballos al entrenador y a casi todos los jugadores. Son los culpables; ahí los tenéis: cargad contra ellos, increpadlos, volcad sobre sus cabezas vuestro enojo y justo resentimiento; y sabed que lo van a pagar muy caro. En junio, a la calle.

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